El corcho es un producto natural de gran resistencia, cuyos usos tradicionales han sido infinitos, desde realizar tapones para las botellas de vino hasta hacer collares para las ovejas cuando se resfriaban. Sin olvidar las colmenas cilíndricas hechas con este material, esenciales para la elaboración de la miel de los colmeneros, tan relacionada con la economía de la Meseta de Utiel.
Se elaboran una serie de objetos con fines muy variados para la economía utielana en la viticultura, la ganadería o la apicultura. Pero el muy utilizado material presenta un gran inconveniente de entrada. El corcho es la corteza que se extrae del alcornoque, y este árbol no se encuentra de manera natural en los bosques cercanos, lo que incentivó una actividad importadora del producto desde aquellos lugares donde existía. Se generaron rutas por donde traían el corcho para su uso en la economía rural de nuestra tierra.
Como ya hemos dicho, el corcho es la corteza de un árbol típico del ecosistema mediterráneo de alto valor ecológico: el alcornoque. Sin embargo, no es originario de la Meseta de Utiel, ni de las comarcas más cercanas. Los grandes bosques de esta especie se sitúan en el sur peninsular (Extremadura, Andalucía y Alentejo), aunque existe un reducto relativamente cercano en la Serra d´Espadà (provincia de Castellón).
Es de este último lugar, por proximidad, de donde procedía la mayoría del corcho usado en la comarca, animando la creación de una ruta desde Utiel y Requena para comunicarse con los pueblos de la Serra d´Espadà. En este lugar se desarrolló una profesión artesanal dedicada únicamente a la realización de colmenas de vaso a partir del corcho de sus bosques: eran los llamados “cosidors de vasos”. Se vendían a los colmeneros que iban expresamente a comprarlos a los pueblos de Soneja, Alcudia de Veo, Chova, Villamalur, y en especial a Almedíjar, ya que parece ser que este pueblo era el suministrador principal de nuestra comarca a partir de la información recopilada. Al parecer en muchas ocasiones los fabricantes de vasos iban a Segorbe a vender sus mercancías, acortando el viaje para los compradores utielano-requenenses.
El trayecto usado partía desde Utiel por el pasaje antiguo hacia Chelva, recorría el camino de “Pie Cristo” hasta Estenas, cruzaba la Sierra del Negrete y llegaba a Villar de Tejas. Continuaba por la Tierra de los Mases, superaban el río Turia por la Puente Alta[1] y llegaban a Calles. Desde ahí, se proseguía por Domeño, Loguirilla[2], Losa de Obispo (donde se unía con la ruta de los colmeneros requenenses, trascurrida por Chera y Sot de Chera) hasta Casinos. Para remontar desde ahí la Sierra Calderona por Alcublas y la Cueva Santa de Altura. Se atravesaba el Valle del Palencia, cruzando por Altura, Segorbe, Castellnovo y así llegar a Almendijar, en plena Serra d´ Espadà.
En menor medida también se traía corcho de Extremadura. Algunos apicultores de esa región venían a la comarca de Utiel para recoger ganado (abejas), debido a su gran abundancia en nuestra tierra, lo que conllevó la introducción de colmenas de corcho extremeño. No obstante, su importación fue meramente anecdótica, ya que era más rentable y lógico traer el corcho valenciano.
El principal uso del corcho era para la elaboración de colmenas. Aunque existían otros materiales como el pino o el esparto para su realización, éstos eran más costosos de realizar y contaban con otras desventajas. Las colmenas de pino son muy pesadas, no pudiendo ser trasportadas y, por lo tanto, no se podía realizar la trashumancia. Las colmenas de esparto eran muy ligeras, pero para la extracción de los paneles fabricados por las abejas se requería descoser la base, y luego volver a coserla para el siguiente corte, lo que malgastaba mucho tiempo.
El corcho era más cómodo para el apicultor tradicional. Al ser un material muy ligero es fácil de transportar, ideal para los viajes hacia Cuenca en verano, siendo capaz una mula de transportar en su lomo hasta diez vasos, algo imposible con las de pino. Además, era más resistente que el esparto a las inclemencias climatológicas, y la extracción de la miel y de la cera era mucho más eficaz.
Las colmenas de corcho, llamadas tradicionalmente vasos, eran cilindros de unos 60-70 cm. de altura y unos 30-35 cm. de diámetro realizadas a partir de dos trozos de corcho curvos de un tronco o rama de alcornoque. Los trozos eran arrancados del árbol por medio de dos cortes horizontales y otros dos transversales simétricos. Luego se cosían las piezas de corcho con eneas o brotes tiernos de sabina. Si la colmena se realizaba de una sola pieza de corcho, nada más se requería una costura, llamándose en esos casos capones. El cilindro resultante era tapado por la parte de arriba con otra pieza de corcho circular, el tabaque, sujeto al resto de la colmena por medio de unas agujas de madera de sabina introducidas en las paredes de corcho. La cavidad interior generada sería el habitáculo donde se instalaran el ganado (las abejas), atravesándolo unas varillas de madera, también denominadas agujas, que creaba una estructura sustentante de los paneles fabricados por las abejas obreras. Estas varillas eran retiradas durante la “corta”, saliendo prácticamente sola la cera y la miel producida. En la parte inferior, el suelo cierra el interior, sacando por éste los paneles con los productos deseados. Cuando se necesitaba trasladar la colmena se colocaba una tapa circular de esparto llamada engolfa. Por último cabe señalar la piquera: el agujero en uno de los laterales cerca de la parte inferior por donde entraban y salían las abejas.
El corcho contaba con otras utilidades más allá de los vasos, pero su escasez y lejanía como materia prima condicionó su poco uso para la realización de otros objetos. Uno de los más curiosos es el que los pastores hacían para sus ovejas. Los ganaderos tostaban al fuego de una hoguera un trozo de corcho, agujereado luego con una barrena o una aguja de lengua pájaro para disponer un cordón atravesando el corcho. Éste se ataba al cuello de una oveja, y se evitaba que se mormaba la borrega, es decir, que se resfriase y tuviese una alta concentración mucosa que perjudicaba a la salud del animal.
En conclusión, el corcho es un material resistente y ligero, que por su escasez no contó con mayor variedad de usos en la comarca. Sin duda, el más habitual fue para las colmenas de vaso. Pero la introducción de las cajas de madera, mucho más eficientes, acabó con las arcaicas colmenas de corcho. Actualmente el corcho sólo tiene un fin industrial, la realización de tapones para botellas de vino, y su uso se ve amenazado por el plástico, que comienza a sustituirlo, siendo preocupante la viabilidad económica de los bosques de alcornoques, con el riesgo de pérdida de este ecosistema de enorme valor natural.
[1] La Puente Alta es un puente de piedra que cruza el río Turia a la altura de Calles, río conocido popularmente por las gentes de nuestra comarca como río Blanco. [2] Domeño y Loguirilla son dos poblaciones de la Serranía del Turia, actualmente abandonados por la realización del Pantano de Loguirilla, y trasladados a la comarca del Camp del Turia. Nuestra mención en el artículo, estará referida a las localidades antiguas.