Doña Isabel y don Fernando, que pasarían a la Historia como los Reyes Católicos, fortalecieron con decisión el poder real en una Castilla que había padecido importantes problemas políticos en el siglo XV. Curiosamente, doña Isabel se había opuesto a la voluntad de su hermano Enrique IV, y don Fernando era hijo de uno de los díscolos infantes de Aragón, don Juan, que sería monarca de Navarra y Aragón con no pocos lances. Como reyes de Castilla, innovaron relativamente poco, pero volvieron a poner en vigor instituciones de reinados anteriores, menoscabadas por la oposición, y a aplicar con fuerza las leyes. En las villas y ciudades, conmovidas por las luchas de banderías, nombraron corregidores encargados de representar su autoridad.
Los corregimientos fueron encomendados a personas de confianza de los reyes, como Troilo o Troilos Carrillo, hijo natural del arzobispo de Toledo Alfonso Carrillo que casó con la primogénita del condestable de Navarra y que favoreció el matrimonio entre Isabel y Fernando. Entre 1484 y 1486 ejerció el corregimiento de Requena y Utiel, oficio asociado al de la alcaidía de la fortaleza requenense. Sabemos que en 1486 ambas villas del corregimiento estaban deslindadas de cara a las retribuciones de su titular, pues eran las haciendas municipales las encargadas de sufragar tales honorarios. Sin embargo, quien verdaderamente se encargó de sus tareas fue su lugarteniente el licenciado Francisco de Molina, especialmente en Utiel.
Molina era un tipo diestro, profesional de las leyes, capaz de complementar al más aristocrático Carrillo, y fue comisionado para resolver un asunto espinoso. En 1479 la villa de Medellín había retornado al realengo, pero sus caballeros no dejaron de sostener diferencias de términos con el conde del mismo título, anterior señor. Se canalizó la disputa por los cauces legales para evitar la violencia.
Presentado Carrillo como corregidor de Utiel, se prorrogó su comisión el 8 de marzo de 1488, pero el 12 de abril se le encareció que pusiera paz entre las partes en litigio, pues al llegar la prórroga ya había partido de Medellín. Debería, en consecuencia, tomar debidamente las probanzas y las alegaciones presentadas en los siguientes veinte días. Por otros noventa prolongaría su labor. No sabemos si su marcha anticipada respondería a otro compromiso o a alguna dificultad no expresada en la documentación.
Lo cierto es que la Monarquía recurrió a un legista sin vinculaciones locales, con experiencia en un destino tan alejado de Medellín como Requena-Utiel, para dirimir un conflicto que poco antes hubiera degenerado en toda clase de altercados. Asimismo, el 5 de diciembre de 1489 se comisionó al corregidor de Cuenca para entender sobre la imposición del portazgo de Utiel. A finales del siglo XV estaba apareciendo en Castilla un verdadero cuerpo de servidores del Estado.
Fuentes.
ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS.
Registro del Sello de Corte, Legajo 148803 (102) y 148804 (43-1).