
Materia: ESCULTURA
Época: Requena, 18/10/1878 – ¿Madrid?, hacia 1938
Referencias: ESCULTURA, BELLAS ARTES
Obras y distinciones:
En Exposiciones Colectivas: “Última Jornada” (Exposición Nacional de Bellas Artes, 1901, Tercera Medalla); Obra sin título (E.N.B.A., 1905, Tercera Medalla); “La Sed”, bronce, y “Retrato de G.V.”, escayola (E.N.B.A., 1906); “Desesperanza”, escayola (E.N.B.A., 1908, Segunda Medalla); “El Dolor Universal”, escayola (E.N.B.A., 1910, Segunda Medalla; “La Experiencia” y “Retratos de Niños”, ambos en mármol (E.N.B.A., 1912); “Retrato de A.L.M.” y “Pescador”, ambos en bronce (E.N.B.A., 1915).
Monumento a José María Martínez Rivas (1916/1922), Barrio de San Pedro, Galdames, Vizcaya (atribuido erróneamente a Benlliure en algunos documentos).
Monumento a Pedro Menéndez de Avilés (1916/1917), Parque del Muelle, Avilés, Asturias.
Monumento Funerario al Poeta Julio Herrera y Ressig (s/f), Cementerio de Montevideo, Uruguay.
Monumento al Alférez de navío José María Lazaga y Ruiz (1921), Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando, Cádiz.
Proyectos no realizados:
Monumento a Don Quijote (también citado como Monumento a Dulcinea), proyecto realizado en maqueta y no llevado a cabo, El Toboso, Toledo.
Bibliografía:
Biblioteca Virtual de Prensa Histórica del M.E.C.
Enciclopedia Universal Espasa, Tomo XXV, pág. 753.
Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España.
CABAÑAS BRAVO, Miguel (coordinador), El Arte Español del Siglo XX, su perspectiva al final del milenio, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2001, pp. 156-157.
FERNÁNDEZ, Tomás y GÓMEZ, Pablo, “Manuel Garci-González”, en Escultura Urbana, revista electrónica de escultura pública, ISSN 1988-5954, 2010 (contiene referencias a diversos artículos en revistas y webs).
Fundición Hermanos Codina, Madrid, Libro años 1915-1929.
Notas Biográficas:
Manuel García González, el primer requenense que destaca en el arte escultórico, nace el 18 de octubre de 1878 en el número 10 de la calle de las Cruces, siendo hijo de Zacarías García (propietario) y María González (ama de casa. Más adelante abreviaría el apellido en su trayectoria artística, dejándolo en el ya conocido Garci-González. Quienes se han ocupado, aunque de forma breve, de su figura, suponen que debió morir en Madrid hacia 1938. Si es así, el hecho de que sucediera en plena guerra civil nos ha privado de una información más exacta por ahora. Nada sabemos tampoco sobre posible matrimonio e hijos. Uno de esos personajes que, a pesar de contar con calle en Requena y diversos grupos escultóricos de relevancia en España, sigue siendo un desconocido.
De familia acomodada, sus dotes innatas y la apreciación de su temprano talento debieron ser determinantes para que se le permitiera viajar lejos para su formación artística, aunque lo hizo ya mayor, pues consta que entrado en quintas (1897), es alistado en Requena, domiciliado en la calle de las Monjas (hoy Norberto Piñango). Alumno de un desconocido Teodoro Bozo Berdají y de la Escuela Superior de Bellas Artes de Barcelona, le vemos ya en 1901 en Madrid, presentando sus primeras obras en la Exposición Nacional de Bellas Artes y después trabajando en un taller escultórico de la calle San Miguel.
Nuestros historiadores nos ilustran sobre su dedicación a la enseñanza. Dice Bernabeu (quien debió conocerle en persona) que pertenecía al profesorado de institutos, añadiendo Yeves, en su Guía Historiada del Callejero Requenense, que llegó a catedrático de dibujo. Es de lamentar que no hayamos podido encontrar documentación al respecto.
Fue miembro de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles, fundada en 1871, y directivo de la misma durante la presidencia de otro gran escultor, Mariano Benlliure, desde 1929 en adelante.
Trabajó todos los materiales: bronce, escayola, mármol…
La primera noticia profesional de su arte la tenemos en 1902, cuando realiza el busto en bronce del maestro de primera enseñanza Juan Cruz Alonso (+1899), para su monumento conmemorativo en Avilés (Asturias), junto al arquitecto Manuel del Busto. Por desgracia, este monumento no se ha conservado y no hay fotografías ni dibujos del mismo. En las noticias de prensa referentes a la inauguración de esta obra, en agosto de 1902, todavía se le cita como García González. Pronto volverá a Avilés.
