Los gobernadores civiles
En la construcción del «nuevo estado» franquista se llevó un proceso de instauración de un nuevo modelo de gobierno local, mediante la formación de corporaciones fieles al alzamiento y, en la medida de las posibilidades, con militantes del recientemente constituido partido único de fet y jons, totalmente subordinadas al jefe del Estado, vía ministro de la Gobernación y gobernadores civiles. El Gobierno Civil fue uno de los pilares fundamentales, quizá el más importante, de las instituciones franquistas en provincias. Los gobernadores actuaron como directores y coordinadores de la administración local, constituyéndose, en definitiva, como la máxima autoridad en cuanto al gobierno y la administración provincial y local.
A la llegada del franquismo, a los gobernadores civiles ya no les quedaban más atribuciones que las de gobernación. Iniciado el Movimiento Nacional, el gobernador civil será asimismo jefe provincial del Movimiento, según los Estatutos de fet y jons de 1937, modificados en 1939. Aparece siempre en clara y directa relación con el Gobierno de Madrid y con el partido -único o hegemónico- que lo apoya. Esto es algo perfectamente constatable desde la Dictadura de Primo de Rivera hasta las más recientes fechas democráticas. Es más, el gobernador civil será el encargado de aglutinar las diversas y dispersas posibles fuerzas, en torno al partido creado por el Gobierno.
Correa de transmisión entre el poder central y el local
Hay que destacar el papel desempeñado por los gobernadores civiles de correa de transmisión entre el poder central y el local[1], puesto que, si bien imponían las disposiciones del gobierno de Madrid, también es cierto que transmitieron los problemas locales a la capital y en los informes que emitieron o en las memorias redactadas desde el Gobierno civil, manifestaron ser buenos conocedores de la problemática provincial y local[2]. Siendo una de sus tareas primordiales controlar ayuntamientos y diputaciones, órganos fundamentales de la administración local[3]. Es más, contribuyeron a reproducir las redes clientelares dado que muchos ciudadanos atribuían al gobernador la capacidad para resolver todos sus problemas y se dirigían personalmente a él como el medio determinante para la solución[4].
Los actos constitutivos de las corporaciones municipales presentan un punto de inflexión dentro de la monotonía de las actas, con los discursos de los gobernadores y de los alcaldes, en general, y de alguna otra intervención política, como hemos podido ver en la constitución de la Gestora en Requena en 1943. Analizar los discursos permite descubrir aspectos de la realidad que van más allá de las palabras protocolarias de las sesiones constitutivas oferentes de unos principios programáticos o un diseño político, pero junto a ese ver y juzgar es necesario comprobar su actuar, es decir la praxis de su quehacer político.
En los documentos municipales constan las visitas, más o menos frecuentes, a Requena, de las autoridades provinciales, gobernador y presidente de la Diputación, con motivo de inspeccionar las obras públicas o asistencia a alguna festividad, durante las cuales tomaban contacto directo con la realidad local. En ocasiones, inauguraban algo significativo.
En diciembre de 1942, el gobernador civil de Valencia, Francisco Javier Planas de Torras, el presidente de la Diputación, Rafael Álvarez y otras autoridades provinciales, visitaron Requena al objeto de constatar en vivo los principales centros y vías urbanas y provinciales. El momento de la comida fue aprovechado por el gobernador para felicitar al alcalde y a la corporación municipal por su labor de transformación y saneamiento de la ciudad, ofreciendo su apoyo para cuanto significara engrandecimiento de Requena en todos los órdenes y aspectos de la vida local. El alcalde, a su vez, expuso que había tenido todo el apoyo por parte de la Diputación provincial en los aspectos que eran de su competencia, para coronar la iniciada obra de reforma urbana de Requena[5].
En septiembre de 1943, el gobernador civil Ramón Laporta Girón, junto con el presidente de la Diputación Adolfo Rincón de Arellano, el coronel de aviación, el alcalde de Valencia, el diputado provincial Fernández de Córdoba y otras personalidades, visitaron Requena con motivo de la Feria y Fiesta. Aprovechando esta circunstancia se procedió a la bendición e inauguración del monumento erigido a los Caídos por Dios y por España de Requena, en la explanada del cementerio[6].
Sobrecargas al erario municipal
El gobernador era una figura política importante. En abierto contraste hay que resaltar la escasez de medios con los que estaban dotados los gobiernos civiles, aunque podían hacer uso de los recursos de trabajo de los diferentes organismos[7]. Bajo esta perspectiva hay que enmarcar la cantidad de solicitudes o suscripciones económicas que llegaron a los municipios procedentes del Gobierno Civil, en general vía BOP[8], solicitando la contribución de los ayuntamientos que, la mayoría de las veces, se cumplimentaron mediante suscripciones populares.
