“EL TRULLETE”, UN NOTICIARIO SOBRE REQUENA Y SU FIESTA (1967-1975).
En la segunda mitad de los años sesenta del siglo XX surgió en Requena una publicación, popularmente conocida como El Trullete[1], su nombre oficial era Suplemento informativo de El Trullo. No tuvo larga vida, como tantas otras. En ella encontramos datos muy puntuales sobre la ciudad, sus barrios y su Fiesta de la Vendimia, también sobre la vida cultural, social, religiosa, deportiva, etc., con unos matices críticos que no se habían dado hasta entonces.

Se tenía previsto que fuera una publicación mensual, pero eso no llegó a ser una realidad[2]. La impresión en realizó en Artes Gráficas Molina. Y se repartía gratuitamente[3], razón por la que se temía pudiera resultar que fuese poco valorado:
Además, por el precio, no se quejará el vecindario. Su gratuidad le abre todas las puertas. Pero, como hay que conocer bien la idiosincrasia de nuestras gentes, también puede suceder, que entiendan que lo barato es caro, y de tan barato como es, no le den importancia y lo echen en el cesto de los papeles, si es que no lo usan para lo que se vienen usando los papeles inservibles.
¡Y, además, después de leído, no nos extrañaría![4]
Vaya por delante nuestro mejor saludo en este primer contacto que tenemos con el pueblo de Requena[5].
En su primer número se indicaron las razones que movieron a promover la edición de aquel periódico mensual. La Fiesta debía volver a sus raíces populares, de las que parecía se había distanciado. El pueblo, por desgracia, «ya iba desconociendo su Fiesta». Para obviar esa situación había que contar con la información y la propaganda, al objeto de informar de su desenvolvimiento, de sus tareas, de sus éxitos y fracasos, «de todo cuanto contribuye a inspirar anhelos de mejoramiento»[6].
La tarea de sus redactores era tener informado al pueblo requenense de todo cuanto proyectase o realizase la Fiesta[7]. Siguiendo a Feliciano Yeves, parece ser que los organizadores de la Fiesta querían que, entre cada tirada de El Trullo, saliese una edición del ya conocido Trullete. Pero, además, él estimaba que:
Requena merece conocer y vivir la Fiesta día a día, y también saber algo de las preocupaciones y proyectos de nuestras autoridades, como asimismo las noticias de mayor interés, aparte de las que nuestros corresponsales de prensa insertan en los periódicos regionales[8].
El Suplemento fue bien acogido, razón por la cual la Comisión Central de la Fiesta expresó su público agradecimiento y se esperaba que prosperase, siempre que los redactores pudiesen con la tarea y el público respondiese.
La pequeña redacción, o cuerpo redactor, de nuestra Revista, testimonia en nombre de la FIESTA DE LA VENDIMIA y en especial de su Comisión Central en la XXI edición, a todo el pueblo requenense, su gratitud, por la benévola acogida dispensada al Suplemento mensual de El Trullo.
(…)
En fin, por las noticias que recogemos del hombre de la calle, y por los de una mayor formación intelectual, parece ser que este suplemento mensual puede tener larga vida, si es que este mínimo cuerpo redactor no se cansa de ir a la caza de noticias y editoriales, o no halla el calor necesario para que prospere. El tiempo, y los hombres de Requena, tienen la palabra[9].
En su tarea informativa no dejó de aportar noticias locales y de la Fiesta, pero también recogió ausencias, aquello que, de algún modo, destacaba justamente porque no prosperaba. Dentro de las circunstancias que la censura imponía, los redactores supieron perfilar situaciones críticas. Si bien, parece ser que hubo un conflicto con ella en julio de 1971.
EL EQUIPO DE REDACCIÓN.
La iniciativa y dirección fueron obra de Feliciano Antonio Yeves Descalzo, así lo sugiere Marcial García Ballesteros[10]. Lo acompañó, Rafael Bernabéu López, y, ocasionalmente, aparecen las firmas de R. Mario Sierra Carrascosa y Francisco Martínez Bermell. Un cuerpo redactor mínimo, pero infatigable en la caza y captura de noticias y editoriales que también esperaba la acogida necesaria[11].
En noviembre de 1971, Yeves salió al paso de posibles críticas sobre la exclusividad de su firma señalando que alguien debía acometer la tarea encomendada por la Fiesta, y allí estuvo él:
Su humilde pluma dispuesta a la tarea. No extrañes, pues, que todo lleve mi firma. Ya sé que quizás lo reiterativo de mi nombre no agrade a la mayoría, por harto conocido o por mis escasas dotes literarias.
No obstante, cumplido con el compromiso. Alguien debe hacerlo, ¿No es verdad? Suplico de la benevolencia general un generoso perdón para mis atrevidos escarceos de escritor y de poeta[12].
