
por el periodista requenense Julián Pérez Carrasco(Barcelona, 1914-1926).
Está visto que la humanidad no aprende. Antes teníamos la información en los libros y había que tomarse la molestia de abrirlos, leerlos y «digerirlos». Tanto trabajo era una buena excusa para permanecer desinformado. Hoy no hay forma de permanecer al margen. Podemos dejar de comprar la prensa, no leerla en el bar, aunque sea gratis, pero en cuanto encendemos el televisor, ahí están las noticias. Si disponemos de alguna plataforma televisiva, también podemos meter la cabeza bajo una película o una serie, y las noticias se ocultan a nuestra vista, aunque no desaparezcan. Pero ¡ay! Internet no perdona. El gran hermano nos fastidia el desconocimiento en cuanto encendemos el ordenador. Por alguna de las esquinas de la pantalla sale la noticia del bombardeo de Kiev o de las columnas kilométricas de soldados que avanzan por Ucrania. El móvil es todavía más escandaloso, no tenemos más remedio que usarlo y cuidado… es él el que nos utiliza a nosotros.
Hablemos de guerra y de historia. La Primera Guerra Mundial, entonces llamada «Gran Guerra Europea», fue también la primera contienda que los informativos relataron a pie de trinchera. Si algún tipo de empresa, aparte de las armamentísticas, hizo su agosto, fue la prensa.
Hoy estamos acostumbrados a escuchar frases como esta: «Según noticias ofrecidas por la agencia EFE… por la agencia Reuters… etc.». Se trata de empresas que recopilan noticias y las venden a la prensa, radio, televisión e Internet.
En España, este tipo de empresas de noticias surgió en 1865 cuando Nilo María Fabra fundó su Agencia de Corresponsales. Le siguió la Agencia Mencheta en 1876, fundada por el periodista Francisco Peris Mencheta, el coloso de la prensa nacional de finales del siglo XIX y principios del XX, fundador también de periódicos como La Correspondencia de Valencia, El Noticiero Universal de Barcelona o El Noticiero Sevillano, entre otros. Fue precisamente Peris Mencheta quien «fichó» al periodista requenense Julián Pérez Carrasco y lo puso al frente del Noticiero Universal de Barcelona. De él y de esa guerra hablaremos un poco más adelante.
Oficialmente, la Gran Guerra comenzó el 28 de julio de 1914, cuando el imperio austro-húngaro intentó invadir Serbia. Justo un mes antes, el 28 de junio, en Sarajevo (Bosnia), había sido asesinado el archiduque Francisco Fernando de Austria. La cosa se fue liando, Rusia se movilizó, Alemania invadió Bélgica, Reino Unido se lo tomó muy mal y declaró la guerra a Alemania, etc. etc. Cuatro años de guerra, muerte, devastación, armas químicas…
En Requena, El Distrito era el único periódico en edición en aquel momento. Cinco días después del inicio de las hostilidades por parte de Austria, la primera página del semanario requenense presentaba el siguiente titular, firmado con las iniciales J.N., que reproduzco completo porque no tiene desperdicio:
El Distrito (Requena), 2-VIII-1914
La ley del fuerte
Cuando llegue a manos de mis lectores este número, es posible que anden ya a cintarazos Austria y Serbia, y que Rusia, Francia, Alemania, Italia y quizás Inglaterra, se estén preparando para lo mismo.
Unos son católicos, otros protestantes, otros cismáticos, es decir, todos profesan más o menos ortodoxamente la religión de aquel que dicen que vino a poner paz entre los hombres; y a pesar de eso, están deseando ver cuanto antes encharcada de sangre la tierra, extensas comarcas sembradas de cadáveres, florecientes ciudades convertidas en escombros, el incendio acabando con lo que la metralla respetó y centenares de seres y de soldados, sin albergue, sin pan, sin consuelo, sin esperanza…
Los formidables inventos de estos últimos tiempos, globos, aeroplanos, submarinos, explosivos de potencia inverosímil, serán ahora aplicados a la destrucción por hombres que adoran a un Dios al que los ministros de las diferentes sectas cristianas dirigen en sus templos a diario esta salutación: «¡gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!»; ministros que están ya, para mayor sarcasmo, pidiéndole en preces fervorosas el triunfo de la nación sobre la que gravitan.
Al ver esto y pensar en que hoy, como cuando dicen que había sólo tres hombres sobre la tierra, el más fuerte extermina al más débil, se entre en ganas de anular ciertas teorías hermosas que en la práctica no resultan: amor al prójimo, fraternidad universal, derecho, ley, justicia… y dedicarnos a ensalzar y deificar la violencia, la agresión, el asesinato colectivo, como las únicas acciones dignas del hombre que llaman civilizado, ya que ellas son, con este o aquel disfraz, las que imperan, las que se imponen, las que deciden, según tantas veces hemos visto y estamos viendo en estos instantes.
