La importancia de la parroquia.
En la Europa de los siglos X al XVIII las parroquias tuvieron una importancia fundamental en el anudamiento de los lazos de vecindad entre los habitantes de un lugar. La celebración del culto los congregaba semanalmente y daba pie para que hablaran de sus quehaceres y preocupaciones en el acceso al templo parroquial. A veces estas reuniones no fueron queridas por los potentados locales, que no vacilaron en ejercer la violencia para disolverlas. Precisamente el movimiento de la Paz de Dios de los siglos XI y XII intentó poner coto a las agresiones caballerescas. Conscientes de la importancia de la institución parroquial, los nobles locales intentaron figurar en ella de manera destacada fuera reservándose el lugar más cercano al altar en las misas, patrocinando sus obras, dotando capellanías o amparándola a su modo.
Cuando los parroquianos se identificaban con su parroquia podían surgir paradójicamente problemas. Varios individuos podían pretender ejercer las mayordomías. A veces el cura párroco podía verse sometido a censuras por su comportamiento. En ocasiones la rivalidad entre parroquias y sus parroquianos podían conmover la paz pública municipal.
La parroquia castellana.
En tierras castellanas, trabajosamente ganadas al Islam a lo largo de la Edad Media, la parroquia también tuvo una importancia fundamental, pues impulsó la repoblación o reorganización del territorio. La tributación y recaudación del diezmo y de otros gravámenes desde Alfonso X hubiera sido irrealizable sin la red parroquial.
Los concejos castellanos se estructuraron en collaciones asociadas a un templo parroquial, que abarcaron una parte del callejero urbano y varias áreas de su término municipal. Las variaciones del número de parroquianos a lo largo del tiempo ocasionó litigios por razones de atención pastoral, mantenimiento o tributarias. Cuando una aldea del término aspiraba a una mayor relevancia jerárquica y administrativa, la parroquia se erigía en el corazón de estas reclamaciones. En consonancia, se declaraba desde los Reyes Católicos despoblada oficialmente una aldea cuando su templo parroquial yacía en ruinas.
Tenemos noticia de las tres históricas parroquias de Requena desde la Baja Edad Media (la del Salvador, Santa María y San Nicolás), aunque todavía no conocemos bien cómo se fueron estableciendo exactamente tras ser ganada la localidad al Islam, así como acerca del funcionamiento más preciso de sus collaciones.
La necesidad de precisar el territorio de las parroquias requenenses.
El Concilio de Trento, desarrollado con no escasos problemas entre 1545 y 1563, puso énfasis en la reforma de la Iglesia Católica ante el reto protestante. La parroquia se erigió en el custodio de los libros de bautismos, matrimonios y defunciones, que tanto provecho ha proporcionado a los historiadores de varias generaciones.
Dentro de este ambiente reformista se celebró el Sínodo Diocesano de Cuenca de 1566, presidido por el obispo fray Bernardo de Fresneda, el franciscano que llegara a ser confesor de Felipe II. Sus actas se publicaron en 1571 y se decidió llevar a cabo la división del territorio de cada parroquia requenense de una manera más estricta.
Lo cierto es que a la altura de 1792 la delimitación todavía no se había practicado como debería, justo en un momento en el que el Antiguo Régimen daba muestras de crisis. Los ingresos parroquiales la acusaron y el 30 de julio de aquel año don José Antonio Herrero clamó por el acervo común de los bienes parroquiales para atender a la decaída educación cristiana y celebrar con dignidad la eucaristía.
La controvertida división de 1795.
En 1792 el obispado encargó al presbítero Pedro Antonio Montés y Segura que emprendiera los trabajos, cuyos resultados ya se vislumbraron el 23 de septiembre de 1795.
La delimitación quiso poner freno a los movimientos de parroquianos entre parroquias, adscribiéndolos definitivamente a una para evitar las temidas bajadas de ingresos, pese a que se mantuvo el derecho a escoger sepultura en la parroquia de preferencia, en vísperas de una nueva legislación sobre los enterramientos.
La división se acogió con disgusto desde San Salvador, sede arciprestal, reprochándose a los curas de Santa María y de San Nicolás intereses particulares. Lo cierto es que a la altura de agosto de 1798 el obispo Felipe Antonio Solano tuvo que ordenar su cumplimiento a instancias de Benito Cuevas de la Fuente, el cura de San Nicolás representado por Francisco Arroyo.
