Nuestros predecesores iberos.
Europa es un continente poblado desde hace milenios y algunas de sus localidades hunden sus raíces en los tiempos de la Edad del Bronce. Antes de los logros de la moderna arqueología espacial, que reconstruye el hábitat de las comunidades antiguas, los europeos echaron su vista atrás y descubrieron (o así lo creyeron) a sus antepasados de la Edad del Hierro, las de las sociedades protohistóricas. Los franceses del II Imperio consideraron a los galos como los padres fundadores de su nación. Se entusiasmaron con la lectura de la Guerra de las Galias y emprendieron patrióticas excavaciones en Alesia. La III República no cedió en sus entusiasmos y los colonizadores franceses nacidos en Argelia participaron del mito fundacional. Los simpáticos Astérix y Obélix, tan resistentes a los conquistadores romanos, serían quizá su emanación más popular.
En España no hemos escapado de tales ideas. Hubo un tiempo en el que los orígenes del temperamental pueblo español se atribuían a la unión de los iberos procedentes de África y los celtas llegados del otro lado de los Pirineos. Hoy en día ya no vemos las cosas de manera tan simple. Los iberos no fueron un pueblo hecho y derecho, configurado en toda su idiosincrasia, desde el principio, reconocible por sus virtudes y su acendrado individualismo. Las secuencias estratigráficas muestran una cultura compleja que cubre distintas etapas o épocas si se quiere, en cuya forja tuvieron tanta importancia los inquietos fenicios, los carreteros del mar de comienzos del primer milenio antes de Jesucristo. La transición entre el Bronce Final y el Hierro más temprano ha dado también pie a muchas dudas en punto a los precursores de algunos núcleos de población que asociamos con la cultura ibera. La arqueología nos ha hecho avanzar mucho, aunque todavía nos gustaría saber más, a la espera de descifrar la llamada lengua ibera. Sabemos de su destreza a la hora de ordenar sus territorios, de aprovechar convenientemente sus recursos, de comerciar con otros pueblos mediterráneos y de crear un arte conmovedor. Como bien sostuvo hace años Enrique Llobregat, no son nuestros antepasados directos, pues sus últimos descendientes abrazarían el Islam y serían desplazados por otras poblaciones llegadas del Norte hispánico durante la Reconquista. Con todo, sin embargo, fueron nuestros antecesores e imágenes tan icónicas como la dama de Elche representan nuestro pasado anterior a los romanos.
La juventud y la arqueología.
La adolescencia es una época de cambios personales muy acusados, cuando tantas cosas se abren al interés. Es el momento en que se plantea por vez primera el camino a emprender durante la vida, cuando se rechaza lo que no gusta. El problema estriba en desechar algo valioso, en perdérselo quizá para siempre. Cuando decimos adiós y no hasta luego cerramos la puerta de un camino que nos puede conducir a un destino mejor, inesperado. No siempre el temario académico del sistema educativo resulta seductor. Demasiado apretado, apenas dedica a la civilización ibera más que unas líneas.
Con el paso del tiempo, lo poco aprendido se olvida a modo de un trámite engorroso que debe hacerse sí o sí. En estas condiciones, la Historia no atrae y es susceptible de degradarse en una moralina bajo el piadoso y vacío nombre de Ciencias Sociales.
El libro de texto no atrae, pero otras cosas sí, y mucho. Los videojuegos con contenidos inspirados en la Historia gozan de una gran aceptación, y más de uno conoce a los jenízaros por Assassin´s y no por las lecciones académicas. Toda una legión de seguidores de Juego de tronos se embaúla historias de la Inglaterra anterior a la conquista normanda con toda la naturalidad y el gusto. Audiovisualmente, la Historia es una conquistadora del mundo postmoderno. Y lo gracioso es que no queda en mera imagen consumista. La investigación concienzuda y con métodos científicos ha avanzado bastan te, y podemos ofrecer visiones más complejas y matizadas del devenir histórico. La arqueología ya no persigue el Santo Grial del fósil director, sino que analiza con la máxima meticulosidad posible el territorio con sus patrones de asentamiento y explotación, susceptibles de comparación con los de otras civilizaciones de la cuenca mediterránea. A la excavación se añade la reflexión, la de los paradigmas culturales. ¿Se podría aplicar el de los samnitas a los iberos? ¿El de la Grecia de las polis en formación? Los estudiosos han descubierto las peculiaridades del mundo ibero en la Alta Andalucía en relación al área del Norte de Alicante: la historia local ya no es cosa de unos pocos sabios, cuyo trabajo solo interesa a algunos vecinos. Es una pieza necesaria para avanzar desde el terreno.
