El campo tiene sobrados motivos para quejarse. En un mundo global, nuestros agricultores tienen que pagar 75 euros de salario para conseguir 50 solamente, mientras que sus competidores pagan sueldos del orden de 10 euros. Se les pagan productos como la patata a razón de 15 céntimos el kilo, pagado a 1´50 euros por el consumidor en una gran superficie comercial. Así es imposible aguantar.
Quizá algunos puedan decir que los agricultores son una especie en extinción, que no ha sabido adaptarse a la nueva realidad. Tal aseveración ignora el enorme esfuerzo de muchas familias en jornadas de trabajo y en gastos de todo tipo. Los agricultores son a día de hoy, especialmente, trabajadores muy especializados para producir más y mejor. La “recompensa” a semejante logro ha sido mermar su diversificación productiva y someterlos a los dictados de las grandes empresas comercializadoras.
Por todo esto y mucho más, por la DIGNIDAD se han manifestado hoy en la ciudad de Valencia miles de agricultores. De nuestra comarca han partido de buena mañana autobuses para acudir a la manifestación, además de muchos vehículos privados. No se les puede tomar en broma, pues defienden el pan de sus familias y un futuro mejor para el país.
En La Tertulia de Radio Requena, el presidente comarcal de AVA-ASAJA Luis Julián Pérez Lázaro defendió la necesidad de una política de Estado, con mayúsculas, en defensa de la agricultura española. Aquí los colores políticos no tendrían que ser un obstáculo para la defensa del bien común. Deberían adoptarse medidas, a su juicio, como una Ley de Precios Agrícolas que compensara cualquier caída de los mismos por los seguros, tan dependientes del Ministerio.
De no aplicarse medidas eficaces con rapidez, se corre el peligro cierto de la defunción de nuestro sector primario, uno de los motores de nuestras exportaciones más cotizadas y uno de nuestros rasgos culturales más caracterizados.
De perderse, el problema de la despoblación que va aniquilando nuestros núcleos de población se agravaría sin remedio. Más de la mitad del territorio nacional se encuentra así, postrado, y resultaría más vulnerable si cabe. La conexión entre los males del sector primario y la despoblación es evidente y fue resaltada en la Jornada del 12 de febrero en Venta del Moro, organizada por la Cátedra Avant. Cuidar de la preparación de las personas que el día de mañana se puedan hacer cargo del campo es necesaria, así como cambiar no pocos atavismos de nuestra mentalidad, pero también promover un banco de tierras y viviendas responsable, a disposición de la gente interesada, y ajustar nuestra fiscalidad y leyes a nuestra realidad rural, en línea con lo propugnado por el Manifiesto de Jaraguas.

El campo se ahoga y quiere soluciones. Sus gentes las reclaman y proponen algunas tan acertadas como sensatas. Hora es que se les escuche y dé satisfacción por parte de toda administración responsable que responde ante la ciudadanía.