A la llegada de don Pascual Carrión en 1941 a la Estación de Viticultura y Enología de Requena en 1941, ésta gozaba ya de un buen prestigio, gracias a la orientación dada, desde su creación en 1910, a los viticultores en la reconstitución del viñedo destruido por la filoxera y de estudiar los vinos en la comarca y su posible mejora. Bajo la dirección del ingeniero Rafael Janini, con la colaboración del perito agrícola don Fernando Morencos y las investigaciones del perito químico don Valentín García Tena, la Enológica había intensificado la ayuda técnica a los viticultores y las mejoras de los vinos, a la vez que iniciaba la formación de jóvenes capataces bodegueros. El prestigio adquirido se incrementó bajo la dirección de don Pascual, hasta convertir a la Enológica en referente para toda España en cuanto al análisis de algunas especialidades, como los productos tartáricos, recibiendo muestras de todas las provincias. Del proceso de credibilidad de la Enológica cuenta uno de sus grandes químicos, don Valentín García Tena, director del laboratorio de análisis químico hasta 1941.
“Su creación estuvo llena de reservas, facultándosenos para la práctica de solo determinados análisis y fuimos objeto en varias ocasiones de denuncias con la pretensión de que la Enológica de Requena hacía las cosas de cualquier manera y sin el debido escrúpulo. La falta de él en muchos comerciantes en vinos puso en entredicho la honradez y capacidad de sus funcionarios, y nos originó no pocos disgustos el delatar, fieles a nuestra misión, los fraudes de que, en muchas ocasiones, se nos había querido hacer encubridores”.
A semejanza de lo que le había ocurrido en el Catastro de Sevilla en 1917, en el que a su llegada Pascual Carrión encontró un grupo de ingenieros afines, en Requena también encontró personas con las que compartiría su sensibilidad social y sus esfuerzos por mejorar el entorno de los viticultores. Si don Pascual fue capaz de dinamizar la ingente cantidad de tareas que contribuyeron a la transformación en profundidad de tan vasta zona geográfica, “movido por su ideología social cristiana y su filantropía natural”, no hay que olvidar a los miembros del extraordinario equipo que aglutinó en torno a su persona. Sus más estrechos colaboradores en la EVER fueron Fernando Morencos y Valentín García Tena, que ya estaban en la Enológica y aunque jubilados siguieron trabajando hasta su muerte, como estrechos colaboradores con don Pascual. A estos se sumarían Antonio Andújar, Eduardo García Viana, Joaquín Pérez-Salas, Vicente Cuevas.
Tras la jubilación de don Valentín García Tena en 1941, pasó a dirigir el laboratorio de análisis químico su hijo Eduardo García Viana. Finalizando la década, en 1949, Carrión consigue para la Enológica un Laboratorio de Microbiología, del que se hizo cargo Vicente Cortés. El centro estaba especializado en análisis tartáricos. En 1953 se hicieron cuatrocientos cincuenta y dos análisis de productos tartáricos por los procedimientos de Carles y Goldenberg. El Ingeniero Técnico Agrícola Joaquín Pérez-Salas, realizó el curso de Capataz Bodeguero en 1943 y se convirtió en un gran divulgador de la vitivinicultura desde las páginas de El Trullo y La Semana Vitivinícola, haciéndose eco de sus artículos numerosas revistas nacionales y extrajeras.
Carrión contó con un equipo de colaboradores, técnicos excelentes, hombres competentes, entusiasmados y asiduos, cuyas investigaciones aportaban resultados que interesaban a toda la comunidad científica nacional e internacional. No es de extrañar, pues, que entre 1947 y 1960 don Pascual presentase una veintena de escritos a diferentes congresos nacionales e internacionales: ocho comunicaciones y doce ponencias, algunas de ellas escritas en colaboración con Julio Tarín, o con colaboradores suyos en la Enológica como Eduardo García Viana, Vicente Cortés y B. Lafuente.
Durante el cambio de la década de los años cuarenta a la de los cincuenta se extendía en España la percepción de la necesidad de cambio, pero el pesado lastre del intervencionismo estatal, identificado con el Régimen franquista, y en el que se habían consolidado poderosos intereses. En este ambiente, tuvo lugar en Madrid, en marzo de 1950, el I Congreso Nacional de Ingeniería Agronómica que supuso todo un hito histórico en España. Un acontecimiento histórico por varias razones: por ser la primera cita de estas características y por el éxito de la convocatoria entre los ingeniero agrónomos, pues se registraron setecientos veintiún participantes; por la directa implicación de las máximas autoridades del Régimen; por la pretensión de totalidad en el tratamiento de los problemas de la agricultura, la ganadería y el sector forestal, así como los de las industrias agrarias; por el propio desarrollo del Congreso, con interesantes reflexiones, polémicas muy intensas y claras discrepancias de los agrónomos españoles respecto a la política agraria intervencionista de los años cuarenta y a la necesidad, o no, de emprender reformas profundas. Los ingenieros consideraban que el Estado prestaba a la agricultura una atención era económicamente escasa y excesiva en normativas. Había quejas por el abandono de ciertos servicios fundamentales como el conocimiento estadístico y económico de la realidad del campo español, la investigación agrícola y ganadera y las enseñanzas agronómicas. En la Comisión Ejecutiva destacaba la presencia de Emilio Lamo de Espinosa, subsecretario de Agricultura.
