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LA FUERZA DEL COMPROMISO VERACRUZANO DURANTE LA RESTAURACIÓN

  • Por Víctor Manuel Galán Tendero
  • 15/11/2020
  • Época Contemporánea
  • Religiosidad, Vera Cruz

Los equilibrios de la Restauración.

Con Alfonso XII se restauró la dinastía borbónica, pero no el estado de cosas de su depuesta madre Isabel II. Antonio Cánovas del Castillo, el astuto valedor de aquél y artífice de la Restauración, sabía que no podía doblegarse a la voluntad de los poderes eclesiásticos, si quería ganarse las simpatías de los liberales más moderados del precedente Sexenio Democrático, y se avino a reconocer la libertad de cultos, lo que le granjeó más de una enemistad.

Tal decisión era una muestra de los cambios de la sociedad española, en la que el laicismo y el anticlericalismo iban ganando partidarios. Frente a ello, algunos sectores de la Iglesia trataron de realzar la fuerza del culto y de los oficios, la del poder de las imágenes, siguiendo una línea de actuación ciertamente con solera. En Requena, localidad que se preciaba de liberal tras la durísima prueba de la Tercera Guerra Carlista, la Vera Cruz intentó ofrecer su imagen más brillante, a despecho de las complicaciones económicas. Como veremos a continuación, no logró toda la popularidad que se pudo proponer, pero contó con un círculo de hermanos lo suficientemente fuerte para encarar los problemas se su tiempo.

Imágenes y símbolos, reflejos del alma veracruzana.

La preocupación por restaurar elementos tan preciados como las imágenes fue evidente entonces. De los 3.227 reales que se gastaron en 1875, 1.800 se destinaron a la reparación en Valencia del Santo Cristo. Trajo la talla desde allí Francisco Ochando, por 60 reales. Asimismo, la cortina de tela de veludillo (terciopelo de algodón) de su altar supuso el dispendio de 135 reales más.

A 20 de marzo de 1876, además, José Sánchez Monsalve y sus hermanas entregaron un Santísimo Cristo de talla a la Cofradía, que se dispuso en el camarín de la Virgen, por tiempo ilimitado y reservándose su propiedad.

En 1878, cuando se habló de no correr el pendón, se imprimieron mil recibos y sus respectivos membretes por 58 reales, que sirvieron para difundir con la mayor eficacia símbolos gráficos de la Cofradía.

El patrimonio de la Cofradía: un balance modesto, pero rico.

Las imágenes eran el corazón del patrimonio veracruzano, que suscitaba esfuerzos de conservación y no pocos dineros. En representación de Joaquín Ferrer, Juan Antonio Navarro trató el 8 de febrero de 1874 sobre el pago de las andas de la Virgen, cuya custodia acostumbraba a pertenecer a la familia de aquél.

La preocupación por el patrimonio material de la Cofradía late en el inventario del 25 de marzo de 1888, en el que encontramos elementos como las escalerillas y la cruz del monumento, la mesa para la Columna, las dos varas de los pendones, dos insignias de bronce, diversas telas para el altar o dos libros de actas, en el corazón igualmente de su patrimonio espiritual. Precisamente, las obras en la puerta de la sacristía del Carmen, en 1890, determinaron el traslado del archivo de la Hermandad siguiendo las indicaciones sacerdotales, a fin de preservarlo debidamente.

La compleja celebración: pasos y música procesional.

Los oficios de la Vera Cruz se consideraron una solemnidad importantísima en la vida de la ciudad y el 10 de abril de 1880 se acordó elaborar veinte cetros de bronce, con hasta de madera pulimentada de negro. Su coste corrió a cargo de los particulares, pero los dos del cabildo eclesiástico y el del andador fueron sufragados por la Cofradía.

Las economías, con todo, inquietaron a los hermanos y en 1882 se votó nominalmente (en lugar de recabar la unanimidad general) la participación de la banda de música municipal. Al año siguiente, pidió llevar la cuestión musical Ceferino Suárez, por su cuenta, ofreciendo además 80 reales de limosna. A pesar de todo, el pago del acompañamiento musical no dejó de presentar problemas, decidiéndose el 1 de abril de 1880 que se abonaran 50 reales diarios al alférez si recabara más de una banda y 80 si se tratara de una sola, con la advertencia de devolver el sobrante.

