En 1917 bajo el peso de la Gran Guerra estalló en Rusia la Revolución, vista al comienzo con simpatía por los republicanos requenenses admiradores de 1789. De 358 mozos llamados a filas sólo quedaron en disposición 213, no afectados por traslado de residencia o muerte, durante aquel difícil año, pórtico del Corto siglo XX de Hobsbawm. La quinta de aquellos jóvenes no combatió en las trincheras, pero se enfrentó a un panorama enrarecido y problemático. La emigración, el autoritarismo, el populismo reformista y la acción revolucionaria intentaron dar respuesta a las contradicciones sociales ya apuntadas.
Entre 1920 y 1930 Requena perdió el 14% de su vecindario. Muchos con fortuna variable huyeron de los préstamos de la Caja del Pósito y de las listas de pobres de solemnidad. Sin embargo, la crisis nacional tuvo tal profundidad que se ensayaron recursos de mayor alcance. El ejército retornó a la palestra política. En 1917 el municipio pagó haberes al regimiento de caballería Victoria Eugenia y al VIII montado de artillería, contribuciones que en años sucesivos haría extensivas a otras unidades y a la Guardia Civil. La guerra de África también impuso su carga más allá del pago de cuotas y de los llamamientos a filas. En 1920 se instó a unos padres a renovar la sepultura quinquenal de su hijo en Melilla para que no fuera a parar a una desconsoladora fosa común. Pese a todo, el Directorio Militar de Primo de Rivera gozó de cierto reconocimiento inicial al expresarse en términos regeneracionistas simpáticos a las fuerzas vivas. En 1923 autorizó las quejas de los vecinos por mal proceder del ayuntamiento, cuyo número de integrantes se mermó sin prescindir de prohombres como Joaquín Ferrer Herrero. El control de la contabilidad y las obras públicas fueron las recetas predilectas de un sistema que careció del cuerpo de funcionarios del franquismo y que tuvo que contar inevitablemente con personalidades del republicanismo, que aprovecharon la Dictadura para reorganizarse.
El republicanismo progresista contó con grandes adeptos entre el mundo del comercio, resaltando su adhesión bajo Primo de Rivera al general Pereyra, rival del caciquil Marín Lázaro en 1920. Tras el 14 de abril del 31 impulsaron una alternativa reformista de tolerancia hacia los jurados mixtos y de asistencia a los pobres (medicinas subvencionadas y juguetes para los pequeños más desafortunados por Reyes). Contempló con buenos ojos el cooperativismo no revolucionario e intentó hegemonizar el espacio público a través del anticlericalismo. Hizo causa contra los toques de campana de San Nicolás que molestaban a los vecinos y contra algunas procesiones, causando las iras de la Derecha Agraria Republicana. La ofensiva conservadora de 1935 le hizo retroceder y las reclamaciones de las clases trabajadoras terminaron por superarle.
Ya en 1932 la sección campesina del Sindicato Único de Oficios Varios reclamó del ayuntamiento que obligara a los propietarios a ofrecer jornales ante la fuerte crisis de trabajo experimentada. La contratación en las obras de la Electra del Cabriel y de la iluminación de las aldeas no dieron los frutos esperados. Tampoco el incremento del jornal medio del bracero de 4 a 4´50 pesetas colmó las necesidades de los grupos más humildes, especialmente castigados por los efectos adversos de la Gran Depresión sobre la exportación. En la España en vísperas de la Guerra Civil los oasis sólo existieron en la mente de algunos propagandistas.
La Guardia Civil concentrada en Requena no secundó el levantamiento del 18 de julio. El ayuntamiento condenó el movimiento revolucionario de los elementos sin conciencia, y tempranamente fue desbancado por el Comité de Huelga, que desde el 20 de julio se hizo con armamento y explosivos para distribuir entre las fuerzas milicianas. El Comité integrado por el cenetista Sindicato Único, UGT e Izquierda Republicana alumbró en noviembre del 36 la Comisión Gestora Municipal y de Defensa, la nueva autoridad revolucionaria. Las sanciones contra los burgueses, el ataque a símbolos religiosos y la imposición de nuevas normas ya eran un hecho. Para dar voz al pueblo se quisieron hacer públicas las sesiones de la Comisión. Los símbolos de la Nueva Era se impusieron en la toponimia y el callejero (el general Pereyra perdió su calle en nombre de Buenaventura Durruti). Se incautaron tierras, viviendas, fábricas de harina y establecimientos como el Café Central. Entre el 15 de octubre del 36 y el 15 de abril del 37 se incautaron más de 500 hectáreas de 14 particulares, de los que sólo 3 merecieron la acusación de fascista. No obstante se devolvió a los arrendadores de tierras incautadas las cantidades cobradas. También se decomisaron 323 viviendas de 90 individuos pertenecientes a las clases más acomodadas. Bajo la idea de la colectivización se estableció la Cooperativa Fraternal de Los Isidros o la de Vega Libre (el nuevo nombre de San Antonio), que dictó distribuir el 50% de los beneficios para los jornales de sus asociados proporcionalmente, el 25% para fondo de reserva, el 15% para seguros, invalidez y vejez, el 5% en obra social, y el restante 5% en cultura profesional.
