A finales de la década de los años cincuenta y principios de los sesenta de la pasada centuria, existió en Requena una peculiaridad didáctica que propició a la juventud trabajadora requenense y, por ende, a la del resto de nuestra comarca, una providencial salida hacia la ampliación de sus posibilidades e inquietudes académicas, bastante inciertas en aquel entonces por cierto, como consecuencia de que, al tener que cumplir con el ineludible deber de trabajar, no disponían de oportunidad alguna que lograra llevarles al acceso de los consabidos estudios secundarios, una vez concluida la etapa de educación primaria.
La Escuela de Aprendizaje Industrial de Requena, vino a ser la entidad que asumiendo por evolución el testigo de la anteriormente denominada Escuela de Artes e Industrias de Requena, entidad ésta que tuvo su fundación en nuestra ciudad el 18 de septiembre de 1909 a iniciativa del Ayuntamiento de Requena, y que tuvo en sus cabezas impulsoras al ilustre catedrático y pintor requenense D. Fernando Martínez Checa, junto al doctor en medicina D. Canuto Sánchez Solano, quien llegó a asumir, por cierto, la primera dirección del centro en cuestión, cuya actividad didáctica habría de mantenerse en ejercicio activo hasta 1939, año en el que dejó de rendir actividad por diversos avatares de guerra y posguerra.
En la década de los años cincuenta, como al principio expusimos, a iniciativa del Ayuntamiento de Requena, entonces regido por el alcalde D. Heliodoro Collado Vicente, se tomó el acuerdo de instaurar en Requena un centro de Formación Profesional, académicamente reconocido por el Ministerio de Educación Nacional del que dependería institucionalmente, mediante el propósito de ofrecer a la juventud trabajadora la oportunidad de acometer una educación secundaria, debidamente reglada y efectiva, a efectos de continuar su formación hasta graduaciones superiores. La intención venía a ser, el lograr ofrecer a nuestros jóvenes trabajadores un periodo de formación profesional que abarcase hasta la titulación propia de oficialía industrial, a efectos de que, con posterioridad, si esa era la intención del alumno, poder alcanzar la posibilidad de ampliar estudios superiores propios de peritaje o maestría industrial y, si ello fuese posible, llegar hasta la propia Ingeniería.
El régimen de funcionamiento se establecía en alumnado de asistencia diurna y nocturna, y en ambas modalidades la matrícula resultó abundante y extensiva a cualquier lugar de nuestra comarca. Si tenemos en cuenta la mentalidad existente por aquel entonces y sus circunstancias, el alumnado, a diferencia de lo que sucedía en nuestros institutos de Enseñanza Media de Requena y Utiel, era compuesto exclusivamente por personas del sexo masculino, al menos no me consta que hubiese alguna matrícula femenina, cosa que hoy resultaría impensable afortunadamente, pero, en aquellos tiempos, no solían haber muchas señoritas pululando por los talleres industriales de Requena y por ende de España.
Las modalidades de referencia práctica venían a ser establecidas en las de Electricidad, Forja de metal y Ebanistería, y el centro quedó ubicado en el espacio que hoy ocupan organismos de tan reconocido prestigio como vienen a ser la Biblioteca Pública Municipal, el Auditorio de la Sociedad Musical Santa Cecilia y su cafetería, y las dependencias del Centro Social de la calle de Villajoyosa, que, como puede deducirse, ofrecían un espacio amplio a las necesidades didácticas del proyecto.
El elenco de profesores era de reconocido prestigio y calidad, tanto que, en su mayoría, eran los mismos que prestaban servicio en los institutos de Requena y Utiel, más alguno que se desplazaba desde Valencia para la impartición de clases nocturnas, lo que venía a garantizar una plena seguridad en referencia a la calidad de la formación del propio alumnado.
La dirección del centro la ejercía D. Eduardo García Viana, antiguo alcalde de Requena y profesor de ciencias químicas en la Estación de Viticultura y Enología de Requena. Las asignaturas venían a ser las regladas para la enseñanza media en España, más las de taller y su tecnología. Lengua española, Literatura en General, Matemáticas, Física y Química, Dibujo lineal, Religión, Educación Física y Deportes y Formación del Espíritu Nacional, Taller y Tecnología de la especialidad.
