El reinado de Carlos V dejó a Requena un importante legado, que podemos apreciar a través de tres casos muy concretos.
El primer caso, el de la limitación de prebendas caballerescas tras un reinado calleresco, se centra alrededor de un traslado de una real provisión. Está recogido en el Archivo Histórico Nacional (Diversos, Mesta, 173, N. 1e-3). Es, por tanto, un documento histórico de naturaleza jurídica. Su autor último fue el rey, en este caso Carlos V. Fue redactado el 26 de enero del año 1551 en Madrid con motivo de una querella entre el Concejo de la Mesta y los caballeros de la villa de Requena resuelta en la Real Audiencia. En el documento se confirma la supresión de los derechos de borra y asadura que el Rey Pájaro, representante de los caballeros de Requena, cobraba a todos ganadero que entraba con su ganado en los términos de la villa. Además, se obliga al mismo a devolver todos los beneficios obtenidos a costa de dicho derecho.
En Navidad, los caballeros de la nómina de Requena, quienes entre 1537 y 1550 gozaron de un fuerte poder en la villa, tenían la costumbre de nombrar a lo que ellos llamaban el Rey Pájaro, un representante elegido de entre ellos que se encargaría de cobrar el derecho de borra y asadura a todos los ganaderos que pasasen por la villa de Requena, con la excusa de proteger al ganado. El Honrado Concejo de la Mesta, que veía claramente amenazados sus privilegios, se quejó y acudió a los tribunales. Finalemente, consiguió la supresión del privilegio de los caballeros de Requena a ejercer el derecho de borra y asadura. Esto es un claro ejemplo de las limitaciones al poder de los caballeros de la villa y del fortalecimiento y la consolidacicón del poder real a finales de la España de Carlos V.
La dinastía de los Austrias, encabezada en España con Carlos, encaminó todas sus actuaciones hacia la centralización del poder en manos de la monarquía y la consolidación del Estado Moderno. Para ello, Carlos V, siguiendo con el legado de los Reyes Católicos y el denominado «autoritarismo regio», intentó ampliar su poder y monopolizarlo recurriendo a juristas y tratadistas que tratarían de legitimizarlo. Así, desarrolló la burocracia, la administración y la Hacienda Estatal y monopolizó el ejercicio militar ante la necesidad de ejércitos permanentes para hacer frente a las constantes guerras derivadas de la política exterior. [1]
El segundo caso, el del interés por la enseñanza en nuestro Siglo de Oro, se constata a través de un fragmento de las actas municipales de 1546-1549 de la villa de Requena, recogidas en el Archivo Histórico Municipal de Requena. Tiene entrada del 3 de septiembre de 1553. Es un documento histórico de naturaleza política y el autor no es otro que el ayuntamiento de Requena. En el acta se aprueba el asentamiento de un maestro en la villa. Tras haber confirmado el jurado y los regidores que el maestro Valdés había pagado la cantidad estipulada para poder residir en la villa, se le asignó un salario de cuatro ducados al año y una casa. Además, en el acta también se recoge el hecho de que fuese el jurado de la villa, Miguel Sánchez, el encargado de pagar al nuevo residente y maestro de la villa.
En el siglo XVI, la inmensa mayoría de la población española era analfabeta, puesto que la cultura escrita estaba reservada para una minoría culta, formada por clérigos, nobles o burgueses. El motivo principal era que, desde muy temprana edad, los hijos de campesinos debían ayudar en el trabajo de la tierra. No obstante, gracias a la influencia del humanismo, una corriente ideológica nacida con el Renacimiento en Italia ya en el siglo XIV, que le daba mucha importancia a la educación para formar a unos ciudadanos perfectos, se llevó a cabo una cierta «culturalización» de la población. De ahí, en parte, el interés por crear escuelas y universidades, en las que, además, se formarían los futuros funcionarios capaces de desempeñar las misiones administrativas y burocráticas que requería la nueva y muy potente organización del Estado. Hay que destacar que las instituciones que se crearon con el objetivo de «culturalizar» afectaron, en mayor medida, a las clases medias y altas y solo, en muy raros casos, a las clases menesterosas.[2]
El tercer caso, el del modelo de arquitectura civil del puente de Córdoba, también se aprecia por un fragmento de las actas municipales de 1546-1559 de la villa de Requena, recogidas en el Archivo Histórico Municipal de Requena. Tiene entrada del 10 de marzo de 1555. Es un documento histórico de naturaleza política y su autor es de nuevo el ayuntamiento de Requena. En dicha acta se recoge la posibilidad de reconstruir el puente del Pajazo, a imitación del de Córdoba.
El puente del Pajazo se encuentra bajo el actual embalse de Contreras y ha sido una de las principales infraestructuras en el camino entre Valencia hacia la Meseta y la Corte. Aunque es probable que el paso de Pajazo ya fuera utilizado en época romana, en época medieval y moderna, contectaba la villa de Requena con la ciudad de Cuenca.
