Don Pascual Carrión, durante su estancia en Requena como Director de la Enológica, incluso tras su jubilación, publicó veintiún artículos en El Trullo realizando una encomiable labor de divulgación de la vitivinicultura. Algunos de esos artículos nos permiten constatar lo que don Pascual pensaba de la Fiesta de la Vendimia y cómo él fue más allá de lo meramente festivo. Es más, podría decirse que para él la Fiesta de la Vendimia era una gran palanca que permitiría modificar la vitivinicultura. Todo ello inmerso en el proceso de honda reforma de reconstitución del viñedo y regeneración agraria propia de este insigne ingeniero, destacado estudioso en materia de viticultura y enología española que desde muy temprana fecha pretendió transformar la sociedad y la economía agraria de su tiempo.
En los años cincuenta, Pascual Carrión y Carrión era una figura señera de la vitivinicultura nacional, en Requena gozaba de gran consideración de modo que sus criterios revestían valores máximos, y fue objeto de reconocimiento público. Asiduo colaborador de revistas nacionales y extranjeras, en diversos medios y lugares había expuesto, reiteradamente, la importancia de lo festivo como dinamizador de la viticultura, su favorable opinión a la transformación de la Fiesta de la Vendimia local en fiesta levantina, y la celebración de una gran exposición de vinos del Levante vitivinícola español.
1.Propuestas de Carrión: las fiestas como medio de mejorar la riqueza vitivinícola
La Fiesta de la Vendimia era, en opinión de Carrión, un lugar privilegiado para estimular el mejoramiento de los vinos. En la Edad Media el ganado había sido la principal fuente de riqueza y origen de casi todas las ferias de los pueblos, pero en el siglo XX el viñedo había llegado a ocupar el primer lugar entre la riqueza agrícola de muchos pueblos y era lógico que la vendimia fuese el momento que más se celebrase. Ninguna fiesta tenía más razón de ser que la de la vendimia, porque era el momento en el que “se recoge el fruto de los trabajos y preocupaciones de todo el año y debe ser el de mayor alegría”, pero debe aprovecharse también para estimular el mejoramiento de los vinos, realizando concursos de vinos y procurar que las cooperativas de agricultores pudientes conservasen y envejeciesen sus vinos, al objeto de presentar cada año uno de mejor calidad. En esto, don Pascual tenía claro el modelo francés y el buen ejemplo de Jerez.
En 1931 don Pascual había viajado a Francia, como delegado de España para asistir a las manifestaciones y excursiones vitícolas organizadas en Aviñón por la Oficina Internacional del Vino. El paso de Carrión por la feria de Aviñón le permitió comprobar el interés de estas exposiciones agrarias, porque reflejaban la potencia y actividad de la región, a la vez que reunía los principales adelantos en maquinaria y otras innovaciones agronómicas, hasta el punto de señalar la importancia que tendría en España hacer ferias análogas. Algo que en los conflictivos años treinta no iba a poder ser, pero que don Pascual no olvidó y pudo poner en valor con la Fiesta de la Vendimia.
Los franceses hacían girar la mayor parte de las reuniones y festejos de los pueblos y ciudades, en los que se cultiva la vid, alrededor de ésta. Celebraciones que aprovechaban no solo para divertirse, sino, sobre todo, para progresar en la explotación del viñedo y mejora de los vinos exaltando las cualidades de los más selectos. No había fiesta o reunión de viticultores en la que no se presentasen buenos caldos, siendo el mayor orgullo, tanto de cooperativas como de viticultores adinerados, ofrecer vinos de excelente calidad. En España, en Jerez, también daba un buen ejemplo de esas prácticas, dado que la aristocracia se dedicaba a obtener las mejores calidades de vinos y no había fiestas ni reunión en las que no se presentasen unas buenas botellas de vino, como el mejor timbre de gloria. Pero no ocurría así en Levante, donde se consumían vinos excelentes, pero elaborados en el mismo año. Vinos que de haberlos envejecido podrían valer dos o tres veces más.