A continuación ofrecemos la relación de vías públicas y áreas que componían cada una de las hijuelas o porciones de las tres parroquias de Requena, siguiendo la enunciación coetánea, de gran valor para acercarnos al callejero de nuestra localidad de hace más de dos siglos.
Hijuela de la parroquia de San Salvador.
Comprendía la siguiente área:
Calle de San Salvador, plaza de San Salvador, callejón de Ramírez, Los Casares, plaza de la Torre, la cárcel pública, plaza de la Villa, casa del corregidor y la que habitaba Jesusa Ruiz, calle de Cuatro Esquinas, calle del Rincón del Ovejero, plaza de la Jorra, calle del Poblete y su plazuela, calle de Cuatro Esquinas del Rosario, calle del Castillo, plaza del Castillo Alto, plaza del medio del Castillo, plaza del Castillo Alto, calle de la Fortaleza y calle de la bajada del Castillo.
Calle de Cantarranas acera de los Huertos, siguiendo la Fuente de las Pilas por abajo y continuando el camino que salía al Charquinero, se tomaba después a mano derecha por el camino que iba a la huerta de San Agustín, esta y todo el terreno que había dentro de esta demarcación y a espaldas de la calle de San Agustín, acera de la izquierda hasta el camino de este nombre. Por arriba seguía esta acera con casa de don Alonso Ferrer, testamentaria de don Pedro Serrano, convento de las monjas agustinas y la de Rita Viana.
Plaza del Portal de Madrid y calle de la Melguiza.
Calle del Peso, acera que daba principio con el Pósito Real y terminaba con la casa de Miguel Alarte.
Calle del Diezmo Viejo, calle Nueva, calle del horno de Miguel Marco, calle del Candilejo, plaza del Almazar, calle de la Plata y calle de San Carlos.
Calle de las Monjas, acera que daba principio con casa de esta comunidad y terminaba con la de don Francisco Herrero.
Calle de Madrid.
Calle de San Agustín y todo el terreno a la mano derecha hasta incorporarse con la demarcación, que se dirá más abajo, del camino de San Antonio y sus secuelas, subida a San Francisco y salida de la calle de San Sebastián hasta los Cuatro Caminos que era todo considerado una masa.
En seguida de esta calle estaba el camino que iba a la ermita de San Antonio en la Vega y seguía por la derecha hasta la rambla de Estenas, mojón de la villa de Requena y la de Utiel. Desde aquí se subía por dicha rambla a los mojones de Chelva, Sot de Chera y Siete Aguas, que eran del reino de Valencia, hasta terminar con el Camino Real de Valencia por la parte superior, que eran los mojones. Por la izquierda seguía pasando dicha rambla hasta dar vista a los mojones de Utiel, que estaban encima de Calderón, pero por la ermita de San Agustín salía otra línea al Charquinero (era de don Alonso Ferrer) camino del Pontón a mano derecha hasta el río. Se seguía después agua arriba de dicho río, y a mano derecha, llegando al vado un poco más delante de la ermita de Santa Catalina, se tomaba el camino que iba al barrio de Arroyo, se continuaba con el de Villargordo de Cabriel y se concluía con la demarcación parroquial del lugar de Caudete y mojón de Utiel.
De aquí se infiere que todo el terreno a mano derecha desde la salida de dicha calle hasta los mojones e izquierda hasta el río era de esta parroquia, como el que también estaba a la otra banda de éste por los parajes indicados del barrio de Arroyo y Villargordo.
En toda la extensión se encontraban los barrios de los Ochandos, Turquía, San Antonio con su ermita, Arroyo (solo con las casas que estaban del camino abajo), San Juan con su ermita, Calderón, ermita de Santa Catalina, Ajedrea, partidas de Villar de Olmos, Nogueras con su ermita, Estenas, Pedriza, Reatillo, el Gavilán, Casas Viejas, Mari Luna, Paula, la Roja, los Chulos, Conejero, Villar de Salas, Castejón, Benacapiel, Calvestra, Puente del Catalán, los Molinos, loma de San Francisco y otras.
