
Portada del Resumen de las Explicaciones de la Lógica (1853)
Archivo de D. Rafael Bernabeu López.
En 2005, la Conferencia Mundial de la UNESCO proclamó el tercer jueves de noviembre de cada año como Día Mundial de la Filosofía. Así pues, en este 2021 se ha celebrado el jueves 18 de noviembre.
Al conocer este dato, facilitado en un Telediario de dicho día, me vino a la mente, una vez más, el recuerdo del siempre presente doctor don José Antonio Díaz de Martínez (Requena, 1797-1864), que pocos días antes había sido citado, como no podía ser de otra manera, en el X Congreso de Historia Comarcal, organizado por el Centro de Estudios Requenenses, en una de las comunicaciones dedicadas a la mujer en el campo de la arqueología.
Díaz de Martínez, erudito sacerdote requenense de gran cultura y amplios conocimientos, al que ya se han dedicado algunas páginas en estas Crónicas Históricas de Requena[1], manifiesta una basta amplitud de conocimientos en materias de lo más diversas, lejos de la idea estereotipada que tenemos de los sacerdotes del Antiguo Régimen.
Sacerdote, ante todo, o como se les denominaba en su tiempo: presbítero. Pero también arqueólogo, científico, naturalista, poeta, periodista, historiador, abogado, incluso escritor satírico. En este caso nos interesamos, de modo particular, por su faceta como filósofo y docente, ya que entre la relación de títulos de su autoría, en su mayoría facilitados por Rafael Bernabeu, figuran una serie importante de escritos filosóficos, en general, o dedicados en particular a alguna materia propia de este campo del saber.
A modo de ejemplo y de entre los manuscritos que el cronista requenense conservaba en su biblioteca, traemos a estas páginas el principio de un curso de lógica impartido por Díaz de Martínez en Requena, entre los años 1852 y 1853, y cuya portada, cabecera del artículo, dice así:
RESUMEN
de las
Explicaciones de la LÓGICA
hechas al Clero y Alumnos
de la Ciudad de Requena
desde Noviembre de 1852 al 1853,
en la Academia establecida en el Carmen
de la propia Ciudad con autoridad del
Ilmo. Sr. D. F. Fermín Sánchez Artesero,
Obispo de esta Diócesis
de Cuenca;
por el Pbro. D. José Antonio
Díaz de Martínez,
Examinador Sinodal
de este Arciprestazgo,
Socio Corresponsal
del Museo de Ciencias Naturales
de Madrid.
El manuscrito, de noventa y seis páginas, nunca llegó a ser impreso a pesar de que el sacerdote fue impulsor y cliente de la primera imprenta estable de la ciudad de Requena, instalada en 1849 por el maestro impresor Benito Huerta.
Quizás el hecho de que no se editara fuera debido a que estaba concebido más como un manual de ayuda al profesor que como un libro de texto. Esta afirmación se deduce del hecho de que en el interior del manuscrito se descubrieron varias hojas sueltas con borradores de algunos de los contenidos del mismo, como algunos inicios del prólogo, sin ir más lejos, cuya redacción definitiva merece la pena reproducir aquí:
PRÓLOGO
No procede el hombre por los instintos de la bestia, sí por la acción de unas potencias superiores coesenciales a la excelencia de su ser.
En todos los actos propios de hombre está presidiendo su facultad inteligente, como consejera y directora de la voluntad en sus determinaciones racionales.
Más esa inteligencia en el estado de la degradación original de nuestra naturaleza y de las tinieblas que la ofuscan, necesita de una antorcha que la conduzca y normalice en el descubrimiento de lo verdadero y de lo falso: Este es esencialmente el grande destino de la Lógica.
Sin ese faro luminoso es un arrojo engolfarse en el lago profundo y dificultoso de las ciencias; una temeridad querer surcarlo destituido de la dirección que da tal brújula; y una quimera pretender arribar al puerto y tierra firme de los conocimientos que desea.
Convencimientos tan palpables han sancionado la necesidad y conveniencia de que preceda su estudio a el de las Facultades Superiores, pues que sin él es intempestivo saludarlas. Y ellos son también los que en obsequio de los dedicados a la Academia Eclesiástica que tengo el honor de dirigir, me han hecho vacear [sic] los “Elementos” que aquí ofrezco.
Sigo en ellos el orden marcado por la historia misma de nuestro proceder intelectual: Es decir, trato primero de la Percepción, seguidamente del Juicio, y por fin del Discurso. Y ultímolo con la doctrina del Método, añadiendo un resumen de los principios Ontológicos.
Si correspondiere este trabajo a la intención que me he propuesto, será para mí la más cumplida y satisfactoria recompensa.
Sería interesante conocer la opinión de filósofos actuales o, al menos, profesores de filosofía de nuestros institutos, acerca del contenido de este curso de lógica, situándolo, claro está, en el contexto educativo de mediados del siglo XIX. No nos parece descabellada la idea, por tanto, de su edición transcrita, si no llevada al papel si, al menos, en versión digital. En esta primera aproximación al Díaz de Martínez filósofo, basta con un aperitivo para abrir boca.
