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ALGUNOS FUNDAMENTOS DEL CRECIMIENTO RURAL REQUENENSE DEL XVIII

  • Por Víctor Manuel Galán Tendero
  • 27/10/2018
  • Época Contemporánea
  • Agricultura, Cultivo, Diezmo, Impuestos, Oligarquía

Un tiempo crucial.        

El siglo XVIII fue trascendental para Requena, al igual que para el resto de España y Europa. Las dehesas perdieron protagonismo y la labranza se extendió por sus términos. Ganó peso la sedería, aunque en la siguiente centuria lo fuera perdiendo a favor de la viticultura.

Para entender cabalmente el desarrollo de la Requena coetánea es muy importante tener en cuenta la evolución de su producción agrícola, sus precios y su población. Tales indicadores ofrecen unos resultados positivos, pero el crecimiento no se distribuyó equitativamente y la necesaria reforma fiscal fue una asignatura pendiente por desgracia.

 ¿Cuánto produjo Requena?

Los diezmos pusieron en manos de la Iglesia importantes cantidades de riqueza durante varios siglos. Los cereales recibidos fueron en muchas ocasiones vendidos a buen precio, especialmente en años de malas cosechas, y se convirtieron en un importante factor de la vida económica. A día de hoy, los diezmos permiten hacerse una idea aceptable sobre el estado de la producción de las comunidades del Antiguo Régimen.

La Monarquía percibía desde la Baja Edad Media la tercera parte de los ingresos decimales, el tercio diezmo. En relación a Requena, disponemos de los datos del mismo para los años 1725, 1755, 1758 y 1784, si bien no se consignaron producciones tan importantes para los agricultores como las hortalizas. Realizando la oportuna conversión, esta sería la producción total por géneros tributables (la de los cereales por fanegas y por arrobas la del vino):

Género1725175517581784
Trigo pontegí2.7901.9202.3103.000
Trigo rubión11.10019.92026.70036.690
Cebada4.5306.15010.80017.580
Centeno8.3409.99012.3606.090
Avena2.4405.7907.86023.250
Vino16.2007.71021.54014.820

Son cantidades de producción apreciables, pues en el Diccionario de Pascual Madoz de mediados del siglo XIX se consignaron por año común de un quinquenio unas 61.000 fanegas de trigo de distintas variedades y 24.000 de cebada. El vino se cuantificó entonces en unas 156.000. La expansión agrícola del XIX hunde sus raíces en el XVIII, pues.

Mientras la producción del trigo pontegí o de mejor calidad aumentó un 7% entre 1725 y 1784, la de rubión lo hizo en un 69´7%. Otro crecimiento notable se dio en la de avena, un 89´5%, y de cebada, un 74´2%. Por el contrario, el centeno terminó descendiendo en un 26´9%. Globalmente, la producción de cereales creció en un 48%. Mientras los aumentos del trigo rubión y la cebada estarían más relacionados con la alimentación humana, desplazando parcialmente al centeno, el incremento de las fanegas de avena sería parejo al descenso de la importancia de las dehesas a lo largo de esta época.

La cosecha de vino no registró aumentos similares a los del cereal. La época dorada de la viticultura todavía era por venir a la tierra de Requena.

¿Qué valor tuvo la producción en el mercado?

Conocemos los precios de las fanegas de trigo pontegí y rubión manejados por el pósito. En 1802 la primera variedad costó 71 reales y 66 la segunda, un aumento muy sensible en relación a los 32 y 28 reales de media del período de 1730-47, del 44% global de media.

El aumento de la producción no aminoró el precio del cereal, pues las necesidades de una población creciente se hicieron sentir con fuerza. En 1763 se consideraron muy ajustados unos 2.000 almudes de tierras para obtener unas 12.000 fanegas de trigo, por lo que los aumentos de la producción fueron acompañados por otros en la extensión de las tierras labradas.

¿Fue a la par del crecimiento demográfico?

El siglo XVIII asistió a una importante progresión de la población. Entre 1700 y 1790 crecieron tanto los bautizos como los matrimonios celebrados en la parroquia de San Nicolás:

AñosBautizosÍndiceMatrimoniosÍndice
1721-3029010072100
1751-60430148122169
1781-90597206152211

Los índices demográficos se duplicaron, y los mil vecinos o familias de comienzos del XVIII también lo hicieron a finales. Sin embargo, la producción global de cereales no llegó a tanto. Requena tuvo que recurrir al final a la importación.

¿Benefició a los agricultores?

