El renacer de la Semana Santa en Requena (1948-1950), visto desde El Trullo.
La revista El Trullo de 1 de enero de 1950 publicaba un artículo, no llevaba firma, que comenzaba hablando de cómo había sido la Semana Santa de “hacía años”, una forma de referirse a los tiempos anteriores a la guerra, dado que dejaron de salir procesiones en el año 1936. A continuación, reseñaba el proceso de resurgimiento que se estaba dando desde la Semana Santa de 1948, así como lo acontecido en 1949 y anunciaba las novedades que tendrían lugar en la de 1950. Dedicaba palabras de admiración hacia el tutelaje que la señera Cofradía de la Vera-Cruz ejercía sobre las nuevas cofradías que iban surgiendo.
En otro momento vimos como del impacto del renacer de la Semana Santa se hacía eco la revista Alberca[i]. El incorporar, en esta ocasión, la visión que de los mismos eventos ofrece El Trullo, se debe a los matices que, diría, introduce la revista portavoz de la Fiesta de la Vendimia.
La vocación religiosa y devota era incuestionable, pero el fervor religioso también fue parejo al jolgorio, una dimensión lúdica propia de toda celebración, pero que no dejaba de contrastar en los austeros días de la Semana Santa, algo que el observador Trullo no pasó por alto, ni tampoco el lujo que exhibieron las bellas “roqueñas”, palabra que me resultó desconocida o que no recordé si la había oído en la infancia. Un párrafo en el que el escritor domina con habilidad el equilibrio entre lo que se podía y no se podía decir.
Pero los pasos que todos anhelaban añadir a los desfiles procesionales eran costosos. Las cofradías hicieron muchas llamadas, pero pocos respondieron. La situación económica de Requena, en la transición de la década de los años cuarenta a la de los cincuenta, tampoco daba para mucho. El espléndido paso de la Oración del Huerto supuso una fuerte inversión para su animosa Cofradía, señala El Trullo que pudo salir adelante el proyecto gracias al vecindario. En aquellas fechas uno de los vecinos cercano a la Cofradía, según me contó mi abuela Emilia, era don José María Gimeno, todo un mecenas requenense para el resurgir de lo religioso.
Leamos el texto:
Hace años en Requena se poseían muchos y diversos pasos que en los días de Semana Santa desfilaban por las calles de nuestra hidalga Ciudad, la gente sentía gran entusiasmo por la llegada de estas fechas ya que ello proporcionaba al vecindario la ocasión de satisfacer ampliamente sus vocaciones altamente religiosas, de postrarse en todos y cada uno de los pasos que recorrían nuestras viejas callejas. Eran, como decía, días llenos de fervor religioso pero a la vez de jolgorio y de lujo: nuestras bellas roqueñas, como antiguamente se les llamaba, lucían sus mejores galas, sus preciosas mantillas, esto no quiere decir que la alegría desplazase a los sentimientos puros, y se olvidase el dolor de la madre, la Virgen de los Dolores, y se sintiera un tanto las heridas de los siete puñales que atraviesan el corazón de nuestra Patrona, no, el lujo cundía, y el dolor hacía eco en los corazones de los requenenses.
Hoy resurge con entusiasmo la Semana Santa. Las generaciones nuevas sienten como sus antepasados el sentir religioso, necesitan de esos días para dedicarlos a rendir homenaje a nuestras imágenes. Hace dos años fue el Grupo Arrabal y la Cofradía del Sepulcro quiénes iniciaron este resurgimiento que fue acogido con gran entusiasmo por toda la Ciudad. El día de su aparición las calles se hallaban abarrotadas de público que se sentía … ¿satisfecho? yo diría que no, pues hacían cábalas y se formulaban mentalmente proyectos para el próximo año e incrementar en todo lo posible el desfile de pasos.
Muchos fueron los llamados… pero pocos los que se decidieron, y he aquí que solamente una nueva Cofradía hará su aparición en las próximas fechas de la Semana de Pasión: la Hermandad de la Oración del Huerto.
No pasaron muchos días de la pasada Semana Santa cuando se reunieron y con paso firme y decidido empezaron las gestiones para la adquisición del paso. Muchos obstáculos tuvieron que vencer en esto y otras cuestiones pero por nada se arredraron y supieron salir airosos.
El paso es una copia auténtica del que se conserva en Murcia del inmortal Salcillo y a la vista de las fotografías que poseen se aprecia un estudio completo y difícil de superar en la técnica de la escultura; es de tamaño natural y su valor artístico incalculable; del económico no es del caso hablar aquí pero puedo decirles que de no ser por el vecindario, del que están agradecidos, no hubiera sido posible adquirirlo.
Es muy probable que este paso se halle en nuestra Ciudad a mediados de marzo y que será expuesto en la parroquia del Carmen para que pueda admirarlo el pueblo requenense
Existe cierta rivalidad entre las Cofradías aunque solamente es en el sentido artístico; todos quieren superar a los demás, pero esto no es desagradable pues ello influirá en otros muchos grupos de jóvenes requenenses que en años sucesivos aparecerán enarbolando los estandartes de nuevas y lujosas Cofradías
No quiero terminar este comentario sin dedicar unas palabras de elogio a la Hermandad de la Vera-Cruz, que con el mismo calor y entusiasmo con el que se fundaron en el año 1560 siguen en este resurgimiento y guían con acertada visión a las Nuevas Cofradías como hijas suyas que son.

[i] Martínez Hernández, Mª. C: “La Semana Santa en la Requena de posguerra”, en Crónicas Históricas 04.04.2020; Id.: “Una tarde Jueves Santo de 1950”, en Crónicas Históricas 09.04.2020; Id.: “La Semana Santa de Requena en 1952”, en Crónicas Históricas 10.04.2020.