El municipio, «piedra en que se apoya la vida del Estado».
El 2 de abril de 1939 se procedió a constituir, en toda España, las comisiones gestoras que rigieron ayuntamientos y diputaciones hasta febrero de 1949, fecha en que se inició un sistema corporativo. En la zona nacional, por decreto de 30 de septiembre de 1936, se habían ido creando comisiones gestoras para sustituir a las corporaciones republicanas[1]. En este decreto se planteó ya que el municipio era la «piedra en que se apoya la vida del Estado». No obstante, el ayuntamiento fue una institución completamente subordinada al Ministerio de la Gobernación. Como parte de una dictadura completamente jerarquizada, el ayuntamiento ocupó el último escalafón de las instituciones franquistas, pero no el menos importante. Señala A. Pérez Enbeita que el ayuntamiento tuvo una importancia capital debido a su cercanía para con el ciudadano y su capacidad para implantar la dictadura a nivel local mediante la propaganda y el control social. Sin embargo, fue una institución completamente subordinada en un régimen muy jerárquico, con un estrecho margen de maniobra y escasa autonomía, supeditada siempre a la superioridad[2].
Los textos legales emanados del nuevo régimen, al terminar la guerra civil, trataron de poner al día los Estatutos de Calvo Sotelo[3] con un contenido autonómico municipal que ni en el momento en que surgieron, en un contexto autoritario, pudieron ser asimilados. Como señala Orduña Rebollo, la realidad fue «que ni aún en el plano puramente convencional, ninguno alcanzó las cotas de autonomía de aquellos»[4]. No obstante, en los «aspectos técnicos de la actividad local no se puede ignorar que los Reglamentos emanados de los Estatutos municipal y provincial estuvieron en vigor hasta pasado el año 1950»[5].
Las comisiones gestoras.
Las primeras gestoras se organizaron bajo el régimen de comisión permanente y ayuntamiento pleno y fueron los gobernadores civiles los encargados de informar de su formación. Fueron comisiones reducidas, formadas solo por el alcalde y los tenientes de alcalde. Estos debían cumplir ciertas condiciones. La más importante, como en otros regímenes precedentes, fue la fidelidad ideológica al líder, en este caso, al Caudillo. Los gestores fueron elegidos entre los mayores contribuyentes de las contribuciones rústica, industrial, pecuaria y utilidades, aunque también podría llamarse a «cualquier persona que, por sus actuaciones o significación personal, pueda estimarse como leal e imprescindible»[6]. Detrás de todo no estaba sino la elección de personas afines y leales, que hubiesen apoyado la causa y la de quienes controlaban los recursos económicos que podían ser coincidentes. Poco después, en octubre de 1937, se publicó la Orden que fijó las reglas para las corporaciones municipales. En ella se indicaba que las personas elegidas deberán ser «no solo afectas al Movimiento Nacional, sino que, sintiéndole hondamente, aporten al mismo en todos sus aspectos e intensidad lo que él requiere»[7]. Se fijaron también con esta Orden el número de personas que habrá de integrar las corporaciones[8].
Una vez finalizada la Guerra Civil, en junio de 1939, una nueva Orden dejaba al gobernador civil el nombramiento de los concejales para municipios de menos de tres mil habitantes si el municipio en cuestión no era cabeza de partido judicial. En los demás municipios, caso del de Requena, los nombramientos se realizaron desde el Ministerio de Gobernación. De esta manera, el Gobierno siguió controlando totalmente la composición de las comisiones gestoras, ya fuera directa o indirectamente.
El gobernador civil.
La tónica general de las comisiones gestoras en la administración local fue el sometimiento total a las directrices de Madrid vía gobernador civil, constituido en la primera autoridad provincial y con un poder casi absoluto. La Orden de octubre de 1937 dejó clara la centralización del nuevo estado, ya que fue el Gobierno central el que decidía qué personas eran las adecuadas para cada caso, según la propuesta hecha por el gobernador civil que, además, contó con el informe del Jefe local de FET y de las JONS[9], el Jefe del puesto de la Guardia Civil y el Jefe provincial de FET y de las JONS, también podían tener en cuenta la opinión de «personas que, por su independencia, puedan ofrecer garantía en el asesoramiento»[10].