A comienzos de los cincuenta, el vino había alcanzado buenos precios, tanto que nadie sentía la necesidad de mejorarlos. Pese a todo, Carrión insistió en que se hiciese una comparación entre los precios del vino corriente y el que se lograba con el vino de marca, y cuando se viese el margen tan elevado de ganancia que generaba se inclinarían por la mejora de los vinos. Con la variedad Bobal, que era la mayoría de la producción en Requena, se podían obtener buenos vinos de mesa, pero si se mezclaba con la Garnacha o con el Tempranillo, la calidad mejoraría mucho, tal como él había comprobado en el campo de experiencias y en la Enológica. De ahí que aconsejase el cultivo de aquellas variedades y que, los viticultores y comerciantes, en lugar de invertir sus capitales en negocios ajenos a la agricultura debían hacerlo en la mejora y envejecimiento de sus vinos. Eso no era una teoría, ni se trataba de una ilusión, sino que era una realidad palpable, tal como había quedado patente en los caldos elaborados en la Estación Enológica de Requena.
Carrión animó a seguir el ejemplo de lo que tan buenos resultados había dado en diversos lugares. Y si era importante envejecer los vinos y su correcta comercialización, no lo era menos la mecanización de la viticultura. Una de las ferias más importante de Francia era la Feria de La Viña y el Vino de Montpellier, que se celebraba, anualmente, en el mes de octubre. Allí, además de las competiciones de vinos, se organizaban concursos de tractores y otra maquinaria vitícola, las cooperativas se reunían para tratar los problemas técnicos y comerciales que les afectaban, y se impartían conferencias sobre viticultura y enología. Atención especial presentaban las demostraciones de maquinaria vitivinícola que tenían lugar en la finca de la Escuela de Agricultura, presentándose en muchas parcelas tractores y aparatos de cultivo que trabajan a la vista de un público que acudía de toda Francia y del extranjero. Por su parte, el Instituto Técnico del Vino, con residencia en París, tenía diversas fincas piloto, en diferentes regiones, en las que se utilizaban diversas clases de tractores y aparatos con el fin de comprobar su eficacia y en la que, prácticamente, los agricultores podían ver las ventajas e inconvenientes de cada mecanismo.
Carrión señaló que era preciso hacer algo análogo en España. En aquellas fechas de la primera mitad de la década de los cincuenta, estaba celebrándose la Feria del Campo de Madrid, un evento adecuado para organizar demostraciones en fincas de viñedos cercanas a Madrid, como Arganda, Navalcarnero y otros pueblos. También en Requena, con motivo de la Fiesta de la Vendimia, se podrían hacer este tipo de demostraciones todos los años o cada dos o tres. Tanto la Feria del Campo de Madrid como la Fiesta de la Vendimia de Requena harían una gran labor con estas demostraciones, razón más que suficiente para recabar el apoyo del Ministerio de Agricultura. Aval que también debían solicitar a las cámaras agrícolas para lograr un mayor éxito. El Ministerio, la Cámara Oficial Agrícola y la Unión de Cooperativas, debían apoyar la Fiesta de la Vendimia y otorgar premios importantes a los mejores vinos y uvas, pero haciendo clara distinción de las diferentes clases que se obtenían en Levante. Don Pascual exhortaba a una puesta al día:
“Despertemos y alentemos el afán de mejora algo dormido de los cultores levantinos, mediante premios efectivos y diplomas, dando conferencias adecuadas, etc., y lograremos que la Fiesta de la Vendimia sea una gran palanca del progreso de nuestra región”.
El éxito logrado en la Fiestas de la Vendimia, que comenzó a celebrarse en Requena en 1948, llevó a Carrión a aconsejar cultivar los criterios franceses seguidos en sus ferias “para que a la par que las inversiones, se siembran ideas y se consiga un progreso real en la industria vitivinícola”. Al mejorar la calidad de los vinos se lograría aumentar y asegurar el consumo, consolidando la riqueza vitivinícola que, en aquel momento, sufría tantos vaivenes. La Fiesta de la Vendimia serviría de acicate para ello, recogiendo la experiencia lograda por la Estación Enológica de Requena.
