No cabe duda, ya terminado 2018, de que el personaje histórico del año en Requena ha sido Rafael Bernabeu López, del que se cumplían veinticinco desde su triste fallecimiento (1903-1993)
La personalidad arrolladora y las múltiples facetas que abarcó el maestro Bernabeu durante su vida, le han hecho merecedor de ser recordado con toda la magnificencia posible y aun así, tan solo se ha celebrado esta importantísima efeméride desde estas páginas digitales nacidas desde la iniciativa del I.E.S.-1 de Requena y en su faceta musical, con la edición del libro Rondalla y Coros de Requena, el sueño musical de Rafael Bernabeu, desde la Asociación Requenense de Musicología.
No han faltado las voces que en petit comité o incluso en la presentación del mencionado libro, apuntaban la necesidad de que se haga, y se edite, un estudio biográfico amplio y serio sobre la figura de Rafael Bernabeu en todas sus vertientes: historia, docencia, música, ideas, artículos, libros, etc. etc. Cierto, es necesario hacerlo, y es mi opinión que debería llevarse a cabo mientras su memoria está fresca y los que le conocimos estamos en activo. Ahí queda ese reto.
Pero también es cierto que si Bernabeu viviera nos hubiera lanzado su hipotético cepillo a las despobladas cabezas (algunas) de quienes investigamos siguiendo su estela, por habernos centrado solo en él y haber olvidado otros nombres importantes para Requena que también han tenido su efeméride en 2018.
Voy a citar tres personajes relevantes de la historia local, si bien lo hago tan solo como un atisbo de conocimiento sobre unos requenenses que, como tantos otros, merecen investigaciones a fondo en busca de datos biográficos.
El más conocido de ellos, por su nombre, por su única obra y por la cercanía en el tiempo histórico, es Enrique Herrero y Moral, autor de la Historia de Requena publicada en 1890 y que, a pesar de su sencillez, más bien candidez, desde Bernabeu a nosotros mismos lo hemos utilizado como fuente de datos para investigaciones históricas, siempre contrastando debidamente la información.
Los pocos datos biográficos con que contamos son los que ofrece Rafael Bernabeu en su propia Historia de Requena:
Don Enrique Herrero y Moral (1823-1893) es el autor de la pintoresca Historia de la Tres Veces Muy I.eal, Dos Veces Muy Noble y Fidelísima Ciudad de Requena (impreso en Valencia por M. Alufre en 1890, 344 págs. en 4°). Aunque esta obra está escrita «sin arte ni criterio» (T. Llorente), su autor recopiló valiosos materiales que no supo aprovechar y que hemos ordenado con el título de Colección Herrero y Moral.
En el propio libro, Enrique Herrero ofrece diversos datos autobiográficos que podrían servir como punto de partida en futuras investigaciones. Por ejemplo, nos da el nombre de su esposa, Ana María Ramos y Montés, y el de su hija, María de las Nieves Herrero y Ramos, apuntando, en otros párrafos, datos sobre sus padres y el parentesco, como sobrino, con la familia Herrero de la Cárcel, uno de cuyos miembros trataremos a continuación.
Si el año citado por Bernabeu, 1893, es correcto, estamos ante la efeméride de los 125 años desde la muerte de este licenciado en derecho metido en labores de historiador que si bien fantaseó bastante con el pasado, nos dejó un reflejo muy importante de la Requena de su tiempo, a modo de foto fija de la ciudad a finales del siglo XIX. De su aspecto, él mismo dejó una imagen litográfica en su libro, acompañada de su propia firma y dibujada por un anónimo artista apellidado Pérez.
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Es precisamente Herrero y Moral quien nos habla repetidas veces, en su historia requenense, de su tío y siguiente personaje a recordar en este artículo de efemérides: José Trinidad Herrero y de la Cárcel.
Hijo del destacado capitán de la Milicia Nacional de Requena, Marcelino María Herrero y Velasco (alcalde de Requena, regidor síndico del ayuntamiento y diputado suplente a Cortes) y de Manuel de la Cárcel, José Trinidad Herrero de la Cárcel nació en Requena el 29 de abril de 1815 y falleció también en su ciudad natal, el 9 de junio de 1868, por lo que este año se cumplen 150 de su óbito.
