
(Foto: Marcial García Cañabate, 1956).
Algunas denominaciones que tuvieron calles requenenses en uno u otro momento de la historia, han caído en el olvido. Otras, sin embargo, se recuerdan a pesar de haber pasado más de un siglo desde que cambiaron a su actual denominación. Sucede, por ejemplo, con la calle del Poeta Herrero, a la que muchos siguen llamando Olivas, o la calle de Norberto Piñango, a la que esos mismos, entre los que me incluyo, seguimos llamando Monjas. Pero no es de esas calles de las que quiero hablar aquí.
Buscaba toreros y encontré calles. Suele pasar, cuando investigas, que junto al dato que buscas localizas otros tan interesantes, o más, que aquel que te tiene ocupado. Es lo fantástico, atrayente y divertido de ahondar en viejos papeles.
Un amigo me pidió datos sobre un torero que asistió como asesor taurino a la corrida de feria de Requena de 1933. No contamos, en el Archivo Municipal, con todos los programas de feria y fiestas anteriores a la Guerra Civil, pero sí tenemos la suerte de que la prensa valenciana, casi todos los años, publicaba dichos programas algunos días antes de su comienzo.
El 13 de septiembre de 1933, el diario Las Provincias insertó el programa de feria y fiestas de Requena en su sección regional. Ahí estaba el dato solicitado. Y junto a él, otro evento no buscado pero sí curioso:
Las Provincias (Valencia), 13-IX-1933
De Requena – LAS FIESTAS
[…]
El día 17, gran manifestación cívica. Se rotularán además las calles del Filántropo don Bartolomé Ruiz de la Peña y la del Pirotécnico Andrés Ruiz…
Hasta hoy, nunca había oído hablar de estas calles y, desde luego, no tenía idea de donde pudieran haber estado. Acudí primero a la Guía Historiada del Callejero Requenense, de Feliciano Antonio Yeves Descalzo, un libro de consulta obligada en lo que a la nomenclatura de nuestra ciudad se refiere. No había ninguna cita a vías urbanas rotuladas con estos nombres en algún momento, aunque sí se indica que fue gracias a Bartolomé Ruiz de la Peña que se construyeron las casas del Barrio Obrero que todavía hoy, con bastantes cambios, dan frente al cuartel de la Guardia Civil.
Puesto que la rotulación se inauguró en 1933, consulté los libros de actas del Ayuntamiento de Requena. Ahí estaba el acuerdo y la localización:
Sesión Ordinaria del Ayuntamiento (27-VII-1933)
Cambio de nombre de la calle de la Purísima
Dada lectura a la instancia suscrita por la mayoría de los vecinos de la calle de la Purísima, pidiendo se rotule aquella calle con el nombre del Gran Patricio D. Bartolomé Ruiz de la Peña. Hace uso de la palabra en defensa de la petición el Concejal Sr. Pardo[1], y propone al mismo tiempo el cambio de nombre a la calle llamada hoy de Pan y Agua [sic], la que debe rotularse con el nombre del Pirotécnico Andrés Ruiz, y el Ayuntamiento por unanimidad acuerda el cambio de nombre de las dos indicadas calles.
Así pues, aprovechando la procesión cívica en recuerdo de la gesta requenense contra los carlistas, en septiembre de 1836, se inauguraron las placas que renombraban las citadas calles.
Requerirá una consulta exhaustiva de las actas municipales posteriores a la Guerra Civil, determinar en qué momento dichas calles recuperaron sus antiguos nombres, pues de las denominaciones de 1933 no ha quedado constancia en el pensamiento colectivo, ya que es muy improbable que la agudeza y constancia del maestro Yeves no le llevará a descubrir y reflejar estos datos en su Callejero. Dejamos constancia aquí de este hecho.
Por otro lado, la curiosidad también nos lleva a intentar saber algo más de los merecimientos que los regidores de 1933, así como los propios vecinos que lo pedían, vieron en aquellos personajes para que decidieran cambiar el nombre de calles tan ancestrales.

