2200 años después un vecino de Camporrobles pasea por las estribaciones del poblado fortificado que fue ibero de El Molón. Algo brilla en el suelo, se agacha, lo recoge con tiento, limpia el barro que lo cubre. Un trabajado puñal biglobular de hierro patinado brillaba ante sus ojos.
195 a.C. Hispania Citerior
«Bumtalos cor tomei»: «Búmtalos un pedazo de mi corazón«. * (Bronce celtíbero de Luzaga)
Sobre la imponente torre del oppidum de Bata se yergue Setalicean, altivo, frente al cálido viento que sopla allá en lo más alto. Iseldún le observa unos metros más allá, ella es su fuerza, su ánimo, su consejera.
El linaje de los Icean ha encabezado el señorío ibero de Bata desde la rebelión de los príncipes, hace algo más de un siglo, todo cambió desde entonces. Ahora Bata domina las extensas llanuras bajo su cerro, donde sus habitantes trabajan con abundancia la agricultura y la industria. El oppidum fortificado de Bata les protege y les da cobijo, a cambio de una parte de su producción.
Bata es un imponente poblado fortificado fronterizo con fuertes murallas, torres, gran número de casas y sistemas de almacenamiento de alimentos y agua. Numerosos carros suben diariamente hasta él llevando mercancías, hasta tal punto que el tiempo ha labrado en la roca profundos surcos que encaminan al viajante en la dirección correcta. Tiene dos funciones, la de señorear sus tierras y la de servir de nexo con otros Estados iberos, Pucialia y Lobetania. Bata es uno de los varios poblados fortificados limítrofes que pertenecen al Estado ibero de la ciudad de Turdam, cuyos señores son la élite del Estado, las cabezas de su gobierno, las despensas de su economía y los brazos de su ejército. El señor de Turdam es el caput de todos ellos y a quien ofrecen su devotio (fidelidad).
Unos siglos más atrás, sus antepasados habían sufrido una climatología muy dura, pero los últimos dos siglos ha sido benigna y cálida, no es necesario llevar ropajes abrigados. Una túnica de lino corta blanca con suaves adornos y una capa visten a Setalicean, y una túnica más larga a Iseldún. Contemplan sus miradas verdes prados de cereales hasta donde alcanzan sus vistas, y bajo las laderas del cerro que habitan, un lago de aguas tranquilas provee a las gentes y a sus ganados.

Han venido tiempos complicados, los pueblos que llegaban desde el mar proporcionando comercio y prosperidad se han tornado en otros que buscaban el poder y la ambición. Los antiguos comerciantes fenicios se volvieron un Imperio con un gran ejército que estaban capitaneado los Barca, el Imperio Cartaginense, y frente a ellos surgió otro Imperio aún más poderoso y ambicioso, el de Roma. Tiempo atrás, los dos ejércitos tuvieron una gran guerra en Hispania que duró 13 largos años, y que cambió el modo de vida de sus gentes.
Los Estados iberos tuvieron que posicionarse en uno u otro bando, y Turdam lo hizo del lado de los cartaginenses, pero ganaron los romanos. A partir de 205 a. C. Roma y sus aliados iberos, los saguntinos, pasaron a ser los amos de Bata, y el linaje de los Icean debió ofrecer devotio obligada a sus vencedores.
Nueve años después de aquella humillación, algo se preparaba. En Bata siempre se había tenido una gran relación con sus vecinos del norte, a los que los romanos llamaban celtíberos. Los celtíberos eran un numeroso conjunto de ciudades-estado que se extendían desde los confines del río Iberus (Ebro) hasta los del río Dorio (Duero). El intercambio comercial y las relaciones sociales siempre han sido fluidos, como ancestrales pueblos hermanos.
Han venido tiempos de revolución ante la injusticia, los turdetanos no podían más, su orgullo y sus necesidades les impedían continuar de esta manera. Fueron enviados mensajeros para dialogar con las ciudades de nuestros hermanos celtíberos, se necesitaba su ayuda imperiosamente.
