Esperaba la conferencia de jóvenes historiadores de Requena, pues guardaba un bonito recuerdo del año pasado; aunque en esta ocasión, en el paseo, en este mismo día, junto al club de los jubilados, en una esquela colgaría el nombre de mi aldea para memoria de un hombre de ella.
En uno de los discursos que mayor impresión me han causado, Steve Jobs exponía:
Nadie quiere morirse, ni siquiera la gente que quiere irse al cielo quiere morirse para conseguirlo. Y sin embargo, la muerte es el destino que todos compartimos. Nadie se ha escapado de ella jamás y así es como debe ser, porque la muerte es, con toda probabilidad, el mejor invento de la vida. Es el agente de cambio de la vida, acaba con lo viejo para dar lugar a lo nuevo.
Mientras escuchaba a los jóvenes historiadores, esos quienes para Steve Jobs representan lo nuevo, recordaba a quien el mejor invento de la vida se había llevado. Nunca le dieron un libro, nunca le dieron la oportunidad de pisar una escuela. Nacido en una masía, sus padres no pudieron darle más que un cayado y un rebaño al que cuidar; su país, como regalo de infancia, una guerra civil. Con el tema principal de la despoblación como protagonista de la exposición recordaba el deseo de ese hombre de abandonar su aldea, de cuando le llegara la jubilación pasar sus últimos años en Requena o Utiel. En un pueblo grande donde al salir a la calle, especialmente durante los inviernos, la soledad no fuera el único vecino. Donde una farmacia quedara cercana en caso de necesitar el cáliz de vida o al acostarse saber que un médico dormiría a pocas manzanas, casi en la cama de la habitación contigua… Para su dicha así ocurrió.
Además del argumento de la despoblación, este año, Lo nuevo se centraba en la Historia Antigua: Alejandro, Ciro, Homero con toda la mitología—y no tan sólo la de origen griego, también la vikinga y maya— como la cultura íbera. Sin olvidar la sociología y naturaleza autóctona de la Comarca. Al igual que el año pasado, la exposición la inició la Geografía y fue cerrada por el Arte; en concreto por Yum Kimil, el dios de la muerte de los mayas.
Steve Jobs terminaba su discurso ante los jóvenes de Stanford:
“Stay Hungry, Stay foolish”.
El mensaje es evidente: no seas conformista, no tengas miedo a lo nuevo. En definitiva: ¡adelante!
Lo nuevo agazapado por los nervios llevaba adelante sus exposiciones, bien cuidadas y trabajadas con rigor, tal al gusto del profesor. De seguro vendrá en el futuro laboral entrevistas de trabajo, conferencias, reuniones… Todo tipo de situaciones ante las que se debe saber hablar y enfrentarse a un público.
En realidad de eso se trata: de vencer a los nervios; tras la exposición, los nervios son un poco menos y lo nuevo un poco más viejo. Ese es el recado de Steve Jobs.