EL PONTÓN Y SU AGRICULTURA.
Los jóvenes y la tierra.
Hugo Almodóvar Fuster.
La agricultura de El Pontón se asemeja a la del resto de su comarca, con el predominio de la vid, el olivo, la almendra y otros de huerta. Su mayor singularidad reside en los hortelanos: patatas, cebollas, ajos, habas calabazas, etc., que en muchas ocasiones son para consumo propio.
Con todo, la marcha de la juventud perjudica su conservación, así como la transformación de las huertas regadas por acequias, como la del Judío y la del Molino, que se abastecen de las aguas del río Magro. Los viñedos van ocupando su espacio.
Aunque la viña tiene mucho de tradicional entre nosotros, se aprecia el cambio a forma de espaldera para su mecanización. Nuestra variedad predominante es la bobal, con revesterol que ayuda a contener el Alzheimer y eficaz contra los problemas cardiacos, aunque no podemos olvidar el tempranillo o el macabeo y las más novedosas variedades del cabernet y shyrac.
El cultivo de la oliva, con aceite para uso propio, está en aumento, pero la del almendro ha disminuido, porque los fríos primaverales la hacen menos rentable.
El saber cultivar la tierra es toda una ciencia. Mi bisabuelo plantaba las hortalizas observando las fases de la luna con detalle, al igual que para la vid, especialmente en las labores de poda, algo que todavía siguen mi abuelo y mi tío en la misma poda, en el corte de cañas o en el abono de las viñas. De hecho, mi abuelo mide la temperatura y la precipitación, disponiendo de datos desde 1996. Gracias a su registro, sé que en 1998 cayeron 323 litros por metro cuadrado, en 2005 unos 287 y en 2016 de unos 588.
Hace cuarenta años, en El Pontón se producía mucho cereal de secano, que servía para la alimentación humana y la animal, algo extinguido a día de hoy. Asimismo, hace veinte años mi madre y mis tíos restauraron una antigua bodega, donde elaboran sus caldos con el producto de los viñedos familiares, con gran importancia de nuestra emblemática bobal.