Calle de la subida de San Francisco y todo el terreno a espaldas de la acera de la derecha como el que seguía por la falda de la calle de las Bodegas, tierras o hazas del presbítero don José Moral de Alisén, don Alonso Ferrer, Mariano Segura, Cabildo Eclesiástico de esta villa, balsas del pozo de la nieve, solares a espaldas de la calle de San Sebastián, era de Juan Antonio Moral Díaz y se juntaba esta línea con otra de esta parroquia, que venía por la calle de San Sebastián.
Calle de la subida a las Peñas, acera que daba principio con la casa de don Antonio Herrero. Seguía con el estrecho de las Arenas y terminaba con la casa o cueva de Pedro Merino e interesados.
Calle de San Sebastián, desde la calle de Pedro Martínez por una acera y de Pedro Juan Jiménez de la otra, ambas en su entrada por la calle del Chulo. Se seguía todo el camino del Molino del Batán y de la fuente de Reinas hasta salir a los Cuatro Caminos tirando por los Yesares, sin confundirse con la senda que iba a la casa que había fabricado nuevamente Juan Calomarde.
Plaza de San Sebastián, ermita de San Sebastián, calle Traviesa, el barrio que llamaban del Buey Negro (que eran varias casas vueltas a la vista de la calle de San Sebastián), el Rincón y el Rinconcillo que llamaban en dicha calle.
Anejo de la parroquial de la Venta del Moro.
Las procesiones generales y particulares de cada parroquia irían por los territorios acostumbrados.
Hijuela de la parroquia de Santa María.
Su área era la siguiente:
Plaza de Santa María, calle de Santa María, plaza de la Puerta de Alcalá, calle de la Bodega Honda (acera de la derecha por la calle de Santa María), calle Somera, paso a la Cortina y Somera, calle de los Cuatro Cantones (acera que daba principio con la casa de don Gregorio de Nuévalos y terminaba con la de don José la Cárcel), plaza de la Villa (acera que da principio con la casa de Manzanares y terminaba con la bodega de don Francisco Herrero), calle de la Puerta del Ángel (acera que daba principio con la casa de Esteban Contreras y terminaba con la de Bartolomé López Regidor), calle del Cristo (que salía a la plaza de la Villa, dando principio con la casa de don Alonso Ferrer por una acera y por otra con la testamentaria de Francisco Monsalve), calle de la taberna de la Villa, calle del horno de Piñuelo, calle de Peregil, puerta del Cristo y calle de Cantarranas (acera que daba principio con casa de José Gómez y terminaba con la de Francisco Rabal).
Calle de bajo de los Huertos, acera que daba principio desde las casas que había bajando la puerta de Alcalá, a mano izquierda, y terminaba con la casa de don José Monsalve.
Calle de las Carnicerías, calle de la Botica (acera que daba principio y llaman del Palacio hasta la casa de María Antonia Martínez), plaza del Arrabal (acera que daba principio con la casa de don Pedro Segura y terminaba con otra de don Jacinto Yuste), calle de la taberna en el Arrabal (desde la casa de don Juan Penén por la parte de la plaza), Pasadilla (que llaman del horno), calle de las Cojas, calle del rey de Francia, calle de Jácaras, calle Grande, calle del Portalejo, calle de Gil, calle de Penén y carrera de los frailes.
Calle del Peso (acera que daba principio con la casa de Juan Chicanos y terminaba con otra de Pedro López), calle de Olivar, calle nueva de San Luis, calle nueva de San Fernando, calle de las Higuerillas, calle de la Talega, calle de Reinas, calle del Chulo, el Altillo y calle de San Cayetano.
Calle del Molino y camino que salía de esta calle y colindaba con el de las de San Sebastián, que ambas tiraban al molino del batán.
El terreno que había desde el pedazo del Contador por la calle de Penén y salida del callejón de Gil, y el que había a espaldas de la calle Grande.