1943 fue uno de esos años pródigos en peticiones del Gobierno Civil al Ayuntamiento requenense, en marzo para el Frente de Juventudes; en junio para restablecer el Patronato de Protección a la Mujer, pues las corporaciones locales debían destinar una cantidad, que debía consignarse en los presupuestos, para atender el sostenimiento de la institución de referencia[9]; en julio para la carrera ciclista; en agosto para el Preventorio infantil provincial y el Sello de José Antonio.
Al ser de obligado cumplimiento, la corporación municipal aprobaba las peticiones y caso de no tener recursos las cargaba al ejercicio económico del año siguiente, como sucedió con el Preventorio infantil. El 31 de agosto de 1943, la Jefatura Provincial del Movimiento ordenaba la aportación del dos y medio por ciento del total del presupuesto municipal para las atenciones del Preventorio infantil provincial. El alcalde de Requena expuso que dicha circular no había tenido entrada en Secretaría y que en aquellos momentos era imposible la aportación económica solicitada, dado que el presupuesto estaba agotado. De momento se acordó enviar 5.000 pesetas para tal finalidad y consignar el resto del presupuesto para el próximo ejercicio[10].
La utilización del sello de José Antonio fue otro de los medios utilizados para recaudar fondos. En agosto de 1943, el Gobierno Civil de Valencia emitió una circular señalando que el uso de la estampilla era el «único medio de allegar recursos a la Sección Femenina de FET y de las JONS para atender a su heroica y benéfica labor en favor de los desvalidos» y era misión del alcalde dinamizar su uso en los ambientes no municipales:
A la Alcaldía, consecuente con los principios que la conformaban, le correspondía realizar la labor educadora y la propaganda de acuerdo con las autoridades locales, estimulando a las entidades y corporaciones locales comerciales, industriales y demás sectores integrantes de las fuerzas vivas de la localidad para que utilizaran el sello de José Antonio[11].
En otras ocasiones las peticiones eran vía indirecta mediante la prensa del Movimiento, Levante, en Valencia, como en julio de 1943, invitando al Ayuntamiento a contribuir con la cantidad de cien pesetas a los gastos que generaba la Vuelta ciclista de la región valenciana, al ser Requena puerto de tránsito[12].
Los municipios tuvieron que contribuir al mantenimiento del Frente de Juventudes. En marzo de 1943 se mandaba remitir a la Delegación Provincial del Frente de Juventudes de Falange Española Tradicionalista y de las JONS el cincuenta por ciento de la cantidad presupuestada como subvención anual[13]. En octubre, con motivo de la celebración del Día del Caudillo y respondiendo a la circular del Gobierno Civil, el Ayuntamiento de Requena envió al Instituto Nacional de Previsión de Valencia la cantidad de 1.045 pesetas, en concepto de concesión municipal a favor de cuarenta y nueve chicos del Frente de Juventudes de FET y JONS de Requena, al objeto de la apertura de libretas de seguro[14]. En 1945, los gastos originados en el Ayuntamiento de Requena con motivo de la carrera ciclista del Frente de Juventudes importaron 633 pesetas y 45 céntimos[15].
Si a través del Gobierno Civil se sobrecargó al Ayuntamiento de Requena, también es cierto que este recurrió a las autoridades provinciales en caso de calamidades. El 18 de septiembre de 1943 cayó un gran pedrisco que dejó en lamentable estado a las aldeas de San Juan, Calderón, Barrio Arroyo, parte de la de Roma y la mayor parte de la de San Antonio. Los viñedos y cereales quedaron completamente desechos. La Corporación Municipal, por un lado, se dirigió al gobernador civil suministrándole datos y pormenores del desgraciado suceso, para que intercediese en los organismos superiores competentes y recabase auxilio económico para remediar la crítica y difícil situación en que quedaban los modestos agricultores de toda aquella zona. Por otro, se dirigió a la Diputación Provincial de Valencia para que contribuyese a remediar tan calamitosa situación, entre otros, acelerando la construcción de caminos vecinales que, al parecer, estaban en proyecto, con lo que se facilitaría trabajo a aquellos aldeanos. Y, por su parte, que el Ayuntamiento de Requena acudiese a realizar las obras de mejora más urgentes y que fuesen de su competencia, empleando en ellos a los trabajadores más necesitados[16].
La Diputación Provincial y los municipios
En cuanto a las diputaciones provinciales, se mantuvieron como organismo intermedio entre el Estado y el municipio. Para los municipios, sobre todo para los pequeños, la cooperación de las diputaciones resultó providencial en su reconstrucción y desarrollo desde la posguerra. Los problemas heredados por las diputaciones del primer franquismo serían, en general, los mismos, dado que la situación de la posguerra se reveló crítica en la mayoría de las provincias[17]. La descripción que hace Marc Baldó de la Diputación de Valencia durante el franquismo es extensible, en general, al resto de las diputaciones españolas: el abastecimiento de agua potable a los pueblos, la situación sanitaria, la vivienda, la beneficencia, las carencias en el terreno de la instrucción pública, etc.