La voz crítica del Suplemento fue Juan Manuel Llopis, en aquel momento coadjutor de la parroquia de El Salvador. Como él mismo relata, sus estudios de periodismo habían llevado a los organizadores de la Fiesta, en 1971, a considerar que él podría dirigir El Trullo y Trullete:
Preparé pues un número de la revista y un suplemento. En éste, dentro de una sección pretendidamente humorística se ironizaba, con mayor o menor fortuna, sobre una serie de problemas locales. Pretendía cambiar la estructura formal y de contenido, tradicionalmente horroroso y caro, por otra publicación más en consonancia con la categoría de la ciudad.
No eran tiempos acostumbrados a la crítica pública de nada, algunos comentarios de la revista no fueron bien acogidos por las autoridades. Todo ello, posiblemente, influyó en el pronto traslado del coadjutor a Valencia.
CONTENIDOS.
La finalidad del Suplemento era que toda Requena conociese y viviese el día a día de la Fiesta, pero también era necesario estar al tanto de las noticias de interés, y de los problemas y proyectos municipales.
Y en el cual, de una manera espontánea y llana, sin artilugios ni florituras, se exponen los problemas de nuestra FIESTA, sus soluciones dentro del marco humano de nuestras posibilidades, así como también, trata de recoger ambientes populares y aires de renovación. No olvida tampoco, todo lo que suponga servir a Requena en todas sus manifestaciones, artísticas y culturales, sociales y económicas, municipales y de interés general[13].
En marzo de 1968, tras tres números aparecidos, desde la Redacción El Trullo, se ponía de relieve que:
Se han expuesto nuestras razones y la idea primordial de dicho Suplemento, nos hemos puesto al servicio de la Fiesta en todas sus actividades, hemos querido dar «chispa» a ciertos aspectos de la misma, se ha intentado abrir un pequeño noticiario-festivo-vendimia-requenense, y se desea glosar figuras de recia humanidad y personalidad, de los tiempos pretéritos y de los presentes, hombres que pusieron y ponen su ilusión y su empeño en servir a España y a Requena[14].
Aquí quedaban perfilados el Editorial, que, unas veces con firma y otras sin ella, marcaba el tema principal que se quería resaltar; las secciones «Hombres de ayer… y hombres de hoy», y «Noticiario de la Fiesta y de Requena».
En el Noticiario local aparece una abundante colección de pequeñas noticias y comentarios que contribuyen a puntualizan acontecimientos de aquellos años que, en su conjunto, ofrecen un cierto panorama de la ciudad con sus luces y sus sombras: iluminación de fuentes y monumentos; el desarrollo del tele-club en las aldeas; natalicios, necrológicas, avisos; el Concurso Provincial de la Vendimia, el Sporting Club Requena, la Cofradía de San Cristóbal, la Organización Juvenil Española, la moda y el vino, la marcha de los Padres Dominicos; la Escuela-Hogar; las verbenas de barrio; las comisiones de las aldeas; la Rondalla requenense; la Biblioteca; la enseñanza profesional; el campeonato provincial de tenis de mesa; el nuevo salón de festejos; el Monumento; el Círculo Cultural; etc.
En la revista hay una clara vertiente crítica expuesta en escritos como: «Ideas que fueron y que serán… o que debieran ser»; «La Fiesta… y el refranero»; «Las fiestas de los barrios y la devaluación»; «Presencia y potencia de Requena»; «Las opiniones del ‘tío Moches’»; «Nos dicen que…». En ellos constatamos situaciones que de algún modo chirrían ante una idealizada Fiesta: la decadencia de la solidaridad vecinal en las calles, el distanciamiento respecto al pueblo; los barrios que quedaban solapados por la Avenida; la elección popular de reina y damas en cada uno de ellos; los nuevos monumentos; desorganización en actos; la falta de ayuda de los más beneficiados en la Fiesta, etc.[15].
VOLVER A LAS RAÍCES POPULARES DE LA FIESTA.
La Fiesta necesitaba enraizarse, de nuevo, en el pueblo, sin el concurso unánime del mismo no podría hacerse, para ello había que realizar una poda.
La primitiva fuente de la Fiesta, la raíz sobre la que se alzan las veinte primeras ramas de su frondoso árbol, están en el pueblo, y como homenaje y gratitud a ese basamento popular, hemos de volver por sus antiguos fueros. Sin el pueblo no hay Fiesta; y sin Fiesta, mereceríamos el baldón de traidores. Y como jamás la traición sentó sus reales en este suelo, pisado y removido por la reciedumbre de unos hombres inasequibles a la derrota, una nueva oleada de savia vigorosa, y un ímpetu de revitalización, quieren regar e impulsar, siempre hacia arriba, aquellos vástagos que se alzaron y vistieron con óptimos frutos, pero también con la podadera y el plaguicida de la experiencia, el equipo de trabajadores vendimiales se dispone a efectuar una limpieza preventiva y curativa del complejo cuerpo y alma de la Fiesta.