El Portalejo y plaza hasta el regajo sin usurpar el territorio de la parroquia de San Nicolás, siguiendo aguas arriba por las hazas o taulas que estaban a espaldas del barrio que llaman de las Peñas hasta la fuente de Reinas, siendo término por abajo, y por arriba (debajo de dicho regajo) de la margen del camino que iba a dicha fuente era de esta parroquia. Pasando el río de la Vega, a mano izquierda, se seguían las aguas por los canales, el Duende, molino del Arrabal, pie del Castellar, azagadores del Tollo, cercanías de las casas de Hortunas de arriba y abajo, corral de García hasta el mojón de Yátova, del reino de Valencia, seguía a medio día, y poniente de la mojonera con Cortes de Pallás, Cofrentes (también del reino de Valencia), Toya (que lo era de Murcia) y territorio parroquial de la Venta del Moro, anejo de las parroquiales de esta villa hasta la rambla de Albosa confinando con el territorio de la parroquial de San Nicolás por las casas de los Cojos.
Desde aquí se tomaba otra línea para Requena, bordeando por el camino real, que llamaban de Albosa, y se salía al del Pontón.
Había en esta circunferencia las casas de campo del Duende, Molino y batán del Arrabal, de Amarillo, del Jabonero, Casas de Hortunas de arriba y abajo, Casas de Puchero, Pedrones de arriba y abajo, carrascalejo de Hórtola, Belmontejo, Fuenvich, casilla del Cura, cueva de Zapata, Ciscar, la Noria, de Caballero, Gana haciendas, Sardineros, los Duques, Valderrama, barrio de los Jiménez y Rodríguez, en Albosa, que estaba a la izquierda del camino que iba desde Requena a dicho paraje por arriba. También Casas de la Portera, llano de Portales, Churro, casilla de Hernández, del Campo Arcís con su ermita, Cañada Tolluda, casas del Doctor, Cabeza y los Morenos, la Sima, Ombría, licenciado Pastor, Jiménez y Arcas, Alcantarilla, Verzosilla, del Pontón a mano izquierda, y era este territorio delineado de esta parroquia con las ermitas de Pedrones, Hortunas, casa del Churro y Cañada Tolluda.
Anejo de la parroquial de Villargordo del Cabriel.
Las procesiones seguían el orden indicado en San Salvador.
Hijuela de la parroquia de San Nicolás.
Esta era su área:
Calle de San Nicolás, plaza de San Nicolás, callejón de Cantero, callejón de Paniagua, callejón de Taras, callejón de la Cortina, calle de la Bodega Honda (acera que daba principio con Nicolás Amoraga y terminaba con la de la viuda de Aranguren), puerta del Ángel (acera que daba principio con la casa de la testamentaria de Nicolás Moral y terminaba con otra del mayorazgo de don José Tenreiro), calle del Cristo, calle de Cuatro Cantones (acera que daba principio con la casa de don Alonso Ferrer y terminaba con otra de Magdalena Moral) y plaza de la Villa (acera que daba principio con casa de la Fábrica de esta parroquia y terminaba con la de la Capellanía, que entonces gozaba don Pedro Montés).
La cuesta que estaba fuera de la puerta de Alcalá, banda de la derecha bajando por ella.
Calle del Barrio Bajo de la puerta de Alcalá.
Bajo de la Peña todo el camino y costados hasta el que iba a la fuente de las Pilas por arriba y todo el terreno a espaldas de los huertos hasta confinar con el camino que llamaban del regajo de la Morena Charquinero, y el de dicha fuente por abajo que venía a hacer un semicírculo con el camino de dicha peña.
A la entrada del Barrio Bajo de la puerta de Alcalá de este territorio estba a mano izquierda el camino del regajo de la Morera, que salía al río que llamaban de la Vega, y por otro nombre el del Pontón. En seguida sin pasar dicho río se bajaba por sus aguas al puente de Jalance, el Gollizno, San Blas, peña de los Oncejos hasta confirmar siguiendo dichas aguas con Yátova (del reino de Valencia). Desde aquí se tiraba esta línea por estos confines y los de Siete Aguas hasta tropezar con el mojón de esta villa y el Camino Real (de Requena a Valencia). Este terreno era el mismo que se hallaba por la calle de Valencia, margen de la mano derecha de este camino y comprendía las casas de campo de Rebollar de abajo, de Pinada, San Blas, Cerrito y otras. Como también todo lo que había desde dicha mano izquierda del camino de dicho regajo de la Morera, Pontón, orilla de dicho río hasta llegar a los mojones de las referidas villas y era todo de esta parroquia.