Don Pascual consideraba que si se lograba atraer a los agricultores de toda España y muchos del extranjero, como se lograba en la Feria de Montpellier, la Fiesta de la Vendimia se convertiría en un gran medio de propaganda de los vinos y uvas de Levante y un poderoso acicate para su mejora. Durante la Fiesta de la Vendimia de Requena debía celebrarse una verdadera feria de la viña y el vino como la de Montpellier, en la que se presentase la maquinaria más adecuada para la viticultura y la enología y, además, se expusiesen muestras de los mejores vinos de la región.
La Fiesta de la Vendimia, que había logrado pleno éxito en Requena, debía servir no solo para regocijo y unión de los viticultores, sino también para mejorar los vinos y uvas de la región levantina, que presentaba una variada gama de clases y permitía satisfacer los gustos más variados de los consumidores de las diversas categorías sociales. La Fiesta de la Vendimia, que servía para mostrar la alegría del agricultor ante la recolección del fruto de un año entero de trabajo, debía servir, como toda reunión de viticultores, también para reflexionar sobre el problema vitivinícola al objeto de que los esfuerzos continuados realizados en las tierras más pobres de nuestra patria obtuviesen su recompensa.
2.La Fiesta de la Vendimia y la 1ª Exposición-concurso de vinos de Levante.
La Comisión organizadora de la Fiesta de la Vendimia, junto al aspecto simpático y risueño de la fiesta, nunca olvidó, desde los comienzos, otros aspectos de máximo interés para cuantos consagraban su dinero y su quehacer diario a la tarea de la vid y del buen vino. Las exposiciones de maquinaria fueron un ejemplo, como lo fueron los concursos locales y comarcales de uvas y de vino.
El concurso de uvas venía celebrándose durante la Feria y Fiestas desde la primera mitad de los años cuarenta, con premio a las variedades de planta y bobal. En 1948, cuando el grupo Arrabal presenta su ‘Fiesta de la Vendimia’, también se anuncia un concurso de uvas en el que habría premio a los tres ejemplares de mayor peso. Era algo tradicional. Ahora bien, incuestionablemente, Requena aspiraba a difundir sus vinos. Pero había más, la introducción de una idea que implicaba un mayor ámbito geográfico, tal vez, tendente a una hipotética denominación de origen, era el concepto Vinos de Levante, que quedó claramente expresada en un Editorial de El Trullo en 1953. La Fiesta, ya en su sexta edición, estaba tan sólidamente inventada, y cabía concebir para el futuro los más halagüeños horizontes.
En años precedentes, durante la Fiesta se habían realizado concursos locales y comarcales de vino al objeto de estimular a los viticultores y mejorar cada año las clases de vinos. Se pretendió más: una exposición regional que premiase los mejores vinos levantinos. Habían contado, hasta aquel momento, con la ayuda de la Enológica, a partir de entonces también contaron con las entidades oficiales agrícola de la provincia.
La 1ª Exposición-concurso de vinos de Levante premiaría a los vinos que por su calidad lo mereciesen. Con ello se pretendía estimular al vitivinicultor levantino, y conseguir que los caldos valencianos pudiesen competir, con garantías de éxito por sus excelencias, con los vinos de otros países en los mercados tradicionales de Suiza, Alemania, Bélgica, etcétera. En los pueblos levantinos no sólo se producía una gran cantidad de buenos vinos, sino que además se daba la más variada gama de vinos de España. Al convocarlos a una exposición de vinos a Requena se hacía con la completa convicción que los tiempos de que “el buen paño en el arca se vende” habían pasado, que entonces era necesario fomentar el consumo en todas las clases sociales de modo que al “catarlo en los stands” conociesen las excelencias del vino y se convirtiesen en consumidores y propagadores, tal como se había demostrado en ferias y exposiciones internacionales de Francia, Italia, Suiza, Irlanda, y en las nacionales de las zonas catalana y manchega. Así pues, se convocó a enviar sus vinos a los “cosecheros, en cooperativa o independientes, los exportadores, los almacenistas, todos aquellos que tengáis vinos producidos en tierras levantinas, para que quede lo alto que merece el pabellón del vino de Levante, segunda zona productora de nuestra España”.
