A mi gran amigo y entusiasta requenense,
César Jordá Moltó,
de quien tanto aprendí y a quien mucho estimé,
que nos ha dejado huérfanos de su presencia.
Su sabiduría y generosidad
ha enriquecido siempre mis trabajos.

A la derecha, el Círculo Central o Café “Colache”
(Postal de la época).
CAFÉS, CASINOS, MESONES, FONDAS Y OTROS
Si ha habido un sector comercial de la pequeña empresa que haya sido más perjudicado por la pandemia que sufrimos es, sin duda, el de la restauración. Bares y restaurantes tuvieron que cerrar de un día para otro, sin saber cuándo y en qué condiciones podrían volver a abrir y la reapertura, para muchos de ellos, está siendo laboriosa y traumática, a lo que debemos añadir la fuerte pérdida de puestos de trabajo. España es uno de los países del mundo con más establecimientos de restauración por kilómetro cuadrado y Requena, sin dudarlo, estaba muy por encima de la media.
Cuando el viernes 12 de marzo me despedía en el bar de los amigos con los que he pasado esa media hora diaria durante varios lustros, ninguno de nosotros pensaba que aquel era nuestro último almuerzo juntos hasta… quien sabe cuándo. Nuestro último párrafo cotidiano, antes de despedirnos, era decidir en qué bar almorzaríamos al día siguiente, pues cada uno tenía sus preferencias y su derecho de veto. Incluso planificábamos ya la tradicional comida de primavera y opinábamos sobre en qué restaurante la haríamos.
Ahora muchos almorzamos en casa, en su defecto picoteamos o, más sano todavía, pasamos del tema hasta la hora de comer. La excusa del almuerzo era, para tantos y tantos trabajadores, empresarios y jubilados, el rato de conversación distendida en que el futbol, la política, los chismes locales o las enfermedades y defunciones de nuestros vecinos, entre otras cosas, eran el tema de la plática. El bar, a la hora del almuerzo, era parada de repostaje para afrontar el resto del día con energía.
La palabra “BAR” es un anglicismo asentado en todo el mundo. Su origen viene del significado literal de la palabra: “barra”. Es decir, un establecimiento donde se bebe o se come sentado, o de pie, en el mostrador. Todos tenemos en la mente esos bares alargados de las películas americanas, que parecen autobuses, con barras interminables, gramolas (musicbox) y mesas con asientos opuestos semejantes a vagones de tren. Aunque la palabra esté totalmente inserta en nuestro ADN, podemos decir que a nivel histórico es un término nuevo. En Requena, el primer establecimiento del ramo que se denominó a sí mismo como tal fue el Bar Negresco, en 1936.
La literatura picaresca española, desde el Siglo de Oro, está plagada de mesones, tabernas, posadas y ventas donde se servían viandas con dudosa higiene y bebidas más o menos aguadas, cuando no vinos avinagrados. Luego, las novelas se llenarían de fondas, hoteles, balnearios, casinos… donde la gente rica comía de caro y sin medida, se jugaba los cuartos y bebía los más exóticos licores.
Para los modestos humanos de a pie, desde mediados del siglo XIX, ya fueran escribientes, toneleros o alarifes, el establecimiento donde echar la partidita y tomarse unos vinos, era el “Casino” o el “Café”, porque claro, también servían la exótica infusión que iba con todo: leche, coñac, anís… y conversación.
En la comarca de Requena-Utiel hubo de todo: mesones, tabernas, casinos, fondas, tascas y ventas (que se lo digan, si no, a los de la Venta del Moro), pero como los que han tenido que cerrar hoy en día son los más modestos, los pequeños bares y restaurantes, no me remontaré tan atrás y, en homenaje a todas las personas que han tenido que dejar sus barras, cocinas y bandejas, bajar las persianas y quedarse en su casa, perdiendo en tres meses lo que les había costado conseguir toda una vida, empezaré por recordar los cafés y bares a los que fueron nuestros abuelos y, en algunos ocasiones, nosotros con ellos.