Las circunstancias no afectaron por igual a todos los agricultores, divididos de mayor a menor entre los de pan de azada, los de una yunta de bueyes, jornaleros, semaneros y braceros. En 1763 se cuantificó el número de hacendados o propietarios importantes entre veinte y treinta frente a quinientos campesinos de fortuna inferior.

Los principales hacendados estuvieron en condiciones de beneficiarse de la coyuntura alcista. De forma directa o indirecta controlaban el poder municipal, titular del pósito. La demarcación de Requena ofrecía entonces amplias oportunidades de roturación. Algunos, con bienes vinculados y distribuidos estratégicamente por todo el término, recurrieron a las artigas con no escasa polémica. No siempre justificaron debidamente sus apropiaciones de tierras y defendieron posturas de individualismo económico frente a los requerimientos reales para plantar árboles.

En la segunda mitad del siglo XVIII, varias familias campesinas se fueron beneficiando del deslinde de dehesas como las de Campo Arcís en suertes. Sin embargo, una parte importante de los asalariados agrícolas tuvieron que comprar su pan familiar. Junto con los modestos agricultores que encajaron una andanada de malos años fueron los que padecieron el alza de los precios.

¿Fue alta la presión fiscal?

A primerísima vista los impuestos reales no se antojan excesivos para una comunidad que podía producir trigo por valor de 851.760 reales a mediados del XVIII.

Impuesto172817601783
Alcabalas y cientos10.14815.05017.681
Tercias reales13.50014.82220.127
Cientos6.7899.28711.549
Servicios4.2423.0282.695
Fiel medidor405572545
Millones15.30119.02030.800
Carnes2.354––

Si a los 61.779 reales de 1760 por tales gravámenes añadimos la parte restante del diezmo, otros 29.644, la punción fiscal sería de un 11 % como máximo. Tal cálculo no se compadece con las quejas de tributación severa y los impagos consignados en las actas municipales.

 Sin embargo, no todos pagaban tales impuestos de carácter indirecto. Los eclesiásticos gozaban del privilegio de cobrar refacciones o compensaciones por hacer comprado géneros gravados. Fueron los asalariados y los productores más modestos los que sostuvieron los tributos, precisamente los menos capacitados. Arbitrios como las sisas del pan, destinados a satisfacerlos, encarecieron el precio del alimento de la familia de un jornalero que no excedía los cuatros reales de ingresos diarios en el mejor de los casos.

 La Hacienda real no percibía los frutos esperados por las complicaciones de la recaudación, con demasiados arrendatarios, y de la variedad de medios de pago monetarios: vellón líquido, pesos fuertes, pesos de columna, pesos gordos, doblones de a ocho, dobletas cabales, etc.

El proyecto de única contribución del marqués de la Ensenada trató de solucionar tal problema, que hubiera beneficiado también a los pequeños y medianos productores. Su valoración de 1753 estimó una producción media de 4.535 fanegas de trigo pontegí, 5.750 de rubión, 8.283 de cebada, 9.736 de centeno y 3.295 de avena. Mientras las variedades de trigo consignadas estaban por debajo de lo producido, las del resto de los cereales se ajustaban a la realidad. Sin embargo, la oposición a la misma por parte de los privilegiados hizo descarrilar el proyecto en tiempos de Carlos III.

¿Una situación intolerable?

Entre 1783 y 1801 el gravamen de los impuestos reales aumentó de forma considerable por las circunstancias militares y políticas. Los cientos y las alcabalas pasaron de 17.681 a 31.518 reales, los cientos de 11.549 a 25.215 y los millones de 30.800 a 67.661. La carga se duplicó en términos generales.

A comienzos del siglo XIX la pobreza aumentó en Requena. La reforma tributaria quedó aplazada y fue una ardua tarea que los liberales acometerían con más de un titubeo en las décadas siguientes, muy marcadas por la inestabilidad política. Todavía bien avanzado el siglo XX los impuestos de consumos, herederos de los arbitrios, nutrieron la comprometida hacienda municipal. A pesar de todo, el impulso agrícola prosiguió con fuerza alrededor de la viticultura y permitió compensar parcialmente el declive de la sedería.

Fuentes.

ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE REQUENA.

    Libro de actas municipales de 1772-73 (3335) y 1774-79 (2736).

    Libro de cuentas de propios y arbitrios de 1722-36 (2476), de 1782-1800 (3532) y de 1801-24 (2415).

     Libro del índice de bautizos de la parroquia de San Nicolás (1532-1800).

     Libro del índice de matrimonios de la parroquia de San Nicolás (1564-1818).

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