Un tiempo de enfrentamientos fratricidas.
Los reyes del siglo XIV tuvieron que luchar denodadamente para mantener su autoridad. Los desafiaron con frecuencia sus nobles, muchos de la misma familia real, y tierras como las de Castilla se vieron azotadas por la guerra. Alfonso XI consiguió imponerse tras una turbulenta minoría de edad y logró derrotar a los benimerines en el Estrecho e impulsar notorias novedades fiscales. Su hijo Pedro I intentó continuar su autoritarismo, mereciendo los apelativos del Justiciero por sus partidarios y por sus detractores del Cruel.
En estas luchas se vieron envueltas nuestras tierras. Las relaciones de sus gentes con las del reino de Valencia habían pasado por distintos momentos. En julio de 1350, los requenenses alteraron los mojones y talaron el término de Siete Aguas, pero el rey Pedro IV de Aragón recomendó templanza a sus oficiales. Tales incidentes no provocaron una guerra general entre Castilla y Aragón, pero las tensiones de la política castellana sí terminarían causándola.
Pedro I, nuevo rey de Castilla.
El 26 de marzo de 1350 falleció Alfonso XI y en el mismo real de la asediada plaza de Gibraltar fue alzado monarca de Castilla el infante don Pedro. Tras sepultar el cadáver de su padre en la capilla de los reyes de la catedral de Sevilla, don Pedro nombró los oficios de su casa y de su reino: alférez mayor a don Juan Núñez de Lara (como en tiempos de su padre), mayordomo mayor a don Fernando de Castro (también como en los días de su progenitor), adelantado mayor a Garcilaso de la Vega, adelantado de la frontera a don Fernando de Aragón y del reino de Murcia al final a don Martín Gil, el hijo del señor de Alburquerque. Por el contrario, doña Leonor de Guzmán, amante de Alfonso XI, fue apresada en Sevilla. Sus hijos Enrique, Fadrique, Tello y Sancho intentaron llegar a un acuerdo con su hermanastro.
En 1351, el rey tuvo sus primeras Cortes en Valladolid, donde se trató del reparto de las behetrías. La reina madre doña María y el señor de Alburquerque trataron del matrimonio del rey con una hija del duque de Borbón, primo del rey de Francia. Sus embajadores fueron el obispo de Burgos y don Álvaro García de Albornoz, caballero muy honrado que vivía en el obispado de Cuenca, al decir del cronista López de Ayala. Al final, doña Blanca fue la escogida.
Se rompe la tutela.
En 1353 nació en Córdoba la hija del rey, doña Beatriz, nacida de doña María de Padilla, antes de la llegada de doña Blanca de Borbón. La partida del rey después de celebrada su boda en Valladolid dio pábulo a graves presentimientos.
Don Pedro ordenó en 1354 a los frailes de la orden de Calatrava nombrar maestre a don Diego García de Padilla. También se dirigió entonces contra Alburquerque. Enrique de Trastámara y su hermano Fadrique trataron de sacar provecho de la situación.
La revuelta en pro de doña Blanca de Borbón.
El rey ordenó conducir a Toledo a su esposa doña Blanca. La misma reina temió por su vida y a través de doña Leonor de Saldaña movió a los toledanos a alzarse por ella. Contactaron con el maestre de Santiago don Fadrique, con las ciudades de Cuenca y Córdoba, con el obispado de Jaén, con Talavera, Úbeda y Baeza y varios caballeros. La privanza de doña María de Padilla había exacerbado los ánimos.
Enrique de Trastámara y los suyos, además de su primo Fernando de Aragón, se sumaron gustosos a la rebelión. El rey tuvo que acudir a Toro, donde estaba también su madre y su tía doña Leonor, pero al final marchó a tierras toledanas para plantar batalla. En 1355 obtuvo la ayuda de Segovia y Ávila.
Toledo trató entonces de avenirse con el rey, pero don Enrique y su hermano el maestre de Santiago don Fadrique entraron en la ciudad y forzaron el enfrentamiento. Don Pedro, no obstante, pudo entrar con la ayuda de judíos y parte de los toledanos.
La llegada a Cuenca de Pedro I.
Se dirigió el rey a continuación hacia Cuenca, pero cuando llegó a la aldea de Jávega prefirió que le rindieran pleitesía dada la fuerte posición de la ciudad y el estado de guerra general. En la ciudad ejercía su autoridad don Álvaro García Albornoz y su hermano don Fernando Gómez. Había acogido a don Sancho, hijo de don Alfonso y de doña Leonor de Guzmán.
Don Fernando había comandado la frontera de Requena en 1337 y era trece de la orden de Santiago. Su hermano Álvaro se convertiría en 1369 en señor de Utiel. No cabe duda que la influencia de su linaje en nuestra zona era destacada.
Pedro I premia a Utiel.
Utiel no siguió el partido de ambos hermanos y se inclinó por el de Pedro I, que el 15 de abril de 1355 la erigió en villa. En el privilegio figura “que´l conçejo de la villa de Requena tomaron bos con los de Cuenca e con otros cavalleros que andan en mío deservicio e fisieron fablas e ayuntamientos con ellos”.
El rey había confirmado el 12 de noviembre de 1351 las asignaciones de sus caballeros de la nómina, pero la influencia de don Fernando Gómez se impuso. Utiel ya dispondría entonces de un grupo rector propio, que deseaba gozar de mayores libertades. La nueva villa recibió el Fuero de Requena, podía administrar justicia a ciertos niveles y vio reconocido su propio término.
La guerra con Aragón.
La Castilla de Pedro I y el Aragón de Pedro IV rompieron hostilidades por la hegemonía peninsular en 1356. Desde Valencia, se temió que los castellanos irrumpieran desde nuestra área y el gobernador del reino taló las tierras de Requena y Utiel. Sin embargo, Pedro I irrumpió el 15 de agosto por Alicante.
Los descontentos con él, como los citados don Fernando y don Álvaro, se pasaron al bando de Pedro IV. El propio don Fernando de Aragón, enfrentado una vez más con su hermanastro, recibió el 31 de enero de 1361 dinero de aquél para asoldar 500 ballesteros y hasta 3.000 caballeros para conquistar Murcia, Requena, Moya, Cañete, Cuenca, Beteta, Molina, Medinaceli, Almazán, Berlanga, Soria, Gómara y Ágreda.
Los aragoneses no consiguieron alcanzar tal dominio y los castellanos llegaron a conquistar importantes territorios a lo largo de la guerra. Sin embargo, Enrique de Trastámara logró imponerse a su hermanastro Pedro I, que murió un 23 de marzo de 1369 en combate. Aquél no cumplió sus acuerdos con Pedro IV y Requena se encontró en manos de sus fieles don Álvaro García de Albornoz y don Pedro González de Mendoza a principios de septiembre del mismo año. Habían apresado a las fuerzas aragonesas que se habían hecho con su castillo y las gentes de la villa habían repelido a las huestes valencianas.
De los atribulados años de Pedro I todavía no conocemos el verdadero impacto causado en nuestras tierras por la epidemia de peste negra de 1348, pero sí que sabemos que entonces emergió Utiel como villa independiente y que junto a la de Requena permaneció en la Corona de Castilla. Fueron, pues, años decisivos.
Fuentes y bibliografía.
ARCHIVO HISTÓRICO DE LA CORONA DE ARAGÓN. Real Cancillería. Pergaminos, 2260r-2260v.
Cartes de poblament medievals valencianes, a cargo de Enric Guinot, Valencia, 1991.
Pedro LÓPEZ DE AYALA, Crónicas, Barcelona, 1991.