Elenco de la representación de La Dama del Alba, de Alejandro Casona, con el director de la obra y catedrático de literatura del Instituto Nacional de Enseñanza Media de Requena, Lucio Izquierdo Izquierdo (Requena, 6-III-1969)
(Salón de Actos del Instituto – Foto: Marcial García Cañabate).
“Que veinte años no es nada”, cantaba Carlos Gardel en su famoso tango Volver. Pues anda que cincuenta, y sin embargo también opina lo mismo de ellos otro cantante y autor, Víctor Manuel (¡qué casualidad, como nuestro profe de historia!), quien titula así, “50 años no es nada”, su álbum recopilatorio de 2014.
Pues medio siglo, en un instituto, son cincuenta generaciones de estudiantes que llegan y que se van, que pasan desapercibidos o que se hacen de notar. Cincuenta años de profesores que dejan huella, para bien o para mal, y entre ellos siempre hay quienes “sientan cátedra” y su imagen, su forma de enseñar, sus hechos, permanecen en la memoria colectiva. Uno de esos profesores fue el catedrático de literatura Lucio Izquierdo Izquierdo, a quien recuerdo como director durante mis años en el instituto. Enseguida volveremos a él.
La tradicional Fiesta de los Estudiantes se celebró durante muchos años el 7 de marzo, día de Santo Tomás de Aquino, su patrón, de acuerdo a lo que la iglesia denominaba Vetus Ordo (viejo orden), hasta que la festividad se traslado al 28 de enero según el Novus Ordo (nuevo orden), que es la actual.
Terminando el día 7 y comenzando algunos días antes, se organizaban actividades lúdicas, ya fueran culturales y/o deportivas, a cargo de los estudiantes de último año, el Curso de Orientación Preuniversitaria, coloquialmente Preu, que entre los años cincuenta y sesenta reflejó, en diversas ocasiones, la cámara del fotógrafo requenense Marcial García Cañabate.
Acto cultural y de entrega de títulos de Bachillerato: Mesa presidencial. De pie, el director: D. Lucio Izquierdo (7-III-1969)
Entre dichos reportajes gráficos figura el correspondiente a 1969, hace ahora exactamente cincuenta años, por lo que la ocasión, como la cabeza del ilustro D. Lucio, “la pintaban calva” para ofreceros este artículo. Máxime cuando hace poco adquirí, en una página web de coleccionismo, el original de un programa de la Fiesta de Santo Tomás de Aquino de aquel año.
Es triste, pero comprobado, que con la extensa documentación que se conserva en los archivos del Instituto, no se hayan localizado programas de mano o ningún otro tipo de documentos organizativos de aquellas fiestas de estudiantes que tenían lugar cada año, con rigurosa puntualidad. Así, de estos reportajes citados, resultaba difícil, cuando no imposible, conocer datos tan básicos como el título de las obras teatrales y sus autores, representadas por los alumnos.
Por eso, tener un lote documental y fotográfico tan completo me permite ahora, a cincuenta años vista, contaros y mostraros en qué consistió la Fiesta de los Estudiantes de 1969, sin olvidar citar cómo Mª Carmen Martínez Hernández, en su blog y libro de igual título: Mi infancia son recuerdos de Requena, ya nos había contado sus recuerdos de algunas fiestas anteriores.
Portada del programa de actos en honor a Santo Tomás (3 al 7-III-1969)
Primera página del programa de actos en honor a Santo Tomás (3 al 6-III-1969)
Si observamos el programa, notaremos los signos “aperturistas” que para aquellos momentos sociales se vivían en nuestras aulas, con profesores inquietos, inteligentes y con ganas de ofrecer a sus alumnos algo representativo del arte de tintes sociales que llegaba a las carteleras españolas.
Cartel publicitario de la película “La Busca” (1966)
El día 3 de marzo se programó, en el hoy desaparecido Cine Avenida, la película de 1966 “La Busca”, dirigida por Angelino Fons, con la indicación especial de tratarse de una sesión de Cine-Club. Una película fuerte, que trataba un tema tan tabú en aquella época, sobre todo para el mundo estudiantil, como el de la prostitución:
Madrid, 1900. Un joven de provincias llega a la capital con la intención de ganarse la vida. En primer lugar, trabaja en una pensión miserable en la que también lo hace su madre, después en el taller de un zapatero tío suyo y más tarde como aprendiz en una tahona. Sin embargo, su debilidad física y mental lo arrastran poco a poco al mundo de la delincuencia y la prostitución. (Filmaffinity).
La película, seguramente no apta para menores de dieciocho años (lo que entonces eran dos rombos), superaba la censura por estar ambientada en tiempos muy pasados y, seguramente, por estar basada en la novela del mismo título, primera de la trilogía de “La lucha por la vida”, de Pío Baroja.
El día 5 hubo nueva proyección de Cine-Club, esta vez con una película muda dedicada al actor francés Max Linder, surgido para el cine en 1905, al parecer el cómico de más éxito en Europa antes de la Primera Guerra Mundial y de la llegada de Charles Chaplin, con quien coincidió en Hollywood en 1916. La figura de Max Linder, con una producción cinematográfica extensa, fue eclipsada y prácticamente olvidada por las siguientes generaciones hasta que en 1963 su hija, Maud Linder, presentó un film recopilatorio de escenas titulado en el original En compagnie de Max Linder. La película, presentada en España en 1965 como Las Aventuras de Max Linder, estaba narrada por el famoso director francés René Clair, y consiguió colocar de nuevo al actor francés entre los más grandes de la época del cine mudo.