Tal vez hubiera sido mejor que el título de este artículo estuviese dedicado a “vuestros abuelos” y no a los nuestros, pues los que todavía recordamos algunos de los establecimientos que se van a detallar, o ya cuidamos nietos o estamos en edad de hacerlo. Nada mejor para ponernos en antecedentes que ver, o más bien leer, una foto fija de cuál era la situación comercial de la restauración en Requena a finales del siglo XIX, como punto de partida. Nos la ofrece, de primera taza, el historiador Enrique Herrero y Moral en su Historia de Requena (1890, p. 276-280):
PARADORES, POSADAS Y MESONES
El que había en el camino real de Madrid o camino de San Agustín, llamado la «Posada de fuera». Cuando en 1844 se siguieron las obras de la carretera de las Cabrillas por esta población, el entonces dueño de la mencionada posada, don Estanislao Montes, hizo en ella las mejoras que reclamaba para dar hospedaje decente a los transeúntes; y a los carros y caballerías lugares anchos y cómodos. Concluida la obra, se le puso el nombre de «Parador del Comercio». Como la carretera se delineó por la calle llamada de San Carlos, dicho Parador no obtuvo la mayor aceptación; así es, que a la defunción del Sr. Montes, sus hijos se lo adjudicaron por partes iguales, que luego han ido refundiéndose en dos, a saber: en D. Hilario y en D.ª Rosa, que lo partieron, y sirve de habitaciones para familias trabajadoras, y en oficinas para la elaboración y conservación de vino.
El que había en la calle del Peso, que propio de la familia de Ferrer de Plegamans, era conocido por la «Posada de la Carlota», sin duda por el mucho tiempo que esta mujer la tuvo a su cargo. Hace una docena de años que sus propietarios la vendieron a Julio Jordá y Roda, que la convirtió en la mejor tienda de ropas que hay en la ciudad, y cuyo comercio ejerce bajo su propia dirección.
La llamada del «Torratero», sita en la calle de Olivas, frente al café de los Conejos. Esta posada fue propia de la familia de Vera, quien la enajenó hará como unos veinte años, poco más o menos, a nuestro convecino D. Francisco Masiá Yuste y a D. Marcos Sánchez, que la convirtieron en dos grandes casas, quedando en ellas locales suficientes para fábrica de Jabón en la primera, y para la oficina de carpintería en la segunda, que ejercen sus adquirentes. La posada a que vengo aludiendo, era la que daba hospedaje hasta los años 1845 al 1850 a los llamados «Pescateros», que en sus grandes machos mulares, porteaban desde Valencia a Madrid el pescado fresco. Aquí en Requena y en dicha posada, se daba a estos la nieve y sal necesaria para su conservación en tan prolongado viaje.
La llamada del Carmen, tanto porque pertenecía a esta Comunidad, como por estar en la calle donde estuvo dicho Convento y existe su templo, fue una posada de regular aceptación, por estar en el centro de la población y cerca del general mercado de ella. Esta posada también desapareció, pues se apeó por su propietario D. Pedro María y López con una casita inmediata llamada de la Calomarda, para convertirlas en casas que ha edificado hace cuatro años. La posada referida estaba enfrente del edificio que ocupaba el Hospital de Caridad de esta ciudad, e inmediata al del Carmen, calle en medio de la fuentecilla de los frailes.
El mesón llamado del «Conde», en la misma calle del Carmen y contiguo al anterior, hoy propio de D. Ramón Monsalve, donde, desde su establecimiento, ha venido prestando hospedaje a los tratantes en pescados, sardinetas y melva. Aún existe en pie, pero está llamado, por el lugar que ocupa, a convertirse en casas para habitaciones de comerciantes…
La Posada del Portal, conocida por este nombre, aún subsiste, dando habitación á los pocos arrieros que a ella vienen a vender frutas, y especialmente cebollino, tomateras y otros planteles, por estar en el centro del arrabal donde acuden a proveerse de ello los hortelanos y agricultores de dentro y fuera de la ciudad.
De modo, que de los mesones y posadas antiguas, no quedan más que los dos últimamente nombrados, y el rey de los paradores, o el mejor que hay en España, construido en la calle de San Carlos hará como unos cincuenta años, por D. José García Ibáñez, y que se titula «Parador de San Carlos». Su coste fue inmenso, pues se asegura que este hombre rico desembolsó para su construcción algunos miles de duros, más de 60.000. Hay quien dice que esta cantidad formaba parte de otra más respetable encontrada en las ruinas de una pequeña habitación que el D. José mandó derribar para la mejor edificación de sus obras. Es de general nombradía, y muy aparroquianada por dar sus puertas a la carretera real.
