1. El paro al finalizar la guerra.
El Alcalde de Requena y Presidente de la primera Comisión Gestora de posguerra, Nicanor Armero, en el momento de despedirse de la alcaldía en 1943, señalaba dos de las principales cuestiones con las que se había enfrentado a su llegada, en 1939: la Caja municipal totalmente exhausta y el grave problema de paro obrero[1].
En 1938 el gobierno Nacionalista había emitido los decretos de 3 de mayo y 23 de junio, que especificaban las condiciones legales para una rápida obtención de crédito. En abril de 1939, la Gestora vio la posibilidad de solicitar créditos suficientes para conceder anticipos reintegrables a los agricultores, de modo que los agricultores pudiesen, a la vez que trabajar sus tierras, dar jornales a los obreros de esta ciudad. Para ello era necesario que los agricultores asistiesen a la reunión de los gestores y se pronunciasen positivamente al respecto, para poder proceder a su rápida obtención[2]. En la siguiente sesión, de 5 de mayo, los agricultores presentaron un escrito solicitando que la Comisión Gestora Municipal recabase la concesión de un crédito para poder trabajar sus tierras, acogiéndose a los beneficios de los decretos de 1938 y argumentando su fundamento en “lo perjudicadas que los rojos han dejado las fincas” y la absoluta carencia de efectivos para atender al cuidado, conservación y laboreo de la vid. La Comisión Gestora consideró atendible tal petición y el 7 de mayo, entre otros, se acordó solicitar un crédito de 300.000 pesetas para anticipos reintegrables a “repartir entre los agricultores a fin de que puedan efectuar el laboreo de sus tierras” y pudiesen empezar a pagar sus jornales, por un plazo de amortización de diez años[3].
A lo largo de las sesiones de aquella primera Gestora Municipal, fueron apareciendo cuestiones relativas a la crisis de trabajo, que no dejaban de traslucir la preocupación que los Gestores tenían por el paro, a la vez que expresaban su fidelidad al Régimen. El Presidente de la Comisión era consciente de las dificultades de la vida económica “como consecuencia de la guerra que hemos padecido”. En abril, con motivo del señalamiento del precio del jornal mínimo, se hacía referencia a la clase obrera cuya mejora estaba en la mente de los gobernantes: “… y que siendo el espíritu de nuestro Caudillo y del Gobierno mejorar la condición de toda la clase obrera, traducido en clara realidad, como acabamos de ver al señalar el jornal mínimo de la mujer en cuatro pesetas y otras análogas disposiciones”[4].
La totalidad de los ingresos obtenidos por conceptos extraordinarios, como multas y enajenaciones, fue destinada a atender todos los problemas económicos del Ayuntamiento, principalmente para poder resolver aquellos que redundasen en beneficio de los obreros, sobre todo en obras municipales para acoger al obrero en general, de “modo que no hubiese ni un solo parado”. En junio se acordó que el importe obtenido de los bienes y víveres del extinguido Ayuntamiento de San Antonio, fueran ingresados en Caja del Ayuntamiento de Requena y pasase “a recuperación agrícola a fin de atender el paro obrero y otros gastos de liberación”.
La fijación del precio mínimo de los jornales, en función de la normativa nacional, vía Delegación Provincial del Trabajo, era competencia municipal. En abril de 1939, el Ayuntamiento señaló el jornal mínimo de cinco pesetas para todos los obreros y empleados subalternos del Ayuntamiento, para lo cual fue necesario elevar los sueldos de algunos empleados municipales. En mayo, siguiendo las disposiciones sobre jornales en agricultura, se señalaba para los braceros que prestasen servicio al Ayuntamiento los jornales de 6 y de 5 pesetas, siendo este último para aquellos que por su edad nos pudiesen rendir el máximo trabajo. Y en junio se fijaba en 8 pesetas el precio del jornal medio de obreros braceros, a efectos de declaración de pobreza en expedientes de quintas. Los jornales a los albañiles que trabajaban al servicio del Ayuntamiento fueron abonados en: 9 pesetas los oficiales de primera, 8 pesetas los oficiales de segunda, 6,50 pesetas a los peones de primera y 5,50 a los peones de segunda[5].
En julio de 1939 ya funcionaba la Oficina de Colocación Obrera Local, con subvención municipal. Mediado el verano de 1939, las circunstancias por las que atravesaban las pequeñas industrias de la ciudad eran críticas. En las actas se hace referencia a la alfarería, dado que los alfareros se vieron imposibilitados para trabajar y suministrar materiales al Ayuntamiento. La falta de trabajo parecía preocupar a los Gestores y ante la situación, se acordó facultar al Alcalde para que les facilitase algunos préstamos en calidad de reintegrables y a cuenta de la entrega de materiales, para que pudiesen empezar a trabajar en su oficio[6].
En noviembre de 1939, el paro ya se dejaba sentir algo y se acordó proceder al arreglo general de la calle de Juan Penén. Y en mayo de 1941, se resolvió proceder al adoquinado que faltaba en la calle del Pintor Martínez Checa y mitigar de esta forma la carencia enorme que había de jornales, en favor de los necesitados de la población, agravada por la carestía progresiva de la vida, que se estaba dado en la posguerra.
En noviembre de 1943, a la sesión de constitución de una nueva Comisión Gestora asistió el Gobernador Civil de Valencia, Rafael Laporta. En su discurso habló de la cuestión obrera, concretamente del problema de justicia social, exhortando a patronos y a obreros. Los primeros debían tener en cuenta las condiciones de vida por las que atravesaban los obreros y terminar con la explotación de los mismos. A los obreros les recalcó la obligación de trabajar por el bien de la Patria, para lo cual debían rendir en el trabajo[7].