Pero esto no puede hacerse sin el concurso unánime del pueblo.
Hay brotes que nacieron del pueblo, y el pueblo debe cuidar con esmero, poniendo su contribución en manos de sus dirigentes; pero los frágiles y raquíticos retoños que no cuajaron debidamente por no alcanzar la raíz popular son como un postizo lleno de abalorios sin motivo y sin calor, y como pudiera suceder que su pompa inoperante asfixiara y enmoheciera los frutos sabrosos conseguidos, hay que atajar el mal de raíz; de ahí que la poda se hace precisa y urgente[16].
Yeves sintetizó el conjunto de elementos discordantes en los dichos del Tío Moches, un peñero que representaba al típico campesino requenense:
Dice el “tío Moches” que la Fiesta debe vivirse principalmente en los barrios y las calles, sin centralizarla exclusivamente en torno al monumento; que ha ido perdiendo personalidad y autenticidad aunque haya ido ganando en altura; que hay que movilizar el adorno callejero con motivos típicos, pues lo de las bombillas y los papeles de colores más parece una verbena que una fiesta de esta categoría; que las “caritaturas” de “presonajes” conocidos en los barrios deben dar su gracia al adorno; que los jurados que premien las calles mejor engalanadas deben estar formado por personas o artistas que nos visiten y, si puede ser, que no estén ligados por interés alguno con ninguna calle, para que “no haiga pucherazo” ni compromisos[17].
El adorno de las calles había sido uno de los principales capítulos de una Fiesta de la Vendimia popular, pero llegó un momento en que quedó muy disminuido. Ciertamente que cada calle tenía su particularidad propia y su problema, pero en la mayoría de los casos no era de índole económica, sino de «falta de unión entre el vecindario y poca conexión con la Fiesta”[18].
En septiembre de 1968, no dejó de hacerse eco del extraordinario festejo que fue la celebración de la XXI Fiesta, sin notas discordantes y con una perfecta conjunción entre campesinos, industriales, comerciantes y obreros, apostillando que:
Todos se han sentido requenenses de la cabeza a los pies[19].
El Monumento Nacional a la Vendimia, tan ansiado, traído y llevado, se rumoreaba que por fin se iba a construir, algo perdurable, en mármol y bronce, sin nada que pudiera arder. Se había colocado una primera piedra, pero era necesario ir colocando otras y otras. Tras varios años no se había resuelto nada. Un problema sin resolver sobre el que había que contestar con hechos tangibles, tras agotarse toda posibilidad y capacidad de iniciativa y realización[20]. Tres años después, el 30 de agosto de 1972, se inauguró la primera fase.
FINANCIACIÓN: LOS SOCIOS PROTECTORES Y EL MAJUELO.
Que se necesitaban fondos era cosa sabida, los gastos se elevaban sin cesar, sin embargo, el presupuesto de 1967 era idéntico al de 1954, desequilibrio que conducía a situaciones lánguidas y ruinosas. Para subsanarlo se presentó a la opinión pública, por si era factible, la posibilidad de establecer cuotas de socios protectores de mil pesetas, con derecho a entrar gratuitamente en toda clase de espectáculos organizados por la Fiesta, excepto algún «Día de Club».
Con un mínimo de trescientos protectores, la Fiesta no estaría expuesta a vivir a expensas de cualquier presidente o comisión capaz de enjugar el déficit producido, lo cual la condenaría a su extinción. Algo que nadie deseaba[21]. En septiembre de 1968 se contaba con unos 245 socios, según la relación presentada en el número de aquel mes[22].
El Majuelo era el salón de festejos y espectáculos para esparcimiento y recreo de sus socios protectores y del público en general. La XXII Fiesta de la Vendimia realizó un considerable esfuerzo en las obras de acomodación y ornatos de la sala, su coste fue de 250.000 pesetas. Gasto extraordinario que desequilibró el presupuesto de aquel año[23]. Meses después, en abril de 1969, el salón se había hecho tan popular que se preveía imprescindible en la sucesivas fiestas[24].
Por aquellas fechas se abrió una discoteca en Requena, de propiedad privada, que prontamente aglutinó a la juventud. Las consecuencias económicas fueron desastrosas para la Fiesta, dado que disminuyeron notablemente los ingresos procedentes de El Majuelo, su fuente de financiación más importante.
En el otoño de 1975, la Fiesta atravesaba una verdadera crisis. Su realidad era que necesitaba no sólo aliento popular sino también dinero:
La Fiesta de la Vendimia precisa del aliento y el calor popular. Que mantenga la esperanza y la ilusión de una labor que empezó hace veintinueve años y que mejor o peor ha venido continuando a través del tiempo. Pero solo con esperanza o ilusiones no puede hacerse una fiesta. Tirando por bajo, hoy para hacer realidad una fiesta de la vendimia se precisa por lo menos 2 millones de pesetas[25].