La arqueología y la Época Antigua fascinan a los más jóvenes, pues permiten ponerse en situación y aprender desde el terreno, construyendo aprendizajes significativos. Desde Aula Ibera nos proponemos iniciar tal tarea.
Los jóvenes iberos.
Toda persona necesita una motivación y unas nociones para avanzar, elementos que en algunas ocasiones pueden oponerse entre sí. Con jóvenes de trece a quince años del IES UNO de Requena se ha formado un grupo que representa una comunidad ibera, con sus sabios, sus músicos y sus guerreros, categorías abiertas a chicos y chicas, sin ningún atisbo de discriminación.
Las personas del grupo de los guerreros realizan las formaciones de bienvenida en la presentación de las conferencias. Acompañan la entrada de los ponentes, y se disponen a los extremos del auditorio. Los músicos marcan los ritmos de los actos con instrumentos de percusión e incluso de flautas, próximas a las de las civilizaciones mediterráneas anteriores a la expansión romana. Con sus damas y caballeros, los sabios formulan las preguntas a los arqueólogos e historiadores invitados.
Más allá de estas funciones, los muchachos van prefijando su personalidad ibera (nombre, función y acciones) con la ayuda de información. No se trata de simples personajes de cartón piedra, sino de personas con su propia manera de ser. La identificación promueve la motivación y el deseo de aprender, de hacerse adulto. Como bien apuntó Julio Caro Baroja, algunas de las más afamadas imágenes de la pintura ibera representan un joven caballero deseoso de alcanzar nombradía, de conquistar su sitio en el mundo, al igual que los jóvenes de hoy en día que también tratan de hacerse mayores.
La invitación a los expertos.
En la inauguración del 9 de noviembre de 2018, en el Salón de Actos del IES UNO, la joven agrupación ibera presentó a María Jesús Maronda, José Manuel Martínez y Tomás Pedraz, profesionales de la arqueología expertos en la materia. Nuestros colaboradores David Quixal y Tomás Aguado intervinieron desde la distancia por compromisos personales.
El mundo ibero se aborda de manera poliédrica, con los pies en tierra, a partir de la experiencia de cada profesional. Por ejemplo, María Jesús Maronda lo hace desde la de Las Pilillas, verdadera bodega ibera; David Quixal desde la Casa de la Cabeza como villa agrícola; José Manuel Martínez desde la fortaleza en altura de La Mazorra; y Tomás Pedraz sobre El Molón como oppidum fronterizo. Aunque se centran en Los últimos iberos en la Tierra de Requena y Utiel, consideramos debidamente las etapas previas.
El diálogo como fuente de conocimiento.
Los expertos conformaron una mesa redonda abierta a las preguntas del público. Paralelamente se proyectaron imágenes de la cultura ibera, tanto para ambientar como para ilustrar asertos o razonamientos.
En el coloquio se plantearon distintas cuestiones. ¿Quiénes precedieron a los iberos en nuestra comarca? ¿Cómo se formaron? ¿Cómo se organizaron? ¿Qué acero era mejor, el de las espadas o el de los instrumentos de labranza? ¿Qué protagonismo tuvieron las damas? ¿Qué relaciones de servidumbre tuvieron? ¿Qué importancia tuvieron en la comarca? ¿Qué relaciones mantuvieron con otras culturas? ¿Cómo se llevaron con los celtas? ¿Qué tipos de torturas infringieron? ¿Cómo desparecieron? ¿Cuál es la importancia de la arqueología en el conocimiento de la civilización ibera?
De las respuestas se desprende una civilización formada paulatinamente con el contacto con otras del Mediterráneo como los fenicios y los griegos, que dispusieron de elaborados instrumentos, de valiosas obras artísticas y de una/as lengua/as a descifrar. No se les conocen relaciones esclavistas al modo griego, pero con la conquista romana fueron transformándose a todos los niveles.
En suma, Aula Ibera pretende ser un medio para la recreación histórica, el conocimiento arqueológico y la ampliación de conocimientos de una juventud que trata de ampliar sus horizontes, incluyendo los de los lejanos países del pasado.
Víctor Manuel Galán Tendero.