
en una finca requenense (Foto familia Jordá)
Puede parecer rebuscado que en este año 2021, al hablar de acontecimientos que sucedieron cien años atrás, nos topemos siempre con la música como elemento cultural predominante en la Requena de 1921. No hay que profundizar en absoluto. La música, en el más amplio concepto de la palabra, como actividad artística, surge a cada vuelta de página periodística o a cada revisión de los archivos musicales. Y si en artículos anteriores se ha comentado esta actividad desde el aspecto bandístico, es inevitable incluir en cualquier temática musical relacionada con el citado año, la figura sobresaliente de Rafael Bernabeu López.
En la Asociación Requenense de Musicología hemos acometido la tarea de catalogar adecuadamente el rico archivo musical que Rafael Bernabeu dejó para Requena y que, gracias a la familia Jordá y a la Sociedad Musical “Santa Cecilia”, se ha conservado en excelente estado. Este fondo, una vez catalogado y tras concluir su digitalización, será uno de los pilares del futuro Archivo Municipal de Música.
En cada revisión de los materiales musicales recopilados por Bernabeu surgen nuevos datos susceptibles de tratamiento literario particular. En este caso, mi interés se ha focalizado en la importante cantidad de partituras para música de cámara y arreglos del maestro requenense, fechados en 1921.
Si a este volumen de música compuesta o arreglada por Bernabeu, unimos la enorme actividad cultural desarrollada por la Sociedad Recreativa “El Arte”[1], nacida en 1919, en sus primeros años de vida y el nacimiento de la primera Rondalla Requenense, también en 1921, podemos afirmar sin temor a dudas que ese año se inició una etapa concertística de gran calado y un trayectoria rondallística asentada en un repertorio creciente de música culta y popular, que se alargaría, en diferentes etapas, durante medio siglo.
Rafael Bernabeu no tenía todavía dieciocho años. En la renovación de cargos de la Sociedad “El Arte”, a principios de 1921, entraba a formar parte de la comisión de «Veladas literarias y musicales». A lo largo del año, la Sociedad colaboraría en el festival de bandas y patrocinaría actuaciones pianísticas de algunos de los directores de nuestras bandas, como Manuel Brescané o Enrique Almiñana, además de crear un pequeño coro o capilla musical en su seno.
El 30 de abril, existiendo todavía las dos ancestrales sociedades musicales, los cantantes y rondallistas de la Sociedad “El Arte” cantaban por las calles de Requena los tradicionales mayos, compuestos por Casimiro Pino. Entre los músicos, Rafael Bernabeu, José Salinas, Diego Laguna y otros pertenecientes al grupo de cámara de la sociedad, del que ahora hablaremos. Y actuaban en sana competencia con el grupo rondallístico y coral de la Sociedad Artístico-Musical Requenense, para los que, una vez más, había compuesto mayos el maestro Mariano Pérez Sánchez. El acierto de la sociedad fue colaborar, en todo momento, tanto con una como con otra sociedad musical, dejando al lado las rencillas vecinales o políticas que hubiera entre ellos y centrándose en lo que les unía a todos: el amor a la música.

Archivo Musical Rafael Bernabeu López.
La primera cita a la joven Rondalla Requenense se encuentra en la partitura de una composición original de Rafael Bernabeu, la mazurca Elena, fechada por su autor en 16 de octubre de 1921. De las intenciones que el fundador de la agrupación tenía ya entonces para ella, da cuenta el hecho de que la denomine como «mazurca de concierto».
La faceta camerística de la Sociedad “El Arte” había comenzado en el verano de 1920 con las actuaciones del violinista Miguel Clarós García[2], acompañado del director de la Banda “El Progreso”, y técnico de la Enológica, Manuel Brescané.
Dispuesto a mantener una actividad concertística de calidad, Rafael Bernabeu reunió a los violinistas y rondallistas más destacados de la asociación para formar el Sexteto «El Arte», compuesto por dos violines, viola (o tercer violín), bandurria, laúd y guitarra. De su composición humana da cuenta la prensa local:
La Voz de Requena, 18-XII-1921
La velada en «El Arte»
En primer lugar, el sexteto que componen los señores Bernabeu, Laguna, Gómez, López, Espinosa y Jordá, ejecutó varias obras de su repertorio que tuvieron que repetir.
El señor Bernabeu ejecutó algunas composiciones de guitarra que se le aplaudieron merecidamente.