Los consejos de las ciudades celtíberas apoyaron unánimemente enviar a sus jóvenes guerreros a luchar por sus hermanos del sur. Los guerreros celtíberos son famosos más allá de los mares como expertos mercenarios, contratados por las grandes potencias mediterráneas.
Grupos de jóvenes celtíberos bajaron en grupos desde las tierras del río Dorio y el río Iberus, hasta las de más allá del río Tyris (Turia). En los poblados turdetanos los jóvenes guerreros celtíberos son recibidos con entusiasmo y algarabía. Todas las familias quieren albergar alguno de aquellos guerreros en sus hogares.
Vinieron de Segontia Lanca, Lutia, Turiasu, Nertobis, Secobris, Bilbis, Belis, Arcobris, Attaca, Bursao, Laxta, Condabora, Alaba, Orces, Istonis, Icalos, Termes, Caracca, Xelin, Lobetum y algunas más.
Búmtalos pertenecía a una de las familias principales de Lutia, ciudad de los arévacos, vecina de los segontienses y numantinos. Gente altiva y de gran pundonor. Menor de 8 hermanos, aparte de trabajar duramente en el negocio familiar de ganados, fue entrenado para ejercer de mercenario, oficio que reportaba bienes y gloria a los jóvenes más considerados entre los celtíberos.
Hasta ahora, los celtíberos habían participado o bien en pequeñas lides con vecinos que no respetaban sus bondades, o bien en guerras ajenas de ejércitos extranjeros que luchaban por cosas que a ellos les parecían lejanas. Algo importante había cambiado, los grandes litigios y las injusticias llegaban cerca de sus lindes, un pueblo amigo, con el que intercambiaban bienes, cultura y sociedad, lo estaba pasando mal. Los turdetani, eran unos de esos amigos, esos vecinos con los que tan bien se entendían, y cuyas costumbres y ritos eran tan similares. Los turdetani necesitaban la ayuda de las ciudades celtíberas desde su confín más meridional al más septentrional.
La junta de veteranos aprobó, en esta ocasión, la iniciativa de jóvenes guerreros de Lutia de pertrecharse armas de guerra e ir al territorio de Turdam a enfrentarse a Roma y sus aliados iberos de la costa. El honor de los antepasados estaba en juego, y además volverían con riquezas, pues los turdetani eran un pueblo rico. Les pagarían bien.
Aún no había amanecido, Búmtalos y otros 80 guerreros de Lutia, todos compañeros de aventuras y lides, estaban ya reunidos en el centro del oppidum, junto a la gran piedra redonda ritual del oppidum. Ejecutan el saludo ritual expandiendo su mano, vocean los nombres de sus linajes, y comienzan el camino, 200 millas les separan de Turdam.
Procedentes de numerosas ciudades- estado celtíberas aparecían en el camino grupos similares al de los lutiacenses, los mensajeros habían dado instrucciones de reunirlos en la encrucijada del oppidum de Urbiaca. Después cruzaron Lobetania, y llegaron hasta el oppidum fronterizo turdetano de Bata. Acamparon bajo la población fortificada, junto al extenso lago que regaba los pies del cerro, donde se concentró el contingente militar celtíbero, que se uniría unos días después al turdetano cerca de su ciudad.
-Continúa en la 2ª parte-
*(Los topónimos iberos utilizados los he extraído de textos iberos procedentes de hallazgos en el territorio del Estado ibero de Turdam: Los Villares, Pico de los Ajos; Sinarcas, y de las zonas celtíberas a las que nos hemos referido)
Bibliografía.
Tito Livio “Ab Urbe Cóndita”
Plomo celtibero de Luzaga.
Plomos iberos de Los Villares
Plomos iberos de Pico de los Ajos.
“UNA RUTA ROMANA Y MEDIEVAL POR LA TIERRA DEL CABRIEL Y EL MAGRO”. Por Víctor Hernández, Víctor Manuel Galán y Javier Jordá. (Crónicas Históricas de Requena)
Autor: Javier Jordá Sánchez