En noviembre de 1975, se editó un nuevo ejemplar. Su única finalidad pareció ser la imperiosa necesidad de recaudar fondos. En los últimos tiempos, las dificultades económicas habían colocado a las comisiones en verdaderos aprietos. En aquel momento eran necesarios más de dos millones de pesetas.
Estaba claro que la Fiesta continuaba, que tenía que hacerse, pero ¿a quien correspondía hacer frente a esos millones?, no era solo cosas de unos pocos y se apelaba a toda la población a colaborar, a los jóvenes, a los comerciantes…
Creemos que todos, comerciantes, industriales, campesinos, particulares, chicos y chicas y todas aquellas personas que tomen conciencia de que estas Fiestas populares no pueden hacerse solo con el esfuerzo de unos pocos[26].
A los chicos y chicas se les animó, en noviembre de 1975, a asistir los domingos al Club 29, nuevo nombre de El Majuelo, como una forma de colaborar con las fiestas vendimiales, dado que los fondos de las sesiones se destinaban exclusivamente a engrosar las cantidades necesarias para que la Fiesta continuase.
LA APATÍA REQUENENSE.
La Fiesta alcanzaba su mayoría de edad con la XXI edición[27]. No obstante, el escaso eco de sucesos, que hubieran redundado en beneficio de la comarca y de la denominación de origen, parecían traslucir una cierta apatía por parte de los requenenses:
Todo esto demuestra que nuestra defensa y nuestra propaganda no debemos ni podemos esperarla del exterior de nuestras naturales fronteras. No es que tengamos mala prensa; sencillamente, es que nos desconocen. Y en muchas ocasiones por culpa nuestra. Porque, analizando la cuestión, aparte del renombre que supone el contar con una magnífica estación Enológica y una Escuela de Capataces Bodegueros, ambas conocidas en todo el ámbito nacional, y la manifestación bulliciosa, pero a todas luces fugaz, de las contadas fechas de la Fiesta de la Vendimia, ¿que hacemos por propagar, revitalizar y exponer nuestros productos vinícolas, nuestras costumbres, el arte requenense, sus posibilidades turísticas, etcétera, etcétera? Bien poca cosa; pues nos limitamos a conseguir títulos honoríficos sin que repercutan en beneficios “contantes y sonantes”.
(…)
Salvo el honroso gesto de “ir al toro” en los primeros momentos, y en el que brilla la acción de nuestras autoridades, después todo queda en “agua de borrajas” Y cabe preguntarnos: ¿será por falta de colaboración?¿Será por falta de unidad o será por exceso de comodidad, apatía y desinterés?
Hay quien se anquilosa sin haber ensayado el trabajo, alegando escasez de posibilidades materiales. Esto se parece mucho a eso de “echarse en el surco” y la verdad es que tal apreciación se contradice con la historia requenense.
Creemos sinceramente que, en la medida de nuestros recursos, se puede hacer mucho más. La propaganda juega hoy un papel preponderante. ¿Que hacen nuestras Cooperativas, nuestros comerciantes, nuestros hombres de letras, nuestros periodistas, nuestros científicos, nuestros artistas, etc.?[28].
Otra considerable llamada de atención a los hombres de Requena, para emprender acciones concretas, se llevó a cabo en el editorial de abril de 1968, el cual, tras hablar del potencial turístico de la ciudad, especialmente de La Villa, dice:
Estas piedras esperan -como Lázaro- una voz que les diga: ¡Alzad vuestro espíritu y traducidlo en un quehacer económico!
Pero para mover aquel este pétreo y dormido espíritu, hacen falta hombres emprendedores, hábiles hombres de empresa, modernos juglares de Requena con proyecciones hacia el futuro.
Se precisa unificar criterios, pulsar opiniones y estudiar posibilidades. Pero a ser posible, con carácter de urgencia.
¡A ver quién es capaz de prestar su ayuda! [29]
En el número de septiembre de 1968 se publicó «El decálogo del buen comisionado», en el que se especificaban aquellas cualidades que debían de tener los requenenses y los comisionados. Es importante tenerlo en cuenta porque una de las críticas que mantiene el Suplemento es la falta de unidad, la falta de compromiso, de responsabilidad, por parte de los requenenses en el desarrollo de aspectos importantes para la ciudad. El decálogo, en su afán por sembrar valores, bien podría sintetizar justamente los contravalores dominantes.
El autor fue Juanito García Ruiz[30], al que la fiesta debería premiar por su asombroso dinamismo, con el título de Comisionado, sin miedo y sin tacha. El decálogo se insertaba al objeto de que los nuevos comisionados lo leyesen, estudiasen y meditasen antes de dar un paso adelante:
1.º Pensar que esto es voluntario.