Aunque es un personaje del máximo interés histórico, su vida y milagros han ido olvidándose en el tiempo, eclipsados sin duda por la fuerte y cercana personalidad de su hijo, José Joaquín Herrero Sánchez: el Poeta Herrero.
En honor a la efeméride que este año se ha cumplido y sin olvidar las diversas menciones que de él hace Bernabeu en su Historia de Requena, apuntaré aquí algunos de sus datos biográficos más significativos:
Su vida estuvo dedicada, de modo principal, a la política activa, tanto a favor de su ciudad natal como en puestos electos de índole nacional.
En 1841, con veinticinco años, fue elegido diputado a Cortes, aunque todavía a título de suplente, siendo reelegido de la misma guisa en 1843, mientras su padre era alcalde requenense (1842).
Licenciado en derecho, entró a formar parte de la Junta Municipal de Beneficencia y de la Junta Municipal de Instrucción Primaria de Requena.
En 1850, con treinta y seis años, contrajo matrimonio en la iglesia de San Nicolás, de Requena, con la joven de veinticuatro María Loreto Sánchez Giménez. Domiciliados en la por entonces calle Olivas (hoy Poeta Herrero), fruto de aquel matrimonio nacieron Manuela (1851), María (1852-1862), Marcelino (1855), José Joaquín (1858), Dionisio (1862) y María Magdalena (1864).
En 1854 fue elegido diputado para las Cortes Constituyentes que el gobierno progresista de Baldomero Espartero se había comprometido a convocar. Lo fue por la provincia de Valencia, esta vez como titular, trasladándose a Madrid. En estas Cortes, encargadas de redactar una nueva Constitución, José Trinidad Herrero actuó como secretario. La Constitución, lista para su promulgación en 1856, fue denominada como la “non nata”, pues tras el golpe del general O’Donnell, que puso fin al bienio progresista, las Cortes fueron clausuradas.
A pesar de su labor política, Herrero no dejó de ser vecino de Requena en ningún momento. Figura en todos los padrones municipales como residente en la ciudad, siempre en la calle de Olivas, con su esposa, hijos y sirvientes.
Tras la experiencia constituyente, el abogado Herrero y de la Cárcel dejó la política y se estableció en Requena como letrado, siendo requerida su opinión y reclamados sus servicios en muchas ocasiones por el Ayuntamiento, hasta su fallecimiento, en 1868, con tan solo cincuenta y tres años.
Su esposa, Dª Loreto, propietaria de importante hacienda, crió a sus hijos con esmerada educación y sabemos por Bernabeu de su desprendida filantropía. También por el cronista conocemos el hecho de que fue la viuda de José Trinidad Herrero quien puso a disposición de Venancio Serrano Clavero su amplia biblioteca, en la que el futuro poeta y periodista, que vivía en la misma calle, devoró lectura tras lectura y amplió con creces su acerbo cultural.
Quiero concluir mi acercamiento a este importante personaje dando voz a otro de nuestros importantísimos periodistas, Nicolás Agut y Sastre, quien en el nº 2 del periódico Requena Veraniega, de 11 de septiembre de 1915, escribía este perfil biográfico, de cuyo contenido no hemos podido corroborar documentalmente todos sus términos, por el momento:
“Hijo Ilustre.
D. José Trinidad Herrero.
Agradable resulta siempre para los amantes de la tierra propia recordar y enaltecer los méritos de los que fueron honrosos antecesores. Y aun cuando al trazar con mano torpe hechos que pertenecen a la historia envidiable de Requena, el narrador no consiga por muchos que sean sus entusiasmos llegar a la altura que corresponde al personaje de que se trata, quedará al menos patente para los tiempos que nos sucedan, la buena voluntad de un requenense enamorado de los suyos, del que en días de inercia y olvido para todo lo grande y reconstituyente de la ciudad por parte de los que están más obligados a rendir los tributos debidos, siente fortalecido el corazón e iluminada la mente al pensar en paisanos ilustres que le animan a proseguir el camino peligroso de las luchas que en épocas inolvidables supieron empezar hombres tan dignos como el que encabeza estas líneas.
