Una década compleja (1823-33).
Una de las etapas más lúgubres de nuestra azarosa Historia Contemporánea fue la llamada Década Ominosa, la del segundo restablecimiento del absolutismo de Fernando VII con la ayuda de los Cien Mil Hijos de San Luis. Esta vez las fuerzas francesas no encontraron una resistencia enconada como la de la Guerra de la Independencia y pudieron tomar la emblemática Cádiz. Su intendencia no se fundamentó en vivir del terreno y contaron con el apoyo de activas partidas realistas.
En su día, el maestro Fontana puso de relieve el choque entre aquellos contrarrevolucionarios de extracción popular y las tropas francesas, más proclives a tratar con cierta humanidad a los liberales que fueron capitulando. El régimen de la Restauración de Luis XVIII no deseó alimentar reacciones pendulares que culminaran en una nueva revolución, pero la reacción ultrarrealista se desató con virulencia en los primeros momentos. La negativa de Fernando VII a restablecer la Inquisición causó su indignación e hicieron armas contra él, tomando como su favorito al trono a Carlos María Isidro, el hermano de aquél.
Tales disputas y el hundimiento de la Hacienda del Antiguo Régimen coincidieron fatalmente con la pérdida del imperio de la América continental. Los gabinetes del rey tuvieron que plantearse e intentar realizar ciertas reformas técnicas de forma inaplazable. La revolución volvió a triunfar en Francia en 1830, lo que alentó el surgimiento de la moderna Bélgica, y los partidos de la corte española se enfrentaron con dureza en vísperas de la muerte de Fernando por su sucesión.
En 1833 los liberales españoles distaban mucho de verse aniquilados y la invectiva de ominoso a su gobierno por los absolutistas fue girada contra los mismos con éxito. La segunda restauración fernandina no logró borrar de la Historia el cambio liberal, pero sí deterioró la vida de muchas instituciones nacidas en el Antiguo Régimen, como el municipio o el pósito, llamadas a tener un porvenir en la nueva época. La cofradía de la Vera Cruz, con simpatizantes liberales, acusó la reciedumbre de aquel tiempo con dureza.
El arranque de la Década.
El 7 de abril de 1823 cruzaron la frontera los Cien Mil Hijos de San Luis y los liberales no acertaron a oponer una resistencia que los frenara más allá de lo puntual. A 5 de julio el restaurado corregidor Miguel Martínez Delgado nombró junto al arcipreste Martínez Val el consistorio de Requena. Regidores como Salvador Penén, de familia ligada a la Vera Cruz, renunciaron a su responsabilidad.
Los liberales requenenses que habían seguido al general López Ballesteros, que capituló el 4 de agosto en tierras jienenses, se encontraron a su retorno con una situación de persecución. A Senén García se le encontró un ejemplar del Himno de Riego y otro de la Pepa, entre otros efectos, que incriminaron a Emeterio Monsalve ante el obispado de Cuenca. Cuando terminaba el 1823 la Real Chancillería de Granada suspendió las elecciones municipales de Requena. En tal trance, el número de hermanos de la Vera Cruz prosiguió en descenso: de 56 en 1823 a 49 en 1824. No volveremos a tener referencia a los mismos en el resto de la Década. Significativamente, el platillo también bajó en 1823-4 de 189 a 127 reales.
El momento álgido ultra.
Los liberales coetáneos, como ya vimos, no renunciaron a su fe católica y la Cuaresma de 1824 preocupó sobremanera a los absolutistas, que vigilaron casi todos los movimientos, por mínimos que nos parezcan. Alarmó a los eclesiásticos que los cofrades acudieran a las procesiones cubiertos. Sin embargo, los regidores atribuyeron tales prevenciones a discordias familiares y autorizaron las procesiones dentro de los templos. La tirantez entre individuos del cabildo eclesiástico y del consistorio municipal repercutió negativamente en el funcionamiento de la Vera Cruz, donde los sacerdotes ya no encontraron la colaboración de influyentes seglares como hasta el momento. En la junta del 27 de marzo de 1825 consta la ausencia del alférez Francisco Antonio Sáez y la renuncia a tal empleo de Manuel Mata en la del 30 de marzo de 1828.
Los eclesiásticos intentaron imponer en muchas ocasiones su criterio en aquel momento dentro del bloque absolutista, descontentos con la política desamortizadora del Trienio, pero también los voluntarios realistas se hicieron de notar. Tuvieron a fines de mayo del 24 un sonado encontronazo con el mismo corregidor a propósito de su mantenimiento, pues muchos voluntarios eran de extracción popular. De veintitrés registrados en noviembre de aquel año, cuatro eran tejedores de seda y cinco jornaleros. Tal absolutismo de gentes humildes no benefició en nada a la Vera Cruz, cuyos hermanos tenían que afrontar pagos y no recibir dineros como los voluntarios.
En aquellas penosas circunstancias, la Vera Cruz se marchitó. Aunque no contamos con las cuentas de 1825-27, lo cierto es que su tendencia fue declinante si comparamos resultados:
Ejercicio contable | Ingresos | Gastos |
1823-24 | 3.795 | 3.783 |
1828-30 | 2.276 | 2.443 |
El absolutismo no reanimó la hermandad, ni por asomo, en medio de un marasmo institucional a todos los niveles.
