Un gran conversador.
Don Jaime Lamo de Espinosa y Michels de Champourcin es un requenense nacido en Madrid un 4 de abril de 1941. Ministro de Agricultura entre 1978 y 1981, su nombre y su persona se asocian íntimamente a Requena, de la que es un entusiasta embajador en distintas instancias. Tanto por su relevancia pública como por sus acciones en pro del tejido económico, los servicios públicos y las comunicaciones de Requena, merece toda nuestra consideración y respeto. Desde Crónicas históricas de Requena hemos querido acercarnos a su persona. El pasado día 3 de febrero de 2017 tuvo a bien mantener una animada conversación con nosotros, en la que estuvo presente su sobrino don Mariano De Rivera Lamo de Espinosa, sobre diversos puntos de la Historia de su familia y la realidad actual de Requena. Hombre de expresión precisa e inteligente, le queremos agradecer su ya proverbial cercanía. A continuación exponemos en ceñido resumen lo que nos comentó don Jaime a nuestras preguntas.
Sus ascendientes y la Historia de Requena y España.
Don Jaime es un entusiasta del estudio de la Historia General y de la de Requena, a la que su familia se encuentra tan ligada desde hace siglos.
Uno de los pilares de su ascendencia es el de los Enríquez de Navarra, que descienden del rey de Navarra Enrique I. Don Luis Enríquez de Lacarra, que contrajo matrimonio con doña Juana de Navarra, fue señor de Ablitas y una personalidad destacada en la política de aquel reino. Su hijo don Luis pasó a Castilla para combatir por don Fernando y doña Isabel al marqués de Villena en 1479 ante Chinchilla. El linaje arraigó en Almansa, donde alcanzó protagonismo en el siglo XVII y ostentó la alcaidía perpetua de su castillo. En 1681 José Enríquez de Navarra y Marín, el último administrador del puerto seco y aduana de Requena, ganó vecindad como hidalgo en nuestra villa. Contrajo matrimonio con doña Vicenta Pedrón y Comas. En el siglo XVIII distintos miembros del linaje enlazaron con otras familias de caballeros requenenses como los Ferrer de Plegamans y Carcajona. De don Antonio Dionisio Enríquez de Navarra y de Ana María Ramírez (casados el 10 de junio de 1767 en El Salvador) nacieron Dionisio, afamado patrón y gestor del Hospital de Pobres de Requena como sacerdote párroco de San Nicolás, José Antonio y María Josefa, que casó con don Luis Mayans y Valda (familiar del ilustrado Gregorio Mayans), padres de don Luis Mayans y Enríquez de Navarra, destacado político del siglo XIX español que fue ministro de Gracia y Justicia y presidió el Congreso de los Diputados. Su sobrina Amelia Enríquez de Navarra y Mayans contrajo matrimonio en 1909 con don José María Lamo de Espinosa y de La Cárcel, abuelo de don Jaime.
Los La Cárcel constituyen el otro gran pilar de su ascendencia. Juan de La Cárcel, El Largo, fue el primer miembro del linaje del que tenemos constancia de su condición de hidalgo a mediados del siglo XV. A comienzos del XVI sus descendientes desempeñaron un destacado papel en la política local de Requena. Fue célebre la intervención de don Luis La Cárcel como capitán de los Comuneros, que tomó la fortaleza la noche del 21 de octubre de 1520. En el tiempo de los Austrias Mayores ganó nombradía don Juan Ibarra de La Cárcel, comandante de la flota de las galeras de Nápoles y miembro del Consejo y Cámara Real de Indias. Más cercano a la realidad cotidiana requenense, don Juan de La Cárcel y Marcilla ganó ejecutoria de nobleza en la Real Chancillería de Granada definitivamente en 1579. Su nieto don Juan de La Cárcel y García fue síndico procurador por el estado noble en 1606. En 1702 don Juan de La Cárcel y Marcilla contrajo matrimonio con doña María Ortiz de Sigüenza, de familia con ricas propiedades en Requena. Uno de sus descendientes, don Pedro Antonio de La Cárcel Monteagudo, es muy probable que mandara erigir la Casa Grande de la familia en Requena, cuyo escudo lleva la fecha de 1780, seis años antes de morir. Su hijo don José Pedro de La Cárcel Marcilla vivió los azarosos años de la guerra de la Independencia (precisamente en la Casa Grande tomaría hospedaje José I Bonaparte) y fue el primer alcalde constitucional de Requena. El mismo interés por la política nacional manifestó su hijo don José Javier de La Cárcel Marcilla Jiménez, diputado por el partido moderado y senador vitalicio que intervino activamente en la incorporación de Requena a la provincia de Valencia en 1851. Su hija Carolina mereció la atención literaria de José de Espronceda y su hija Virginia, dama de la Real Maestranza de Valencia, contrajo matrimonio con don Antonio Lamo de Espinosa y Palavicino. Su hijo, el ya citado don José María Lamo de Espinosa y de La Cárcel, se casó con doña Amelia Enríquez de Navarra y Mayans.