La cuestión del paro no apareció por las actas municipales de la posguerra, como había sucedido en las de los años treinta. La temprana actividad urbanística y de saneamiento desarrollada por el Ayuntamiento, pese a la escasez de recursos, absorbió mucha mano de obra, como reflejan las memorias de secretaría.
2. El cuestionario sobre el paro obrero en la Memoria de Secretaría, 1944-1946.
A comienzo de cada año era preceptivo que el Secretario de la Corporación elaborase la Memoria de la labor realizada en el Ayuntamiento el año anterior. En los años cuarenta, las memorias municipales intentaron responder a un riguroso cuestionario previo, esencialmente el mismo pero con variantes a lo algo de la década, que podía brindar un amplio panorama de la actividad municipal. Uno de los capítulos de la Memoria estaba dedicado al paro obrero. El cuestionario inquiría sobre cuál era la situación en que se hallaba y qué iniciativas se habían llevado a cabo para resolverlo. Planteaba, además, si había problemas de parcelación de tierras, riegos o mejoras de las existentes que fueran susceptibles de adaptarse a la creación de Huerto Familiar propugnado por Franco. Finalmente, pedía se indicase si existía alguna circunstancia o característica peculiar del municipio susceptible de ser llevada a la práctica para elevar el nivel social y económico de las clases desamparadas.
A partir de las memorias de los ejercicios de 1944 y 1946, es posible una aproximación a la realidad del paro en Requena, visto desde la respuesta de la gestión municipal a las preocupaciones del Gobierno. El Secretario de la Corporación, en la Memoria de 1944, indicaba que el paro no ofrecía caracteres agudos. Su existencia se hallaba condicionada a la mayor o menor amplitud, fortuna o desgracia de los factores predominantes derivados de la naturaleza agrícola del término y su clima[8].
En primer lugar, dejaba claro que no se consideraba en paro al obrero que poseía 5.000 vides y 2 tahúllas de huerta, porque la posesión en propiedad o en arrendamiento, de tales extensiones, resultaba suficiente para abastecer a una familia agrícola. El concepto de paro se establecía solo para el obrero que no tenía otro medio de ingreso que su salario. A este tipo de obrero solo le afectaba un paro temporal y escaso, el que se producía cuando las operaciones agrícolas estaban cumplidas, situación que el Ayuntamiento ya tenía prevista.
Cuando el clima frío de invierno no permitía realizar los habituales trabajos y se generaba el paro estacional, el Ayuntamiento acudía a remediar tal estado, bien directamente, por medio de la campaña titulada “Navidad y Reyes”, o por otros medios indirectos, sin perjuicio de dar trabajos de otra índole. Igual aplicación se hacía en casos de fuerza mayor, como eran las frecuentes nevadas y los hielos. Otro momento de paro era el producido cuando el pedrisco, tan frecuente en la zona, azotaba cualquiera de los sectores del campo. En tal caso, había que acudir, de una parte a los propietarios no damnificados, para que diesen empleo al mayor número de obreros y de otra el Ayuntamiento, por su parte, empleaba a los restantes en las obras municipales.
En cualquiera de ambos casos, el paro de los obreros que solo disponían del salario para el sustento familiar, no constituía problema, puesto que el Ayuntamiento lo absorbía totalmente empleando a los obreros en las obras públicas municipales. Así lo hizo en 1944. Lo mismo ocurrió en 1945, pues con las obras municipales de reparación del revestimiento de acequias para la mejora de riegos, aseguraron el trabajo de la localidad. Y en 1946 estaban en marcha los trabajos de mejora de riego por captación de nuevas aguas a cargo del Instituto Nacional de Colonización[9].
El paro temporal afectaba también a los obreros de la construcción, pero en aquellas fechas las obras de continuación del Mercado, las de urbanización de la Avenida, las de construcción de la Cárcel del Partido y las de un grupo de 40 viviendas protegidas, aseguraron, dado su volumen, la inexistencia de paro. Además, el Ayuntamiento había previsto gestionarlo “mediante la adquisición de unos terrenos en la zona del ensanche donde los obreros de la construcción invertirán sus trabajos para la construcción de edificios por su cuenta, lo que le representa la ventaja de asegurar el trabajo en las circunstancias de paro y obtener mayores rendimientos”.
En cuanto al problema de la parcelación de tierras, riegos y mejoras que se solicitaban, se indicaba que, afortunadamente, la propiedad se hallaba muy dividida en Requena, circunstancia que excluía los problemas a qué se refería el cuestionario.
Y en cuanto al cuarto apartado, sobre la existencia de alguna circunstancia o característica peculiar que tuviese el municipio y que fuese susceptible de ser llevada a la práctica para elevar el nivel social y económico de las clases desamparadas, el Secretario informaba de que, desde hacía varios años, se estaba llevando a la práctica una gran obra, fundada en las características vitivinícolas predominantes en el país, como había sido la creación de dos importantes cooperativas vinícolas, por cuya fructífera labor se estaba logrando la elevación del nivel social y económico del cultivador.



[1]Ayuntamiento Nacional de Requena (ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL). Libro de Actas, 24 noviembre 1943.
[2]ANR. Libro de Actas, 20 abril 1939.
[3]ANR. Libro de Actas, 5 y 7 mayo de 1939.
[4] ANR. Libro de Actas, 27 abril 1939.
[5] ANR. Libro de Actas , 27 abril 1939.
[6] ANR. Libro de Actas, 11 noviembre 1939.
[7] ANR Libro de Actas, 24 noviembre 1943.
[8] ANR. Memoria del Ejercicio de 1944.
[9] ANR. Memoria del Ejercicio de 1946.