Este sábado 25 de enero de 2020 se realizará la Carrera de la Joya de Requena en su vigésimo sexta edición desde que se restauró en 1995 gracias a los esfuerzos de la enóloga María Ángeles Novella y el asesoramiento del cronista y etnógrafo Fermín Pardo.
Correr la Joya es una tradición comarcana con gran aceptación en Requena y Villargordo del Cabriel, pero que también se realiza en localidades próximas castellanas y serranas como Cenizate, Campillo de Paravientos, Zafrilla, Huélamo, Valdemeca… Suelen ser carreras pedestres, sin caballería, y en algunas localidades unidas al acto de “correr la bandera”. También está presente la dulzaina, tabal y la gorra del alguacil que se lanza al aire. Las corregudes de joies valencianas, a diferencia, suelen ser con caballería.

Estas carreras adoptan el nombre del premio que se concede, al que genéricamente, independientemente del objeto o animal con que se obsequie, se le denomina joya. En el vocabulario italiano-español de 1620 de Lorenzo Franziosini ya se define el vocablo “joya” como el premio que se da en un duelo o disputa y en el diccionario de autoridades de 1734 como el premio que se da por alguna acción de habilidad o destreza.
En las carreras de la comarca, la joya o premio podía ser un conejo, una gallina o tal como menciona Feliciano Antonio Yeves en su impagable diccionario comarcano el premio que daba el mozo a la moza en una carrera de caballería o pedestre de joyas podía consistir en un brazalete, cintas, pañuelos u otras piezas de gran valor afectivo más que material.
Joya es también el premio que se entregaba en el juego ecuestre o el ejercicio militar de correr sortija del cual tenemos constancia en la Requena del siglo XVI y XVII.
Correr sortija era un juego deportivo de habilidad caballeresca practicado en la Edad Media y Moderna consistente en que un grupo de caballeros bien ataviados y con montura, al galope intentaban ensartar una lanza o vara en un anillo metálico, aro o argolla (la sortija) que se encontraba a una altura de dos metros o dos metros y medio. El anillo podía estar encima de unas varas sujetas al suelo; colgando de unas cuerdas sujetas a un paramento artificial e incluso en las ramas de los árboles. Era todo un espectáculo público que servía como ejercicio militar. Cervantes, Góngora y Jovellanos los citan en algunas de sus obras. Los caballeros y caballos iban muy lujosamente adornados. Y al premio se le designaba como “joya”.

Una preciosa descripción de correr la sortija la encontramos en el libro escrito por Ginés Pérez de Hita en 1595 titulado Historia de los bandos de los zegríes y abencerrajes, caballeros moros de Granada, de las civiles guerras que hubo en ella… hasta que el rey don Fernando quinto la ganó que narra las rivalidades entre zegríes y abencerrajes en la Granada nazarí.
Pérez de Hita nos describe con gran lujo de detalles los juegos de habilidades de correr sortija entre la nobleza árabe que por los datos que tenemos eran parecidos a los de Requena.