Al frente del ayuntamiento se encontraba el alcalde, nombrado por el gobernador y, por tanto, de absoluta confianza para las autoridades gubernamentales. Siempre que aparece el gobernador civil es en clara y directa relación con el Gobierno de Madrid y con el partido —único o hegemónico— que lo apoya. Esto es algo perfectamente constatable desde la Dictadura de Primo de Rivera, la República y hasta recientes fechas democráticas. Iniciado el Movimiento Nacional, el gobernador civil será también jefe provincial del Movimiento, según los Estatutos de fet y de las jons de 1937, modificados en 1939.
En las sesiones constitutivas de las corporaciones locales estaba presente el gobernador civil. En aquellos momentos, la máxima autoridad provincial solía pronunciar un discurso en el que manifestaba unos principios programáticos, parte de la ideología del franquismo y, también, un acertado conocimiento de la vida local y sus problemas. En líneas parecidas se pronunciaron en discursos, más o menos breves, los alcaldes en su toma de posesión o en el relevo de cargos.
Cabe destacar el papel de los gobernadores como correa de transmisión entre el poder central y el local[11], puesto que, si bien impusieron las disposiciones del Gobierno de Madrid, también es cierto que transmitieron los problemas locales a la capital y manifestaron ser buenos conocedores de la problemática local[12]. Este importante papel desarrollado por el gobernador en la administración local permite entender que su nombre fuese utilizado para bautizar edificios públicos como escuelas, grupos de viviendas, incluso que el ayuntamiento llegase a nombrarlo hijo adoptivo de la ciudad. Como sucedió en Requena con el gobernador civil de Valencia, Ramón Laporta Giró[13].
La Comisión Gestora de Requena de 1939.
El 2 de abril de 1939, el capitán Juan Ramírez Fernández del Cuerpo Jurídico Militar, en nombre del General Jefe del Cuerpo del Ejército de Castilla, nombró una Comisión Gestora Provisional de Requena integrada por: el alcalde-presidente, Nicanor Armero Iranzo, y los concejales Nicolás Agut Sastre, Julio Lorente Gil, José Roda Ricart, Manuel Gómez García y Nicolás Navarro Navarro. Como secretario, Manuel Fillol Palop. Los nombramientos tenían carácter provisional y solo subsistirían hasta que las autoridades que designase el Ministerio del Interior procediesen a la constitución definitiva de dichas corporaciones[14]. En caso de producirse vacantes, se pondría en conocimiento de la Auditoría de Guerra del Ejército de Ocupación.
En la primera sesión, la Comisión Gestora abordó las cuestiones que en aquel momento eran prioritarias para iniciar la vida municipal, como fueron la adhesión a los vencedores de la guerra y el homenaje a los caídos. Y procedió a cumplimentar lo ordenado por la superioridad: facilitar a la autoridad militar judicial la relación detallada de todos los «elementos rojos destacados»; destituir a todos los funcionarios municipales que habían colaborado con los ayuntamientos rojos y comprobar su desafección a la Causa Nacional, sin perjuicio de seguir los demás trámites legales, como la reintegración a sus cargos del personal municipal postergado por los «rojos» ; depurar el personal municipal y realizar nuevos nombramientos para la rápida normalización de todos los servicios. Se designó una comisión para atender todas las denuncias que se suscitasen y aquellos informes que reclamase la autoridad militar correspondiente[15].
La delimitación de las responsabilidades políticas no fue competencia de las instituciones locales, pero, como con tantos otros asuntos, en aquel momento debió encargarse del mantenimiento de los consejos de guerra[16] y del cobro de las multas resultantes de cualquier sanción impuesta. Tarea a la que la Gestora de Requena tuvo que proceder en el caso de José García Tomás, que había sido alcalde-presidente del Consejo de Requena en 1936.
Finalizada la guerra, el delito de rebelión militar se amplió a conductas carentes de relevancia política, se consideró delito de rebelión a todo lo que se opuso al alzamiento del Ejército y la Causa Nacional del 18 de julio de 1936 y que, por tanto, formaba parte de lo que vino a denominarse ‘rebelión marxista’.
