El liberal mundo del siglo XIX, desde 1817, se vio amenazado por una terrible enfermedad, el cólera, también conocido como el huésped del Ganges.
Muchas personas fallecieron por su culpa y no pocas intentaron pararle su terrible progresión en la medida de sus facultades. Uno de ellos fue el doctor Jaime Ferrán, que elaboró una vacuna contra el mal estudiado con agudeza por el doctor Filippo Pacini en 1854. Nacido en 1851 en Corbera de Ebro, Ferrán tuvo un destacado protagonismo ante la epidemia de cólera que atacó las tierras valencianas en 1885.
Tal enfermedad entró en la capital valenciana desde Játiva y su primer caso se declaró el 12 de abril de aquel año. Ferrán fue llamado a tierras de Valencia en tan trágica coyuntura e inoculó en Alcira y otros puntos.
Su sistema profiláctico o de vacunación tuvo éxito, y un total de cuarenta y nueve particulares de Requena, como Francisco Jordá, le solicitaron el 26 de junio que lo aplicara a su querida localidad.
Al doctor Ferrán se dirigieron con un tono francamente obsequioso, muy propio de las cortesías de su época. Se elogió la modestia del genio que inventa un prodigio.
Hemos de tener en cuenta que no todos contemplaron con tan favorable disposición el hallazgo de don Jaime, y un poco más tarde el gobierno español llegó a prohibir la vacunación al considerarla contraproducente. Incluso el mismo Ramón y Cajal no se mostró convencido de la idoneidad del remedio.
En Requena no se manifestaron tales titubeos, al considerar a Ferrán la esperanza de los pueblos deseosos de probar su sistema profiláctico. Decían esperarlo más que los judíos al Mesías, si bien esperaban carecer de la mala suerte de los fanáticos judíos, en una expresión a mitad de camino entre el antisemitismo tradicional y el de nuevo cuño en la Europa decimonónica.
A finales de junio, el temor a la aparición del cólera en Requena no era nada infundado, pues entre agosto y septiembre alcanzó su punto álgido. Para evitar sus estragos, algunos requenenses pusieron la vista en la antorcha de la esperanza del doctor Ferrán, al que le pidieron confirmación telegráfica. Como puede verse, no todos los coetáneos tuvieron el buen criterio de aquellos requenenses.
Fuentes.
Fondo documental particular de don César Jordá Moltó.