¿Austria es más fuerte que Serbia? Pues a agredirla; y después que la haya destruido, que los ministros de la religión católica, casi tan prepotente allí como en España, canten un Te Deum en acción de gracias al Dios que mandó su hijo a la tierra para predicar la paz y preparar el reinado de la justicia.
Cuando Hobbes pronunció su célebre frase: «el hombre es un lobo para el hombre», injurió a los lobos. Los de las montañas de Austria no morderán a los de las montañas de Serbia, sino que fraternizarán en el festín de cadáveres que va a ofrecerles el hombre, la obra maestra de la creación, dotado de inteligencia, razón, alma, y redimido además con la preciosísima sangre de Cristo.
¡Cuánta mentira, cuánta infamia, cuánto crimen!
¿Si tendrán razón los jesuitas que no reparan en medios para conseguir sus fines?
J. N.
NOTA: Se me ocurre en este instante pedir al vencedor de la contienda que envíe, después de cantado el Te Deum, una batería a La Haya, para destruir a cañonazos el ridículo Palacio de la Paz, distribuyendo a continuación entre los manicomios más cercanos a cuantos hayan entrado en él una vez siquiera.
Bajo estas iniciales, el periódico requenense ocultaba el nombre del político republicano y periodista José Nakens (1841-1926), vinculado en su momento al magnicidio de Antonio Cánovas del Castillo (1897) y también al atentado de la boda real de 1906. Nakens había publicado este artículo en su propio periódico madrileño, El Motín, el 30 de julio anterior[1]. Está claro que el hecho de reproducirse en la primera página de El Distrito reflejaba el sentir de los periodistas requenenses que capitaneaba Nicolás Agut y Sastre.
Precisamente Agut, como director y responsable de las ideas del periódico, tomó a su cargo la valoración de las noticias que llegaban de la guerra, a las que dedicó muchas primeras planas de El Distrito. En el siguiente número al que hemos citado, la editorial hablaba del negocio que suponía la guerra para la empresa alemana Krupp, productora de acero y fabricante de armas.
No contamos con todos los números de El Distrito, pero debió ser a finales de octubre o principios de noviembre de 1914 cuando Agut comenzó una serie de artículos bajo la denominación general de Los bárbaros del siglo XX. En ella ahondaría, durante muchos números, en cuestiones filosóficas y morales relacionadas con la Gran Guerra, además de relatar acontecimientos de la misma.
El primer artículo del que disponemos, publicado el 15 de noviembre de 1914, comienza así:
Entre los aspectos vastísimos de esta guerra europea y funesta, uno de ellos es el fracaso completo de la diplomacia mundial. Los diplomáticos deben estar satisfechísimos de su habilidad y tener gran fe para el porvenir en sus fórmulas y recetas pacificadoras. El papel de «amigables componedores» lo han representado a las mil maravillas en el actual conflicto internacional. Por ello, la Humanidad doliente les estará eternamente agradecida y vería con gusto, seguramente, que se retirasen a descansar por los siglos de los siglos todos esos almidonados caballeros que tanto valen y de tan poco sirven… La diplomacia, en adelante, se tendrá como palabra huera y hasta puede que desaparezca de todos los diccionarios tachada con líneas rojas.
El Distrito mantenía ideas republicanas moderadas, de corte liberal. Hay que reconocer la nobleza de Agut al valorar los esfuerzos del gobierno español por mantener a nuestro país alejado de la contienda:
El Distrito (Requena), 22-XI-1914
Los bárbaros del siglo XX – España y la neutralidad
Continúa la neutralidad española afortunadamente en la actual conflagración y ella será el mayor triunfo de Dato durante su paso por la gobernación del Estado. Puede que sea esta la única vez, durante largos años, que un gobernante de España se instituye en inconmovible y fervoroso mantenedor de las aspiraciones de sus gobernados; pero así es y así hay que reconocerlo noblemente aunque se trate del más alto ministro conservador. Las pasiones políticas a un lado y la razón y la verdad en su lugar.
España es un pueblo muerto en todo: en industria, en comercio, en agricultura, en instrucción, en poder militar y en dinero. Por consiguiente, el haber pretendido meterse a redentor en esta guerra europea donde intervienen importantes potencias, hubiera sido una nueva y peligrosísima quijotada que habríamos pagado caramente. La nación que como la nuestra, tiene más de doce millones de ciudadanos (y no es esta la palabra) que no saben leer ni escribir siquiera, está incapacitada moral y materialmente para intervenir en ningún asunto.
La columna desapareció en algún momento de 1915. Había estado alternándose con la reproducción de artículos sobre la guerra de otros escritores, la mayoría de ellos foráneos. También hay que tener en cuenta que la edición se suspendió ese año, por motivos que desconocemos, y volvió a imprimirse a principios de marzo de 1916, con la guerra europea en plena efervescencia. Este regreso vino acompañado de un periodo electoral en el que Nicolás Agut de presentaba como candidato de la Concentración Liberal liderada por José Luis Pérez Manglano.