Haciendo memoria, y siempre bajo el posible riesgo de dejarme a alguno en remembranza, creo recordar que para las asignaturas de Lengua Española y Literatura la ejercían los profesores D. Ernesto Veres D’Ocón, D. José Gracia López y D. Práxedes Gil-Orozco Roda, las Matemáticas corrían a cargo de D. Blas Prosper y D. Fernando Piñango Seytre, la Física y Química la impartían D. Vicente Gil Viana, D. Santiago Cerrillo Martín y D. Rafael Gadea, el Dibujo Lineal D. Manuel Sánchez Domingo y D José María Monzó Bartual, la asignatura de religión corría a cargo de D. Fernando Evangelio Moragón y D. Salvador Perona Orozco, la Educación Física y Deportes, más la Formación del Espíritu Nacional, la impartía D. José Antonio Lluch Monzón, el taller de Electricidad desarrollaba su actividad bajo la responsabilidad del profesor Ferrús y D. Andrés García Marqués, el de Forja del Metal estaba a cargo del profesor titular D. Antonio Pérez Ramos y sus profesores auxiliares D. Emilio Sánchez Iranzo y D. Emilio Laguna, la Ebanistería era responsabilidad de D. Antonio Gómez-Torrijos Pérez, la tecnología de la madera era desarrollada por la profesora Doña Dolores Sancloud. También figuraban en la nómina del centro otros profesores de reconocido prestigio como D. Cándido Pérez y su esposa Dª Anita.
La seriedad y calidad de la enseñanza, así como la potestad de asistir en régimen nocturno, atrajo, como antes mentamos, a numerosos alumnos provenientes de toda nuestra comarca, habida cuenta que, por una parte se ofrecía una enseñanza secundaria de calidad y optativa para quienes, bien porque deseaban una formación dirigida al mundo industrial emergente entonces en nuestro país y, sobre todo, ofertar una salida académica a quienes debían trabajar y, consecuentemente, el horario nocturno les permitía armonizar dicho trabajo sin hipotecar su futuro formativo. Bajo estas perspectivas inició su funcionamiento la Escuela de Aprendizaje industrial de Requena.
Sus resultados pronto llegaron a apreciarse, en consecuencia, en pocos años nuestras industrias comenzaron a experimentar un incremento de calidad en referencia a la cualificación de sus trabajadores más jóvenes. Pero no fue únicamente esta circunstancia la más notable que acaeció, sino el considerable y espectacular incremento del número de requenenses y comarcanos que se trasladaron a Valencia a efectos de completar sus estudios en referencia a peritaje, maestría, e ingeniería industrial, como decimos, la progresión en este sentido llegó a ser verdaderamente espectacular.
En lo personal, y teniendo en cuenta que mi actividad profesional giraba alrededor de los despachos y demás actividades afines, mis intereses, en principio, los vine a dirigir hacia la posibilidad de obtener las oportunas titulaciones que me fueses aportando la facultad de ir opositando en cada ocasión a mayor nivel, pues mis comienzos en la Administración Pública fueron por la parte baja del escalafón, habida cuenta que mi ingreso en el ente fue a los catorce años de edad. En consecuencia, al tener que elegir taller obligatoriamente, mis preferencias fueron por las de Ebanistería, por lo tanto, quedé incorporado al taller que regía el bueno de Antonio Gómez-Torrijos, circunstancia que no fue del agrado de Emilio Sánchez Iranzo, primo de mi padre, y muy empeñado por afinidad familiar en que me decidiese en elegir la modalidad de Forja del Metal.
Pero la decisión estaba tomada, en consecuencia marché con Antonio a la madera, habida cuenta que mi interés no venía a ser adquirir el oficio, sino alcanzar el correspondiente título académico que me abriera el camino hacia posteriores logros, habida cuenta que, tras las consiguientes convalidaciones y demás itinerarios académicos, pude alcanzar lo que buscaba, que no vino a ser otra cosa sino el poder opositar a mayor nivel en la Administración Pública y, lo que venía a ser más importante para mis aspiraciones, la matriculación en la universidad a efectos de obtener la diplomatura en Derecho del Trabajo que venía a ser mi auténtica vocación.
La evolución de la Escuela de Aprendizaje Industrial de Requena, vino a efectuarse del modo siguiente: Acogida a la nueva modalidad instaurada por la LOGSE, nuestra escuela evolucionó hasta convertirse en el Centro de Formación Profesional de Requena y pasó a ubicarse en la plaza D. Juan Grandía, justo al lado del IES Nº 1, para, con el paso del tiempo, progresar hacia su reconversión en el Instituto de Educación Secundara (IES Nº 2) Oleana, y su nueva ubicación se establecía en la Avda. Alfonso X “El Sabio” de Requena, espacio en donde actualmente ejerce sus reconocidas y didácticas funciones.
Esta viene a constituir la pequeña, o gran historia, según queramos apreciar, de la “otra” enseñanza secundaria requenense, escenario que vino a propiciar salida a las inquietudes de una juventud, la cual se constituyó en protagonista sin haberlo pretendido, de una época muy dificultosa en referencia a carencias sociales y económicas muy precarias y que, merced a la inquietud de personas cuya capacidad y entrega social quedó de manifiesto tras su espectacular gestión, llegando con ello a ofrecer una airosa y efectiva salida a las escasas contingencias de una adolescencia cuyo futuro devenía bajo características de una idiosincrasia muy en cuestión. Nunca agradeceremos lo bastante aquella inquietud y la fortaleza de voluntad de quienes afrontaron la responsabilidad de llevarla a cabo.