En la sesión del 17 de junio de 1939 se leyó el escrito del Comandante Militar de la plaza, Manuel Angulo, Teniente Coronel del Ejército, en el que informó a la corporación de las multas impuestas a las personas que habían firmado un escrito en favor de José García Tomás, procesado como «destacado elemento rojo»[17]. García Tomás había sido vicepresidente primero en la Comisión Gestora desde el 22 de febrero de 1936 y alcalde-presidente desde el 2 de junio al 27 de noviembre de 1936, efectivamente lo fue el 18 de julio, los días del Glorioso Movimiento Nacional en la zona sublevada, pero también los días en que la autoridad republicana se vio desbordada por el empuje de un poder revolucionario totalmente descontrolado. Fue un hombre bien considerado en Requena, de hecho, el escrito en su defensa lo firmaron cuarenta personas de diferentes situaciones profesionales, estatus económico y opción política. Incluso aquellos días salvó la vida de personas de las de derechas en Requena[18]. Pero, para el Comandante Militar, el escrito a favor de José García significaba en aquellos momentos «pedir impunidad, precisamente en circunstancias que nadie debe titubear en su colaboración con la justicia por el esclarecimiento de los hechos y depuración de personas y conductas». El escrito iba acompañado de la relación de firmantes multados. Las multas oscilaron entre 250 y 25.000 pesetas, el total ascendió a 167.450 pesetas[19]. En agosto, la Comisión Gestora declaró nulos todos los acuerdos de los ayuntamientos rojos[20]. La ilegitimidad del Gobierno republicano se retrotrajo al 19 de febrero de 1936.
Los problemas del municipio de Requena fueron más allá de las cuestiones gubernativas, de ello dio fe Nicanor Armero en 1943 cuando dejó la alcaldía, indicando que al hacerse cargo de ella se encontró con la caja municipal totalmente exhausta, con un grave problema de paro obrero y con un sinfín de problemas planteados que se fueron resolviendo poco a poco con la colaboración de todos los requenenses de buena fe, a quienes expresó su agradecimiento. Bajo el mandato del alcalde Nicanor Armero se iniciaron las obras de ensanche, saneamiento, urbanización y ornato público que, en aquello momentos, fueron considerados como lo «más importante que ha conocido Requena»[21].
Nicanor Armero y los gestores cesaron en sus funciones el 24 de noviembre de 1943, fecha en la que se constituyó la nueva Gestora municipal, en cuyo acto el gobernador civil ensalzó «la labor realizada por el alcalde saliente, de quien dijo que había sido modelo de alcaldes en la provincia de Valencia», pero que «los cargos agotan a las personas y hay que tener presente que el Sr. Armero ha actuado en Requena cerca de cinco años»[22].
La Comisión Gestora de 1943 y la Falange.
En 1943 el nuevo gobernador civil de Valencia fue Ramón Laporta Girón, proclive al nacional-sindicalismo, y renovó los miembros de los ayuntamientos. En Requena, la nueva Gestora quedó integrada por los vecinos Eduardo García Viana, Justiniano Navarro Navarro, Demetrio Parra Sáez, Luis Cárcel Ramón, Felipe Guijarro Monsalve, Saturnino Sánchez Masiá, Juan Pérez-Duque Cuevas, Juan Collado Vicente, Rafael Pi González, Rafael González López, Basilio Mayor Linares y Mariano Pérez Gimilio, que habían sido nombrados por el gobernador y aprobados por el Ministerio[23]. El alcalde en esta comisión aparece ya como Jefe Local de FET y de las JONS.
El alcalde-presidente de la nueva Comisión Gestora, Eduardo García Viana, manifestó hacerse cargo de la alcaldía en cumplimiento de un deber, así se lo ordenaron. En su discurso expresó su nítida vinculación con Falange y pidió al pueblo de Requena «menos indiferencia y que se aproxime más a Falange, pues muchos no la conocen»[24]. La edad media de la nueva Gestora presentaba un predominio de personas jóvenes, lo que podría tildarse de poca experiencia y capacidad, dada la juventud de los componentes de la mismo; no obstante, él afirmó que «pueden estar seguros que sabrán cumplir con nobleza y en todos los aspectos los deberes que se les han impuesto pues harán honor al uniforme que visten»[25].