Calle bajo de los Huertos, acera de la derecha bajando por la puerta de Alcalá hasta la plaza del Colegio, calle de la Botica (acera del Colegio hasta la Casa de la Villa), plaza del Arrabal (acera que daba principio con la casa de doña Ana Marín y termina con otra de Lorenzo Palau), calle del Carmen, el Hospital del Niño Perdido, calle del paso a la del Carmen, plaza del Corralejo, calle del Tirador, calle de la Fuentezuela y ermita de los Desamparados, calle de Caracuesta, calle de Santa Cruz con su ermita, calle de las Ollerías, calle de San Blas y todo el terreno que había a espaldas de las calles de Caracuesta, Ollerías y hasta el río de la Vega.
Ermita de San Bartolomé.
Calle de Valencia, seguía esta línea con el camino de este título a mano izquierda hasta internarse con los Cuatro Caminos. Desde aquí se salía guardando la misma mano y camino hasta entrar en el que iba a la fuente de Reinas por los Yesares, siendo el mojón parroquial dicha fuente, y se continuaba después con la orilla izquierda del regajo (muy cerca de dicha fuente) hasta el puente de Ollerías. Había en esta circunferencia y territorio demarcado las casas de campo de Barranco Rubio, Morcillo, Juan Montes, del Arcipreste y otras.
Callejón de Ibáñez, calle de los Álamos y calle de las Eras.
Bajada de la fuente de Bernate hasta la misma fuente y regajo con todo el terreno que había hasta el puente de las Ollerías, y el que estaba a espaldas de la calle de las Eras, Tirador y Ollerías de la parte de acá de dicho regajo.
Calle de las Monjas, acera que daba principio con la casa de Nicolás Monsalve y terminaba con otra de Juan Hernández de Pedro.
Calle de la Acequia Imperial, calle de la subida a las Peñas, acera que daba principio con Nicolás Chorrea, seguía con el estrecho de las Arenas y terminaba con la de Antonio Martínez alias el Chulo e interesados.
Calle de la Vuelta y su era, calle de las Bodegas, Calle de Poniente, calle que llaman Cuesta de Rodrigo, calle de la Vuelta a la casa del Alto, calle sin nombre en las Peñas, calle del Asadero, calle de Totana, calle del Medio y calle o plaza del Pozo de la Nieve.
Pasando el río de la Vega, camino del Pontón a mano derecha, se tomaba agua arriba por la orilla de dicho río, y llegando al Camino Real que iba al Barrio de Arroyo se dejaban las casas del Camino abajo. Se seguía después bordeando por el Camino Real de Villargordo y demarcación parroquial del lugar de la Venta del Moro hasta las casas que llamaban de los Cojos y genéricamente Albosa. Por arriba continuando dicho camino del Pontón se entraba a pocos pasos a dicha mano en el que llamaban como se ha dicho de Albosa, que pasaba por la Muela, dejando a dicha mano la Casa de Eufemia, y llegaba esta línea hasta dichas casas de los Cojos sin pasar la rambla. Había en esta circunferencia y demarcación las casas de los barrios del Pontón a mano derecha del camino, Azagador, Derramador y Motilla, Roma, y Barrio del Arroyo. Solo las casas que estaban encima del camino que va a Villargordo, Casas de la Talayuela, Pino Ramudo, del Cerrito y Peña Horadada, de los Ruíces, la Cornudilla, Corral de don Pedro, de Cuadra, Sisternas, Campablo, Sancho, Estenuela, Cañada Honda, la Beata, Bercial, fuente del Doctor, Eufemia, Lázaro, Caracol, Vendimial, Muela (las que estaban a la banda de acá del camino) y otras que no figuran por no ser tan nombradas, como sucedía también en las hijuelas de las otras dos parroquias, y era este territorio que iba demarcado de esta parroquia.
Anejo de la parroquial de Fuenterrobles.
Las procesiones seguían el indicado orden.
Como se ve todo un festín de topónimos.

Fuentes.
ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE REQUENA.
Libro de actas municipales de 1792 a 1794, nº. 3334.
Libro de actas municipales de 1798 a 1802, nº. 2735.