El solemne certamen regional no pretendía entablar una pugna comercial de calidades, sino dar testimonio de presencia de un mosaico de pueblos vinícolas, que incluía la zona vecina de la Manchuela, geográficamente también parte de Levante, y tendía como capitalidad natural a Requena. Quedaría patente el “sentido de unidad que a lo diverso ha de dar el denominador común de VINOS DE LEVANTE”.
3.La Fiesta de la Vendimia y las exposiciones de maquinaria y productos vinícolas
La Fiesta de la Vendimia, desde sus inicios, organizó anualmente una exposición de material agrícola vinícola. Fue evidente el propósito que animó a los primeros organizadores de la Fiesta y era fácil de prever la importancia que podría tener con el tiempo aquella modestísima exhibición de productos y de material por el viñedo, la bodega y el almacén de vinos. No fue una mera exposición aquella primera y reducida muestra de material vitivinícola, fue algo más. Fue, ante todo “el grito de unos hombres que sabían muy bien a dónde iban y el mejor camino para llegar pronto a la meta soñada”. A la primera exposición le siguió otra más amplia, más completa y más orgánica, pues había ganas de crecer. Y en 1956 llegó la hora de una muestra más amplia que se abría a todas las casas y firmas que, en España, se dedicaban a la fabricación de maquinaria y de productos relacionados con la vid y el vino. Requena les daba la bienvenida por su trabajo dedicado a facilitar “la dura tarea de servir un buen vino cada día mejor. Por vosotros y por la gloria del vino español, Requena os aguarda”.
Fuentes.
Albalate, Luis. Editorial. “La Fiesta de la Vendimia y las Exposición de Maquinaria y Productos Vinícolas”, El Trullo abril de 1956, s.p
Carrión, Pascual. “La mecanización de la viticultura”, El Trullo, septiembre de 1958.
Carrión, Pascual. “La mejora de nuestros vinos”, El Trullo, septiembre de 1951, p. 16.
Carrión, Pascual. “La Estación uval y la feria de Aviñón. Memoria presentada por don Pascual Carrión, que concurrió como delegado de España”, Las Noticias, 23, 24,27, 28,29, 30 de mayo y 1 de junio de 1931.
Carrión, Pascual. “La Fiesta de la Vendimia como medio de mejorar la riqueza Vitivinícola”, El Trullo septiembre de 1950, p. 9.
Carrión, Pascual. “La Fiesta de la Vendimia como medio del progreso vitivinícola”, El Trullo, marzo de 1953, p.16;
Editorial. “Nuestra aspiración. Propagar los vinos de Levante”, El Trullo Extraordinario julio de 1953 p. 3
Sánchez Roda, José María. Editorial. “Levante vendimiador”. El Trullo, septiembre de 1953, p. 3
Bibliografía.
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Mª Carmen Martínez Hernández,. “La Fiesta de la Vendimia en su Historia. Los comienzos 1948-1951”, en Crónicas Históricas de Requena (27 enero 2017).
Pan-Montojo, Juan. “Pascual Carrión: política agraria e ingeniería social”, Historia agraria: Revista de agricultura e historia rural, 43 (2007) 581
Piqueras Haba, Juan. “Estaciones y Escuelas de Viticultura y Enología. La EVE de Requena en el marco español.”, en Oleana. 22 (2007) 672-673.
Piqueras Haba, y Juan. La Estación de viticultura y Enología de Requena. 1911-2011. un siglo al servicio del sector vitivinícola, la formación de enólogos y el fomento del cooperativismo, Valencia, 2011, pp. 127-176
Puig i Vayreda, Eduard. La cultura del vino. Barcelona, 2015.