Los problemas de gestión y explotación se presentaron pronto. La emisión de papel moneda fue contraproducente. Se necesitaron imperativamente 88.100 pesetas para cultivar las más de 500 hectáreas incautadas. El Instituto de Reforma Agraria entregó dinero al Consejo de Administración de las Fincas Incautadas con destino a las tierras laboradas por trabajadores de UGT y CNT, mas no colmaron las necesidades. El racionamiento se impuso, máxime ante la llegada de refugiados de Madrid. Se quiso controlar el parque automovilístico y los caminos, a la par que los Carabineros se hicieron con el orden público tras el intento de una Policía Popular Antifascista. Los contrarios a la revolución intentaron sobrevivir cediendo sus fincas para el cultivo, reconociendo las incautaciones y reclamando a veces ante la Junta Provincial Calificadora de Valencia sus bienes aduciendo su republicanismo y consideración habitual hacia los trabajadores.
El 7 de noviembre del 36 el gobierno de la República se estableció en Valencia, y en mayo del año siguiente los más revolucionarios acusaron un duro golpe en Barcelona. El 9 de junio del 37 el gobierno civil impuso en la Comisión a los hombres de Izquierda Republicana, expulsándose a los anarquistas el 30 de diciembre. Se respetaron las incautaciones y las cooperativas, pero bajo control. Las obras en refugios y fortificaciones a cargo de la Defensa Española contra Aeronaves indujeron una mayor disciplina social. Los espectáculos fueron supervisados por las autoridades, que cedieron los edificios de los templos, en los que se prohibía el culto, a la custodia de la Federación Universitaria Española para su estudio y conservación, prohibiéndose sacar leña de San Nicolás expresamente.
En abril del 38 las fuerzas de Franco comenzaron la ofensiva contra Levante a través del Maestrazgo, y en los meses de mayo y junio las aldeas requenenses acogieron a 285 personas, mayoritariamente de tierras castellonenses. La plaza de toros llegó a cobijar refugiados al final de la Guerra. Se agravaron los problemas de abastecimiento de productos básicos y los requerimientos de alimentos de un gobierno republicano asediado por la escasez en las grandes ciudades bajo su pabellón. Las cartillas de racionamiento soportaron nuevas imposiciones y el mercado negro sentó sus reales cuando no pocos recurrieron a éste como consumidores y vendedores, especialmente de patatas. Las acusaciones de corrupción encendieron la polémica entre IR y UGT. La presencia de tropas dejó su trágica impronta cuando 9 niños murieron el 10 de noviembre del 38 a resultas de una bomba abandonada por las Brigadas Internacionales. Al anochecer del 30 de marzo del 39 las tropas del general Varela entraron en Requena.
Fuentes.
ARCHIVO MUNICIPAL DE REQUENA.
Actas municipales de 1917 (2887 y 2886), 1924-26 (2878), 1932-33 (2871), 1934-35 (2872), 1935-36 (2866), 1936 (2867) y 1938-39 (2865).
Correspondencia de la Alcaldía, 1902-36 (3748).
Correspondencia del Ejército, 1913-39 (1354).
Semanario La voz de Requena, 1920-31.
Comité Ejecutivo Popular nº. 10240, 10254, 10702, 10703, 10704, 10705, 10706, 10707, 10708, 10709, 10711, 10713, 10714, 10715, 10716, 10717, 10718, 10719, 10720, 10721, 10722, 10723, 10724, 10728, 10731, 10734, 10735, 10736, 10738, 10739, 10740, 10742, 10743, 10744, 10745, 10746, 10747, 10748, 10749, 10750, 10751, 10752, 10753, 10754, 10756, 10757, 10758, 10759, 10760 y 10764.