2. º Pero que, sin embargo, crea una obligación.
3.º Ser responsables.
4.º No preocuparse de si fulano no hace nada.
5.º Antes, mejor, fijarse en lo mucho que hace mengano.
6.º Tener espíritu de sacrificio.
7.º Realizar cualquier servicio con alegría.
8. No hacer crítica destructiva.
9.º Procurar ser el mejor.
10.º Y, sobre todo, sentirse de verdad VENDIMIADORES y buenos REQUENENSES[31]..
A través de las opiniones del Tío Moches, Feliciano Yeves perfiló, una vez más, la falta de colaboración vecinal, algo que era necesario recuperar para poder celebrar la Fiesta. El antiguo y tan expresivo adorno callejero estaba en decadencia. Algunos decían que se debía al trajín ferial, pero el peñero apuntaba:
No hay que echar culpas enteras a la Feria, sino a que falta armonía y colaboración entre los vecinos, porque hay “muncha” comodidad y poca gente con ganas de arrimar el hombro o de exponer y encauzar ideas originales, pues según él “en hubiendo tres en cada calle” sobraban para involucrar a todo el vecindario en la temática festivo-vendimial[32].
EL CALLEJERO Y LA CENSURA.
El callejero casi siempre ha sido un tema polémico en la política municipal[33]. En aquellas fechas, pese al desarrollo urbanístico, muchas calles todavía carecían de nominación. F. Yeves glosó la noticia de que el Ayuntamiento deseaba que todo el vecindario aportase ideas, e insistió en poner nombres que permaneciesen. Políticos y militares requenenses estaban bien representados en las calles y plazas de Requena. De artistas, pensadores, literatos o científicos requenenses “no cabe hablar por el momento”. Resumiendo, dijo:
Este es asunto serio, en el que a veces los muertos mandan y los vivos obedecen ante su llamada que perdura a través de los siglos. No es el hecho puramente localista, que por muy famoso o simpático que sea, siempre será efímero y desprovisto de proyección futura, el que debe imperar. No se puede estar cambiando nombres de calles todos los días o todas las generaciones, que para el caso es igual. Queremos nombres que pertenezcan; “señores que no se nos puedan morir”, como bien decía San Francisco de Borja; algo que huela bien a pasado, presente y futuro, a inmanencia viva, a lauros inmarcesibles ganados en lides, de grandeza incomparable…, y también a la permanente e indestructible voz de la naturaleza sabia y generosa, ¿por qué no?[34].
Del plebiscito salió primeramente un concurso público para ideas sobre rotulación de calles en el que todo el vecindario podía libremente emitir su opinión[35]. En julio de 1970 el Suplemento expresaba, en el Noticiario de Requena y de la Fiesta, su grata sorpresa de que se había hecho llegar a conocimiento del vecindario los nombres de las nuevas calles[36]. No obstante, los viejos problemas de todo callejero, como instrumento de la política municipal, seguían latentes.
En julio de 1971, en la sección Nos dicen que…, se señalaba que :
… las calles han estrenado su flamante nomenclatura, pero había algunos nombres sustanciosos y universales por su tipismo -Botica, Peso, Cruces, Estrecho, Álamos, Cantarranas, Batanejo-, algunos de los cuales han sido sustituido por nombres más… de paso.
(…)
Y que, sin embargo, “no tienen calle” Juan Piqueras ni la Fiesta de la Vendimia.
¿Quién, qué, por qué?[37].
Las consecuencias fueron explosivas, tal como nos relata su autor, Juan Manuel Llopis:
Lo explosivo no resultó sólo el latiguillo de «por nombres más… de paso» (aludiendo, claro está a la calle del 18 de Julio y otras parecidas) sino el sacar en letra impresa, a la luz pública, el nombre maldito y prohibido en Requena, por entonces en pleno franquismo, de Juan Piqueras, que por cierto ya tuvo en 1937 una calle dedicada por el Ayuntamiento al nombrarle hijo ilustre de la Ciudad[38]
Juan Piqueras Martínez, nació en Campo Arcís en 1904 y llegó a ser un famoso crítico cinematográfico español. Fue ejecutado en Venta de Baños en 1936. Tras su muerte, las Juventudes Socialistas de Requena, en mayo de 1937, propusieron al Consejo municipal que la calle del Carmen se rotulase con el nombre de Juan Piqueras, y así se hizo, contribuyendo, además, con cien pesetas al pago de la placa que había de rotular la calle que perpetuara el nombre de tan preclaro hijo de la ciudad[39]. Nombre que fue retirado en 1939.
