El 12 de abril del 39 el Ayuntamiento se adhirió a la figura del Caudillo, cuyo régimen pretendió ajustar cuentas con el período marxista y conducir a la sociedad española por otros derroteros. Junto a la represión personal por razones políticas se anularon las incautaciones, las cooperativas y ciertas partidas presupuestarias. Se bloqueó la moneda roja en cuentas bancarias. El divorcio fue prohibido, teniéndose que resolver espinosas cuestiones sobre pensiones de orfandad para hijos de un padre divorciado.
La contrarrevolución, impugnadora de aspectos medulares de la modernidad occidental, cabalgó a lomos de diferentes fuerzas. La deferencia con figuras destacadas del Nuevo Estado, como el general Varela, revistió rasgos de patronazgo. En 1947 se obsequió al jefe provincial del Frente de Juventudes por su matrimonio con la hija del gobernador civil. Las buenas relaciones con los nuevos señores de España favorecieron ciertas carreras en la administración y la gestión de importantes temas urbanísticos atendiendo a las preferencias requenenses. El poder del franquismo a nivel local, a diferencia del primorriverismo a veces invocado, no sólo reposó en el clientelismo de los prohombres, sino también en la consolidación de un cuerpo de funcionarios profesionales. Se reconoció a servidores municipales con la categoría de veterinario, fontanero y sepulturero represaliados durante la Guerra Civil. El 18 de julio de 1941 se abonó la mensualidad extra al personal del ayuntamiento. En consonancia con el espíritu centralista y regulador, la gestión del veterano pósito se sometió a un control mayor, depositándose sus fondos en la Caja de Ahorros, contando el Banco Español de Crédito de la potestad de bloquearlos.
La activa presencia de unidades del maquis en la comarca potenció la presencia de la Guardia Civil, que animó la difusión social de los símbolos de la nueva España. La festividad del Pilar, asociada a la Hispanidad, adquirió relevancia pública a comienzos de los cuarenta. La religión volvió a recuperar su preeminencia según los cánones del catolicismo conservador de tiempos de la República. El Colegio del Sagrado Corazón, que solicitó en 1935 la exención por la reparación de la vía pública, recibió en 1941 una subvención municipal para su campo de deportes. De todos modos las agustinas, cuyo convento fue quemado durante la guerra, no recuperaron su primigenio solar ante la perspectiva del ensanche ciudadano gracias a los buenos oficios del general Varela.
Pese a las directrices emanadas por la Central Nacional Sindicalista y la pretensión de Falange (cuya agrupación local se negó a desfilar con la boina de requeté en honor del anticarlismo requenense) de representar a productores y empresarios según el modelo corporativista del fascismo, la política social tuvo mayores vínculos con el paternalismo de finales de la Restauración y del primorriverismo. Se restableció la Comunidad de Labradores con los criterios de 1898-1906. La fijación salarial de los jornaleros se hizo al dictado de la ley de 1925 sobre el reemplazo de mozos. El encarecimiento de la vida en una España empobrecida y castigada por la autarquía aconsejó que destacados propietarios locales variaran el cultivo de las vides por el de los cereales, olivos, almendros y frutales.
Los cuarenta prolongaron el crecimiento de la población de Requena de la década anterior dentro de un proceso de ruralización de la sociedad española forzado por las difíciles circunstancias. Los servicios a las aldeas y la realización del ensanche urbano articularon una remozada agro-ciudad requenense, cuya idea de comunidad ordenada expresó con precisión la Junta de la Biblioteca Pública, creada en 1948, integrada por el Ayuntamiento, el Instituto de Bachillerato, el cronista local, el arcipreste, Falange, la Estación de Viticultura y Enología, las cooperativas vinícolas y los Amigos de la Música. En aquellos tiempos de sociabilidad regimentada, la afición musical resultó de gran valor en muchas localidades españolas (y valencianas en particular), descollando en Requena la Escuela Municipal de Música y la Banda local. La Fiesta de la Vendimia y el Monumento Nacional a la misma simbolizaron la agro-ciudad surgida tras la Guerra.
La dotación de nuevas viviendas, como las de la obra social de Las Higuerillas, y otras iniciativas no frenaron un problema común a muchísimas tierras españolas desde los cincuenta, el del éxodo rural. Entre 1950 y 1991 la tendencia demográfica requenense fue decreciente, frenándose un tanto bajo los efectos de la Crisis del Petróleo, pero a la par tuvo lugar en España y el resto de los países occidentales un cambio social sin precedentes en la Historia. En la conservadora España de Franco el tiempo impuso su dictado finalmente. Las personas se sumergieron con mayor intensidad en un universo urbano en el que el consumismo era medular, abandonando añejas creencias y tradiciones que habían ido acompañando a muchas generaciones. Las actitudes familiares se transformaron mientras las mujeres fueron emancipándose de viejas servidumbres. Los jóvenes ya no se mostraron dispuestos a ceder la voz a los más mayores como antaño. Nacían las sociedades abiertas de la postmodernidad, donde cada persona no se veía compelida a asumir una función prefijada por su condición social o sexual, sino a buscar su propio destino con mayor libertad.
El acceso de muchos jóvenes a la educación secundaria y superior, la influencia de las grandes ciudades y los nuevos medios de comunicación en una época de cambio político como el de la Transición alentaron tal transformación sociológica en una Requena todavía marcada por la dedicación agrícola. La inmigración de principios del siglo XXI ha dejado unas tasas de incremento demográfico del 2´50% anual, sin precedentes en la trayectoria anterior, pero a día de hoy el espectro del descenso demográfico es claro: los 21.554 habitantes de 2012 han descendido a 20.320 en 2017. Requena aparece como la antesala de la llamada España vacía, la del interior rural que padece una verdadera hemorragia demográfica y acusa la pérdida de sus tradiciones. La retención de la población joven en el territorio es una necesidad.
El reciente período crítico vivido no ha generado unos problemas de integración comparables a los de otras comunidades de nuestro país o de la Unión Europea, ni han desatado una transformación social profunda, que como ya hemos dicho es anterior. Tampoco tal estado de crisis, a tantos niveles, ha engendrado los problemas de hoy en día, pese a acrecentarlos enojosamente: el abandono profesional del agro, el envejecimiento del campesinado, el declive del cooperativismo, y las dificultades de organización ante los embates de la Globalización.
De todos modos, la Requena de esta hora del siglo XXI no se encuentra lacerada por graves tensiones sociales, como las que han conmovido no hace mucho países tan progresivos como Suecia, y cuenta con un nutrido grupo de personas de alta cualificación profesional, que aunque a veces residentes en otros puntos no han perdido el contacto gracias al cordón umbilical de las telecomunicaciones, que contribuyen a preservar la vieja república en el mundo virtual de afirmaciones contundentes y mestizas fronteras. Ciertas actitudes neorrurales pueden adquirir entre nosotros más énfasis, cuando la vida en pequeñas ciudades que conservan su entorno rural puede parecer preferible a la de las grandes urbes, azotadas especialmente por los efectos de la burbuja inmobiliaria. No es poco lo que tenemos los requenenses de nacimiento y adopción, a la sombra de la fortaleza ocupada por los pioneros del XIII.
Fuentes.
ARCHIVO MUNICIPAL DE REQUENA.
Actas municipales de 1939 (2869), 1940 (3592), 1947 (3597), 1954 (3560) y 1958-61 (3561).
INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA.
Cifras de población y Censos demográficos, Alteraciones de los Municipios en los Censos de Población desde 1842, Requena.