En 1907, la revista “Por el Arte”, que dirige Filiberto Montagud, publica diversas reproducciones de sus obras.
En 1910, premiado con una Segunda Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes, el crítico Rafael Solís dice de él en “La Correspondencia de España”:
“… y Manuel Garci-González con su escayola El Dolor Universal. Estimo que esta obra de Garci González es una de las notas más interesantes del Certamen como ejemplo de arte nuevo, sano y vigoroso”.
Adquirida por el Estado para el Museo de Arte Moderno, se le pagó a nuestro escultor la nada desdeñable cantidad de 4.000 pesetas, más del doble del sueldo anual de un funcionario medio.
En el verano de 1911 publica la revista “Blanco y Negro” una reproducción del bajo relieve que ha realizado el autor en memoria de José María Jáudenes, fundador del Colegio de Huérfanos de la Marina. Ese mismo verano, en un extenso artículo en “El Imparcial”, titulado Los Poetas de la Piedra, firmado por el poeta y dramaturgo modernista Francisco Villaespesa, en el que tras un recorrido histórico sobre el mundo de la escultura y unos párrafos pesimistas sobre el último periodo contemporáneo español, leemos:
“Pero hay una juventud entusiasta y fuerte que, como no tiene nada que continuar, se apresta gloriosamente a iniciar la moderna escuela española. Al frente de esta juventud, ungido ya por el triunfo y por la gloria, aparece un noble y alto espíritu: Manuel Garci-González, trabajador infatigable, que en diez años de labor incesante y creadora ha dado al arte nacional esas joyas maravillosas, orgullo de nuestros Museos, que se llaman “El Pescador”, “Desesperanza”, “La sed” y “El dolor universal”. Espíritu sintético, armonizando en un supremo equilibrio la pureza y la serenidad clásicas con los inquietos ideales modernos, puede considerársele como uno de los más fuertes continuadores de la labor estupenda de Rodin. «La sed» y sobre todo ese formidable “Dolor universal”, podrían firmarlos las mismas manos creadoras que arrancaron de la piedra inerte la vida inmortal del “Pensée”.
Contemplando su última creación, “El dolor universal”, he sentido una de las emociones estéticas más intensas de mi vida. Ante el gesto retador e indomable de aquel rostro que parece amenazar al infinito, no sé por qué recordé la expresión maravillosamente trágica de la cabeza de San Juan Bautista, de Alonso Cano. Y ante la pureza de líneas de aquella figura fuerte y bella volvió a deslumbrarme con toda la fascinación de su poesía inmortal, “El Desterrado”, el mármol eterno manchado aún con la sangre del suicida portugués, Suares dos Reis, el más grande de los escultores ibéricos.
Actualmente, en un taller de la calle de Miguel Ángel, este joven maestro, poeta animador de la piedra, resucita el mito de Ducalión, animando en el mármol puro y clásico la vida armónica y eterna de las Nueve Hermanas, en torno del monumento fúnebre que ha de encerrar los restos gloriosos de uno de los más grandes espíritus de la raza, Julio Herrera Reissig, el supremo y maravilloso artífice de “Los Peregrinos de Piedra”, el más intenso y sutil de todos los líricos hispano-americanos.
El proyecto de ese monumento funeral que la admiración y el cariño de unos cuantos espíritus fraternos ofrendará en la próxima primavera al gran poeta uruguayo, será la más bella obra de arte que ha atravesado los mares. Orgulloso debe estar de ella Garci-González, como lo estamos los que hemos tenido el acierto de encargársela a su cincel prestigioso”.
Los monumentos funerarios serán una constante en su obra. En mayo de 1912 realiza un sarcófago para doña Loreto García Sánchez, esposa del doctor Serrano, con destino al Cementerio de La Almudena (Madrid).
El 12 de noviembre de 1912 es asesinado el Presidente del Consejo de Ministros, José Canalejas, en un atentado anarquista en plena Puerta del Sol de Madrid. Trasladado de inmediato al Ministerio de la Gobernación, entre otros trámites oficiales, el escultor requenense es el encargado de realizar la mascarilla mortuoria del político liberal regeneracionista español quien, en el momento de su muerte ejerce también como presidente de la Asociación de Escritores y Artistas. Por esas fechas realiza también el busto del Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, Antonio López Muñoz.