Después se han edificado otros dos, llamados uno el «Parador del Caballo», en el corral y parte de las habitaciones de la casa de mi amigo D. Anselmo Fernández, lindante con el camino antes nombrado, y con el corral de la casa de los hijos y herederos de mi otro respetable amigo, hoy difunto, D. Francisco García Aguado. Y el otro levantado en el pedazo llamado del Contador, un poco más abajo del anterior, y claro es, lindante con la misma carretera, construido por don Toribio García y Doroteo Agulló, que lo sirvió hasta que pasó a mejor vida. Estos dos paradores, como el de San Carlos, dan hospedaje a los muchos carros que conducen nuestros vinos al puerto de Valencia; pero estos han decaído mucho, y vienen muy pocos desde que el ferrocarril les ha hecho tal competencia, que conducen dicho líquido a precios tan bajos, que ya es materialmente imposible conducirlos en carruajes tirados por sangre.
CAFÉS – CASINOS
Con más o menos lujo montados, siempre los hubo en Requena, porque siempre hubo en ella muchas personas tan bien acomodadas, tanto por las rentas de sus bienes propios, como por las que les proporcionaban las industrias y comercio licito y honrado a que estaban dedicadas, que les permitían visitar estos establecimientos y reunirse en ellos para pasar un rato de solaz, o para conferenciar sobre asuntos propios y los generales que afectaban a la población. En mi acordanza nunca han faltado en ella casinos y cafés, pero dejando a un lado los antiguos, hablemos de los modernos.
En la actualidad hay dos, que por reunir en sí cada uno tan buenas condiciones como los de muchas capitales de provincia, son los de la mayor aceptación, y por consiguiente los más concurridos. El uno es de la propiedad de D. José Oria, que ocupa la casa que compraron sus padres en la plaza del Arrabal, poco tiempo después de venir de la Vega de Pas, su tierra natal, a explotar el comercio de telas de algodón, es decir, de muselinas, indianas y otros géneros. En este edificio está el casino, de cuyos socios, que son muchos, cobra el señor Oria la cuota mensual que tiene establecida, corriendo de cuenta de Juan Antonio Sosa el café, que sirve con el mayor esmero a las personas que lo demandan, como asimismo los helados que se le piden en verano, y por precios módicos. De modo, que estando este centro recreativo en la parte o corazón de la ciudad, nadie extrañará que en todas las épocas del año se vea concurridísimo por las personas más principales de ella, a conferenciar sobre asuntos propios, sobre política de la población y nacional, a leer los periódicos públicos y a pasar un rato o una velada distraídos en un juego licito. Este café-casino es conocido por el de «los Orias», por haber pertenecido, hasta hace poco, a todos los hermanos de su actual propietario.
El otro es el conocido por el de «los Conejos». Este tuvo principio o se estableció en una pequeña casita sita en la calle llamada del Rio grande, esquina a la de Olivas (que hoy pertenece á mi amigo D. Gregorio Viana y Díaz, donde tiene su establecimiento de veterinaria y oficina de herradero de caballerías). Sus iniciadores y dueños fueron los hermanos Emeterio y Severo Pérez, que por servir con puntualidad, esmero y economía a los que les favorecían con su asistencia, tanto en cafés y helados, como en almuerzos y comidas en su restaurant, y fuera de él en las casas particulares, llegó a correr su fama de tal modo, que apenas habrá una persona en la provincia que no lo haya visitado. Así es, que no es de extrañar que los hermanos Pérez, en muy humilde cuna nacidos, quisieran ensanchar su establecimiento, llevándolo y mudándolo a otra casa más capaz. Entonces, esto es, hará como unos cinco años, se vendía la casa que fue propia de D. José Cañizares, y después de los hijos y herederos de mi amigo y famoso notario de esta ciudad D. Antonio Víllora, y los Conejos intentaron su adquisición, vendieron la suya al Sr. Viana y compraron ésta, que a pesar de ser de regulares dimensiones, no llenaba las condiciones requisitas y necesarias al objeto. Y he aquí estos honrados hombres de bien en la necesidad de edificar en el gran corral de la casa, pegada y lindante con la de mis parientes hijos de D. José Trinidad Herrero, sobre cuyo solar debían levantar la obra, y cuyas habitaciones habían de ser casino en su parte alta y café en la baja. Y así lo hicieron, logrando su objeto, que como he dicho ya, es conocido por bueno, no sólo el casino, sino el café de los Conejos. La puerta principal de su entrada está y sale a la calle de Olivas…
Para que este relato haga honor a su título, limitaremos el recorrido histórico desde principios del siglo XX hasta 1970, pues los nacidos por esos años pueden ser, en realidad, abuelos. Cincuenta años son una buena perspectiva. Esta primera entrega llega hasta la Guerra Civil.