La preocupación por el lucimiento era evidente y el 22 de enero de 1883 se encargaron, por más de 544 reales, seis blandones, cuatro hachas, seis velas de media libra y cien velas de cuatro onzas. Los esfuerzos eran claros, pero no llegaron siempre a buen puerto. El 1 de mayo de 1890, en junta extraordinaria, se solicitó sacar en procesión el paso de la Adoración del Huerto, característico del Domingo de Ramos, el Jueves Santo para concitar mayores voluntades.

Las complejas economías.

Lo que hoy en día llamamos con enojo recortes, en tiempos de nuestros tatarabuelos se dio en llamarlos economías, con no menor enojo. La Vera Cruz de Requena no escapó de las mismas.

Ya el 20 de febrero de 1876 se pretendió que los hermanos capitulares desempeñaran gratuitamente sus púlpitos por el estado económico angustioso de la Archicofradía, ya que el resto de los hermanos los relevaban en la composición del monumento, la limpieza de las imágenes y otros servicios eclesiásticos el Jueves y Viernes Santo. Los presbíteros se prestaron al final a título personal, pero no como miembros del cabildo. Se llamó la atención al mismo tiempo sobre la asistencia en los empleos.

El cuadro que presentamos a continuación (expresado en reales) demuestra que habitualmente los gastos se acomodaron a los ingresos, evitándose en la medida de lo posible los dispendios excesivos. Sin embargo, el hombre propone y Dios dispone, pues frente a los años con buenos ingresos de 1875, 1880, 1882, 1884 y 1891 se encararon los que siguieron a 1885, muy marcados por el impacto del cólera y de la filoxera.

Ejercicio anualIngresosGastos
18742.1641.950
18752.9693.227
18761.3941.464
18771.2371.270
18781.5021.367
18791.8931.508
18802.1402.275
18811.6221.512
18822.6802.525
18832.2992.009
18842.5582.592
18851.4731.472
18861.7461.718
18871.5041.718
18881.1721.124
18891.3531.324
18901.7501.811
18912.1642.051

Avanzándose a lo peor, se creó en 1883 una comisión para economizar, presidida por el coadjutor de la parroquia de San Nicolás Guillermo Sáez. Mantener materialmente la Vera Cruz no era tarea sencilla.

Los fieles veracruzanos.

Al final quienes mantuvieron el peso de la penitencia económica fueron los mismos cofrades, que a veces se prestaron a contribuciones extraordinarias, como la del Cristo Enarbolado en 1878, en proporción a sus haberes y voluntad.

Entonces pagó 400 reales un particular, 40 reales siete particulares, 20 reales nueve, 15 reales un particular, 14 reales otro particular, 12 reales un particular más, 10 reales veinticuatro (muchos presbíteros), 8 reales catorce, 6 reales diez, 5 reales dos, 4 reales cuarenta y tres, 3 reales dos, 2 reales veintidós, 1 real siete y menos de 1 real dos particulares. En total, aportaron una suma de 1.603 reales unos 146 particulares, con personas de familias muy vinculadas la Vera Cruz, así como con importante presencia femenina y eclesiástica. Tal círculo era sólido, pero no muy numeroso en relación al resto del vecindario.

De cualquier forma si los haberes de la limosna del pueblo son elocuentes de los intentos de conseguir mayor popularidad, la de los hermanos nos confirma la reciedumbre de aquel círculo:

AñoLimosna del puebloLimosna de los hermanos
1874397231
1875309148
1876408158
1877448141
1878461134
1879908190
1880516314
1881518260
1882562314
1883640450
1884819210
1885602298
1886586170
1887552238
1888280284
1889454216
1890498236
1891632346

Más allá de otros valiosos elementos, el compromiso de los cofrades volvió a acreditarse como uno de los mayores activos de la Vera Cruz.

Fuentes.

FONDO HISTÓRICO DE LA VERA CRUZ DE REQUENA.

Libro Nuevo de la Vera Cruz.

Libro de actas de 1879-1915.

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