D. José Trinidad Herrero de la Cárcel, nació en Requena en los primeros años del siglo XIX. Hijo de D. Marcelino Herrero y Velasco y de Doña Manuela de la Cárcel, estudió las primeras letras bajo la dirección de D. Miguel Moya, no tardando a dar pruebas de lo mucho que había de valer. Cursó la carrera de leyes, a la que se dedicó con el mayor aprovechamiento, en la Universidad valentina con las mejores notas en todas las asignaturas, y al conseguir el título con la de “némine discrepanti”1, como se llamaba a la nota de honor por aquellos tiempos.
En el ejercicio de la carrera de abogado obtuvo triunfos resonantes; sus escritos eran conocidos en las audiencias de Albacete y Granada como ejemplos acabadísimos de derecho constituido, siendo uno de los mayores éxitos de su carrera el haber ganado el pleito a favor de Requena que sobre aguas sostuvo nuestra ciudad con Utiel. Cuando tenía pocos más de 30 años le eligieron por primera vez diputado a Cortes por Requena, después de haber sido alcalde de esta población2.
De ideas avanzadas y afiliado desde su juventud al partido progresista, fue [el] político en todo el distrito de Requena de más autoridad y prestigios de su época, así como jefe indiscutible de las fuerzas progresistas de todos estos pueblos. Del año 1855 al 56, y cuando el cólera invadía las poblaciones de la provincia de Cuenca, asistió personalmente a los coléricos cumpliendo con excesivo celo los deberes de gobernador civil de dicha provincia a cuyo cargo fue elevado por sus relevantes méritos. Por los patrióticos hechos se le concedieron por el gobierno de S.M. las cruces de Isabel la Católica y de Beneficencia.
No era orador, pero como periodista tuvo reconocida altura colaborando en “La Iberia” con los famosos hombres públicos que se llamaron Sagasta, Olózaga y Madoz. Parte del diccionario de este último fue obra de nuestro ilustre paisano. Era íntimo amigo de Prim y cuantos políticos brillaron dentro del partido progresista. De no haber muerto a los 56 años3, en vísperas de la revolución setembrina, este hijo notable de la tierra querida, hubiera llegado sin duda alguna a los consejos de la Corona. Tenía méritos, prestigios políticos e inteligencia sobrados para alcanzar el alto sitial.
Hizo la política progresista y más liberal de aquellos años en los tiempos en que el partido conservador de Requena y sus pueblos lo dirigía D. Antonio Ferrer de Plegamans, hijo dignísimo también de la Requena histórica que, dentro de las teorías moderadas, hizo mucho y bueno por la patria chica valiéndose de las inmensas influencias de que disponía. ¡Nada queda ya de aquellos tiempos felices! ¿Quién es hoy el que puede dirigirse a hombres eminentes como lo hacían aquellos austeros requenenses?
D. José Trinidad Herrero de la Cárcel tomó parte en todas las conspiraciones contra los gobiernos moderados, sufriendo perjuicios y constantes persecuciones de sus enemigos.
Honró a Requena y a la Patria, y enaltece hoy estas columnas al pasar por ellas rápidamente como figura prestigiosísima, como imagen inolvidable de lo que es tan digno de ejemplo: el talento, la honradez y el ideal de emancipación. ¡Gloria a Herrero de la Cárcel y a la ciudad noble que lo concibió!
N. A. y S.”.
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El último personaje de esta terna que traemos a las páginas de Crónicas es un literato: Pedro Masiá López, animador de la vida teatral y musical requenense de la segunda mitad del siglo XIX y con incursiones en la escena valenciana que dejaron huella en el libreto de la zarzuela costumbrista Entre Zagales, realizada en colaboración con el ilustre Eduardo Escalante Feo.
A pesar de ello, ningún dato biográfico hemos localizado en la prensa y tan solo podemos transcribir lo que de él dicen los autores locales. Bernabeu en la Historia de Requena (1982, p. 498), cita:
“Celebrado escritor costumbrista que reunió varios trabajos en un librito titulado Lana de mezclilla. También colaboró con el sainetero Eduardo Escalante. Para el teatro dio la revista local ¡Buenos tipos se presentan!, la zarzuela Entre zagales, El debut de Picarín, El beso del gran actor, etc.”.