Una visión más cercana en el tiempo, pero con la perspectiva de una larga vida “histórica y comercial”, a más de la intensa experiencia vital, nos la ofrece, sin duda, César Jordá Moltó (q.e.p.d.) (2004, p. 36-37):
Requena poseía muchas y muy buenas posadas donde cobijar a las gentes que llegaban a nuestra ciudad: se hallaban situadas éstas alrededor de la carretera general Madrid-Valencia que cruzaba por el centro de Requena, recorriendo las calles de San Agustín, la plaza del Portal, el Carmen, Caracuesta o Desamparados, para, cruzando el puente de las Ollerías, seguir hacia Valencia. En la calle de San Agustín estaba la llamada Posada de Afuera, más tarde conocida con el sobrenombre de «Parador del Comercio«. En la calle del Peso existió el célebre parador perteneciente a los Ferrer de Plegamans, conocido por la Posada de la Carlota.
…/…
Fuera de esta ruta, en la calle de Olivas, se hallaba la Posada del Torratero, propiedad de la familia Vera, especializada en dar hospedaje a los «pescateros» que con sus grandes machos mulares, porteaban desde Valencia a Madrid el pescado fresco. Aquí en Requena y en dicha posada, se daba a estos la nieve y sal necesaria para su conservación. Otra posada, llamada del Carmen, se denominaba así por estar situada en dicha calle y por pertenecer a la comunidad de Carmelitas; estaba enclavada en lo que hoy es el Cinema Astoria. En la misma calle y contiguo al anterior estaba el llamado Mesón del Conde, en él se solía dar hospedaje a los tratantes en pescados, sardinetas y melva. La Posada del Portal, conocida por este nombre, daba habitación a los pocos que aquí venían a vender frutas y especialmente cebollino, tomates y otros planteles, por estar en el centro del Arrabal, donde acudían a proveerse los hortelanos y agricultores de dentro y fuera de la ciudad.
Finalmente, cuando la carretera fue desviada por la calle de San Carlos (hoy General Pereyra) [en realidad, calle Constitución] fue construido uno de grandes proporciones llamado de San Carlos y un poco más adelante, en donde hoy termina la Avenida de Reinas, el llamado Parador del Caballo. Estos dos paradores dieron hospedaje a los muchos carros que conducían nuestros vinos al Puerto de Valencia, hasta que la llegada del ferrocarril hizo desaparecer este negocio poco a poco.
De mi juventud aún recuerdo a las personas que llegaban a Requena con sus carros y los llevaban a la última posada que quedaba, la del «Caballo», conocida entonces por el nombre de Posada de Tono o Posada del Remedio.
La situación de partida de los establecimientos de restauración y hospedaje que había en Requena en 1900 la ofrece, con detalle, el libro de Matrícula Industrial que recogía todos los comercios, industrias y profesionales de la población, delimitados por tarifas impositivas:
Clase 5ª: Cafés en Casinos:
José Escamilla Martínez (calle del Carmen), Federico Pérez Navarro (calle de Olivas), Jacinto Pérez García y Hermano, Sociedad Círculo Central y Sociedad Círculo Recreativo (plaza del Arrabal).
Clase 11ª: Paradores y Mesones:
Celestino Cortés Jordán, Juan Martínez López y Viuda de León García (calle de San Carlos), Mariano Ferrer Cárcel (plaza del Portal), Ángel Santos Juan (calle del Carmen).
Clase 12ª: Casas de Huéspedes:
Vicente Agulló Sáez (calle de San Carlos), Juana García Diana (calle Almazar).