En cuanto a los instrumentos que cada uno interpretaba, solo podemos asegurar sin temor a error que Rafael Bernabeu era el guitarra y Manuel Jordá y Diego Laguna, dos de los violinistas.
Por el archivo musical del maestro Bernabeu sabemos que de inmediato se volcó en la preparación de arreglos de obras musicales conocidas y composiciones originales para el grupo camerístico. El músico era una persona ordenada y meticulosa que, salvo raras excepciones, fechaba sus partituras, bien solo con el año, bien con el mes y año, y en ocasiones con la fecha completa. Para el investigador resulta un gran incentivo que el autor facilite tanto las cosas, pues no es frecuente encontrar este grado de orden en otros músicos locales.
Así, para el sexteto, que a veces se convertía en trío, cuarteto o quinteto, según el arreglo interpretado, Rafael Bernabeu preparó en 1921, según los datos de su archivo, las siguientes partituras:
Entre las composiciones originales: Elena, mazurca; Manolín, vals para sexteto (dedicado a Manuel Jordá); Nocturno nº 1, para violín y piano; Pilarín, vals boston; Serenata nº 1, para violín y piano (dedicada a Diego Laguna); Un recuerdo, mazurca;
De los arreglos para el sexteto: Alsacia-Lorena, marcha militar de Greigné; Eterno Genitor, plegaria de Salvador Giner; Gerona, pasodoble de Santiago Lope; Jota de la zarzuela Gigantes y Cabezudos, de Manuel Fernández Caballero; La Boheme, fragmento del acto II de la ópera de Giacomo Puccini; La Favorita, gran fantasía de la ópera de Gaetano Donizetti (arreglo de 1920); Lo Cant del Valencià, marcha popular de Pedro Sosa; Pasodoble nº 5, de Francis Salabert; Sinfonía sobre motivos de zarzuelas españolas de Arrieta y Oudrid; Ticonderoga, fox-trot, de C. Worsley…

Inserción a máquina de escribir, a modo de sello, en una partitura del Archivo Rafael Bernabeu.
Dadas las veladas musicales realizadas y las colaboraciones con pianistas y otros músicos, es seguro que otros arreglos se hayan perdido o figuren en el archivo sin fecha. Los ejemplos, al menos, dan cuenta de la intensa y frenética labor musical de un joven que terminaba el bachillerato y pronto pasaría a Valencia para estudiar la carrera de medicina, que no terminaría para pasar a magisterio.
A esto hay que añadir los conocimientos de armonía y orquestación de aquel joven de entre diecisiete y dieciocho años que en septiembre de 1921 componía el pasodoble para banda General Navarro, dedicado a Felipe Navarro y Ceballos-Escalera, barón de Casa Davalillo, uno de los protagonistas del desastre de Annual; y el pasodoble torero Márquez, dedicado al diestro madrileño Antonio Márquez Serrano.
No olvidemos también la actividad coral-rondallística de las épocas de carnavales y mayos, alargadas en Requena a los junios y julios, en las que participaban también estos músicos, tanto de pulso y púa como de cuerda, tal como atestiguan las fotografías que conservamos.
Algunas de las partituras relacionadas serían también arregladas por Bernabeu para la nueva Rondalla Requenense.
Sorprenden, a la vista de tantas tempranas partituras, para tan diversos grupos instrumentales, los conocimientos de armonía y orquestación de un muchacho que había llegado a Requena con nueve o diez años, desde una pequeña población valenciana como Polinyà de Xúquer, donde, a buen seguro, dio los primeros pasos en música y guitarra con su padre. En Requena debió continuar esos estudios con alguno de los maestros de las bandas locales, en lo que a solfeo y armonía se refiere, pues dada su relación de profunda amistad con Práxedes Gil-Orozco García, compañero de clase, de correrías y de musicalerías, y que su padre, el famoso concertista Práxedes Gil-Orozco Bastidas, todavía viviría hasta 1916, es lógico pensar que el veterano guitarrista diera clases tanto a su propio hijo como a Rafael Bernabeu y otros chiquillos de su grupo de amigos, que fueron más tarde quienes formaron parte de esa primera Rondalla Requenense.
Sirva como ejemplo de la citada amistad, esta anotación manuscrita en una copia de la habanera ¡Tío, yo no he sido!, de Ángel Rubio Laínez:
Copia obtenida de mi querido amigo Práxedes Gil-Orozco García, Requena 16 de Diciembre de 1917. Es propiedad, Rafael Bernabeu López.
