La Ilustración consideró la educación uno de los medios más idóneos para alcanzar la plenitud humana y lograr una sociedad mejor. En España, la Constitución de Cádiz de 1812 recogió tales ideales y en su articulado se dispuso el establecimiento en todos los pueblos de la Monarquía de escuelas, de una Dirección General de Estudios y se reconoció la libertad de los españoles para escribir, imprimir y publicar sus ideas políticas. Tales principios recorrieron, con vaivenes, nuestro agitado siglo XIX. En la Carta Magna de 1869 se estableció que “Todo español podrá fundar y mantener establecimientos de instrucción o de educación sin previa licencia, salvo la inspección de la autoridad competente por razones de higiene y moralidad.” Los enfrentamientos de la Universidad con el gobierno de Isabel II, como el de la Noche de San Daniel (10 de abril de 1865), había predispuesto a los demócratas a no someter a los centros educativos a una estricta supervisión del Estado, en sintonía con el ideario liberal.
Se consideró que la instrucción debía de extenderse a las clases trabajadoras, que alcanzarían así la plenitud de la ciudadanía según el liberalismo más demócrata. El Centro Instructivo Popular de Requena se propuso acometer tal tarea. Del 25 de marzo de 1870, cuando todavía España iba a la busca de un rey, data su reglamento.
Los profesores del Centro serían retribuidos por los fondos del mismo. Se realizarían actividades (abiertas a los mayores de quince años) escolares, de lectura, teatro y conferencias, verdadera combinación de escuela de adultos y ateneo cultural, que avanza algunas líneas pedagógicas posteriores. En una sociedad donde el analfabetismo todavía era muy alto, se postuló que en el Centro se leyeran los periódicos en voz alta, algo que fue muy practicado por distintos movimientos políticos del Sexenio para extender sus ideas.
Los nombres de los componentes de su Junta Directiva nos permiten saber quiénes eran los más destacados demócratas requenenses, no pocos ya republicanos. Vicente Pérez Ramírez fue su presidente. Fueron los vicepresidentes José Torner Martín y Bartolomé Ruiz de la Peña. Entre los vocales encontramos a Francisco Ripollés Báguena, José María Monfort, Antonio Monsalve López, José Rodríguez Gil, Ángel Monsalve, Antonio Loines, Evaristo Laguna y Francisco Gadea. La función de depositario recayó en Apolonio Parra y la de contador en Juan Simarro. En calidad de secretarios figuraron Antonio Cervera Royo, Andrés Donato, José García Sisternas y Dionisio Rubio. Firmaron Andrés y Fabián Diana como testigos.
El proyecto no acabó de cuajar, quizá por la falta de fondos, y durante la I República se confeccionó el Reglamento del entro instructivo republicano democrático federal de la ciudad de Requena, que no llegó a imprimirse. Sus estatutos eran casi iguales a los de 1870, y se volvió a hacer hincapié en la lectura de la prensa periódica. A través de los integrantes de su Junta verificamos cambios y ausencias, pero también continuidades. Andrés Diana ocupó entonces la presidencia, y la vicepresidencia Eugenio Roda y Francisco Juan Narbón. Los vocales fueron Andrés García, Julián Aguilar, Antonio Miñano, Baldomero Candebés, Aniceto Toledo, Pedro Clavijo, Francisco Diana y Antonio Donato; su depositario Ramón Huerta; su contador Antonio Monsalve y sus secretarios Julián Iranzo, Antonio Hernando Rubio y Miguel López.
La nueva iniciativa tampoco arraigó, pero su espíritu cívico y la convicción de la trascendencia de la educación para mejorar la sociedad han fructificado en distintas instituciones y medios que todos conocemos.
Fuentes.
ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE REQUENA.
Documentos nº. 11.153 y 11.686.