Por su parte, el gobernador civil, que presidía el acto, tradujo en su discurso el neto predominio de la Falange en aquellos momentos y el rechazo a la vieja política, indicando que renovación o relevo no era lo mismo que destitución y que la renovación se hacía porque la Gestora estaba incompleta. También «hizo ver la diferencia entre este relevo y las destituciones y nombramientos de la vieja política y dijo que veía con entera satisfacción que esta vez se hacía sin quejas, sin antipatías y sin censuras ni agravios»[26]. Puso de relieve que la nueva Gestora tenía un «matiz netamente falangista y que esto no quiere decir que los salientes no lo fueran, sino que la nombrada, al ser más numerosa, estaba constituida por más miembros de Falange»[27].
Respecto a las palabras que el alcalde García Viana había pronunciado en relación a la posible inexperiencia que algunos achacarían a la juventud de la mayoría de los gestores, el gobernador dijo que «esa juventud era quien trajo el 18 de Julio y el triunfo del Movimiento y, como consecuencia, la salvación de España»[28]. Y a los integrantes de la nueva Gestora les hizo ver la responsabilidad que contraían con este acto y que iban para el sacrificio y el servicio, dándoles como consigna el cumplimiento de los veintiséis puntos de FET y de las JONS, tanto en su vida pública como en la privada.
En cuanto a su análisis de la realidad local, el gobernador manifestó que «Requena tenía cosas que para sí quisieran muchas capitales de provincia, pero también que tenían problemas muy importantes para resolver como era el de la enseñanza, pues no tenía ni locales ni maestros, sin que ello significase menosprecio alguno al Magisterio, al contrario dijo que merecía todo su respeto y su cariño; hizo hincapié sobre el problema religioso, pues hace falta que España sea verdaderamente católica; y en cuanto a las reformas de saneamiento, emplazó a la nueva Corporación para que, en el término de noventa días, diese principio a las obras de abastecimiento de aguas. Ordenó que no se hiciera política, ya que la guerra había venido por culpa de las Derechas y las Izquierdas, que el Movimiento lo ha traído la Falange y que en España ya no hay más que españoles, diciendo que están muy equivocados los afiliados al Partido que crean que para ellos son todas las ventajas, pues al Partido se viene con espíritu de sacrificio y a trabajar y que el señor que no pertenezca al mismo es tan respetable como cualquier otro, procurando de una manera noble atraerle y abrirle los brazos» [29].
También habló del problema de justicia social y «exhortó a los patronos a que se hagan cargo de la situación que atraviesan los obreros y le sugieren las condiciones de vida, terminando con su explotación y dándose cuenta los últimos de la obligación que tienen de trabajar y laborar por el engrandecimiento de la Patria y para ello, han de dar el rendimiento debido en el trabajo que les ordenen sus patronos». Encargó al Ayuntamiento la solución de todos los problemas reseñados y dijo que «si la labor era ingrata habría que sufrirla como falangistas», pidiendo la colaboración del pueblo y haciendo votos por el engrandecimiento de Requena. Su salutación final no dejó duda alguna de que el Jefe de Falange era el Caudillo: «Seguidamente Su Excelencia el Sr. Gobernador, dijo: En nombre del Caudillo, Jefe del Estado, Generalísimo de los Ejércitos y Jefe Nacional de FET y de las JONS »[30].
El alcalde García Viana promovió desde la alcaldía importantes mejoras urbanas para Requena, como fueron el estadio municipal, junto a la reconstrucción de la plaza de toros, que había sufrido importantes daños durante la guerra; la creación de la primera Policlínica municipal; y la Escuela de Orientación y Aprendizaje Industrial[31]. El 25 de mayo de 1946 presentó su dimisión del cargo de alcalde. Basó su dimisión en el largo tiempo en que venía ejerciendo como tal, «juntamente con el de Jefe Local del FET y de las JONS que le embargaba todas las horas del día sin poderse dedicar a su profesión que tenía completamente abandonada»[32]. Dimisión que fue aceptada el 1 de julio, siendo designado como alcalde accidental el teniente de alcalde Justiniano Navarro Navarro, que prosiguió en el cargo hasta el 4 de septiembre de 1946[33].
