La primera guerra carlista fue una severa prueba para la España liberal, con importantes divisiones internas y una tarea de transformación social verdaderamente formidable. Entonces se terminó de aniquilar el Antiguo Régimen, y la posición de la Iglesia católica se vio menoscabada por la desamortización y otras medidas.
En la Requena liberal, los eclesiásticos no siempre resultaron fiables para las nuevas autoridades, que los obligaron a contribuir en la defensa común contra los carlistas. No tenían licencia para formar parte de la Milicia Nacional, pero sí debían atender otros deberes, como los derivados de la vigilancia.
En 1837, contribuyeron al servicio de vigías de torre con el pago de cuotas que iban de cinco a cincuenta reales. Más de un eclesiástico no hizo efectiva tal contribución. Además, reclamaron ante la Diputación Provincial de Cuenca por tal pago.
Su decisión les resultó favorable, en un tiempo de predominio moderado, y el Ayuntamiento de Requena tuvo que tragarse el sapo el 26 mayo de 1838, por mucho que reclamara la incorporación de los quintos a su guarnición ante la proximidad de las fuerzas carlistas.
A partir de entonces, los designados no deberían de pagar, pero al ser relevados de tal nombramiento contribuirían por otros deberes de vigilancia. Poco a poco, las viejas exenciones iban extinguiéndose y una nueva época se abría paso.
Fuentes.
ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE REQUENA.
Actas municipales de 1831 a 1839, nº. 2729.
