La guerra de la Independencia tuvo muchas caras, como la del enfrentamiento entre el poder francés y el británico por la hegemonía europea. Ambos rivales tuvieron objetivos coincidentes en España, como imponerse económicamente. Los británicos llegaron a destruir fábricas españolas con distintas excusas e introdujeron sus textiles de algodón, que tanta difusión tuvieron.
El absolutismo de Fernando VII, en quiebra financiera, contempló con preocupación la entrada de los textiles británicos, y el 19 de enero de 1815 la Dirección General de Rentas dio de plazo hasta mayo para que se vendieran los géneros finos de algodón almacenados, fueran asiáticos o europeos.
El intendente de Cuenca así lo hizo saber al ayuntamiento de Requena, que el 18 de febrero consignó aquel mandato en sus actas.
Por entonces, el poder municipal también tenía que atender los requerimientos de la Junta General de Comercio, así como las numerosas peticiones de dineros y de géneros de las autoridades absolutistas. El 18 de junio se ordenó contribuir “voluntariamente” a los requenenses, bastante quebrantados tras la contienda con Napoleón, con prendas de vestuario para las compañías de granaderos y cazadores del regimiento provincial de Chinchilla.
Por aquel entonces, la sedería no pasaba por un buen momento, por mucho que los fabricantes sederos tuvieran reconocidas ciertas exenciones, nada baladíes en días de tantas exigencias. Para que se hicieran efectivas, el ayuntamiento nombró comisarios que reconocieron los libros de comercio de Alonso Sánchez Ramos o comprobaron el memorial de Nicolás Cañizares Ruiz, de las que se beneficiarían sus hijos.
Los tejidos de algodón podían ser una dura competencia para los de seda, pero también una buena oportunidad para resarcir pérdidas a través del comercio.
La orden del secretario de Estado del 26 de mayo se hizo pública en Requena el 28 de junio. Desde la intendencia provincial se deberían aprehender todas las telas y efectos de algodón salidos de Gibraltar, formándose causa contra los contrabandistas.
Sin embargo, los comerciantes podían proseguir vendiendo géneros extranjeros hasta su consumición, de no mediar nueva orden. La cuadratura del círculo de tan difícil resultaba imposible, y la solución transitoria de unos agravó el problema estructural de otros, de los fabricantes sederos.
Fuentes.
ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL.
Libro de actas municipales, 1813-1816, 2732.