Dada su ubicación en una zona de paso entre Castilla y Valencia y la costa mediterránea, la villa de Requena fue aduana y puerto seco desde 1264 en la frontera de Castilla. Sin duda, para Requena era esencial mantener en buen estado la infraestructura caminera y de puentes de su alfoz, pues suponía, junto con las dehesas, una de las principales fuentes de ingresos municipales.
Uno de los grandes obstáculos en el paso entre Castilla y Valencia era el río Cabriel. El Puente de Pajazo junto con el de la Puenseca, Vadocañas y, posteriormente, el de Contreras era uno de sus escasos pasos. No obstante, “la” Puente de Pajazo fue el principal, pues era el único por el cual se percibían los derechos de pontaje, pasaje y peaje y el que, además, se ubicaba en el camino real más utilizado. Por una parte, estos ingresos los recibía la villa de Requena y, por otra, Dª Elvira de Jaraba, su marido el Comendador Diego de Aguilera y sus sucesores (Condes de Mora en el s. XVIII).
El Puente de Pajazo fue derribado en numerosas ocasiones por las crecidas del río y, tras ellas, los propietarios del puente, entre ellos el Concejo de Requena, intentaron siempre su reconstrucción para no perder los beneficios que suponía.[3]
Para la reconstrucción del puente que se llevaría a cabo en 1553, se intentó tomar como modelo arquitectónico el puente romano de Córdoba, que al igual que toda obra romana fue motivo de interés y de inspiración para los artistas del Renacimiento.
La llegada de un rey extranjero que a penas conocía el idioma, que estaba rodeado de consejeros flamencos que ocuparon los puestos más destacados en la Corte y que subía los impuestos para ser coronado emeperador, provocó un gran descontento entre la población castellana, que reaccionó de forma inmediata a través de la llamada sublevación de las Comunidades de Castilla (1520-1522). Paralelamente, en el reino de Valencia y las Baleares tuvieron lugar las Germanías (1520-1522), resultado del descontento social entre las clases populares enfrentadas con la oligarquía urbana y la nobleza. Ambos conflictos comportaron tensión, desorden social e importantes pérdidas económicas que trajeron una posguerra marcada por la pobreza y el hambre. Tras esta, a la par con el resto de Europa, España experimentó una fase de expansión traducido en un crecimiento demográfico y económico, gracias, a su vez, al crecimento de la agriculutura propiciado por el aumento de la demanda americana y el desarrollo de la ganadería y, en cierta medida, de la industria textil y de la siderurgia. No obstante, cabe destacar que este crecimiento sería insuficiente, ya que contó con unas bases muy débiles que harían que en el último cuarto del siglo la situación se invirtiese.[4] [5]
Gracias a la influencia del humanismo y de su preocupación por la educación, durante el reinado de Carlos V se llevaron a cabo ciertos esfuerzos por «culturizar» y educar a al población. De ahí, en parte, que este siglo coincida, además, con lo que se ha denominado Siglo de Oro, un periodo de máximo desarrollo de las letras y las artes, que contrasta con la profunda y compleja crisis política, económica y social que se vivía por aquel entonces. Este desarrollo fue posible gracias a la fase de expansión que experimentó España a partir de los años veinte del siglo XVI, que después se trastocaría. Juan Luis Vives, los hermanos De Valdés o Francisco de Vitoria fueron de los primeros en comenzar a destacar en el ámbito literario durante el llamado Siglo de Oro español. Cabe destacar que, todos ellos, al igual que lo serían un poco más tarde Martín de Azpilcueta o Tomás Mercado, gozaban de una posición acomodada en la sociedad. En este siglo, las ciencias experimentales comenzaron a florecer y surgieron importantes centros de estudio como la Casa de la Contratación en Sevilla o la Biblioteca del Escoarial. Otros autores pertenecientes al XVI que no podemos olvidar son Garcilaso de la Vega, Fray Luis León y Teresa de Jesús. En este contexto, surgió con fuerza el género de la picaresca, cuyo mejor ejemplo es El Lazarillo de Tormes (1554), fiel reflejo de los cambios que la sociedad empezó a experimentar a partir de ese momento.[6]
De esta forma, vemos como el siglo XVI en España fue un siglo a caballo entre la crisis y el desarrollo, entre el final de la Edad Media y los inicios de la Modernidad.

[1]https://www.historiasiglo20.org/HE/6.htm (Fecha de consulta: 02/04/16) [2]https://www.historiasiglo20.org/HE/6.htm (Fecha de consulta: 02/04/16) [3]https://www.ventadelmoro.org/historia/comarca/puentedepajazoeltrullo.html (Fecha de consulta: 03/04/16) [4]https://www.historiasiglo20.org/HE/6.htm (Fecha de consulta: 02/04/16) [5]ANTONIO CABEZA RODRÍGUEZ:»La expansión demográfica del largo siglo XVI. El auge de la ciudad. La sociedad», dentro de Historia del Mundo Moderno, coordinado por Luis Antonio Ribot García. Ed.Actas, Madrid, 1992. [6]https://sobrehistoria.com/el-siglo-de-oro-espanol/ (Fecha de consulta: 02/04/16)