El Dos de Mayo de 1808 el pueblo de Madrid tomó las armas contra las tropas de Napoleón, y a finales de mes se habían sumado al movimiento patriótico los requenenses junto con otros de España. Se iniciaba la guerra de la Independencia, que tantos sacrificios ocasionarían a propios y extraños.
Requena entregó con largueza reclutas, cereales, calzado, armas y dinero a la causa española, ya fuera para los móviles frentes bélicos o para las tropas de paso entre la Meseta y las tierras mediterráneas. Por si fuera poco, las fuerzas napoleónicas la ocuparon entre enero de 1812 y junio de 1813 con altibajos. Con el difícil retorno de las tropas españolas, las exigencias no dejaron de decrecer frente a una hacienda municipal exhausta.
A extramuros de la villa, todavía rodeada de viejas defensas, se encontraba el expansivo caserío de Las Peñas, que había crecido alrededor de la ermita de San Sebastián a lo largo del siglo XVIII. Sus 109 contribuyentes de 1732 se convirtieron en 1.715 vecinos o familias en 1854. En las cercanas alturas de la Loma, los napoleónicos llegaron a establecer una posición fortificada dotada de hospital en el convento de San Francisco. Albergaron el proyecto de alzar allí una auténtica ciudadela.
En Las Peñas vivieron durante la guerra gentes trabajadoras y modestas, que en varios casos llegaron a levantar ellos mismos sus viviendas. El 27 de junio de 1810 el Ayuntamiento tuvo tiempo de atender la petición de uno de sus vecinos, Juan Pérez.
Se trataba de un alarife, verdadero maestro de obras que había laborado en la obra del puente de Jalance, al que se le debían importantes cantidades por sus trabajos. Entonces el municipio requenense se encontraba muy comprometido financieramente, y el abono de los autónomos (si seguimos una nomenclatura actual) se hallaba a la sazón harto comprometido.
Se pensó que, ante la carencia de dinero en metálico, lo mejor era pagarle en terrenos, en un ambiente socio-político que ya avanzaba rasgos de los procesos desamortizadores a todos los niveles. En la emblemática calle de San Sebastián se le concedió un terreno para que pudiera ampliar su vivienda familiar.
El caserío de Las Peñas ya comenzaba a apretarse por aquel punto, y el terreno se valoró en la bonita suma de 458 reales y 17 maravedíes, equivalentes al rendimiento anual de una dehesa media del término municipal antes de la ruptura de las hostilidades.
El terreno delineado había sido valorado por otros maestros alarifes, auténticos tasadores de la propiedad urbana en aquel tiempo. A pesar de su valor, no se extinguía toda la deuda municipal con Juan Pérez, un vecino que contribuiría a engrandecer el barrio de Las Peñas por mucho que se batallara durante la guerra de la Independencia.
Fuentes.
ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE REQUENA, Libro de actas municipales de 1808-12, 2733.