Mucho más amplia resulta la semblanza que hace de Masiá el estudioso del teatro local, Rafael Muñoz García (2007, p. 102-106), en la que coincide en lamentar lo poco que sabemos de este excelente autor:
“MASIÁ LÓPEZ, Pedro
Requena 1836-1918.
Requena 1836-1918.
Sorprende el desconocimiento que tenemos de este autor local, quizá el mejor. Aunque su producción no es muy abundante, todas sus obras, zarzuelas, comedias, monólogos, tienen un marcado ambiente rural.
Su trabajo dramático es: «Buenos tiempos se presentan’: revista local, «El debut de Picarín», extravagancia metateatral estrenada en el teatro Cervantes de Málaga el 28 de diciembre 1901, «Entre Zagales», zarzuela escrita en colaboración con Eduardo Escalante (hijo) con música del maestro José Fayos, se estrenó en el teatro Apolo de Valencia el 10 de abril de 1907, «El chiquillo de la tía Mitela», zarzuela, con música de Francisco Pino Lavara estrenada en el Teatro Romea la noche del 28 de diciembre de 1909. «El beso del gran actor», entremés estrenado en el teatro Circo de Requena el 20 de enero 1915, «La ropa vieja de Penchuguete”, monólogo estrenado en nuestro Principal el día veinticinco de junio de dos mil dos por la CAT Arrabal Teatro, interpretado por Luis Latorre y dirigido J. Antonio Cano de la Cruz, «La prueba del perdigote», episodio de caza en un acto, obrita dedicada a los practicantes de este deporte, afición muy arraigada en el autor.
El libreto de «Entre zagales» fue editado el año 1908. En su portada aparece como fecha de estreno el once de abril de 1907 cuando en realidad fue el diez y se mantuvo en cartel hasta el doce4. Tan pocas representaciones era habitual en las programaciones de la época en los que siempre figuraba la obra a estrenar junto a otras obras breves conocidas, y en muchos casos acompañadas en los intermedios con proyecciones del incipiente cinematógrafo”.
Añadiremos por nuestra parte que Pedro Masiá López fue, además de dramaturgo, un excelente músico en las orquestas locales. En 1867 fue uno de los fundadores de la famosa (en Requena) Orquesta de La Patata, de la que se conservan algunas particellas en las que se expresa lo siguiente:
“La Patata
Orquesta fundada en 1867
Reglamento
Artículo único. Cada uno hará su santa voluntad sin perjuicio de los otros.
Pedro Masiá”.
Como compositor, conservamos una mazurca titulada “La Casualidad”.
Se conservan muy pocos ejemplares de su librito recopilatorio, citado por los anteriores autores, Lana de Mezclilla. De su portada hemos obtenido la imagen del autor en pose de cazador, actividad a la que era muy aficionado.
BIBLIOGRAFÍA:
BERNABEU LÓPEZ, Rafael. Historia crítica y documentada de la ciudad de Requena. Reedición, Requena, Ayuntamiento, 1982.
Cortes Constituyentes, Galería de los representantes del pueblo, con láminas del pintor José Vallejo y Galeazo, Madrid, s/n, 1855-1856.
HERRERO Y MORAL, Enrique. Historia de Requena, Valencia, Imprenta de Manuel Alufre, 1890 (Reedición del C.E.R., 1990).
MUÑOZ GARCÍA, Rafael, Requena Teatral, Valencia, Bernia Edicions, 2007.
1) En realidad “némine discrepante”. Locución latina que significa literalmente “sin que nadie discrepe”, es decir, por unanimidad, sin ninguna oposición. Se utilizaba en la época a modo de “matrícula de honor”.
2) Como ya hemos indicado, fue su padre, Marcelino María Herrero y Velasco, quien ostentó la vara de alcalde y su acta de diputado inicial lo fue como suplente.
3) Como ya se ha citado, falleció con cincuenta y tres años.
4) Datos de prensa localizados confirman que las representaciones fueron aproximadamente unas veinte, teniendo constancia de su puesta en cartel hasta el 24 de abril de 1907 (Las Provincias, El Pueblo…).