El libro de Matrícula Industrial permite revisar esta situación año por año, viendo ligeras variaciones en nombres y observando que algunos de estos establecimientos pasaban, inexorablemente, de padres a hijos, surgiendo nombres y apellidos que, con el tiempo, serían habituales entre los propietarios que veremos, como los Agulló, Armero, Cortés, Ferrer, Landete, Lechuga, Martínez, Montés o Pérez, entre otros.
Aunque los periódicos impresos más antiguos que conservamos datan de 1889 y ya contienen anuncios publicitarios, no parece que los cafés necesitaran hacerse propaganda en ellos hasta finales de siglo. De seguro, el hecho de que fueran muy pocos hacía que cada uno tuviera ya su clientela fiel y bien asentada, como nos ha contado Herrero y Moral. El primero con visión publicitaria fue el de los “Conejos”:
Cleto (Requena), 24-IX-1899
CAFÉ REQUENENSE
y
FÁBRICA DE BEBIDAS GASEOSAS
DE
FEDERICO PÉREZ
Tan sólo unos años antes, en el Anuario del Comercio de 1894, publicado para toda España, aparecían en la ciudad de Requena tres cafés, cuyos propietarios eran José Escamilla, los hermanos Pérez y Juan Antonio Sosa.
Por esa época también se anunciaban, en el sector hostelero, las fondas. Además de ofrecer alojamiento, disponían de comedor. En ellas se hospedaron, además de los viajeros que llegaban por sus operaciones comerciales, artistas, toreros y “melitares”, celebrándose banquetes, “meetings” y otros eventos.
Cleto (Requena), 24-IX-1899
LA ESPERANZA
FONDA DE VICENTE AGULLÓ
Servicio esmeradísimo. Habitaciones cómodas
y espaciosas. Precios arreglados.
20, San Carlos, 20
Como decía Herrero, estas fondas no solo vivían del hospedaje, también de los viajeros que paraban en la localidad, bien para realizar aquí sus negocios, bien de paso hacia otras poblaciones. Por eso se anunciaban también como “casas de comidas”, tal como vemos una década más tarde:
El Látigo (Requena), 2-IV-1911
CASA DE COMIDAS Y GRAN HOSPEDERÍA DE
PEDRO HUERTA
Trato especial para viajantes.
Ventiladas habitaciones. Curiosidad
y esmero. Precios económicos.
Portal de Madrid, 14, REQUENA
(frente a la Fuente de los Patos)
La situación del sector, unos años antes, en 1905, según el citado libro de Matrícula Industrial, era la siguiente: ocho “Cafés en Casino”, de los cuales nada menos que seis estaban en la plaza del Arrabal (España), y cinco “Paradores y Mesones”, de ellos tres en la calle de San Carlos (Constitución).
Es curioso que a nivel tributario, cinco años más tarde (1910), se dividieran las clases contributivas entre “Café en Casinos” y “Café 20 Cts. Taza”, lo que indicaba a las claras que los primeros tenían mayor categoría (clase 5ª) que los segundos (clase 9ª). También se habían separado los “Paradores y Mesones” (clase 11ª) de las “Casas de Comidas y Café económico” (clase 12ª).
Saltando un nuevo lustro, en 1915 continuaba la misma clasificación y más de la mitad de los establecimientos habían cambiado de dueños, bien por venta o bien por herencia familiar.
Uno de los casinos más concurridos era el Círculo Central, en la plaza de Felipe V (España), acera de enfrente al Círculo Recreativo (también denominado “de los señoritos” (Jordá, 2004, p. 65), que regentaba don Fructuoso Montés.
El Pueblo Libre (Requena), 5-IX-1915
Fábrica de Gaseosas y Cervezas
de
NICOLÁS ARMERO
Despacho: Círculo Central.- P. de Felipe V.- REQUENA
Este Nicolás Armero tenía el apodo de Colache, que quedó asignado al propio edificio hasta nuestros tiempos, por lo algunos mayores siguen recordando el viejo edificio, hoy reconstruido, como el Café “Colache”.

A la derecha, con toldos, el Círculo Central.
Imagen en el libro de César Jordá “Vida Histórica y Comercial…” (2004).
Unos años más tarde, vemos por primera vez anunciado un alojamiento que se haría famoso. Sin embargo, en 1920 no estaba todavía en la calle de Norberto Piñango, sino en la del Poeta Herrero:
Eco de Levante (Requena), 16-V-1920
LA FAVORITA
GRAN CASA DE VIAJEROS
MARCELINO GARCÍA
Habitaciones ventiladas con todo el confort e higiene moderno.