En abril de 1916, el comité nombrado al efecto en Avilés, escoge a Manuel Garci-González para encargarse del Monumento a Pedro Menéndez de Avilés (1519-1574), Adelantado Mayor de La Florida (hoy estado norteamericano), quien reconquistó para España aquellas tierras a los hugonotes franceses en tiempos de Felipe II y fundó la primera ciudad de Norteamérica y por tanto la más antigua de las que hoy todavía existen: San Agustín, siendo más tarde también gobernador de Cuba.
A raíz de este encargo, que coincide en el tiempo con el de otro Monumento para el industrial vizcaíno, fundador de los Astilleros del Nervión, José María Martínez Rivas, destinado a Bilbao pero ubicado finalmente en su ciudad natal, Galdames, el escritor Salvador Martínez Cuenca dirá de nuestro biografiado:
“… es uno de nuestros mejores escultores. Su honradez artística le aparta de las fáciles imitaciones del arte antiguo con que otros encubren su falta de inventiva y la carencia de las más elementales nociones técnicas. Garci-González es un temperamento artístico original y como Miguel Ángel en el Renacimiento y Rodin en la actualidad, es un enamorado del natural que copia magistralmente, infundiéndole un espíritu que alienta y anima la dura materia en que se vacían las esculturas.
Pocos artistas sienten como él la grandiosidad de las ideas que inspiran sus concepciones y pocos también tienen el dominio de la técnica con que da forma a sus creaciones. Su manera de modelar, firme y resuelta, no deja nunca en el barro una sola huella que acuse vacilaciones, dudas o desfallecimientos. Las más puras calidades se aprecian en toda su labor. La delicadeza de las carnes infantiles o femeninas, la reciedumbre de la musculatura del hombre, la elegancia en el plegado airoso del ropaje, son cualidades que se observan perfectamente estudiadas y dominadas en toda su producción artística”.
El periodista Victorio de Anasagasti nos ha dejado un perfil humano del personaje en un artículo del diario “El Globo”, de Madrid, con ocasión de una visita a su estudio en 1918:
“…/… Manuel tiene temperamento de vasco: es seriote, de pocas palabras, no exentas de cierta irónica sentencia; desconfiado al principio y amigo cariñoso luego del que sabe leer en su alma de niño. Tiene su persona una atrayente simpatía, con un no se qué de misterioso que lleva a interrogarle… Es su rostro sereno, de hombre que no tiene por qué ocultarse de nadie; en su trente, de augustas proporciones, se adivinan la luz del genio y la bondad de su fuerte espíritu, como hecho para resistir los tremendos huracanes de la envidia”.
El 22 de agosto de 1918, en Avilés, con asistencia oficial de su alteza real la Infanta Isabel de Borbón, aquella “Chata” a la que Duyos dedicará su famoso poema, se inaugura el Monumento a Pedro Menéndez que todavía hoy preside el muelle de la ciudad. La prensa asturiana y madrileña reflejan el hecho con diversas fotografías, tanto del monumento como del autor, cuyas virtudes artísticas alaban. El grupo escultórico, en fotografía a toda página, es portada del diario ABC del 26 de agosto. De igual forma, con sendos reportajes gráficos, ilustran la noticia las revistas Mundo Gráfico y Nuevo Mundo. El 26 de octubre, los artistas madrileños, casi un centenar, ofrecen un banquete a Manolo, en reconocimiento a su labor artística.
Durante la primavera de 1920, Garci-González es miembro del jurado en la Exposición Nacional de Bellas Artes, aquella en la que tantas veces participó antaño.
En el otoño de 1922 se forma en El Toboso una Comisión encargada de erigir un Monumento escultórico al Quijote. El jurado calificador confía la ejecución de dicho monumento a Manuel Garci-González. Será su proyecto más ambicioso, el más importante de su vida y en el que más empeño y calidad artística pondrá… y sin embargo, tras años de vicisitudes, no se llevará a cabo. Veámoslo.
Como indica ABC, en su edición del 31 de octubre:
“Son ya numerosas las adhesiones recibidas por la comisión toboseña, que espera, con el patriótico concurso que demanda de todos los enamorados de la obra literaria del Príncipe de los Ingenios españoles, ver coronada por el éxito la noble empresa, ya en marcha, de dar forma escultórica a la idea de rendir un tributo lo más grandioso posible de gratitud y de admiración a Miguel de Cervantes Saavedra, erigiendo en pleno campo manchego el monumento cuyo proyecto se basa en una personalísima interpretación del Quijote, en la que el escultor exalta de manera insuperable la espiritual figura de Doña Dulcinea”.
