La revista Alberca, con la que ya dimos un paseo por la Semana Santa de los cuarenta, nos invita a un segundo paseo que nos lleva a 1952. El texto describe lo que era la Semana Santa, las procesiones, los ritos litúrgicos, el denso ambiente religioso. Quienes fuesen testigos de aquella Semana Santa o de otras posteriores hasta bien avanzados los sesenta, unos recordaran la vivencia del fervor religioso, otros, tal vez, recuerden algo que les fue impuesto. Guste o no la Semana Santa de aquel tiempo, el texto es un retazo de un tiempo y de una ciudad y del que también se aprenden cosas.
Para quienes vivieron en directo aquel año de 1952, “la solemnidad de la Semana Santa se vio realzada por la aparición, tras años de ausencia, de un nuevo Paso: el Ecce-Homo”, cuya custodia correspondía tradicionalmente a la Mayordomía de San Antonio Abad.
“Los cultos comenzaron el Domingo de Ramos con las tradicionales bendiciones de ramos y procesiones en diversas iglesias. En la de los PP. Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María la cofradía de la Oración del Huerto celebró una solemne misa de Comunión general, cantada por los propios cofrades. Y en la iglesia arciprestal del Salvador tuvo lugar la bendición de la nueva imagen del Ecce-Homo y todos los cultos relativos a la liturgia de este día, organizados per el Muy Ilustre Ayuntamiento, a los que asistieron Autoridades y Jerarquías, la Corporación Municipal, cofradías y hermandades e invitados”.
El Lunes Santo los RR. PP. Dominicos fueron los organizadores de un Vía Crucis público en la plaza del General Mola, frente a la Casa Consistorial. El Martes Santo, la cofradía de la Oración del Huerto hizo su aparición organizando una brillante procesión que partió de su iglesia titular y recorrió las calles engalanadas. Sus penitentes, en perfecta orden y seriedad, desfilaron ante un numeroso público que en calles y plazas esperaba el paso de la procesión y que ya durante toda la semana veremos en esos mismos sitios.
El Miércoles Santo la Cofradía del Nazareno de Arrabal sorprendía a los requenenses con una novedad que no tardarán en imitar las restantes hermandades. Se trata de la mecanización del paso titular, al que le habían aplicado un sistema de ruedas que permitía llevarlo con toda comodidad durante el curso de la procesión del Silencio. Entre el respeto del público y en las altas horas de la noche pasan los numerosos penitentes con un orden admirable.
Los Divinos Oficios del Jueves Santo revistieron en el Carmen una solemnidad especial. Ese día celebró su festividad la Hermandad de la Veracruz. Asisten al templo Autoridades, Jerarquías. Corporación Municipal, Cofradías y gran número de fieles. La misa fue cantada por la Cofradía de la Oración del Huerto, que interpretó la “Benedicamus”, del P. Echarri, C. M. Tras la misa se procedió a instaurar el Monumento, lugar donde se custodiaba, el acto implicaba una procesión claustral acompañando al Santísimo Sacramento hasta el Monumento. Los actos litúrgicos, terminaron con la ceremonia del Lavatorio y la visita en corporación a los diversos Monumentos, instalados en cada iglesia. Por la tarde, salió de la misma iglesia del Carmen la procesión general que, por el itinerario de costumbre, visitó la Villa, “rozando las imágenes a su paso las paredes seculares de sus numerosos callejones”.
En las primeras luces del Viernes Santo salía de la iglesia arciprestal del Salvador la tradicional y popular procesión de los Santos Pasos: “A pesar de la hora temprana en la que atravesaba nuestra ciudad era enorme el número de fieles que asistían a la misma. Se cantan en ella viejos motetes que recuerdan la Pasión del Señor. Ante la iglesia de San Sebastián tienen lugar el encuentro de la Santísima Virgen con su Hijo y en la misma iglesia finaliza la procesión”.
Aquel año de 1952 año las inclemencias del tiempo no permitieron celebrar la más brillante de las procesiones: la del Viernes Santo, por lo que aquel día terminaron los actos con el rezo del Vía Crucis en la iglesia del Carmen.
“Por privilegio especial de Su Excelencia Reverendísima el señor Obispo de Cuenca se ha celebrado este año en Requena por primera vez los solemnísimos Oficios de la Vigilia de Resurrección y a continuación la misa de Gloria, coincidiendo con la media noche. Al canto de Gloria se echaron al vuelo todas las campanas de las iglesias de la ciudad y se disparó una gran traca. Con este nuevo rito terminan en Requena lea Fiestas religiosas de Semana Santa”.
Del culto religioso descrito cabe señalar que en aquella época la eucaristía diaria y la comunión frecuente no eran tan habituales como hoy, de ahí que se celebrase en Semana Santa esa misa solemne de Comunión general. El privilegio del Obispo de Cuenca sobre la Vigilia Pascual, anticipa prácticas litúrgica que se harían más frecuentes tras la reforma de Pío XII hacia finales de los cincuenta, y más tarde con las reformas posconciliares. Fue el Obispo de Cuenca y no el de Valencia, porque aunque administrativamente Requena había pasado a la provincia de Valencia en el XIX, no fue incorporada a la diócesis de Valencia hasta 1955.
El desfile procesional por la Villa no sé exactamente cuando dejó de realizarse, tal vez a fines de los cincuenta, porque en los sesena no se hacía. Tan solo la procesión de la Soledad desfilaba por aquellas callejas.
En cuanto a la mecanización rodada de los pasos no fue algo generalizado, entonces lo llevó el Nazareno del Arrabal y algo después el Descendimiento, en general se siguió llevando los pasos en andas.
Fuentes.
Alberca II, 5 (1952), pp. 9-10.