Que en 1971 se hablase de aquello era difícil de controlar, pero que apareciese en una publicación impresa fue algo que las fuerzas del orden no iban a permitir: se inició un proceso contra el autor del escrito, a la vez que se pretendió retirar la revista de circulación:
El resultado fue una recogida masiva, casa por casa, de la publicación y una cita privada, «para tomar café», con el Alcalde y con el Capitán de la Guardia Civil, ambos de tendencia notoriamente ultraderechista; asistió también, un poco como convidado de piedra, el Arcipreste de Requena, que adoptó una actitud completamente pasiva. En realidad, se trataba de un proceso privado. El Alcalde, recién nombrado en el cargo, temía perder su posición política y me había denunciado al Gobierno Civil de Valencia. Juan Piqueras, según ellos, era un rojo y un sinvergüenza. El Capitán de la Guardia Civil llegó a decir que «murió fusilado y muy bien fusilado». Tuve un fuerte enfrentamiento con él diciéndole que no admitía ni podía admitir la muerte de ningún hombre a manos de otro hombre, «ni la muerte de Federico García Lorca ni la de José Antonio Primo de Rivera ni la de Juan Piqueras». Naturalmente, ¡afortunadamente!, no nos pusimos de acuerdo[40].
La recogida, para su destrucción, de los ejemplares publicados y ya distribuidos, aunque masiva, no fue, afortunadamente para la historia, total, pues si han quedado ejemplares es que no todos fueron entregados.
LAS PARROQUIAS.
Aires de renovación corrían por la Iglesia, el viento posconciliar también llegó a Requena. Los párrocos del Salvador y San Nicolás informaron del estado de las parroquias y llamaron a la participación fervorosa de los fieles. Había que ponerse al día, caridad y beneficencia eran imperativos de justicia; las parroquias tenían necesidades tanto en la cura y salvación de las almas, como en los fines terrenos que como sociedad visible afectaban a la Iglesia. La colaboración debía traducirse en el aspecto de aportación económica con arreglo a lo que en conciencia cada uno considerase posible[41].
Las campanas de la torre del Salvador estaban en lamentable estado, se creó una Comisión, integrada por las fuerzas vivas de la ciudad, para proceder a su restauración[42].
LA AGRICULTURA.
También hay noticias de pedriscos y heladas como el granizo de mayo de 1968, que dejó sin viña a muchos[43].
Como ejemplo de las transformaciones que se estaban dando en la agricultura requenense, y en la toma de conciencia de que la antigua explotación familiar había que llevarla como una empresa agraria, cabe citar el editorial «Los caminos rurales», que enlaza con la trayectoria divulgativa sobre la agricultura, mantenida por El Trullo. Los viejos caminos ya no eran operativos, había que mejorarlos para dar salida a la producción agrícola
Estamos convencidos de que el agricultor progresista ya se va dando cuenta de la importancia que tiene el mejorar las vías de comunicación de sus fincas; pero, sí insistimos en la imperiosa necesidad que tiene el agricultor de ligar la calidad de los caminos, con el ahorro de gastos de cultivo para conseguir una mayor rentabilidad de los mismos. En algunas aldeas de Requena ya saben que el mejorar los caminos no es tan caro y difícil como muchos creen, todo depende de que los propietarios de fincas sean capaces de unir su esfuerzo para conseguir ese bien común que representa la mejora de sus caminos.
Y como cierre, les contaré lo que me dijo un buen agricultor de Barrio, Arroyo: “En los caminos tenemos el terreno mejor empleado de nuestras fincas”. Piensen bien en esta frase, que por sí sola lo dice todo[44].
PROMOCIÓN DEL VINO Y DE LA FIESTA.
Beber vino era una proclama para dinamizar el consumo que permitiría el desarrollo de la vitivinicultura, fundamento de la economía requenense. Había, pues, que publicitarlo reiteradamente. En abril de 1969 se declaraba como «La más sana e higiénica de las bebidas.

En marzo de 1970, el imperativo de beber vino acompaña al eslogan «Requena: donde la Vendimia es Fiesta»; en julio del mismo año se desdobla en dos anuncios diferenciados: Uno el de «¡Beba vino!», y el otro el de «Requena: donde la Vendimia es Fiesta», cada vez en mayor tamaño.

HOMBRES DE AYER… Y HOMBRES DE HOY.
Una sección interesante, fue la dedicada a recordar a personas oriundas de Requena que habían sido ejemplares, capacitadas e inquietas, destacando en el estrecho ambito de la vida local como: el literato Rafael Ruiz Viana; Nicolás Agut y Sastre; Vicente Alonso Álvarez; el guitarrista Práxedes Gil-Orozco Bastidas; los pintores Fernando Martínez Checa y Elías García Martínez; el músico Pedro Sosa López. También se incluyeron nombres de quienes destacaban en aquel presente: Rafael Bernabéu, Eduardo García Viana, el científico Andrés Pérez Masiá, el abogado Luis Garcés Martínez; los pintores Juan Masiá y Manuel Sánchez Domingo; la pianista Margarita Roda Sánchez.