Un incansable investigador.
Acostumbrado a una intensa actividad en su época al frente del Ministerio de Agricultura, tan marcada por el deseo de pertenecer a la CEE de la época, nos confiesa don Jaime que cuando resignó la responsabilidad se encontró inicialmente con demasiadas horas libres, que ocupó en parte en escribir un concienzudo estudio de la Historia de su familia, del que hemos ofrecido un apretado resumen.
No se considera historiador, pese a acometer tareas de tal, por falta de tiempo, si bien su pasión por la Historia está fuera de toda duda. Gran admirador y conocedor de la figura del Cid Campeador, tan ligado a nuestra tierra, ha estudiado también otras personalidades de la Historia española. En los últimos años ha investigado la figura de fray Antonio de Heredia, uno de los grandes requenenses de todos los tiempos, sobre el que adjuntamos un enlace de gran interés sobre un artículo publicado en enero de 2017 en Torre de los Lujanes. El que fuera confesor de la compleja y notable Santa Teresa de Jesús ha llamado fuertemente la atención de Jaime Lamo de Espinosa, que destaca su carácter recio y severo (muy propio de un hijo de Requena descendiente de vascos). Con gracia comenta que de haber sido menos duro de trato hubiera alcanzado la santidad en una España deseosa de oponerse a los protestantes como la de la Contrarreforma. Sin duda, su aproximación a la santa a través de su confesor es una de las más originales acercamientos a la personalidad de la primera.
Instituciones como el Registro de Sello de Corte, la cancillería castellana que tanta relevancia tuvo en tiempos de los Reyes Católicos, en relación a Requena han sido estudiadas por él. A día de hoy prosigue consultando documentos históricos, dadas las enormes posibilidades que brinda internet a la hora de conocer parte del contenido de nuestros ricos archivos nacionales.
Estudioso de la agricultura española.
Como catedrático de Economía en la Escuela de Ingenieros Agrónomos de la Universidad de Valencia y posteriormente como catedrático de Economía y Política Agraria en la Universidad Politécnica de Madrid, ha seguido con enorme interés el curso de los debates sobre la evolución histórica de nuestro sector agrario, esencial en el desarrollo español contemporáneo.
A comienzos de la década de 1970, el planteamiento dominante entre los historiadores españoles era el del fracaso, a muchos niveles. Una de las razones en las que estribaría el fracaso de la industrialización de nuestro país, según un conocido planteamiento del profesor Jordi Nadal (posteriormente muy matizado por él mismo), estribaría en el atraso de nuestro campo. Sin embargo, estudios como los de Juan Rivero Corredera o de Ramón Garrabou Segura han insistido en la importancia de las transformaciones de nuestra agricultura entre los siglos XIX y XX, a pesar de las dificultades metodológicas de trabajar con los datos numéricos de los comienzos de la era estadística. Se pudo alimentar a una población en crecimiento a despecho de las persistentes dificultades naturales de nuestro entrañable solar patrio. Con razón ha insistido don Jaime en el protagonismo de agrónomos como Antonio Sandalio de Arias o Pedro Julián Muñoz y Rubio, entre otros, en este capital proceso de renovación de nuestro país.
Desde este punto de vista, el que fuera Ministro de Agricultura en los días de la Transición (otro proceso histórico capital que desmiente tópicos sobre los españoles) se ha situado entre los renovadores de la imagen histórica de España, alejado de prejuicios noventayochistas, el de una nación europea con gran peso en la escena internacional hace trescientos años que experimentó las dificultades de modernización también presentes en otros países hermanos europeos.
Las posibilidades de Requena y de la España vacía.
Esta apreciación de nuestra realidad histórica no obsta para que don Jaime se haya mostrado crítico con algunos de los resultados de nuestro sector primario dentro de la Unión Europea.