Sí podemos, al menos, analizar brevemente lo que se dice en la portada. A nivel histórico resulta muy interesante el hecho de que Díaz de Martínez participara como docente en una academia, así denominada, en la que tanto clérigos como laicos pudieran acercarse a la filosofía como materia científica, algo que era necesario si una persona quería acceder a la universidad o al estado sacerdotal. Sobre este tipo de instituciones y su profesores, los preceptores de latinidad, en la ciudad de Requena, recomiendo la lectura del libro La educación en Requena 1539-2003, de Alfonso García Rodríguez (CER, 2012).
Como García Rodríguez cita sobre diversas épocas, hay que insistir una vez más en la excelente formación humanística de algunos de los sacerdotes de la época, bastantes cercanos a propuestas racionales y no solo doctrinales, como, por ejemplo, Toribio Mislata Ponce o Miguel Moya Ponce.
A propósito de esto, sigue siendo incomprensible el hecho de que en la enseñanza secundaria española se olviden siempre los autores locales, dando la impresión de que historia, geografía, filosofía, literatura, música… son cosas de grandes autores de best sellers y olvidando, de modo flagrante, a aquellos escritores que nos muestran nuestras raíces más cercanas. Así se da el caso de que el apellido Bernabeu se confunda con Benavente (doy fe personalmente) o que te consulten unos alumnos de bachillerato por un libro de leyendas, les muestres las 24 Leyendas requenenses, de F.A. Yeves, y te pregunten quien es ese señor. Hablo de alumnos nacidos en nuestra propia ciudad. Por fortuna, algunos excelentes profesores, tratan de enmendar esta situación.
Volviendo a Díaz de Martínez, y siendo reiterativos, expongamos algunos otros títulos de sus trabajos literarios en el campo de la filosofía, citados por Rafael Bernabeu:
Diálogos (s/f), Col. Bernabeu.
Elementa Rhetoricae (s/f), Col. Bernabeu.
Estética, Ideología, Psycología y Theodicea (s/f), Col. Bernabeu.
Explicaciones filosóficas (s/f), Col. Bernabeu.
Filosofía de los fines. Historia de la Filosofía de los griegos (s/f), incompleto, Col. Bernabeu.
Historia de la Filosofía (s/f), Col. Bernabeu.
Prolegomena ad Philosophia curriculum (1858), Col. Bernabeu.
Tratado de Filosofía (1846), citado por Bernabeu.
Los estudios de gramática y filosofía, en un sentido amplio, eran necesarios para el acceso a la universidad y al seminario. Díaz de Martínez residió en Valencia hasta 1846, publicando allí algunos de sus libros. Un hombre erudito como él, debió estar al tanto de los escritos de algunos de los filósofos cristianos españoles que surgieron por esos años, como el sacerdote catalán Jaime Balmes (1810-1848) que, justo en 1846, publicaba su Filosofía fundamental. A pesar de su juventud, Balmes fue un prolífico autor en el campo de las ideas y, vulgarizando mucho, sus enseñanzas se han denominado como “filosofía del sentido común”, sentido al que, precisamente, Díaz de Martínez dedica especial interés en su curso de lógica. Hay otros filósofos cristianos españoles que destacan en esta época, como, por ejemplo, el extremeño Juan Francisco Donoso Cortés (1809-1851), admirado por Menéndez Pelayo. Ambos autores, a pesar de su breve existencia, lograron gran difusión en nuestro país. Sin ir más lejos, en la Biblioteca de la Fundación Lucio Gil de Fagoaga se conservan una decena de libros de Balmes y uno de Donoso Cortés.
Terminemos con un párrafo de la solicitud y aprobación por parte del obispo de Cuenca, que quedó anotada en el Acta Municipal del Ayuntamiento de Requena, el 22 de febrero de 1806, concediendo permiso al joven Miguel Moya Ponce, de dieciséis años, para cursar estudios en la Universidad de Valencia:
[…]
Concedemos a Dn. Miguel Moya y Ponce, tonsurado de la Villa de Requena, la licencia que pide para pasar a la Universidad de Valencia para estudiar Gramática y Filosofía, cuyo aprovechamiento y cédulas de Cuenca […] deberá acreditar en tiempo. Dada y firmada en Cuenca… Ramón, Obispo… Veinte y dos de febrero de mil ochocientos seis.
Requena tendría que esperar medio siglo, tras Díaz de Martínez, para contar con otro gran filósofo: Lucio Gil de Fagoaga.
BIBLIOGRAFÍA
BERNABEU LÓPEZ, Rafael, “El Dr. D. José Antonio Díaz de Martínez (El ‘Tostado’ requenense)”, en Almanaque Las Provincias 1942, Valencia, Diario Las Provincias, 1941.
DÍAZ DE MARTÍNEZ, José Antonio, Resumen de las explicaciones de la Lógica…, Requena, manuscrito, 1853.
GARCÍA RODRÍGUEZ, Alfonso, La educación en Requena 1539-2003, Requena, Centro de Estudios Requenenses, 2012.
García Ballesteros, Marcial: Díaz de Martínez, José Antonio (Crónicas, 25-V-2015) y Galán Tendero, Víctor Manuel: La antigüedad y las ideas de Díaz de Martínez (Crónicas, 7-VI-2015) y otros artículo con referencia a la cofradía de la Vera-Cruz requenense. ↑