Es lástima no contar con recuerdos autobiográficos del maestro Bernabeu y no poder preguntarle cómo, con esa pasión por la música, con la que convivió toda su vida, no se decantó por los estudios reglados de conservatorio, emprendiendo el aprendizaje de la medicina, como primera opción, para pasar a los de magisterio, que sería su profesión principal. Dado que el compositor no realizó nunca estudios musicales reglados, podemos considerarlo autodidacta en un amplio sentido, recibiendo consejos de músicos como Gil-Orozco, Cervera, Pérez Sánchez o el que fuera su amigo de madurez, el compositor Pedro Sosa López, de quien debió recibir valiosos consejos.
Los hechos son fehacientes: Las primeras copias localizadas de materiales guitarrísticos hechas por Bernabeu, datan de 1917[3]. Los primeros arreglos que encontramos son de 1918 y su primera composición original, el pasodoble Antella, ya para rondalla, de 1919. En 1919 y 1920 ya le vemos integrado en el grupo rondallístico que salía a cantar los mayos. Desde su fundación en 1919, Bernabeu perteneció a la Sociedad Recreativa “El Arte”, de la que sería miembro destacado y líder del sexteto y para el que ya trabajaba en 1920, arreglando fantasías de óperas y otras composiciones. Dados los materiales impresos encontrados en su biblioteca, con anotaciones manuscritas varios de ellos, para esas tempranas fechas ya empleaba sus ahorros en adquirir partituras que luego arreglaría para unos u otros grupos y, como ya hemos citado en varias ocasiones, con intenciones concertísticas y no meramente de ronda. Y 1921, en ello estamos, es el año en que todas esas posibilidades explotan y se concretan en la Rondalla Requenense, un proyecto vital que recorrería su vida adulta, pues ni el parón exigido por los estudios universitarios le frenó, fundando en Valencia, en 1925, la Tuna Escolar Médica de la Facultad de Medicina, que dirigiría hasta 1931, incluso ya fuera de dicha facultad y terminando magisterio. Tras el exilio laboral que supuso su destino en la provincia de Soria, el regreso a la patria chica donde, en 1935, se volvía a presentar al público, al frente de la reorganizada Rondalla Requenense, que solo la Guerra Civil consiguió pausar pero que, una vez acabada la contienda, se reorganizó poco a poco y renació de sus cenizas con el mismo nombre, que en el otoño de 1955 cambiaría su denominación por la definitiva de Rondalla y Coros de Requena.
En resumen: la figura musical de Rafael Bernabeu López, cuyo prestigio como maestro, historiador, compositor y director sigue estando en lo más alto, todavía puede crecer más. La catalogación y digitalización de toda su obra musical, que empezó hace tres años con su música original y seguirá ahora con sus arreglos rondallísticos, hará que poco a poco esa música esté a disposición de todos cuantos nos interesamos por ella: intérpretes, musicólogos, investigadores históricos, etc. y pueda ser recuperada para su interpretación por grupos como la Escuela Rondalla Sociedad Musical de Requena, heredera natural de aquella otra Rondalla y Coros, así como ofrecer la posibilidad a otras agrupaciones similares, de ampliar su repertorio con los arreglos y originales de Bernabeu.

(Estado actual, 1921).
BIBLIOGRAFÍA
GARCÍA BALLESTEROS, Marcial
___ Rondalla y Coros de Requena. El sueño musical de Rafael Bernabeu, Requena, Asociación Requenense de Musicología, 2018.
___ “Sociedad Recreativa «El Arte» (II)”, en revista El Trullo, julio 2014, Requena, Asociación Fiesta de la Vendimia, 2014.
HEMEROGRAFÍA:
Prensa Histórica Requenense (Archivo Municipal de Requena).
Véanse los artículos sobre la Sociedad Recreativa “El Arte”, del mismo autor, publicados en la revista El Trullo en diciembre de 2013 y julio de 2014. ↑
De este violinista valenciano solo sabemos que en 1923 actuó en la Sala Pleyel, de París, gracias a un artículo publicado en el diario Las Provincias, el 12 de junio de 1923. ↑
Rafael Bernabeu tenía catorce años y llevaba unos cuatro años en Requena. ↑