La declinante popularidad de la cofradía.
El absolutismo más togado, o leguleyo, quiso embridar al más clerical y al más popular, por su apoyo a las medidas más radicales que contrariaban a potencias como Francia. A 15 de mayo de 1825 la Real Chancillería nombró los regidores requenenses, entre los que empezaron a proliferar las renuncias por aparentes motivos de salud, y el 23 de agosto se ofició en nuestra localidad un solemne Te Deum por la derrota del ultra Bessières. Semejante moderación o nueva modulación no conquistó mayores simpatías a los responsables de la Veracruz, entre los que se encontraron personas como Víctor de Comas en calidad de mayordomo. Al contrario. El 8 de abril de 1827 se insistió en la junta de la Vera Cruz que las procesiones se hicieran con el rostro descubierto. Al calor de tales restricciones, las cifras en reales logradas por la limosna del pueblo son elocuentes, con independencia de las circunstancias materiales:
1823 | 334 |
1824 | 500 |
1828 | 405 |
1829 | 224 |
A partir de 1830 no consta en la documentación tal concepto, que volverá a aparecer en 1835.
En línea con lo expuesto anteriormente, se ató corto a los voluntarios locales en diciembre de 1827, que fueron oficialmente sometidos al comandante militar de la villa y reducidos casi a la vigilancia de la huerta y las viñas. Al año siguiente, hubo una amarga queja sobre la escasez en una localidad tan populosa como Requena de voluntarios realistas, que llegaron a alistar a personas que más tarde serían expulsadas por conducta impropia, alcoholismo o robo.
Los ingresos a la baja de los alquileres de las túnicas de la Vera Cruz nos hablan del desapego creciente del vecindario hacia manifestaciones religiosas que ahora se consideran en manos de personas poco gratas:
1823 | 891 |
1824 | 786 |
1828 | 451 |
1829 | 472 |
Nuevamente, volverá a figurar en 1835 tal partida, con una nueva situación política.
Un círculo limitado.
Individuos del cabildo eclesiástico cobraron por entonces un mayor protagonismo, paralelamente a la declinante popularidad de la hermandad entre una buena parte del vecindario. Al abandono de los liberales se sumó el de los realistas de extracción popular. De hecho, las ocho túnicas del cabildo devengaron en 1829 unos 192 reales, frente a los 280 de las veintiséis restantes.
En vista de ello, la limosna del Platillo se fue convirtiendo cada vez en más esencial para mantener la cofradía, con resultados poco halagüeños:
1823 | 189 |
1824 | 127 |
1828 | 51 |
1829 | 135 |
1830 | 80 |
Vistos los magros resultados, se tuvo que pasar desde 1829 el Platillo el Jueves, el Viernes y el Domingo de Pascua entre los hermanos.
Lo consignado para las limosnas de los Pasos también indica con elocuencia el escaso éxito alcanzado en el reflote de la situación. Es más, el hundimiento fue más acusado a finales de la Década, en consonancia con el sometimiento del absolutismo de extracción popular:
1823 | 274 |
1824 | 425 |
1828 | 551 |
1829 | 115 |
1830 | 40 |
1831 | 70 |
1832 | 107 |
1833 | 60 |
La espiritualidad de la Década.
Las posturas, a veces pagadas en mano, de los principales Pasos vuelven a dibujar una línea declinante. Parte de lo logrado con las mismas se ingresó en la limosna de los Pasos, que en años como en 1831 careció de postores:
Año | Oración del Huerto | Cristo Enarbolado | Virgen de las Angustias |
1824 | 95 | 80 | 200 |
1825 | 80 | 120 | 290 |
1826 | 80 | 80 | 140 |
1827 | 40 | – | 20 |
1828 | 51 | – | 100 |
1829 | 50 | 30 | 135 |
1830 | – | – | 40 |
1831 | – | – | – |
1832 | 45 | 30 | – |
1833 | 20 | 51 | 64 |
Más allá de lo material, tales posturas nos interesan para ver las tendencias espirituales dominantes en la cofradía por entonces. En una situación francamente adversa, el aprecio por la Virgen de las Angustias prosiguió creciendo, en línea con lo observado en el Trienio Liberal. Emergía su figura como la futura piedra angular de la reconstrucción espiritual de la Vera Cruz. No era poca la tarea a acometer al morir un 29 de septiembre de 1833 Fernando VII, el rey felón que a tantos engañó y tan poco contribuyó al bienestar de las gentes de España.

Fuentes.
FONDO HISTÓRICO DE LA VERA CRUZ DE REQUENA.
Libro Nuevo de la Vera Cruz.
ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE REQUENA.
Actas municipales de 1823 a 1830, 2730.
Bibliografía.
RECUENCO, Julián, La actuación del tribunal diocesano de Cuenca en la crisis del Antiguo Régimen (1808-1833), Cuenca, 2011.