La Comisión Gestora de 1946.
El 14 de septiembre de 1946 se constituyó una nueva Gestora formada por Justiniano Navarro Navarro, como primer teniente de alcalde; Julio Masiá López, como segundo teniente de alcalde, y Marcelino Martínez González, como tercer teniente de alcalde. Los gestores fueron: Felipe Guijarro Monsalve, Juan Pérez-Duque Cuevas, Rafael González Crespo, Basilio Mayor Llinares, Mariano Pérez Gimilio, Manuel Cobo Monsalve, Luis Lucio Martínez Iborra, Antonio Valle Pérez; Juan Nepomuceno Casero Cava. El alcalde-presidente, José María Gimeno Puchades, designado por el Gobierno Civil, tomó posesión el 19 de noviembre de 1946[34] y permaneció en el cargo hasta el 5 febrero de 1949.
Durante el gobierno de esta Gestora se acometieron las obras de construcción de la cárcel del partido judicial y se continuó con la reconstrucción de la plaza de toros, viviendas para maestros, el alcantarillado del Camino de los Asnos, la permuta del solar que era propiedad de las monjas agustinas recoletas de la ciudad, la instalación de la biblioteca pública municipal, la cámara frigorífica para el nuevo mercado, y la escuela Ramón Laporta.
Cuando José María Gimeno cesó en sus funciones en la Comisión Gestora municipal, se despidió de sus compañeros de consistorio y les manifestó que, con la colaboración entusiasta de todos ellos, «había logrado dar cima a los propósitos que animaron a este ayuntamiento cuando se constituyó, completando y perfeccionando lo hecho por sus antecesores y dejando en marcha otros vitales problemas que tiene Requena planteados»[35]. A su vez, confiaba que «el alto entusiasmo y competencia del nuevo alcalde, el Sr. Collado, y el de los requenenses que constituirían, a partir del día siguiente, el nuevo ayuntamiento, lograrán un éxito contundente en dar cima y solución a tales problemas que tanto pueden redundar en provecho de Requena»[36].
La Ley de Bases de Régimen Local de 1945 permitió la celebración, en el otoño de 1948, de las primeras elecciones municipales de la democracia orgánica que abrieron un nuevo periodo en la historia municipal con la elección de los concejales por el sistema de tercios[37]. El 5 de febrero de 1949 tomó posesión como alcalde y presidente de la Comisión Gestora municipal Heliodoro Collado Vicente, designado por la superioridad[38]. Al día siguiente, el 6 de febrero, se constituyó el Ayuntamiento en Pleno.
[1] Decreto núm.140. Disponiendo que las Comisiones Gestoras Municipales de poblaciones de más de veinte mil habitantes que se constituyan en lo sucesivo se organicen bajo régimen de Comisión Permanente y ayuntamiento Pleno. B.O.E., 02/10/1936, nº 33, p. 130. Citado por Pérez Enbeita, A.: El poder local en el primer franquismo. Análisis prosopográfico de los miembros del ayuntamiento de Bilbao y su gestión político-administrativa (1937-1959). Tesis doctoral dirigida por Mikel Urquijo Goitia, Universidad del País Vasco, Leioa (Bizkaia), 2019, p. 33.
[2]Pérez Enbeita, A.: El poder local en el primer franquismo…, p.40.
[3]Estatuto Municipal de 1924 y Estatuto Provincial de 1925 emanados durante la dictadura primorriverista.
[4] Orduña Rebollo, E.: «Historia del municipalismo español (XVIII). Un siglo de municipalismo. El municipio franquista», en La Administración al día (14/03/2012). Consulta (15-06-2020):http://laadministracionaldia.inap.es.
[5] Orduña Rebollo, E.: «Historia del municipalismo español…».
[6] Vid. Pérez Enbeita, A.: El poder local en el primer franquismo…, p. 34.
[7] Orden. – Reglas para la Organización de las Corporaciones municipales y provinciales. B.O.E., 03/11/1937, n.379, pp.4156-4157. Citado por Pérez Enbeita, A.: El poder local en el primer franquismo…, p.34.