Cartel original de la película “En compagnie de Max Linder” (1963)
Cartel de la versión española de la película “En compagnie de Max Linder” (1963)
Debió gustar aquella película que continuaba la tradición requenense de nuestros cines que solían ofrecer, además de la película de turno y el obligatorio noticiario del NO-DO, algún corto de cine mudo entre los que destacaron los protagonizados por Jaimito (Larry Semon), Charlot y El Gordo y el Flaco (Stan Laurel y Oliver Hardy).
Como colofón artístico de la festividad de Santo Tomás, el jueves 6 se representó la tradicional obra teatral a cargo de los estudiantes de último curso, con la novedad de que la función dejó de desplazarse al Teatro Principal para tener lugar en el escenario del Salón de Actos del propio Instituto.
La dirección corrió a cargo del joven director Lucio Izquierdo (1931), catedrático de literatura en Requena desde 1967, que escogió para aquella ocasión La Dama del Alba, del asturiano Alejandro Casona[1] (1903-1965), fallecido pocos años antes. Un autor de la Generación del 27, modernista como Rubén Darío y muy cercano a la estética teatral de Federico García Lorca.
Casona, autor que comenzó a destacar en la escena española antes de la Guerra Civil (Premio Nacional de Literatura en 1932), al estrenar en 1934 La Sirena Varada en el Teatro Español de Madrid. Exiliado en 1937, recorrió varios países sudamericanos hasta afincarse finalmente en Buenos Aires en 1939. Allí permaneció hasta 1962, estrenando obras tan significativas como La Dama del Alba (1944) o La Barca sin Pescador (1945). Ese año regresó a España, como consecuencia de la política “aperturista” de aquellos años, que buscaba una mayor proyección internacional, siendo a la vez admirado y denostado por las nuevas generaciones teatrales. Su última obra, El caballero de las espuelas de oro, sobre Francisco de Quevedo, fue estrenada en Madrid en 1964, un año antes de su muerte.
La Dama del Alba, “ambientada en la Asturias rural, se centra en las vivencias de una familia desolada por la muerte de Angélica, una de las hijas. La madre no ha podido superar la desaparición de la joven y ello afecta al día a día del resto de los hijos y del abuelo. Un día aparece por la casa una peregrina, que lo cambiará todo a su paso”[2].
La presentación de La Dama del Alba en el Instituto requenense tuvo visos de gran producción, participando no solo los alumnos mayores, sino varios niños de cursos inferiores. Nos consta que algunos de los actores del elenco sintieron esa “chispa” del teatro y han seguido actuando en grupos requenenses posteriores como Arrabal Teatro y otros.
He aquí algunas fotografías escogidas de aquella feliz representación:
Por fin, el 7 de marzo, festividad de Santo Tomás de Aquino, se cerró el programa de 1969 con varios actos. El primero la obligada Misa, en la capilla del Instituto, a cargo del profesor de religión y párroco de El Salvador, don Rafael Sáez, para continuar con el acto académico en honor del patrón, titulado “Glosa a Santo Tomás”, en el que además de algunos alumnos intervino el recordado catedrático de filosofía D. Carlos Mínguez Pérez, para concluir con lecturas de alumnos y entrega de títulos.
Segunda página del programa de actos en honor a Santo Tomás (7-III-1969)
Segunda página del programa de actos en honor a Santo Tomás (7-III-1969)
Intervención del catedrático D. Carlos Mínguez Pérez (7-III-1969)
Intervención del catedrático D. Carlos Mínguez Pérez (7-III-1969)
Las festividades no podían terminar sino con deporte, celebrándose un partido de baloncesto entre alumnos del centro y otros del Instituto de Utiel en el que quizás lo más vistoso fueran las “demostraciones gimnásticas” a cargo de las alumnas.
No cabe duda de que aquella fue una Fiesta de Estudiantes para recordar. Por si queréis hacerlo con propiedad, os comento que tanto “La Busca” como “Las Aventuras de Max Linder” están disponibles en Internet y son fáciles de localizar y visualizar. Igual sucede con La Dama del Alba, de la que podemos encontrar en You Tube diversas versiones, incluso una cinematográfica. Entre las teatrales dos buenas opciones: una de 1965, en blanco y negro, del programa de TVE Estudio 1, con actores de la talla de Concha Velasco, Fernando Delgado, Mercedes Prendes o Carlos Lemos; y la otra de 1989, en color, del programa de TVE Primera Sesión, con un inconmensurable Antonio Ferrandis; ambas dirigidas por Gustavo Pérez Puig.
A aquellos que fueron protagonistas teatrales de las funciones de Santo Tomás, les animo a buscar entre sus recuerdos los programas y fotografías, para que sigamos recuperando historias como estas, que demuestran que en ningún tiempo, por desagradable que fuera, los requenenses dejaron de sentir pasión por la cultura.
BIBLIOGRAFÍA:
MUÑOZ GARCÍA, Rafael. Requena Teatral, Valencia, Bernia Ediciones, 2007.
IMÁGENES:
Fotografías de Marcial García Cañabate (Archivo del fotógrafo).
[1] Su nombre auténtico era Alejandro Rodríguez Álvarez.
[2] Nota de Rafael Castellanos, en la revista Lanza, ed. (2014).