A Justi Martínez, natural de Casas del Río ahora residente en Valencia.
Desde 1874 la localidad de Casas de Río forma parte del término municipal de Requena, que se integró junto al resto de su comarca en la provincia de Valencia en 1851. Antes de esta fecha, ya formaba parte Casas de Río de la provincia valenciana, del partido judicial de Jarafuel y del término jurisdiccional de Cofrentes. Desde Requena acostumbraba a recibir la correspondencia por caminos ya transitados desde hacía siglos.
Su célebre noria ha sido rehabilitada a comienzos de este siglo y publicitada con razón como uno de sus atractivos para sus visitantes. Su rueda de casi veintiún metros de diámetro se ha convertido en el icono de esta localidad ribereña del Cabriel, que a ambos lados de su puente dispuso de dos molinos, dotados con dos piedras cada uno. Allí acudían a moler su grano los campesinos de los cercanos caseríos de Requena y Ves, lo que contribuyó a fortalecer los lazos con aquélla antes de 1874.
Sus terrenos de buena calidad, irrigados por el Cabriel, permitieron el desarrollo de huertas donde se cultivaron el trigo, la cebada, la avena, el maíz, la vid, el cáñamo, distintas frutas y hortalizas, sin olvidar la morera. Su posición fronteriza con Castilla, dentro de un área de marcada población primero mudéjar y luego morisca como la de Ayora-Cofrentes, condicionó su poblamiento hasta bien entrado el siglo XVI. En el lado requenense de la época se extendían los arbolados terrenos de la hoya de la Carrasca, todavía no convertida en zona adehesada municipal para atender los pagos de tributos.
Tras la expulsión de los moriscos de 1609 se desarrolló en el reino de Valencia con alternativas una verdadera repoblación, que alcanzaría las tierras de Casas del Río a comienzos del siglo XVIII, época en la que algunos particulares del valle de Cofrentes se habían hecho con propiedades en la zona cercana del término requenense. Hacia 1720 los hermanos Antonio y Ascensio Serrano actuaron como verdaderos colonizadores, en un siglo de impulso cultivador desde Ucrania a las Américas. Procedían de Jalance, localidad que Antonio José de Cavanilles no caracterizaría a fines del XVIII en unos términos tan halagüeños como otras vecinas.
La tierra fue cultivándose, como en el cercano término requenense, con el que compartió el mismo ritmo coyuntural secular. Se llegaron a ganar unas 100 tahúllas y de 1761 a 1767 se alzó una ermita, dotada con una campana de cuatro arrobas de peso comprada en Valencia. En el XIX, la expansión de Casas del Río prosiguió, a pesar de los problemas del siglo. Los 35 vecinos o 140 habitantes de mediados de la centuria se convirtieron a finales de la misma en 450 habitantes, distribuidos entre los 180 de la orilla derecha y los 270 dela izquierda, cuando ya se labraron 380 tahúllas.
Entre 1856 y 1880 a la ermita de la orilla derecha se añadió una casa-abadía para el sacerdote que oficiaba misa allí y una iglesia en la izquierda. La población de Casas del Río alcanzó en 1950, en plena postguerra, los 658 habitantes, reducidos a fecha de 2015 a unos 36, ejemplo descarnado de la despoblación que castiga una parte más que notable de nuestro territorio.
Fuentes.
HERRERO Y MORAL, E., Historia de la tres veces muy leal, dos veces muy noble y fidelísima ciudad real de Requena, Valencia, 1890.
MADOZ, P., Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar, Tomo VI, Madrid, 1847.
Enlace con la web del Ayuntamiento pedáneo de Casas del Río
casasdelrio.blogspot.com/p/la-mas-alejada-y-peor-comunicada-de-las.html