(Foto: Marcial García Ballesteros, 2022).
Sobre la calle de la Purísima, dice Yeves (2003, p. 165-166):
Esta es una de las calles que nacen o desembocan en la misma plaza de Albornoz o de La Villa, extendiéndose estrecha, peatonal, recta y limpísima, en suave bajada desde la plaza hasta la calle Somera.
Únicamente recibe, por la derecha, en su bajada o declive, a la histórica calle del Rosario. Estamos en la calle de la Purísima.
La dedicación y el nombre de la calle vienen de muy antiguo, ya que mucho antes de la proclamación del Dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, la Purísima, el 8 de diciembre de 1854 por Pío IX, ya había en Requena una gran devoción a la Purísima. No es extraño que tanto esta calle, como un bonito paraje y una fuente cercanos a la población, lleven este nombre.
Tanto es así, que, ya en 1588 existía una capilla dedicada a esta devoción mariana, que se alzaba junto a la Casa Capitular o del Concejo, en la que solían oír misa los carceleros y los presos de la cárcel de La Villa; reparada esta capilla en 1744, se le dedicó formalmente con toda solemnidad a la Purísima.
Históricamente se menciona esta calle con frecuencia por estar situado en ella el pozo comunal para abastecer de agua al vecindario.
En nuestros días, y hasta hace muy pocos años, hemos conocido un magnífico retablo de azulejería colocado sobre la puerta de una casa de la calle Somera, precisamente la que confronta y donde recae la calle de la Purísima, en el que se reproducía una hermosa imagen de la Inmaculada, como dando la bienvenida y bendición a su calle. Hoy, por desgracia, se ha perdido este sinigual retablillo, sin que nadie levantara una mano o una voz para su restauración. Un fortísimo vendaval lo hizo añicos.
Pero la calle de la Purísima permanece recta y blanquísima ostentando con satisfacción y orgullo su nombre.
Así mismo, sobre el callejón de Paniagua, comenta lo siguiente (Yeves, 2003, p. 138-139):
Naciendo bajo el campanil de San Nicolás, desde la plazuela y calle del mismo nombre (también Somera de Abajo) se abre el Callejón de Paniagua que, en declive y conjugando estrecheces, acaba en el talud sur de La Villa.
Semeja un verdadero callejón o adarve moruno, en el que los arbotantes de San Nicolás, en forma de arcos arábigos, cubren el pasadizo en doble curvatura. Constituye, por estos detalles que transportan el pensamiento hasta alguna calle magrebí, un motivo artístico e histórico para poetas, fotógrafos y pintores, repetido innumerables veces como alusión a la antigua Requena mora.
Se debe su nombre al apellido Paniagua, que llevaron, al menos tres de los párrocos o curas de San Nicolás, que nos ha legado la historia y los historiadores requenenses:
El bachiller Paniagua, fundador de una capellanía en la iglesia de San Nicolás, en el siglo XVI.
El Licenciado Paniagua, que fue párroco de San Nicolás en 1734.
Don Juan Martínez de Paniagua, que en 1628 disputó ante el Obispado y el Metropolitano de Alcalá, la preeminencia de la iglesia de San Nicolás sobre la del Salvador; disputa que dirimió el obispo don Enrique Pimentel, dejando bien sentado que el Salvador era la parroquia principal y arciprestal, y San Nicolás era la más antigua de Requena.
Nos inclinamos a creer que fue el tercero que se cita, quien dio nombre al callejón, ya que sus contrafuertes en arco morisco que cubren el callejón son anteriores a la construcción de la nueva portada neoclásica de San Nicolás y obra de mediados del siglo XVII, en que se reforzaron los anteriores más antiguos.
Hacemos notar que los apellidos Paniagua y Cantero fueron notables en la Requena de los siglos XVII y XVIII. Como más destacado citamos a José Paniagua Cantero, quien en 1757 era mayoral primero del gremio de tejedores o Arte Mayor de la Seda.