En un reciente artículo, ha destacado el enorme progreso vivido por los españoles bajo el reinado de Juan Carlos I en materia de renta y bienestar, aunque la apreciación de nuestro paisaje agrario no ha merecido una reconsideración pareja a la importancia de un sector que es el primer exportador de la economía española, por delante de otros como el del automóvil. Todavía hoy se identifica con ligereza a la persona que vive en el medio rural con el paleto de ciertos programas.
Sin lugar a dudas, uno de los grandes retos de nuestro país es el de reconsiderar y dar valor a esa España que se ha convertido en la España vacía, de bajas densidades demográficas y escaso atractivo para no pocos agentes económicos. Enormes extensiones de las Castillas y de Aragón se encuentran en tal situación, que tampoco es ajena a nuestra comarca. De persistir semejante tendencia, Requena corre el riesgo de perder uno de sus más preciados frutos de su crecimiento contemporáneo: su pléyade de aldeas. De cumplirse tan funesto pronóstico, Requena se encontraría reducida a un casco urbano aislado en medio de un extenso territorio ayuno de gente.
¿Cómo poner remedio a esa Requena vacía? Don Jaime, que se muestra un entusiasta de nuestra tierra, sugiere una serie de medios para canalizar en beneficio de Requena y su comarca el llamado movimiento neo-rural, que emana de una sociedad urbana en crecimiento, llena de anhelos y de posibilidades.
En buena lógica, Requena debe de apostar por actividades singulares que le renten los mayores beneficios, al modo de la especialización agrícola que acometiera Dinamarca o los Países Bajos, así como diversificar sus fuentes de ingresos dentro de este espíritu competitivo en un mundo cada vez más global. Y precisamente Requena dispone de no pocos activos.
Cuenta nuestra localidad con un casco histórico de elevado interés histórico-artístico, con elementos tan valiosos como sus templos, su fortaleza o su Archivo Histórico Municipal. Fuera del recinto de la villa encontramos edificios del valor del antiguo convento de San Francisco o la ermita de San Sebastián. Para un visitante deseoso de conocer la Historia, pasear por Requena es también una magnífica oportunidad de probar su notable gastronomía, fundamentada en el bien ganado prestigio de sus vinos, embutidos y otros productos.
Su extenso término municipal ofrece además grandes ventajas para los amantes de actividades como el senderismo, el turismo rural o las actividades cinegéticas. El deporte en su sentido más amplio tiene un notable reconocimiento en la sociedad actual y la tierra requenense brinda notables posibilidades. Para rentabilizar de la mejor manera posible los activos del término, don Jaime se muestra partidario que el ayuntamiento dispusiera del mismo de la manera que considerara más apropiada, fuera para conseguir equilibrios presupuestarios que aligeraran la carga del vecindario, fuera para organizar las actividades económicas más ventajosas para todos.
La localización de Requena, entre la Meseta y la fachada mediterránea, ha sido de gran importancia a lo largo de los siglos, pues han transitado por aquí gran cantidad de personas, productos e ideas. Desde el punto de vista de la promoción de la ciudad, es de gran interés potenciar su inserción en los circuitos del Camino de Santiago (con tantos ramales) y del andariego Cid Campeador, presente en nuestra Historia, dado el elevado atractivo que en capitales como en Madrid suscitan tales actividades. A este respecto, don Jaime Lamo de Espinosa recomienda emplear decididamente las posibilidades que brinda la Estación del AVE de Requena-Utiel, un medio con el que no cuentan muchos municipios del interior español. Para una política de promoción de Requena y atracción de un turismo familiar respetuoso con el medio urbano y natural, es de singular valor.
El llamado turismo de calidad lleva aparejado el turismo del conocimiento, el de los eventos culturales y el de las actividades de la Enseñanza Superior. La conversión de Requena en una magnífica aula o sede de una Universidad de Verano no es incompatible con la diversión. Como bien apunta don Jaime, unos universitarios jóvenes pueden participar en una actividad académica de fin de semana y disfrutar de los atractivos lúdicos que ofrecen Requena y su término. La animación de este movimiento sería un acicate para la actividad productiva y de servicios requenenses.
Para lograr todo ello, añadimos modestamente nosotros, es muy importante amar Requena, tal y como lo hace uno de sus más activos embajadores desde los más humildes a los más encumbrados, don Jaime Lamo de Espinosa.

Víctor Manuel Galán Tendero – Javier Jordá Sánchez