Un recuerdo de los tantos que nos trae la memoria a los que ya acumulamos muchos años, es el de las casetas o capillas que formaban el antiguo Viacrucis, hoy por desgracia desaparecido, que se hallaba en la cuesta de subida hacia nuestro cementerio.
Haciendo historia a este respecto, recordaremos que de antiguo existió otro Viacrucis que, arrancando más o menos desde donde hoy está el Teatro Principal, llegaba a las puertas del convento de San Francisco, en el barrio de La Loma. De ahí que la calle que nace en lo que hoy es la plaza de Valentín García Tena fuera conocida popularmente como calle de las Cruces.
Este antiguo Viacrucis fue destruido en los años 30 del siglo XIX, como consecuencia de los avatares de la primera guerra carlista. Requena se convirtió durante ese conflicto en objetivo prioritario de los ejércitos carlistas que anduvieron por la zona y que en varias ocasiones cercaron la entonces villa. Esa situación de constante peligro obligó, bajo una estrategia defensiva, a derribar dichas casetas, para evitar que los atacantes, parapetándose en ellas, pudieran acercarse al muro que defendía la población por aquella zona.
Años después, en 1847, a propuesta del entonces teniente alcalde José Jordá Marín y con el apoyo de otros requenenses, se decidió construir un nuevo Viacrucis a ambos lados del camino que, desde el puente de Santa Cruz, subía hacia la ermita de la Caridad y el cementerio. En cada una de las catorce casetas que lo componían se podían ver retablillos de cerámica que representaban las estaciones de la Pasión de Cristo
Dicho Viacrucis subsistió, pese al paso de los años, hasta hace algunas décadas, cuando el abandono, el gamberrismo y el saqueo empezaron a hacer de las suyas. Pero la puntilla la dio algún responsable municipal, que tuvo la “gran idea” de demoler casi todo el Viacrucis para, según se dijo, poder aparcar mejor los coches. Las necesidades de una modernidad mal entendida, como en tantísimas ocasiones, hizo desaparecer una pieza más de nuestro patrimonio. Hoy en día, quizás por casualidad, se conserva un solo testimonio de ese Viacrucis, una de las capillas, aunque eso sí, sin sus artísticos azulejos, que como todos los demás fueron robados o destrozados.