Se enfrentaban por clanes de ocho en ocho caballeros todos ricamente ataviados. Los zegríes con libreas (uniforme de los caballeros en los festejos públicos) del mismo brocado de los pendones con penachos verdes y con ocho buenos caballos de penachos y brocados verdes. De los ocho zegríes, cinco consiguieron joya que dieron a sus damas al son de la música. Los caballeros Gomeles iban de azul con caballos embrocados de azul cada uno con una lanza y ganaron sólo tres joyas que dieron a sus damas. Los ocho caballeros Vanegas de morado ganaron siete joyas dándoselo con mucha música a sus damas. Los ocho caballeros encarnados eran de los Mazas y ganaron ocho joyas con mucho contento y música de chirimías y dulzainas. Después jugaron a cañas y una vez acabado el juego salieron haciendo el caracol.
No por casualidad son también ocho los componentes habituales de una danza guerrera y el caracol es una forma de baile. Ambas danzas se siguen interpretando en Requena bajo el magisterio de Fermín Pardo.
Pero seguimos con la obra de Pérez de Hita y nos narra como en el ejercicio compite también el famoso Malique Alabez que con su lanza y por tres veces seguidas sin fallo se lleva la argolla. A Malique le premian con una gran joya consistente en una navecilla de oro con todos sus aderezos que entrega a su dama, diciendo que la nave es pequeña, pero la vela es grande porque se llena de esperanza. Todo ello al son de los ministriles.
Un espectáculo, por tanto, parateatral, con sus vestimentas, máscaras, divisas, música e incluso recitados antes de iniciar la cabalgada. La sortija se sigue corriendo en Ciutadella (Menorca), Oristán de Cerdeña o y en Argentina y Uruguay por los gauchos.
Pues bien, muchos de estos detalles de correr la sortija nos los encontramos en la Requena del siglo XVI-XVII.
Por una carta-respuesta de la Villa de Requena a Felipe II conservada en el Archivo General de Simancas y datada el 28 de octubre de 1572 nos enteramos de algunos datos sobre cómo se corría sortija en Requena.
Felipe II ordenó a la Villa que los caballeros, hombres nobles y principales de Requena estuvieran bien dispuestos para hacer ejercicio de armas y caballos para la ocasión que se ofreciere en el contexto bélico que se estaba desarrollando. El concejo, regidores, caballeros, escuderos y hombres buenos de la Villa contestaban que existía una cofradía de Santiago con caballeros desde tiempo inmemorial y que para sustentarla sería necesario que hicieran dos ejercicios de cañas (el día de Santiago y el de Reyes) y durante el año corrieran sortija y otros ejercicios a caballo.
Para los juegos de caña, la sortija y otros ejercicios militares, el concejo decía necesitar treinta caballos a seis mil maravedíes por caballo. Para pagar esta cantidad, junto con libreas, trompetas, atabales y otras músicas necesarias como espectáculo público que era solicitaban licencia para hacer una dehesa en Pedriches y otra en Realame (ambas en el actual término de Venta del Moro). Con el arrendamiento de las citadas dehesas se sacaría dinero para los ejercicios y los caballeros tendrían mejores armas y harían arneses nuevos para estar bien apercibidos para el servicio de su majestad.
Por su parte, los caballeros del cabildo y cofradía de Santiago contestaban que la gente noble y de la cofradía había ido en disminución por la mudanza de los tiempos y la carestía de todo. Que para traer dorados y bordaduras para el ornato y aderezo de personas y caballos, para los jaeces (cintas de aderezos de las crines de los caballos) y aderezos de las armas reclamaban la asignación de una dehesa.
Además, solicitaban que mientras los caballeros del número y de la cofradía y cabildo sustentaran armas y caballo para los ejercicios militares no pudieran ser presos por deuda de contrato; ni sujetos a tormento; ni realizar servicio de huéspedes; ni pagar la moneda forera, ni tributos reales, ni concejiles y que siempre ocuparan ellos los oficios de alcalde ordinarios y hermandad.
Aludían los caballeros requenenses que como la tierra no era buena para criar caballos y había que comprarlos en la sierra de Alcaraz, Andalucía y otras partes, solicitaban que cuando volvieran de la adquisición del equino pudieran pasar libremente por los lugares de paso presentando el testimonio de vecindad y como caballeros del dicho cabildo y ayuntamiento.
Por último, que como los días ordenados para realizar los ejercicios, uno era el de Reyes (6 de enero), que si llovía y nevara pudiera ser mudado a otro día.
Así en Requena correr sortija también llevaba aparejado el ornato de caballeros y caballos, así como la música de ministriles de la que gozaba la ciudad por privilegio real. Los caballeros que salieran exitosos del ejercicio ganarían su joya.

El Archivo Municipal de Requena nos ofrece otra mención sobre correr sortija. En el acuerdo municipal del 14 de octubre de 1601 se decidió que para festejar el nacimiento de la infanta Ana de Austria, futura esposa de Luis XIII de Francia, se realizarían diversos regocijos, alegrías y fiestas: procesión de gracia y repique de campanas; invenciones y máscaras por parte de los oficios; iluminarias en las ventanas y lumbres por las noches para ver los disfraces; correr cuatro toros… En el mismo acuerdo, se solicitó a los caballeros de la nómina que se unieran al regocijo de las fiestas corriendo sortija, publicitándolo mediante cartel y señalando día para la fiesta. Además, debían hacer un estafermo, consistente en un maniquí giratorio de un hombre armado con escudo en una mano y correa con bolas o saquillos de arena en la otra, al golpear el escudo con una lanza los caballeros debían pasar lo suficientemente rápido para evitar que les devolviese el golpe al girar el estafermo a ellos o el participante que le seguía. Para que no faltara de nada, se debía concertar con los ministriles para que tocaran las veces y tiempo necesario.

El festejo del parto real costó 606’5 reales pagados con la renta de la dehesa de Hortunas.
La fértil memoria de nuestro cronista Fermín Pardo aún recuerda en su aldea natal de Hortunas en la década de los 50 un remedo de correr sortija, pero llamado “carreras de cintas”, en la que los mozos a bicicleta debían ensartar con un lápiz o una varilla una anilla de un centímetro y medio que pendía de una cinta que a su vez colgaba del travesaño de una portería de fútbol. El que ensartaba la anilla se llevaba la cinta. Los que más cintas obtenían eran los ganadores a los cuales se les premiaba con pasteles o cosas parecidas. Si cambiamos las bicicletas por caballos vemos claramente una evolución popular del ejercicio de correr sortija.
El 25 de enero, sin caballo, pero algunos con perros, se rememorarán estos antiguos juegos deportivos y ejercicios caballerescos en su forma actual pedestre y los mejores obtendrán su “joya” como en su día obtuvieron los Vanegas, Zegríes, Mazas o los mismos caballeros requenenses.