La sección dejó de salir en julio de 1968, no obstante, se siguió reconociendo el mérito de personalidades requenenses siempre que hubo ocasión: la disertación de Andrés Pérez Masiá en la UNESCO; la designación de Nicolás Pérez Salamero como Presidente de la Diputación de Castellón[45]; y los homenajes tributados a Antonio Andújar Martínez, Rafael Bernabeu López y Juan Marín Baeza:
Todo el pueblo sabrá valorar cómo es justo a estos hombres que con énfasis extraordinario acometieron y realizaron empresas, no en provecho propio, sino como benefactores de Requena, su tierra y sus hombres[46].
EL CÍRCULO CULTURAL.
En enero de 1968 comenzó a funcionar un Grupo Cultural que, como describiría su Presidenta, pretendía aglutinar a todas aquellas personas, con espíritu joven y con sentido de servicio a los demás. Requena no ofrecía aliciente a los jóvenes, en sus largos inviernos no había donde ir, ni cosas que hacer. El Grupo ofrecía la oportunidad de cubrir muchos ratos de ocio[47]. Las actividades culturales eran dignas de todo encomio. Las sesiones de cineclub estaban comentadas por el sacerdote José María Monzó; había un periódico hablado, de mano del coadjutor de la parroquia de El Salvador, Juan Manuel Llopis Matoses; organización deportiva y tenis de mesa con resonancia nacional, y otras actividades. En su conjunto merecía el aplauso y el aliento de cuantos sintiesen afán de superación y perfeccionamiento cultural[48].
El Trullete vino a señalar una necesidad, posiblemente nunca bien resuelta, la de un medio de comunicación que permaneciese en el tiempo.No duró mucho, pero aportó un aire fresco a realidades, tal vez demasiado idealizadas, como la Fiesta, la Villa …, con sus luces y sombras; a través de artículos, noticias y comentarios se preocupó de las tradiciones populares, de los barrios, las calles, las parroquias, los jóvenes, la economía, la cultura, el deporte, etc. Pese a lo necesario de su existencia, no fue del todo bienvenida. No obstante, con su información puntual, con su humor crítico, se convierte en una fuente histórica a tener en cuenta para completar lo que aportan otros medios, en unos años muy concretos.
[1] Por su pequeño tamaño y pocas hojas (cuatro páginas.) Según información oral suministrada por F. Yeves y algunos de los encargados de la revista, a Marcial García Ballesteros.
[2] De diciembre de 1967 a noviembre de 1971, se publicaron dieciocho ejemplares: 1967, diciembre; 1968: enero, febrero, abril, mayo, julio, septiembre, octubre, noviembre; 1969: febrero, marzo, abril; 1970: marzo, mayo, julio; 1971: febrero, julio, noviembre. En noviembre de 1975, cuatro años después, salió un nuevo ejemplar con el mismo título y subtítulo.
[3] «Proseguimos con la edición y reparto gratuito de suplementos mensuales informativos en estas hojas del pequeño Trullete». «Trullos y Trulletes», El Trullo, febrero 1969, p. 3.
[4] La Redacción: «¿Prosperará el Suplemento Mensual?», El Trullo, marzo 1968.
[5] La Comisión: «Queridos amigos», Suplemento informativo de el Trullo, noviembre 1975, p. 1.
[6] Editorial: «Nuestras razones», Suplemento Informativo de el Trullo, diciembre 1967, p. 1
[7] «Trullos y Trulletes», El Trullo, (febrero 1969), p. 3
[8] Yeves, F. A.: «Mis Motivaciones», Suplemento Informativo de El Trullo, noviembre 1971, p.3.
[9] La Redacción: «¿Prosperará el Suplemento Mensual?», El Trullo, marzo 1968.
[10] En alguna ocasión he hablado del utilísimo instrumento de trabajo que es el Índice de los artículos de interés publicados en El Trullo, realizado por Marcial García Ballesteros, pues bien, al finalizar el mismo añade los del Suplemento Informativo de El Trullo, con una importante aclaración entre paréntesis: (Iniciativa y Dirección de Feliciano Antonio Yeves Descalzo).
[11] La Redacción: «¿Prosperará el Suplemento Mensual?», El Trullo, marzo 1968.
[12] Yeves, F. A.: «Mis Motivaciones», Suplemento Informativo de El Trullo, noviembre 1971, p. 3.
[13] La Redacción: «Prosperará el Suplemento Mensual?», El Trullo, marzo 1968.
[14] Ibid.
[15] «La Fiesta… y el refranero», Suplemento Informativo de El Trullo, diciembre 1967, p. 4.
