Los historiadores castellanos del siglo XVII no acostumbran a tener buena fama entre sus colegas del presente. Los falsos cronicones no se ajustan a nuestra metodología ni sensibilidad historiográfica. Muchos de sus temas nos parecen irrelevantes. En lugar de tanta milagrería adocenada preferiríamos mayores noticias económicas, sociales o políticas en obras de título inacabable. Los dietarios del vecino reino de Valencia nos satisfacen más.
Vistas así las cosas, Pilar Hualde Pascual ha realizado una heroicidad yendo detrás de los Santuarios del Obispado de Cuenca del sacerdote Baltasar Porreño, editado ahora por la alcarreña Aache. En el fondo la publicación es una verdadera necesidad si aspiramos a ser historiadores.
La mentalidad de la España de la Contrarreforma tenía unos rasgos muy marcados. Desde la erudición se trató de abarcar y moldear la mentalidad popular, como ya viera Jean Delumeau, participando de ello Baltasar Parreño.
A través de un oportuno aparato crítico, la autora arroja luz sobre su figura y su obra en particular. Es un acierto que no se haya deslindado el estudio de la edición del texto en sí, pues de esta manera se acrecienta el valor de ambos.
En su recorrido, Baltasar Porreño y Pilar Hualde recalan en Requena, en el Convento de Carmelitas Descalzos, donde se cobijaba la imagen de Nuestra Señora de la Soterraña. El trabajo preparatorio de la erudita resulta impecable, teniendo presente las sustanciales aportaciones de Fermín Pardo o Eugenio Domingo Iranzo. A todo aquel lector que no conozca Requena le resulta de enorme ayuda.
Su estudio es la antesala de la lectura de un texto que recomendábamos vivamente. Los milagros de la Soterraña nos hablan de unas personas con unas inclinaciones y unos quehaceres muy concretos, a veces con una edad provecta que recuerdan las vivencias de sus padres y abuelos. Los mayores del lugar o las personas de respeto no deponen en un litigio de lindes, sino acerca de las bondades divinas de una imagen de Santa María. A nosotros llegan noticias de cautivos que han desembarcado en Valencia procedentes de África. El humanista Porreño tamiza unas tradiciones que proceden del imaginario cultural medieval, uno de cuyos ápices fueron las Cantigas alfonsíes.
Los milagros son bien humanos. Una madre que ha visto morir a su hijito por el camino, un chico que ha caído de una altura, gentes atormentadas por la enfermedad incurable para la medicina coetánea, personas a punto de ahogarse, un carretero a punto de morir aplastado… Es la vida de los castellanos del llamado Siglo de Oro. En sus rogativas y acciones de gracias a la Virgen nos descubren sus existencias y creencias, que la historia de las mentalidades ha puesto en valor con justicia. Al final Baltasar Porreño nos habla de nosotros mismos y el estudio de Pilar Hualde nos permite recuperar ante unas manifestaciones culturales el sentido de historiadores.