Pascual Carrión participó en este Congreso con una ponencia que versaba sobre “La industria alcoholera vinícola en España”, y las comunicaciones respondían a diversas áreas del Congreso, así a la de Industrialización Agrícola aportó su comunicación sobre “Uvas selectas y vinos licorosos”; a la relativa al Crédito Agrícola, expuso su visión sobre la “Importancia y necesidad de crédito agrícola” y, finalmente, una comunicación al tema Viticultura, en la que afirma que
“No poseemos en España ninguna estadística completa y digna de fe relativa al consumo interior de vinos y mostos. En lo que concierne a la producción y las superficies cultivadas se dice: Pudiera objetarse que nuestros razonamientos están hechos a base de cifras de las estadísticas oficiales (a las que no es posible considerar como absolutamente exactas)”.
Uno de los problemas del campo español, ampliamente denunciado por Carrión en sus escritos, era el de crédito agrario, pero el Congreso no tenía previsto en su programa ninguna sesión dedicada al tema, motivado por la nula presencia de las materias de economía agraria en los programas de formación de los ingenieros agrónomos. No obstante, don Pascual había presentado una comunicación sobre la “Importancia y necesidad de crédito agrícola” y el Pleno del Congreso la aceptó íntegramente en su contenido y en sus conclusiones. En la comunicación, Carrión, señala las características particulares de las explotaciones agrícolas, en función de las cuales debía establecerse el crédito en lo concerniente a plazos, interés y facilidades para la devolución. Además era necesario contar con un entramado institucional de asociaciones locales y comarcales, Cajas Rurales, Servicio Nacional de Crédito Agrícola e Instituto Nacional de Colonización para acercar el crédito a los modestos agricultores.
Carrión había participado en el II Congreso Internacional de la Viña y el Vino, celebrado el año 1929 en Barcelona, no hubo más congresos hasta después de la II Guerra Mundial, en 1947 en Estambul. Carrión, desde su puesto de director de la EVE de Requena participó en los de Estambul (1947), con una comunicación sobre “Les raisins secs et la technique du séchaje”; Atenas (1950); en el de Roma de 1953, con sendas comunicaciones sobre “Tratamientos físicos, químicos y biológicos de los vinos bajo el punto de vista técnico e higiénico”; en el de Chile de 1956, contribuyó con la ponencia “Etude des meilleurs moyens de stabiliser les vins tout en respectant leurs qualités”. Y al de 1959, celebrado en Argel presentó “El equilibrio económico en viticultura. Algunas medidas adoptadas en España para mantenerlo”.
En marzo de 1951 asistió al I Congreso Sindical Agrario de Levante sobre “El problema vitivinícola”. Ese mismo año aportó, en colaboración con Julio Tarín, al I Congreso Económico Sindical de la Industria Valenciana un trabajo sobre “El problema vitivinícola” y “El problema alcoholero vínico”.
Vicente Cortés Navarro colaboró con Carrión, en 1954, en el X Congreso Internacional de Industrias Agrícolas y Alimenticias, celebrado en Madrid, con la comunicación “Contribución a un método bioquímico de determinación de antifermentos en los vinos”, ese mismo año de 1954 con el trabajo sobre “Experiencias realizadas con diversos antifermentos en un vino de Requena”, y en 1957 volvieron a colaborar Vicente Cortés y Carrión con un estudio sobre “Estado actual del empleo de los fitatos en Enología y nuevas investigaciones sobre este problema”. En ese mismo congreso don Pascual presentó una comunicación sobre “La enseñanza de la Enología”.
Junto a don Pascual y Vicente Cortes colaboró B. Lafuente aportando al XXVIII Congreso Internacional de Química Industrial de 1955, dos ponencias sobre los fitatos. Al año siguiente, Eduardo García Viana y don Pascual publicaron varios artículos, entre ellos el titulado “Composición de los vinos de la comarca de Requena-Utiel”, en el que exponían los resultados obtenidos de analizar las cosechas de 1941 a 1955. Durante quince años habían analizado 31 parámetros obteniendo, de este modo una definición ajustadísima de las características organolépticas y químicas de los vinos de Bobal.
En 1957 Carrión aportó una ponencia sobre mutualismo y riesgos agropecuarios a la VI Asamblea Nacional de Hermandades Agrícolas y Ganaderas de Madrid. Y en 1959 presentó una comunicación sobre portainjertos basada en las experiencias de la EVER al Congreso Mundial de la Investigación Agronómica de Roma.