Especialidad para matrimonios.
Poeta Herrero, 12 .- REQUENA
Entre 1917 y 1920, Marcelino García López y su esposa, Teresa Huerta Hernández, heredaron de su suegro, Pedro Huerta Fons, la antigua Hospedería que César Jordá citaba, en la acotación anterior, como Posada del Portal, que hacía esquina con la cuesta del Castillo (hoy Banco Bilbao-Vizcaya). La trasladaron a un edificio situado en el número 12 de la calle del Poeta Herrero, esquina con la calle de Miguel Marco y un poco más arriba de las tiendas de Bolós y Masiá.
El nombre de La Favorita (Jordá, 2004, p. 54) “se lo puso Marcelino García en recuerdo de la ópera La Favorita [de Gaetano Donizetti], de la cual era un gran entusiasta.
Pocos años más tarde sabemos, por otro anuncio de 1925 y corroborado por Jordá (2004, p. 54), que se trasladó al edificio, que todavía existe, en el que se instaló, años más tarde, la Imprenta Molina. En el citado anuncio se indica que el hotel daba a las calles de Poeta Herrero y Poeta Serrano Clavero, junto al Café Requenense de los Pérez[1], habiéndose renumerado la calle por esos años.
La Voz de Requena, 22-V-1925

Volviendo a 1921, a grandes titulares, contraatacaba, en buena lid publicitaria y aprovechando la cercanía de las fechas festivas, otro nuevo alojamiento:
La Voz de Requena, 4-IX-1921
¡INTERESANTE A LOS FORASTEROS!
El chalet VILLA JOSÉ-MARÍA hoy convertido en HOTEL
con todos los adelantos modernos, encontrará el público un esmerado servicio, al alcance de todas las clases sociales, pues se sirven cubiertos desde el plato más modesto hasta el de más refinado gusto, todo con economía, esmero, agrado y prontitud.
Habitaciones espaciosas y ventiladas
Parador, Bar-Restaurant, Hospedería con cocina
para uso particular y Garaje
¡NO EQUIVOCARSE! Gran Hotel-Restaurant,
Bar, Hospedería y Parador VILLA JOSÉ-MARÍA
al lado de la estación y Plaza de Toros de REQUENA
Por primera vez se utilizaba, en nuestra publicidad, la palabra BAR, aunque no para denominar el establecimiento sino para ofrecer un servicio:
El Pueblo Libre (Requena), 27-XI-1921
Hotel Villa José María
Esmerado servicio por cubiertos y a la carta. Hospedaje económico con asistencia y sin ella. Dependencia, parada de carros y autos.
Servicio continuo de BAR.
Volvemos al centro de Requena para ver que junto al Círculo Central se encontraba otro café, el Círculo del Comercio, de Manuel Lechuga Alarcón.
El Pueblo Libre (Requena), 27-XI-1921
CÍRCULO DEL COMERCIO
Especialidad en Café, Licores y cerveza.
Servicio esmerado.
P. Felipe V. REQUENA
También en este ejemplar aparece de nuevo el café de los Pérez, en el que ya ordenaba y mandaba el heredero y nuevo dueño:
El Pueblo Libre (Requena), 27-XI-1921
CAFÉ REQUENENSE Y FÁBRICA DE GASEOSAS
de Florentín Pérez Sánchez
En este establecimiento se sirven los mejores licores y jarabes de las marcas más selectas, el mejor café y las gaseosas y sifones más apreciados del público.
Poeta Herrero (antes Olivas) – REQUENA
En 1923, siendo empresario del Círculo del Comercio Manuel Lechuga, el establecimiento cambió su ubicación a la calle de Marquillo, en un local cercano (o tal vez el mismo) al que todos hemos conocido como Torrescal.
