El impuesto de los consumos.
Los consumos eran los impuestos municipales que gravaban los productos de primera necesidad (vino, vinagre, carnes, etc.). Se destinaron en teoría a sufragar los salarios de la administración consistorial, las obras públicas, la sanidad, la educación y la deuda de la localidad. Muchas de estas funciones corresponden hoy en día a las Comunidades Autónomas en nombre del Estado. Desde el gobierno civil se siguió con atención su recaudación. Fueron muy impopulares (en 1854-55 y en 1881 hubo motines en Requena contra los mismos) y no consiguieron enjugar el terrible déficit municipal.
El impuesto no se recaudaba con el gravamen de la actividad comercial local del año, sino que se asignaba. Es decir, el gobierno civil de la provincia repartía entre todos los municipios de la circunscripción una cantidad global estimada de la riqueza. La estimación de lo que se debía de pagar se convertía en el cupo anual a satisfacer, que a veces era rebatido con muy poco éxito desde el Ayuntamiento con el argumento de no alcanzar su pobre vecindario la cantidad de riqueza necesaria. Se hizo una escala fiscal que contemplaba desde el vecino más pobre (exento de pagar) al más pudiente, aunque el principal peso recayó en los más modestos, con salarios cortos y necesitados de comprar ciertos productos.
A su modo, las cantidades expresaron las expectativas de recaudación a propósito de un núcleo habitado. En las aldeas la autosuficiencia de ciertos productos fue mayor que en la ciudad, sobre la que se cargó la parte del león.
Las cantidades asignadas en 1890 y reconocidas a 8 de enero de 1891 (en reales).
4 reales = 1 peseta (el salario máximo diario de un jornalero español).
Fuente: Libro de actas municipales de 1891-92, nº. 2763.