Hubo un tiempo, no muy lejano para alguno de nosotros, en el que se debatió en términos históricos cómo fue la transición del feudalismo al capitalismo, cuestión muy querida por la intelectualidad de corte marxista. Se trataba de ver, fundamentalmente, cómo había emergido el capitalismo durante la Edad Moderna, y el estudio del mundo agrario resultaba fundamental para conocer cómo se producía la riqueza, su desigual distribución y su repercusión en otras ramas de la economía, desde el comercio de amplio radio a la incipiente industria.
Las relaciones de producción, si tomamos las nociones del materialismo histórico, eran esenciales para comprender en profundidad todo ello. Las investigaciones más elaboradas de la comunidad rural, a veces una aldea, revelaban una serie de categorías sociales, destacando las de unos campesinos más afortunados, unos labradores con más tierras y más cabezas de ganado que el resto, que incluso se permitían el lujo de contratar a veces a algún bracero o de prestar grano o dinero.
La intermediación, en una época de abultado analfabetismo y creciente complejidad de los engranajes legales, también tuvo su papel, y en nombre de la comunidad campesina de Camporrobles habló Martín Ballesteros en 1494.
A finales del siglo XV, Camporrobles era un lugar o núcleo subordinado a la jurisdicción de la villa de Requena, que aparecía como una verdadera señora territorial. Sin embargo, los heredados y labradores no estaban ayunos de derechos, pues podían invocar a su favor los privilegios, usos y costumbres requenenses.
Provistos de los mismos, defendieron su aprovechamiento del pasto redondo de Camporrobles, ya establecido en 1402 y en 1486 confirmado. En el mismo no solo pacían sus ganados, sino que también cultivaban cereales, observando el barbecho. Tal empleo agropecuario impuso disciplina comunitaria en un grupo de campesinos cada vez más consciente de su singularidad. Precisamente, la afluencia de otras gentes con sus cabezas de ganado mayor y menor puso en riesgo sus beneficios y acentuó su cohesión como grupo.
Para defender legalmente sus límites y mojones, buscaron a un vecino de la misma Requena: Martín Ballesteros. No sabemos si era uno de los hacendados de Camporrobles, pero su linaje descollaría en la política municipal requenense de un siglo más tarde. Alonso Ballesteros sería uno de los diputados del común en 1587, y el hidalgo Diego Ballesteros participaría activamente en el negocio del arrendamiento de las dehesas.
El representante legal supo moverse con habilidad. El 19 de abril de 1494, los Reyes Católicos ordenaron a su corregidor en Requena que dirimiera el pleito, atendiendo las reclamaciones de los de Camporrobles. Todo un proceso.
La realidad fue más compleja que la apuntada inicialmente en aquel debate sobre la transición al capitalismo, pues los campos ni podían escapar de la maraña judicial, ni vivir ajenos a un horizonte urbano en el que florecían negocios de todo tipo.
Bibliografía.
GALÁN, Víctor Manuel, Requena bajo los Austrias, Requena, 2017.