Alguien poetizó este morisco enclave diciendo:
«Arbotantes vocingleros
en arcos marroquineros:
-San Nicolás a estribor-.
Encaje de mora enagua
borda en su zoco Paniagua
en estricto bastidor.
¡El encaje, en homenaje,
morenea su candor!»
Bartolomé Jenaro Ruiz de la Peña Gómez nació en Requena, el 19 de septiembre de 1832[2], hijo de Antonio Ruiz de la Peña Madrazo y Ángela Gómez Gómez, ambos naturales de Vega de Pas (Cantabria). Por qué este matrimonio vino a establecerse en Requena desde tan lejos, sería objeto de una interesante investigación.
De él dice Rafael Bernabeu (1982, p. 55):
Una obra social de auténtica trascendencia, dada la época en que se realizó, fue nuestro Barrio Obrero, fundado por don Bartolomé Ruiz de la Peña y Gómez, fallecido en 1905 y sepultado en nuestro cementerio civil.
Sus albaceas —don Canuto Sánchez Solano y don José Puig y Boronat— dieron cima cinco años después a la edificación de un Barrio Obrero con el producto de la tercera parte del remanente de la herencia (unas 50.000 pesetas), disponiendo las condiciones siguientes: que las once viviendas construidas fueran adjudicadas a familias de honrados jornaleros con cuatro o más hijos menores de doce años; que veinte años después de su adjudicación se les darla la escritura de propiedad; que durante dicho tiempo abonarían diez pesetas mensuales de alquiler, más lo que importaran los impuestos y reparaciones… Pero algún tiempo después, sin el menor respeto a la voluntad del fundador, dichas viviendas pasaban a manos de inquilinos que no eran jornaleros.
Más adelante lo incluye, junto a Francisco Ripollés y Felipe Mislata, como cofundador del Círculo Republicano Federal requenense, en 1868; motivo que considero importante en la toma de la decisión de 1933, en plena Segunda República, de rotulación de la calle de la Purísima con su nombre (Bernabeu, 1982, p. 456).
También es citado por el cronista (Bernabeu, 1982, p. 466) como uno de los firmantes de la Escritura y Reglamento del Instituto Libre de Segunda Enseñanza, en 1870.
En el periódico madrileño La Discusión, de 29-XI-1870, se insertaba el siguiente comunicado:
Los ciudadanos que suscriben, individuos de la junta directiva del Centro instructivo popular de esta ciudad, reunidos en sesión extraordinaria de este día, acordaron protestar altamente contra la candidatura del príncipe Amadeo para ocupar el trono de España, por considerarla perjudicial á los intereses de esta noble nación.— Salud y República Federal.
Requena 15 de noviembre de 1870.- Por autorización del presidente, el vicepresidente, Bartolomé Ruiz de la Peña.— José María Monfort.— Antonio Monsalve.— Francisco Gadea.—Nicolás Diana.— El secretario interino, Francisco Ripollés».
El Padrón Municipal de 1871 sitúa a Ruiz de la Peña domiciliado en el nº 4 de la calle de San Luis, de profesión propietario, casado con doña Joaquina Sañudo Pelayo, natural de Alcira, y con dos hijos: Antonio (1858) y Manuel (1870).
En enero de 1886[3] formaba parte como vocal del Comité Republicano Federal de Valencia.
Bernabeu ofrece, como año de fallecimiento, 1905.
Sobre el pirotécnico Andrés Miguel Ruiz Herráez (1858-1928), ya hice un breve semblante biográfico en estas mismas páginas de Crónicas Históricas de Requena, en el artículo titulado Feria y Fiestas de Requena 1921 (15-VIII-2021). A él les remito para no repetir datos ya publicados.
Releyendo este artículo, pienso que el que este personaje estuviera domiciliado en la cercana calle de San Nicolás, sería el factor decisivo a la hora de rotular con su nombre el antiguo callejón de Paniagua que, dado el anticlericalismo reinante en 1933, tenía muchos puntos a favor del cambio de denominación.