Requena Artística, 21-X-1923

A mediados de 1925 vemos anunciado lo que hoy sería un restaurante y entonces denominaban “casa de comidas”. El nombre resultará familiar:
El Cometa (Requena), 14-VI-1925, nº 1
LA ESTRELLA
GRAN CASA DE COMIDAS
DE
Bernardino Landete
ESMERADO SERVICIO
Plaza de Canalejas, 8 .- REQUENA

La Requena comercial de los años veinte, hablando en términos actuales, estaba delimitada por el convento de las Monjas Agustinas (16) al oeste, que tras su derribo después de la Guerra Civil abrió el ensanche de la Avenida de Arrabal. En el primer cuarto de siglo XX, la calle de Norberto Piñango y la Plaza del Portal eran el límite oeste del corazón de Requena. Por el este, el Ayuntamiento y la Glorieta cerraban también, subiendo por la calle de Anselmo Fernández hacia la calle Constitución (entonces de Cánovas del Castillo), que delimitaba la parte norte así como la pared de roca de la Villa delimitaba la parte sur. Las calles situadas en ese cuadro imaginario aglutinaban el comercio local.
La Plaza de Canalejas (antes y ahora, del Portal), por los años en que nos situamos sería la parte que va desde la Fuente de los Patos hasta la embocadura de la calle de Castelar (antes y después, Peso), plaza que se va estrechando hasta allí. En aquella plaza se aglutinaban varios establecimientos de comidas y habitaciones:
El Cometa (Requena), 26-VII-1925, nº 1
“EL PORVENIR” Gran Hospedería
de
Mariano Tena
En este establecimiento
encontrará el público gran reforma
y confort en todas las habitaciones
ESMERADO SERVICIO
Canalejas, 14 .- REQUENA

Círculo Recreativo.
Imagen en el libro de César Jordá “Vida Histórica y Comercial…” (2004).
Para 1928, el antiguo Círculo Centralde los hermanos Armero había pasado a ser Café Central, regido por uno de ellos, Cecilio Armero. El Círculo del Comercio se ubicaba en la calle de Marquillo, al mando de Manuel Lechuga Alarcón y enfrente, donde siempre, el antiguo Círculo Recreativo:
Requena (de Juan Piqueras), 2-IX-1928
Pedro Granell
CÍRCULO RECREATIVO
Esmerado servicio en cafés,
helados, refrescos y licores.
Felipe V, 17 y 19 – REQUENA
Estamos siguiendo un recorrido basado en la publicidad incluida en la prensa requenense de cada época. Sin embargo, en momentos puntuales contamos con alguna que otra “foto fija”, como la referida Matrícula Industrial o la Lista de Abonados de 1927, editada por la Compañía Telefónica Nacional de España. Para unos 140 teléfonos de la Guía, contamos los siguientes establecimientos relacionados con la restauración, que ya tenían aparato telefónico:
Agulló, D. Daniel .- Fonda Esperanza
Armero, D. Cecilio .- Círculo Central
Landete, D. Bernardino .- Fonda
Lechuga, D. Manuel .- Café Comercio
Montés, Sra. Vda. de D. Fructuoso .- Café. Círculo Recreativo
Pérez, D. Florentín .- Café Requenense
Programa de Feria (Requena) IX-1930


(del libro Vida Histórica y Comercial de la ciudad de Requena).
En la imagen, el último dueño, Francisco Muñoz Sánchez, junto al autor del libro, nuestro llorado amigo César Jordá Sánchez (1937-2020), autor de la foto.
Repasando el Programa de Feria y Fiestas de 1930, encontramos de nuevo el Hotel Favorita, ya en su última ubicación de la calle Norberto Piñango. De este destino definitivo nos habla también un gran conocedor y admirador del edificio, César Jordá (2004, p. 54):
Al término de esta calle [Norberto Piñango] subsiste y en activo [2004], un hermoso edificio que prestigia el entorno de Requena, se trata del Hotel Favorita.
Antiguamente en su lugar había un viejo caserón, junto a él una importante serrería y la casa de la “Fábrica de la Seda” de los García de Leonardo que junto con la casa de la zapatería de Milagritos y algunas más, todo ello pertenecía a D. Manuel Cervera.
A finales de los años 20, D. Manuel Cervera, puesto de acuerdo con D. Marcelino García (dueño de la Pensión Favorita), decidieron hacer un gran hotel para trasladar allí la nueva Favorita.
Esta casa de hospedaje y comidas había estado primero en la plaza del Portal (como casa de comidas) junto a la actual [2004] relojería de Cubillas; después, transformada como pensión, se situó en la calle de Olivas [Poeta Herrero] encima de la conocida tienda de ultramarinos de Masiá (hoy desaparecida) y en tercer lugar, antes de situarse donde está hoy y también en la calle de Olivas, estuvo encima de lo que fue Imprenta Molina.
