Somos nuestra memoria, somos nuestros recuerdos. Los faraones antiguos y modernos lo saben a la perfección cuando ordenan borrar a los disidentes de sus monumentos conmemorativos, cuando se empeñan en negar la vida de la fama a otros. Muchas localidades han ido padeciendo a lo largo del tiempo el campo sembrado de sal de la destrucción documental. Cartago se convierte en el mejor de los casos en denostado recuerdo del triunfador que se cree predilecto de los dioses. Utiel ha padecido la destrucción documental, que tratan de enmendar grandes investigadores dignos de Ballesteros Viana, y Requena sufrió la amenaza de ver quemados muchos valiosos documentos por las tropas de Carlos de Austria en 1706. Los que pagaron por rescatarlos de la destrucción salvaron nuestra memoria, nos salvaron a nosotros mismos, pues nos ayudan a rechazar la mentira del falso cronicón, los embustes troleros de toda la vida del Señor ahora bautizados como fake news.
Los archivos de documentos escritos en letra apetecible al que ama la paleografía, con la pasión del que resuelve el crucigrama, son las neuronas de la memoria. Si Requena tiene un centro de la memoria, éste radica en el corazón de la Villa, en su Archivo Histórico Municipal, frente al templo de Santa María, cuya sacristía un día acogió sus documentos, cuando Felipe II escribía y escribía cartas y órdenes sobre lo humano y lo divino. De no consultarse, se degradaría a mero fetiche, que se invoca de forma huera. La labor de conocerlo, de catalogarlo, de estudiarlo y de darlo a conocer es inmensa: justifica nuestros días en este mundo. Personas como Ignacio y Julia lo hacen, llueva o truene, con una amabilidad a prueba de bombas y una profesionalidad que conmueve, sin límites horarios. Todos los meses desde febrero de 2012 han ido publicando su documento, el del mes, acompañado de su comentario, bibliografía y transcripción para hacerlo asequible a todos, incluso a los invidentes que pueden escuchar su versión sonora grabada en Radio Requena. Mensualmente también se expone al público en su vitrina de la entrada del Archivo, donde tantos visitantes y estudiantes han ido entrando a lo largo de estos años, también llenos de recuerdos entrañables y de personas queridas. Documenta Requena: documentos del mes del Archivo Municipal de Requena 2012-2019, editado por el Archivo y el Ayuntamiento requenense y la Fundación Lucio Gil de Fagoaga, reúne todos estos documentos, un verdadero tesoro para todos. La cuidada edición tiene el aliciente de ofrecer una soberbia colección de imágenes de documentos, ilustraciones y fotografías de gran belleza. El amante de la paleografía puede complacerse en sus originales letras y cualquier lector disfrutarlas para hacerse su particular composición de lugar sobre cómo eran aquellas personas que nos precedieron.
Todo el que la lea tiene a su disposición una magnífica colección de textos de nuestra Historia desde 1257, comenzando por nuestra Carta Puebla, hasta 1981, que le permitirá gozar de bastantes episodios y curiosidades a modo de un relato, con sus altos y sus bajos, sus momentos de triunfo y de abatimiento en forma de amenaza bélica, hambruna o enfermedad. Cuando Claudio Sánchez-Albornoz y Aurelio Viñas dieron a la estampa Lecturas históricas españolas, muchas personas pudieron seguir los avatares del pasado hispánico de forma más directa. Tal espíritu también lo comparte Documenta Requena. Las explicaciones a cada texto, junto con sus recomendaciones de lectura, desean ser algo más que una contextualización. Son una invitación al diálogo razonado.
Por necesidad y gusto, el investigador no deja de ser un lector, no solo de documentos originales. Esta clase de obras le permite acceder de manera más cómoda a unos textos determinados, que le franqueen la consulta de un dato muy concreto o le permitan establecer una comparación. Desde la publicación en 1847 de la Colección de documentos inéditos para la historia de España, se ha hecho un largo y provechoso camino, con una espléndida cosecha de monografías de piezas procedentes de archivos nacionales y locales. Actualmente, la historiografía tiene el reto de aprovechar en toda su dimensión tal caudal de información, de pasar de la edición documental a la síntesis interpretativa, según puso de manifiesto hace unos años Josep Fontana. A título de ejemplo, Documenta Requena nos permite seguir cómo se configuró el poder municipal, imprescindible para el dominio de los reyes castellanos, durante la Baja Edad Media. Sobre sus espaldas se cargaron obligaciones que hoy en día no corresponden al Ayuntamiento, sino a Ministerios como el de Defensa, y de los siglos XVI al XVIII se tuvieron que satisfacer onerosas contribuciones en momentos muy críticos, marcados por la epidemia o la falta de alimentos. A despecho de ello, la personalidad de Requena fue perfilándose paralelamente, con los cultos y celebraciones de unas gentes que durante la gran crisis de la guerra contra Napoleón se hicieron más visibles, superando con mucho a la experiencia de las Comunidades. Así se abrió una nueva época, la de las gentes del común, en la que Requena y su comarca ingresaría en la provincia de Valencia, potenciaría su viticultura y se enfrentaría a intensas luchas políticas. En la última, la de la incivil guerra del 36 al 39, algunos se desvelaron por dispensar alimentos a sus convecinos. De sus acciones brotó la reconstrucción posterior, que alumbraría la sociedad democrática que condenaría el golpe de Estado del 23 F. Queda, pues, pendiente de ulteriores investigaciones lo que ha venido aconteciendo desde aquel 1981.
Como la Historia es maestra de vida, por muchas y buenas razones, el estudiante puede convertirse en investigador, aunque solo sea por unas horas. Algunas de las piezas de Documenta Requena han servido a mis jóvenes historiadores en más de una ocasión, al igual que en los Cursos de Investigación Matilde Moliner, pues nuestro Archivo Histórico Municipal es junto a la Biblioteca uno de los motores de dinamización cultural de Requena, que acoge al Centro de Estudios Requenenses y las primeras prácticas de los que un día se convertirán en grandes estudiosos. El profesor, que no deja de ser un lector curioso, se complace en tan emocionante labor. Constata que Documenta Requenano solo permite explicar con todo lujo de detalles los rudimentos del comentario de texto, sino también iniciar en el pensamiento crítico a la juventud, a veces tan saturada de estímulos audiovisuales como ayuna de criterios más sólidos, que le permitan distinguir lo posible y lo cierto de lo engañoso y lo disparatado. Así pues, este libro estupendo sobre nuestra rica Historia documentada nos indica lo bueno que se ha hecho con abnegado trabajo y lo mucho mejor que está por venir.
Víctor Manuel Galán Tendero.