La consecución de medicinas o de elementos medicinales ha resultado harto complicada en más de una ocasión. Ha puesto a prueba la capacidad de numerosos poderes y administraciones deseosas de librar a sus poblaciones, con muy diversos grados de derechos, de los males de la enfermedad, que a su vez ha quebrantado (y quebranta) la fortaleza de su cuerpo social.
Durante la Pequeña Edad de Hielo, más variada de lo que en ocasiones se presupone, el frío castigó Requena, como a todo el continente europeo, pero también la sequía, muy condicionada por las oscilaciones de la circulación general atlántica. En el estío de 1724 fue lacerante. A 13 de julio se tuvieron que reducir las tres legonadas dispensadas por las fuentes de Rozaleme y la de Reinas a dos. Se acortaron en consecuencia las tandas de veinticuatro a dieciséis horas, cuando las paredes de sus cercas se encontraban arruinadas. La vigilancia se encareció para que el agua de una tanda no pasara a otra.
El pozo de nieve tampoco rindió los beneficios esperados, y ya a comienzos de mayo se había obligado a su arrendatario Miguel Rabal a disponer balsas de hielos para recoger al menos algo. El 21 de septiembre de 1719 se arrendó sexenalmente, con la promesa de satisfacer 1.725 reales al año.
Sin embargo, el 28 de julio de 1724 los médicos Ignacio Martínez y Gabriel Serrano dieron la voz de alarma al corregidor sobre la carencia de nieve para usos medicinales. No hubo más remedio que buscarla.
El comisionado Carcajona dio con dieciocho cargas, a cuatro reales la arroba, en el ventisquero de Aliaguilla. Los dispendios del transporte, al precio de doce reales por carga, y la pérdida de seis arrobas encarecieron el coste a ochenta y cuatro reales. Como la venta a dos cuartos de libra rendía treinta y seis reales, se cifraba el pasivo para el municipio en cuarenta y ocho, una suma que se propuso repartir entre el vecindario, sin excepción para el cabildo eclesiástico.
Dada la situación, se llegó a pensar a que al menos treinta particulares hicieran postura de nieve, pues a 3 de agosto las calenturas eran muy graves. Lograr tal elemento medicinal fue entonces tan difícil como costoso.
Fuentes.
ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE REQUENA.
Libro de actas municipales de 1724 a 1730, nº. 3264.