Desde los años cincuenta la legislación franquista promovió que las diputaciones provinciales desarrollasen sus facultades de fomento, mejora de infraestructura y servicios, cooperación municipal y tutela de ayuntamientos pequeños, sin ceder un ápice a la descentralización y autonomía. En el ambicioso abanico de competencias a desarrollar por las diputaciones hubieron de ajustarse a unos presupuestos recortados y escasos, a las coyunturas económicas, al silencio de la crítica y al autobombo del régimen. Sin embargo, sea como fuere, en España hallamos obras públicas, instituciones sanitarias y servicios promovidos por las diputaciones provinciales del franquismo. Sus huellas son visibles en cada municipio, en cada carretera. El quehacer de la Diputación, sus actuaciones, sus intervenciones, fueron tan domésticas y cotidianas como los alcantarillados rurales, las carreteras provinciales, las instituciones sanitarias y de beneficencia o los peones camioneros, según expresa Marc Baldó al exponer la gestión llevada a cabo por la Diputación de Valencia[18].
La Diputación no se concebía sólo como un órgano económico-administrativo y benéfico, puesto que no administraba solamente un patrimonio material, sino que custodiaba y defendía el patrimonio espiritual de cada uno de los pueblos que integraban la Provincia, encuadrados y representados en los ayuntamientos locales, y que quedan representados a través de los diputados. La labor de la Diputación era la de coordinar, tutelar y propulsar los pueblos especialmente a los económicamente débiles. Desarrollando los servicios municipales, no sólo con la aportación económica, sino preparando por medio de sus organismos técnicos y de sus funcionarios, los proyectos y presupuestos necesarios para alcanzar la meta insoslayable de una mayor dignidad en la vida de los pueblos[19].
Sánchez Brun, Gaudioso: «El mensaje político de los gobernadores civiles turolenses (1936-1961)», en II Encuentro de Investigadores del Franquismo. Alicante, mayo de 1995, I, p. 205. ↑
Ortiz Heras, Manuel: «El liderazgo de los gobiernos civiles como institución básica de la Administración provincial», en II Encuentro de Investigadores del Franquismo. Alicante, 1995, I, pp. 182. ↑
Eiroa San Francisco, Matilde: «Instituciones y poder político en el primer franquismo», en Actas del II Congreso de Historia de Andalucía. Córdoba, 1991. Andalucía Contemporánea. Córdoba, 1996, I, pp. 623. ↑
Nicolás, Encarna: «Los Gobiernos civiles en el franquismo: la vuelta a la tradición conservadora en Murcia (1939-1945)», en Tusell, J., Sueiro, S., Marín, J. M.ª y Casanova, M. (Edits). El régimen de Franco (1936-1975). Política y Relaciones Exteriores. Madrid, 1993, I, p. 150. ↑
Comisión Gestora Municipal: Libro de actas, 21 de diciembre de 1942. ↑
Comisión Gestora Municipal: Libro de actas, 27 de septiembre de 1943.
↑Sanz Alberola, Daniel: «La implantación del franquismo a escala provincial: el papel fundamental del Gobernador Civil)», en Tiempos de silencio. Actas del IV Encuentro de Investigadores del Franquismo. Valencia 17-19 de Noviembre de 1999, pp. 279-280. ↑
BOP, Boletín Oficial de la Provincia
↑Comisión Gestora Municipal: Libro de actas, 7 de junio de 1943
↑Comisión Gestora Municipal: Libro de actas, 22 de noviembre de 1944. ↑
Comisión Gestora Municipal: Libro de actas, 30 de agosto de 1943.
↑Comisión Gestora Municipal: Libro de actas, 12 de julio de 1943.
↑Comisión Gestora Municipal: Libro de actas, 22 de marzo de 1943.
↑Comisión Gestora Municipal: Libro de actas, 11 de octubre de 1943.
↑Comisión Gestora Municipal: Libro de actas, 1 de agosto 1945. ↑
Comisión Gestora Municipal: Libro de actas, 24 de mayo de 1944. ↑
Ortiz Heras, Manuel: «El liderazgo… », pp.181 y 182. ↑
Baldó Lacomba, Marc: «La Diputación en Camisa Azul (1939-1959», en Historia de la Diputación de Valencia, Valencia, 1995, pp.3 61-362. ↑
Ayuntamiento Nacional de Requena: Libro de actas, 25 de septiembre de 1962. ↑