Durante semanas, la prensa se hace eco de la noticia sobre el próximo monumento cervantino y el escultor elegido. Pero también, con los pies en el suelo, se reúnen académicos, diputados y representantes de El Toboso para planificar la obtención del importante desembolso económico, ya que el Monumento proyectado cuesta la friolera de un millón de pesetas de la época y la idea es que se haga por suscripción popular.
Desconocemos si ya lo fue con anterioridad, pero en la renovación de cargos de la Asociación de Escritores y Artistas de 1923, Garci-González entra a formar parte de la directiva como vocal y al año siguiente ya es tesorero.
En 1924, mientras diseña y planifica el monumento al Quijote, concluye otro, de pequeño tamaño y gran inspiración, dedicado al Alférez de navío José María Lazaga, muerto en combate naval en 1921, en el desastre de Annual, que se instala en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando (Cádiz) y que reproducimos al final.
También en el verano de ese año vuelve a Avilés por tercera vez, para la inauguración del sarcófago que ha esculpido en mármol para albergar los restos del Adelantado Pedro Menéndez y que es ubicado en la iglesia de los Franciscanos. Al acto cívico asisten, además de las autoridades locales, una representación del estado norteamericano de Florida.
Y es en las fiestas de septiembre de 1924 cuando Requena reconoce de la forma debida a uno de sus hijos más queridos, otorgándole el nombre de una calle, la del Estrecho, que sube desde la plaza de Janini hasta el barrio de Las Peñas, como “calle del Escultor Manuel Garci-González”. Se hace eco de ello tanto la prensa valenciana como la madrileña.
Pasan los años y el Monumento al Quijote sigue siendo un proyecto. En 1927 aparece la maqueta fotografiada en la revista Mundo Gráfico, en la que a pie de página se indica la adhesión real y la de muchos países europeos y americanos, pero sigue siendo tan solo una maqueta. Ilusorias serán las palabras que Garci-González escribe sobre el conjunto: “Dulcinea allá, en la altura, erguida sobre el llano de La Mancha, personificará todo el quijotismo”. A principios de 1930 todavía el autor y los patrocinadores confían en llevar a cabo el Monumento. Sabemos por Garci-González que la altura proyectada era de 40 metros y que en su interior albergaría un museo y una biblioteca popular. Manolo sigue trabajando en otros temas, como los bustos de la familia Roldán que se colocarán en el Asilo de Ancianos de Medina de Pomar (Burgos), en la casa que para este fin ha donado dicha familia.
No ha quedado constancia periodística del motivo por el que el proyecto de Monumento al Quijote se quedó tan solo en eso, pero por poco que elucubremos al respecto, no hay que olvidar que el advenimiento de la república, en 1931, traería muchos cambios importantes en la dirección del país y que varios de los miembros de la comisión que llevaba el proyecto eran importantes políticos conservadores. Solo hay que atar cabos y leer el artículo que en 1932 publica al respecto José Guillot Carratalá en el Heraldo de Almería, ensalzando a Garci-González y su obra y poniendo “a caldo” a ciertos politiquillos de la Junta Nacional encargada.
El último proyecto conocido de Manuel Garci-González es una placa conmemorativa, encargada por la República Dominicana y alegórica al descubrimiento de aquella isla, la “Hispaniola”, con destino al Monumento a Colón de Madrid. Contamos con una fotografía publicada en la revista Crónica de 16 de octubre de 1932. Si se llevó al bronce, no conocemos su ubicación actual.
En 1964, el ayuntamiento de Saint Augustine (Florida), solicitó al de Avilés los moldes del monumento a Pedro Menéndez con el fin de realizar una réplica de la obra de Garci-González para la ciudad norteamericana. De aquel proyecto quedó tan solo el duplicado de la efigie del Adelantado que, en pedestal distinto al avilesino, preside hoy una céntrica plaza de la ciudad estadounidense.
Este requenense de divinas manos y gran cultura, que asistía al teatro y a las tertulias madrileñas con Jacinto Benavente y Valle Inclán; a la ópera para ver dirigir a su amigo y compañero en la Asociación, Ricardo Villa y que admiraba, aunque sin nada que envidiar, a sus colegas valencianos Capuz y Benlliure, murió, sin que tengamos la seguridad de donde ni cuando, durante la cruenta guerra civil, a los sesenta años y con tanto que decir todavía. Es hora de recordarlo y admirar su obra.


Marcial García Ballesteros