Carmelo Vicent Suria.
Escultor, dibujante y artista fallero.
Autor del Santísimo Cristo de la Vera Cruz de Requena
CARMELO VICENT, nace en la Alquería de Rovira, Carpesa, Valencia 13-11-1890 y fallece el 10-11-1957.
En 1912, comienza sus estudios en la academia de Bellas Artes de San Carlos en Valencia, compaginando sus estudios con el trabajo en el taller del Escultor imaginero José María Ponsoda. En 1927, se trasladaría a Madrid, con toda su familia, donde trabajaría con el famoso escultor valenciano José Capuz Mamano. Pasados algunos años volvería a su tierra valenciana y abriría un importante taller en la calle Conde Trenor, donde trabajaron escultores de la talla de Vicente Balaguer, Juan Huerta y Salvador Furió. Desarrolló su labor creativa y docente llegando a ser Catedrático de talla de la Escuela de Bellas Artes, en 1942. También es importante su labor como fallero y escribió algunos sainetes entre los años 1951 y 1953.
COMENTARIO
Carmelo Vicent, fue un personaje muy destacado en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos, y está considerado como un escultor valenciano situado entre la tradición y la renovación. Heredero directo del realismo escultórico del S.XlX, representado, entre otros autores, por el genial Mariano Benlliure, también participaría de la corriente renovadora de la escultura española, en favor de la recuperación de presupuestos puramente escultóricos, como la masa la forma y el volumen.
En una primera etapa comprendida, entre los años veinte y los cuarenta, los personajes más sencillos como mozas, labradores y marineros valencianos pasarán a formar parte de los modelos escultóricos de Carmelo Vicent, con los que conseguiría premios especiales y medallas, en las Exposiciones Nacionales de escultura.
Pasada la posguerra, será la imaginería religiosa, más tradicional, en la cual se centraría su tarea principal, Carmelo Vicent realizará una labor extraordinaria para las cofradías, tanto valencianas, como de otras provincias españolas, que vuelven a resurgir con fuerza tras el largo periodo iconoclasta y la guerra civil de 1936.
Destacan sus tallas de madera policromada, con las que lograría un estilo elegante, sobrio, equilibrado y personal, llegando a ser el escultor más casticista de su generación. También logró un gran dominio técnico en la talla de otros materiales como: el mármol y el bronce.
Junto con su hijo, Salvador Octavio Vicent Cortina, formó una de las sagas más importantes de escultores contemporáneos valencianos. Su obra traspaso fronteras.
Destacamos sus obras principales:
-1926- Labrador Valenciano- Talla en madera- Museo provincial de Bellas Artes, Castellón. Tercera medalla Exposición Nacional.
-1926-San Vicente Mártir- Colegio de los Dominicos de Valencia- madera policromada.
-1934-Moza del cántaro- Museo de Bellas Artes de Valencia. Relieve y talla de bulto redondo, en madera policromada. Segundo premio Nacional de escultura.
-1934- Labrador valenciano- Gran Vía Marqués del Turia. Escultura en piedra
-1941- Cristo yacente- Museo de Bellas Artes de Valencia –Primera medalla exposición Nacional de Bellas Artes.
–Virgen del Carmen del altar mayor- Parroquia de San Nicolás- Templo del Carmen. Bellisima talla en madera policromada.
-1945- La Virgen peregrina de los desamparados de Valencia- (lugar desconocido). Sustituida en los años sesenta por otra talla de su hijo Octavio Vicent.
1942- Cristo de la Fé- Iglesia de Santa Mónica. Talla en madera policromada.
1944- Santísimo Cristo de la Vera – Cruz – de Requena.
Autor: Carmelo Vicent Suria.
Género: Escultura
Material: Madera, pintura y pan de oro Medidas; Altura: 157cms Ancho: brazos-152cms y fondo 52cms
Mecenas: Venerable Cofradía de la Vera Cruz
Conservación: Capilla y altar de la Vera Cruz; parroquia de San Nicolás- Templo del Carmen
ANÁLISIS FORMAL
Se trata de una escultura de bulto redondo, tallada en madera policromada y sujeta a una bella cruz latina, por tres clavos
La cabeza:
De gran delicadeza es el tallado de su cabeza con los cabellos graciosamente descritos en forma de rizos y filamentos calados, dispuestos siguiendo la tradición fernandina (con melena, raya al medio, remontando la oreja izquierda y cayendo por el hombro derecho en forma de bucles sueltos) Está rematada con la corona tradicional de espinas.
El rostro:
Espectacular y sumamente idealizado, presenta una gran serenidad, sin asomo de dolor, barba de una punta levemente partida; boca entreabierta y ojos casi cerrados, que expresan la muerte que acaba de sufrir. Está inclinado suavemente a su derecha.
Policromía:
Como es habitual en Carmelo Vicent, la delicada policromía refuerza los valores naturalistas de la imagen de Jesucristo, limitada a una carnación con tonalidades pálidas, nacaradas y algunos pigmentos violaceos que sugieren la muerte; además de precisos trazos de sangre en las heridas de su cuerpo, pero sin ningún tipo de violencia, salvo en la lanzada del costado.
Anatomía:
presenta un suave modelado de las formas y equilibrio compositivo.
El paño de pureza o perizoma:
Aunque ligeramente reducido probablemente, para hacer resaltar su figura, es un elemento principal para la historia del Arte, pues al contrario que en la mayoría de representaciones de otros imagineros que serán realizadas en tono blanco, el autor quiere resaltar con este detalle el origen judío de Jesús, colocándole un bellísimo paño de pureza, anudado firmemente a la derecha, imitando a las telas orientales de origen hebreo (compuestas por rayas policromadas) y usando la técnica del estofado.
COMENTARIO DE TEXTO
La Cofradía de la Vera Cruz de Requena encargó esta escultura de Jesucristo crucificado el día 4, de abril del año 1944, al escultor Carmelo Vicent.
La obra debería ajustarse iconográficamente, no sólo a las reglas del arte, sino que también tendría que responder a un determinado mensaje religioso, de modo que pudiera establecerse un diálogo entre Cristo y el fiel que se acercase a contemplarlo. Carmelo presenta a Jesús sujeto a la Cruz por tres clavos, lo que acentúa su composición triangular y que obliga al escultor a cruzar las piernas de la imagen, generando una leve tensión en brazos, piernas y costados. Con un dramatismo sosegado y bellísimo estudio anatómico que avalan rotundamente, su extraordinario dominio de las gubias y el perfecto equilibrio entre naturalismo y belleza idealizada que define a esta obra.
CONCLUSIÓN
Sin duda, estamos ante una maravillosa obra con una elegante y bellísima imagen de Jesucristo, de clara inspiración barroca, pero alejada del dramatismo y la exageración de los elementos barroquizantes propios del periodo. La clara influencia de su profesor y mentor José Capuz y su gran maestría, posibilitaron esta magistral escultura con la que Carmelo hace un alarde de su gran talento y consigue que el espectador pueda captar la belleza corporal y la serena expresión de la figura de Jesús, por su gran espiritualidad.
Destaca de esta escultura, el naturalismo y la devoción con la que fue esculpida. Carmelo Vicent consiguió con esta obra una imagen de la doble naturaleza humana y divina de Jesús.
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Autora: Leonor Rodriguez Sixto