Cuando se decidió su construcción no se escatimaron lujos ni detalles. Las hermosísimas puertas de entrada procedían de los Baños de Pizarro de Valencia, cuyas iniciales se conservan. Estas puertas están sujetas sin bisagras y sólo con dos soportes arriba y abajo, como las puertas de un castillo. De su majestuoso interior se conservan hermosos chapados, suelos y macetones y un señorial comedor surcado de columnas de hierro. Toda la cerámica procede de Manises. Tiene 26 habitaciones.
El 14 de abril de 1931 se proclamaba en España la Segunda República y de diciembre de dicho año es el último número conservado (592) en el Archivo Municipal, de La Voz de Requena. En estos años no hemos observado ningún nuevo establecimiento de restauración en la prensa local. Entre marzo y julio de 1936, momento en que comenzó la Guerra Civil Española, se editó, desde la Escuela de Niños nº 2, dirigida por Rafael Bernabeu, un simpático periódico, realizado entre maestros y alumnos, titulado Nosotros. En él ya apreciamos algún movimiento en el tema que llevamos entre manos, como el primer bar así denominado:
Nosotros (Requena), 29-III-1936, nº 1
BAR NEGRESCO
Cervezas – Aperitivos
Plaza de la República – REQUENA
La antigua Plaza del Arrabal, que se adjudicó al rey Felipe V, era ahora Plaza de la República y pronto sería la actual Plaza de España. En ese mismo número del periódico se anunciaban otros del gremio:
Nosotros (Requena), 29-III-1936, nº 1
HOTEL AGULLÓ
Servicio esmerado. Cuartos de baño.
Agua corriente caliente y fría en
todas las habitaciones. Gran confort.
Se trata de la antes denominada Fonda “La Esperanza”, regida por Daniel Agulló. Como allí mismo volvía un viejo conocido:
Nosotros (Requena), 29-III-1936, nº 1
Fabrica de Gaseosas
Florentín Pérez
CAFÉ REQUENENSE
Este periódico, sencillo en su contenido, pero muy ilustrativo de un momento especial de nuestra historia, marcó un antes y un después en la prensa local. El impresor, recién llegado a Requena y con su primer domicilio en la calle del Carmen, era nada más y nada menos que una institución de la cultura requenense: Antonio Molina Plaza, procedente de la vecina Almansa. Solo con ver este primer número de Nosotros ya se aprecia la gran calidad y el cambio de concepto gráfico. Incluso un anuncio que parece fuera de contexto, si lo vemos sin pasar más allá:
Nosotros (Requena), 29-III-1936, nº 1

No es así. Hay que hacer un inciso para recordar que en todos nuestros cines (Romea; Armero, luego Astoria; Circo, luego Teatro Principal; y Avenida, años 60) hubo, como decían los anuncios fijos en pantalla: Excelente Servicio de Bar.
Y llegó la devastadora guerra. Requena fue zona de retaguardia y, en la medida de lo posible, intentó mantener una vida comercial activa. Así, a los pocos meses de comenzar la contienda civil, aparecía, apadrinado por el Comité Ejecutivo Popular de la ciudad, un nuevo periódico, también llamado Requena, del que solo contamos con cuatro números (1, 5, 10 y 41), entre 1936 y 1937. En ellos vemos, en plena actividad, el Café Requenense, de Florentín Pérez; el Café Central, de Cecilio Armero; o la Cervecería Negresco, aunque en el próximo capítulo constataremos que todos los antiguos comercios del ramo siguieron funcionando y hasta alguno nuevo.
Requena (Frente Populista), 4-X-1936



HEMEROGRAFÍA
- JORDÁ MOLTÓ, César, Vida histórica y comercial de la ciudad de Requena, Utiel, Gráficas Llogodí, edición del autor, 2004.
- PRENSA HISTÓRICA, en Archivo Municipal de Requena.
[1] Debo pedir disculpas aquí por el error de ubicación de la Favorita en mi artículo sobre la Requena Comercial de 1920, en que situé el hotel en la acera de enfrente y más abajo. Este error no cambia el contenido pero sí la situación en el plano.