El Pueblo Libre (1915-1917), «semanario político y órgano de las izquierdas en el distrito Requena-Ayora», también se ocupó de la Guerra Europea, sobre todo con colaboraciones de periodistas nacionales y comarcales. Una colaboración desde Utiel, firmada por M.P., corroboraba el interés del pueblo español por la prensa escrita y era, al contrario que Agut en El Distrito, optimista en cuanto al aumento de la cultura de los hispanos.
El Pueblo Libre (Requena), 1-VIII-1915
Austerismo periodístico
Nunca ha habido en nuestra Nación tantos periódicos como en la actualidad. Sobre todo, el número de semanarios aumenta en proporción inconmensurable. Los puntos de venta llenan por completo colgadas en sus paredes de estas publicaciones hebdomadarias. He aquí un fenómeno que de buenas a primeras nos hace ser optimistas. El analfabetismo tiende a desaparecer, pensaréis, puesto que empieza a sentirse la afición a las lecturas, prueba de robustez cultural. ¿No hay razón para confiar en la regeneración de esta desolada España?
Podría parecer optimista, pero el artículo continúa hablando de la mala calidad de la prensa y de la ignorancia de quienes editan estos periódicos, para terminar el texto de forma muy pesimista. Tan solo destacar, de este párrafo, el aumento de publicaciones, precisamente en época de guerra y escasez.
Por desgracia, como tantas veces sucede, conforme pasaba el tiempo, la guerra se convirtió en una noticia más, diluida entre tantas otras. Es lo que tienen los conflictos largos y lejanos, unidos a la neutralidad. La guerra quedaba para los periódicos de la capital y bastante había en Requena con la política local. En el último número conservado de El Distrito, con más de años y medio de guerra por delante todavía, vemos esta curiosa noticia cuyas posibles reminiscencias no pueden comprobarse, no solo por la desaparición de este semanario, sino porque no hubo ningún otro periódico en la ciudad hasta 1919, ya finalizada la Gran Guerra.
El Distrito (Requena), 10-III-1917
Liga Antigermanófila
Tenemos noticias de que se va a constituir en esta Ciudad la Liga Antigermanófila, y EL DISTRITO que no puede ser sospechoso y ha venido desde el comienzo de la guerra proclamando el derecho y la razón de Francia y sus aliados, celebrará mucho que se cree tan democrática institución y ofrece sus columnas a los iniciadores para cuanto las necesiten en este sentido.

primera página(Barcelona, 1914-1926).
El periodista requenense afincado en Barcelona, Julián Pérez Carrasco, era redactor-jefe al comenzar la Gran Guerra de uno de los periódicos más importantes de Cataluña y, según se decía, de España: El Noticiero Universal. Propiedad, como decíamos, de Peris Mencheta, su agencia estaba asociada a las más importantes empresas proveedoras de noticias de Europa y América, por lo que la información referente a la guerra llegaba con premura y extensión, acompañada de una gran cantidad de material gráfico. Pérez Carrasco, articulista avezado y escritor con experiencia, tomó personalmente a su cargo la información bélica y al mes siguiente del inicio de las hostilidades comenzó la edición en fascículos periódicos de sus Episodios de la Guerra Europea.
El Globo (Madrid), 28-VIII-1914
Episodios de la Guerra Europea.- Hemos recibido el primer cuaderno de esta notabilísima obra editada por la casa Alberto Martín, de Barcelona, y escrita por el distinguido periodista D. J. Pérez Carrasco.
Sin duda alguna alcanzará un asombroso éxito, pues a su buena presentación une la audacidad [sic] en el precio (25 céntimos cuaderno).
Dieciséis páginas de nutrido texto ilustrado profusamente y dos láminas componen dicho primer cuaderno, proponiéndose la casa editorial ir publicando, en el transcurso de la obra, mapas, planos, retratos, vistas de poblaciones, representación fotográfica de cuantos episodios interesantes tengan lugar, etc. etc.
Con el último cuaderno regalará la casa editorial a los suscriptores un «Mapa de Europa» de grandes dimensiones.
La calidad de imágenes y la exhaustividad de los detalles ofrecidos, requirió que la obra se alargara en su publicación hasta 1925. En 1926 se anunciaba su venta en forma de libros, en seis tomos lujosamente encuadernados. A fecha actual sigue siendo una referencia de primer orden sobre la Primera Guerra Mundial en lo que a publicaciones españolas se refiere. En la Biblioteca Municipal de Requena contamos con una edición completa para su consulta.
Artículo de El Motín accesible desde la Hemeroteca Digital Hispánica. ↑