El límite norte.
Importante también es observar que alrededor de estas zonas llanas, en época ibérica (y del Bronce) hubo unos poblados en altura de una cierta relevancia, de fuertes muros y con una visibilidad que le permitía una perfecta vigilancia. Eran poblados que yo llamaría de “frontera débil”, que por su situación no impedían el paso en sí de los visitantes, pero vigilaban todas las circunstancias que discurrían a sus pies, entre otras el permiso de atravesar mercancías de unos “estados” a otros, y que enlazados entre sí por una línea visual imaginaria, trazaban esta “frontera débil” que bordeaba en círculo el río Turia, el río Cabriel desde su confluencia con el río Mira, hasta la confluencia del río Magro con el río Mijares, y desde allí sube hacia el Norte por las Sierras de Siete Aguas hasta el enlace del río Reatillo con el río Turia. Debieron existir unos tratados ya ancestrales ya cambiantes, entre ellos, a través de los cuales mantuvieron unos lazos especiales ante los que aún estando separados, eran la misma “gente”. De este tipo de poblados en altura podemos observar, dentro de Requena y la Meseta del Cabriel, hacia sus cuatro puntos cardinales. En el límite norte estuvo el impresionante poblado ibérico en altura de “ La Atalaya” de unas 2 hectáreas de superficie, cerca de Villar de Tejas y Benagéber, entre los ríos Reatillo y Turia. Su misión, controlar el valle del Turia y las estribaciones del Sistema Ibérico, lo que hoy sería la zona sur de la comarca de Los Serranos. Siguiendo una hipotética línea imaginaria hacia el oeste paralela al cauce del Turia, en su lado sur, a unos 6 kilómetros encontramos el poblado en altura de Punto de Agua en Benagéber, y a otros 6 de éste otro similar, Los Castillejos, que nos indicaría la delimitación fronteriza en el río Regajo, sobre el que está situado. Y a unos 6 kilómetros hacia el sur llegaríamos a los cerros “gemelos” de San Cristóbal y Cerro Carpio en Sinarcas, con sendos poblados fuertemente fortificados sobre ellos, foso incluido, el primero de unas 1,5 hectáreas y el segundo de unas 0,7 hectáreas, que por su posición hacían el efecto de un gran pórtico natural de vigía y defensa del llano de Sinarcas-Casillas de Ranera, zona de cultivos e industria en época ibérica, frente al camino que discurría entre ellos y se adentraba hacia la Meseta del Cabriel. Y aquí, en este llano es donde apareció la gran pieza ibérica de la comarca, la famosa “Estela de Sinarcas”, que es una magnífica losa pétrea semicircular alargada, que conserva en buen estado un escrito en signatario ibérico. De ella se ha dicho que perteneció a una necrópolis o un enterramiento, pero no existe tal en el sitio donde se halló, el “Pozo Viejo o Concejil” en la salida de Sinarcas hacia el noroeste, y sí al otro lado del pueblo, al sur, bajo los “cerros gemelos” ibéricos, hacia Los Chotiles y la “Cañada del Pozuelo”, donde aparecieron dos lápidas funerarias latinas, una de ellas con un gentilicio ibérico, “F. Viseradin”. En mi opinión esta estela pudo ser un hito o mojón indicativo de límites entre poblaciones iberas, y en el que parece expresar un acuerdo de derecho de paso de transportes comerciales por el territorio.
Continuando hacia el oeste, en el término de Aliaguilla, a 9 kilómetros en línea recta, cruzando el llano de Sinarcas y tras la línea de la sierra que empieza en La Relamina, encontramos otro imponente poblado ibérico en altura de fuertes murallas e importante extensión, Sobrarias. Al igual que sus homólogos, su línea de visión sobre sus alrededores es amplia. Sobre éste, mi duda es si perteneció a nuestro Estado ibérico o al Estado ibérico vecino del oeste, pero su función en este sentido parece clara. El caso es que a unos cientos de metros de él hacia el este, se conserva un morrón de defensa o torre que vigila impertérrita la llanura de los “cerros gemelos” de San Cristóbal y Cerro Carpio de Sinarcas. Vigilancia y defensa.
Y desde estos límites, desplazándonos hacia el suroeste en dirección hacia el río Cabriel, nos encontramos con otros dos poblados ibéricos en altura Los Castellares (Mira) y El Molón (Camporrobles). Este último muy bien estudiado, excavado y puesto en valor por el equipo de A.J. Lorrio. En él podemos ver la restauración de unas potentes murallas y la típica torre de cerramiento del poblado ibérico en su extremo, ante el foso-cantera. Es otro ejemplo de poblado defensivo y de vigilancia, con una gran visibilidad sobre las sierras que bajan hacia el Cabriel y hacia Sobrarias-Sinarcas. Fue por tanto un poblado ibérico de control de límites, de un cierto tamaño, comparable a sus homólogos antes citados.
Desde El Molón, a 7´5 kilómetros en línea recta hacia el oeste llegamos hasta Los Castellares (Mira), y desde aquí, a otros 4 kilómetros en la misma dirección llegamos hasta el cauce del río Mira u Ojos de Moya. Este río parece hacer de límite geográfico, pues discurre paralelo a estos poblados en altura desde Sobrarias hasta su confluencia con el río Cabriel a la altura de Enguídanos, y en un puntal de esta confluencia, en lo alto de un meandro, se sitúa un altivo poblado ibérico, que ocupa un punto crucial en ramales viarios y en límites fronterizos, Cabeza de Moya (Enguídanos). Su visión sobre los 4 puntos cardinales es muy extensa, y vigilaba al Estado vecino ibérico, aunque no me atrevería a asegurar si al del lado oeste del río Cabriel o del este del río Mira. Cabeza de Moya debió ser un punto importante de referencia entre límites de Estados ibéricos.
Límites naturales y a su vez límites políticos suelen ser los accidentes geográficos, principalmente los ríos, entre otros varios. Y éste es el lugar desde donde comenzaría la línea divisoria natural de las vertientes del río Cabriel, cuyo curso representaría la mayor parte de línea divisoria del hipotético Estado ibérico de la Meseta del Cabriel.

Continúa en el cuarto capítulo.