Se dice, con no poco optimismo, que toda criatura nace con un pan debajo del brazo, algo que por desgracia desmiente en exceso la durísima realidad. En tiempos de elevada natalidad, como los del Antiguo Régimen, la llegada al mundo de una nueva persona se convertía en un motivo de infelicidad, más allá de circunstancias de carácter personal.
Estas amargas situaciones pueden estudiarse con mayor detalle en la Requena de finales del reinado de Carlos III, cuando los libros de contabilidad de propios y arbitrios (los de la hacienda municipal) desvelan una serie de realidades, antes más ocultadas, coincidiendo con la difusión de la filantropía ilustrada en distintos lugares.
En 1782, un tal Manuel Escobar fue juzgado por tirar al río junto a Fernando y María Cebrián, quizá familiares, a una criatura alumbrada por ella. Cómo lo decidieron y sus motivos más concretos no los conocemos.
En este terrible ambiente, el abandono en casas o establecimientos eclesiásticos estaba a la orden del día. El municipio de Requena condujo a los expósitos locales al Hospital de Valencia, entonces una institución de asistencia caritativa. Allí, contó con su propio limosnero en 1784, José Bernabéu.
Los viajes entre Requena y Valencia con las criaturas eran sumamente difíciles. Algunos vecinos y sus esposas se convirtieron en verdaderos agentes de tales traslados. Sabemos de varios casos. José Celda y su mujer condujeron una niña en 1785. Nicolás García Chicano (marido de Josefa Ruiz) llevó otra en 1786, año en el que María Martínez (esposa de Sebastián López) encontró un niño en la ermita de Santa Catalina. De hecho, ella misma lo llevó a Valencia, además de conducir a otra pequeña. Francisco Herrero y su esposa, así como Antonio Gómez y la suya, se incorporaron a estas actividades en 1787.
Eran personas casadas y respetables según la moral coetánea, que por cada traslado recibían la ayuda municipal de setenta y cinco reales. A su llegada al Hospital valenciano, el padre de expósitos les libraba un recibo, triste documento de una realidad espantosa.
Fuentes.
ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE REQUENA.
Libro de cuentas de propios y arbitrios de 1782-1800, nº. 3532.