[8] Tal y como dispone la Orden: hasta 500 habitantes, tres. De 501 a 1.000, cinco. De 1001 a 3000, siete. De 3001 a 6000, nueve. De 6001 a 11000, once. De 11001 a 25000, trece. De 25001 a 50000, quince. De 50001 a 100000, diecinueve. De 100001 a 300000, veintiuno, y de ahí en adelante, veintitrés. En el caso de Requena, le correspondieron 13.
[9] FET y de las jons. Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista. Partido único del régimen franquista.
[10] Orden. – Reglas para la Organización de las Corporaciones municipales…, p.4156.
[11] Sánchez Brun, G.: «El mensaje político de los gobernadores civiles turolenses (1936-1961)», en II Encuentro de Investigadores del Franquismo. Alicante, mayo de 1995, I, p.205.
[12] Problemática puesta de relieve en las memorias anuales de los Gobiernos Civiles. Vid. Ortiz Heras, Manuel: «El liderazgo de los gobiernos civiles como institución básica de la Administración provincial»,en II Encuentro de Investigadores del Franquismo. Alicante, 1995, I, p.182.
[13] Incluso se compuso un pasodoble titulado así: Laporta Girón, del compositor José Ripoll Tormo. Información suministrada por Marcial García Ballesteros.
[14]Ayuntamiento Nacional de Requena. Libro de Actas, 2 de abril de 1939.
[15] Ibíd., 12 de abril de 1939.
[16]«A Mariano Tena por servicio de comida a los señores componentes del Consejo de Guerra 188 pesetas». Ibíd., 30 de septiembre de 1939.La Hospedería de Mariano Tena aparece en la prensa de los años 20 en García Ballesteros, M.: «Bares, Mesones y Fondas de nuestros abuelos (1)», en Crónicas Históricas de Requena, (22 de junio de 2020).
[17]«Destacado elemento rojo de esta, alcalde en los días de Glorioso Movimiento Nacional y dirigente del Comité Ejecutivo cuando se perseguía y asesinaba impunemente a las personas de derechas». Ayuntamiento Nacional de Requena. Libro de Actas, 17 de junio de 1939.
[18] Según declaración verbal de doña Carmen Hernández Ibáñez, testigo presencial de los hechos.
[19]Ayuntamiento Nacional de Requena. Libro de Actas, 17 de junio de 1939.
[20]Ibíd., 12 de agosto de 1939. El decreto 89 de 1 de noviembre de 1936 declaraba la ineficacia de la legislación del Gobierno rojo con posterioridad al 18 de julio, declaración que fue ratificada en 1939 dado «que el triunfo obliga a dar asentamiento definitivo a lo que en los comienzos de la lucha fue elemental previsión», con ello se retrotraía la ilegitimidad del Gobierno republicano hasta el 19 de febrero de 1936. A.G.A. Serie Gobernación. Exp. «Comisión sobre ilegitimidad de los poderes públicos actuantes en 18 de julio de 1936».
[21]Programa de Feria y Fiestas de Requena. Septiembre de 1939. Año de la Victoria.
[22]Ayuntamiento Nacional de Requena. Libro de Actas, 24 de noviembre de 1943.
[23]Id.
[24]Id.
[25]Id.
[26]Id.
[27]Id.
[28]Id.
[29]Id.
[30]Id.
[31]Bernabéu López, R.: Historia crítica y documentada de la ciudad de Requena. Gráficas Molina, 1982, p. 492.
[32]Ayuntamiento Nacional de Requena. Libro de Actas, 29 de mayo de 1946.
[33]Ibíd., 3 de julio de 1946.
[34]Ibíd., 19 de noviembre de 1946.
[35]Ibíd., 5 de febrero de 1949.
[36]Id.
[37] García Ramos, D.: Instituciones y vida política durante la Guerra Civil y el Franquismo. Palencia (1936-1975). Tesis doctoral dirigida por Pablo García Colmenares. UNED, 2003.
[38]Ayuntamiento Nacional de Requena. Libro de Actas, 5 de febrero de 1949.