[16] Editorial: «Nuestras razones», Suplemento Informativo de El Trullo, (diciembre 1967).
[17] Yeves, F. A.: «Las opiniones del “Tío Moches”», Suplemento informativo de El Trullo,
[18] «Calles, plazas, bodegas y mesones: ¿Nos preparamos ya?», Suplemento Informativo de El Trullo, febrero de 1968, p. 3.
[19] Editorial: «Pasó la XXI Fiesta», Suplemento informativo de El Trullo, septiembre 1968, p. 1
[20] «¿Será esta Fiesta de la Vendimia la de los dos monumentos?», Suplemento Informativo de El Trullo, abril 1968.
[21] «Socios protectores», Suplemento Informativo de El Trullo, diciembre 1967, p. 3
[22] «Relación de Socios de Honor y Protectores de la Fiesta», Suplemento Informativo de El Trullo, septiembre 1968, pp. 2-3.
[23] «Salón “El Majuelo”», Suplemento informativo de El Trullo, febrero 1969, p. 2.
[24] «Noticiario local. Requenenses o requenista, ¿sabes que…», Suplemento informativo de El Trullo, abril 1969, p. 3.
[25] «Realidades», Suplemento informativo de el Trullo, noviembre 1975, p. 2.
[26] «Necesitamos 2 millones o MAS, Suplemento informativo de El Trullo, noviembre 1975, p. 2.
[27] Editorial: «Mayoría de edad», en Suplemento informativo de el Trullo, enero 1968, p. 1.
[28] Editorial: «Autodefensa», Suplemento informativo de el Trullo, febrero 1968, p. 1.
[29] Editorial: «Lo bello y lo útil», Suplemento Informativo de el Trullo, abril 1968, p. 1.
[30] Juan García Ruiz, “Juanito el de la Valeriana”, es un hombre que hizo mucho por la Fiesta, incluyendo bastantes grabaciones de actos en cine Super8. Fue presidente de la Sociedad Musical “Santa Cecilia” en los noventa y murió hace pocos años. Información aportada por Marcial García Ballesteros.
[31] «Decálogo del buen comisionado», Suplemento informativo de El trullo, septiembre 1968, p. 1
[32] Yeves, F. A.: «Las opiniones del “Tío Moches”», Suplemento informativo de El Trullo,
[33] Sobre el cambio de nombres en el callejero de Requena en la república y en el franquismo, vid. Martínez Hernández, M. C.: «Nombres que van, nombres que vienen. El callejero de Requena, 1931-1939», Crónicas de Requena, (09-10-2020).
[34] Yeves, F. A.: «Editorial: Nombres que permanezcan», Suplemento informativo de El Trullo, noviembre 1968.
[35] «Muy Ilustre Ayuntamiento de Requena. Concurso público para ideas y sugerencias sobre rotulación de calles que carecen de denominación actual en esta ciudad». Requena, 15 de enero de 1969, Suplemento informativo de El Trullo, febrero 1969, p. 2.
[36] «Denominación de nuevas calles», Suplemento informativo de El Trullo, julio 1970, p. 3.
[37] «Nos dicen que…», Suplemento informativo de el Trullo, julio 1971, p. 3.
[38] Llopis Matoses, J. M.: Juan Piqueras: el ‘Delluc’ español. Filmoteca de la Generalitat Valenciana, Valencia, 1988, I, p. 20.
[39] Galán Tendero, V. M.: «Campo Arcís sobrevive a la Guerra Civil», Crónicas Históricas, 2 agosto 2019.
[40] Llopis Matoses, J. M.: Juan Piqueras… p. 20.
[41] Editorial: «Las Parroquias de Requena», en Suplemento informativo de El Trullo, febrero 1969, p. 1.
[42] Bernabeu López, R.: «Editorial: Campanas al Viento», Suplemento informativo de el Trullo, marzo 1969.
[43] Editorial: «La encrucijada de mayo», en Suplemento informativo de El Trullo, mayo 1968, p. 1; Editorial: «¡También la Fiesta tenía una viña…!», en Suplemento informativo de El Trullo, julio 1968, p. 1; Editorial: «Del símbolo a la verdad», en Suplemento informativo de el Trullo, octubre 1968, p.
[44] Sierra Carrascosa, M.: «Editorial: Los caminos rurales», Suplemento informativo de el Trullo, julio 1971, p. 1.
[45] «Presencia y potencia de Requena», Suplemento Informativo de El Trullo, noviembre 1968, p. 2.
[46] Yeves, F.A.: «Hombres de Requena», Suplemento Informativo de El Trullo, noviembre 1971, p. 2.
[47] Roda Gallega, M.ª Dolores: «El Grupo Cultural», El Trullo, agosto 1970.
[48] «Noticiario de la Fiesta y de Requena», Suplemento informativo de El Trullo, febrero 1969, p. 3.