Las representaciones fálicas, abundantes en el mundo romano, tienen un doble carácter:
-profiláctico: para prevenir enfermedades.
-apotropaico: para evitar peligros y alejar males.
No tenían la connotación exclusivamente erótica que actualmente algunos, erróneamente, le atribuyen. El falo era objeto de veneración, dándosele un culto de tipo mágico-religioso, heredado de Grecia y con antecedentes en la India, Egipto y Asia Menor.
El falo se asocia al poder fecundante de la Naturaleza y se personifica en el dios Fascinus, de entre cuyos atributos destacan el hacer frente al mal de ojo -fascinum-, producir la germinación de las plantas o favorecer el alumbramiento de las hembras estériles. De ahí procede el verbo castellano fascinar (fascinare en latín) y sus derivados, cuyo significado es: hacer mal de ojo, engañar, alucinar o atraer irresistiblemente con la mirada.
También se asocia con el culto al dios Príapo hijo de Baco y de Venus, que nació con una deformidad en el pene (enfermedad que se conoce con el nombre de priapismo y consiste en una erección continua), tal y como se le representa en la Casa de los Vetti de Pompeya, pesándose su gran miembro viril con una balanza y a sus pies una cesta con frutos. Su poder residía en anular el mal de ojo dirigido a perder las cosechas, siendo también guardián de viñas y jardines.
El símbolo fálico se representa, entre otras manifestaciones (lucernas, máscaras, bebederos, colgantes y anillos) esculpido en piedras de sillería, que se colocaban en lugares públicos: paredes de viviendas, pavimento de una calle, esquinas, balcones, puertas, termas o murallas. Siempre conservando el carácter de protector colectivo de males y peligros potenciales.
En la Península son hallazgos frecuentes y han aparecido en Cástulo (Linares, Jaen), Ampurias, Cáparra (Cáceres) y Clunia (Burgos).
De nuestra comarca poseemos cuatro ejemplares, dos en Sinarcas, procedentes de la Cañada del Pozuelo y Pozo Viejo; uno en La Solana de Utiel y el que nos ocupa en este caso, del Barrio de los Tunos.
José Manuel Martínez García.
Arqueólogo. Director de las excavaciones ordinarias en la villa romana del Barrio de los Tunos (Requena).
